Jesse, tu editor de toda la vida, levanta de tanto en cuanto la vista del papel para mirarte a los ojos mientras tú esperas impaciente. A mitad de la lectura suspira y arroja los folios encima de la mesa. El trabajo de tus últimos meses, por el que has descuidado tus clases, yace despatarrado en su mesa como un cadáver en la mesa de disección. La mirada de Jesse se queda perdida en un punto indefinido de la mesa, mientras parece pensarse muy bien lo que decir a continuación.
Josh, no puedo publicarte esto. No... no se que te pasa, pero pareces estancado, como si esperaras algo. Es como si quisieras imitarte a ti mismo. No veo al Josh Albie brillante de antes. Eres como una sombra de ti mismo.
Jesse vuelve a suspirar y menea la cabeza mientras se frota los ojos.
Mira, siento ser yo quien te diga esto, pero además de tu editor soy tu amigo. ¿Quieres que vayamos a tomar un trago? Hoy juegan los Celtics...
Suspiro y cojo aire. Sabes, he estado pensando. Tal vez, ha llegado el momento de que me retire. Hace mucho que no escribo nada bueno y... francamente, no sé como lo hacía antés. Pero, respondiendo a tu pregunta, sí, vamos a emborracharnos.
Tu editor se levanta de la silla y coge el abrigo y las llaves del coche.
Vamos Josh, siempre te he oído decir que escribir es lo más importante en tu vida. ¿Vas a tirar años de carrera por una mala racha? Estoy seguro de que la inspiración volverá -se vuelve hacia ti-. ¿O es que tienes algún problema más?
Me levanto recogiendo mi gabardina.
No. Bueno los normales, pero no sé... Miro a los alumnos de mis clases e incluso los más inútiles tienen más cosas que contar que yo... No he ido a ninguna guerra, crecí en una buena familia acomodada, se me daban bien los deportes en el instituto, soy un tipo de lo más normal. Todas mis obras... salían de Corine y... creo que ya hace demasiado de aquello... mi tintero está seco... pero mejor dejarlo. Vamos a ver el partido a algún bar y a ver si te conseguimos una buena mujer que te cambie esa cara de ratón enjaulado.
Jesse te da unas palmaditas en la espalda y juntos salís de su despacho.
La noche pasa rápido, con las cortezas del Blues Bar, el partido de los Celtics, las partidas de billar con una pareja de rubias, las cervezas y al final de la noche, los cubatas. El alcohol, el tabaco y la vida bohemia te hacen olvidar, al menos durante aquellas horas, tus problemas personales. Rehúsas la invitación de Jesse para que te lleve a casa en coche, y coges un taxi a tu solitario y frío apartamento.
Te quitas la ropa como puedes, te pones el pijama y te derrumbas sobre la cama, exhuasto y ebrio.
Quizá fuera el alcohol o el cansancio, pero lo cierto es que tienes un sueño muy extraño. Eres una mujer y estás en la cama de un hospital. Aunque tu mente te dice que eso no es real, tus sentidos te transmiten todo lo contrario. Notas un dolor que te atenaza la nariz, y tienes todo el cuerpo como si te hubieran pegado una paliza, con la flojera propia de los calmantes. Notas también que respiras artificialmente, por una mascarilla. Hay una chica junto a ti, morena, de ojos verdes, de unos 20 y pico años.
Te quería pedir perdón Phoebe. Todo lo que pasó fue... tan raro.
La chica te mira fijamente, con expresión compungida. Parece que espera una respuesta...
¿Qué está pasando aquí? ¿Quién cojones eres? Me intento levantar. Quiero despertarme porque no entiendo lo que pasa.
Una punzada de dolor agudo te recorre por todo el cuerpo cuando tratas de incorporarte. Te vuelves a tirar en la cama, con la respiración entrecortada. Los pitidos de tus constantes vitales -o las de la mujer- se aceleran. La chica que hay junto a ti pega un respingo y se levanta de la cama.
Phoebe, soy Mariah, ¿no me reconoces? ¿qué... que te pasa? ¿llamo a la enfermera?
La joven tiene los ojos muy abiertos, con una expresión a medio camino entre el asombro y el miedo.
Me vuelvo a tumbar. Cogo aire e intento cerrar los ojos para despertarme. La miro a ella y me miro a mí.
Sé que te va a sonar raro, pero yo no soy Phoebe. Me llamo Josh Albie y no te conozco.
Mariah retrocede, como si estuviera totalmente aterrada. Se sobresalta al darse de espaldas contra la pared, se gira y sale corriendo de la habitación.
Sientes como el mareo va en aumento y todo se vuelve borroso a tu alrededor. Hay una conciencia dentro de ti pugnando por salir al exterior.
Sientes más que ves como un hombre entra cojeando a la carrera. Un hombre con una cicatriz en la frente... después, todo se vuelve negro a tu alrededor...
Despiertas en tu habitación, empapado de sudor. Tu respiración aún parece entrecortada. Ha sido sólo un sueño, pero... parecía todo tan real...
Continuará...
Osea que ahora me toca esperar? Muy weno el principio de la partida, x cierto.
Sí, tengo que mover otra trama en función de cómo has actuado tú. Espero no tardar mucho en volver a ti.
Me alegro que te haya gustado :D.