Desmond Child
Rancho familiar en Houston, Texas
Te despierta el cálido tacto del sol entrando por tu ventana. Te estiras para desperezarte, y ¡qué demonios, te sientes como dios! La noche anterior te habías corrido una juerga alucinante, y aunque apenas recuerdas cómo llegaste a tu casa, no hay rastro de resaca. Eso sí, parece que te acostaste con la ropa puesta.
Desayunas café y huevos fritos con beicon recién hecho, te duchas y te preparas para un día tranquilo. Hoy no curras. Te repantigas en el sofá, pones los pies en la mesa y entrelazas las manos en la nuca mientras ves la tele un rato.
Al poco, suena el móvil. En la parpadeante pantalla ves que la llamada es de tu superior, Courtney. Maldices y coges el teléfono.
Desmond
Soy Courtney. ¿Dónde te metiste anoche? Es igual, mira, un avión de pasajeros se ha estrellado en la interestatal y la policía necesita de los rangers. Se que es tu día de permiso, pero hay muchos heridos y necesitamos toda la ayuda posible, ¿puedes venir?
¡Bienvenido a la partida!
Cojo el teléfono maldiciendo entre dientes. Todavía no me he podido acomodar en el sofá que ya me tengo que levantar.
Courtney... Estaba borracho en mi cama, ¿dónde más podría estar? ajá... madre mía... no te preocupes, voy para allá. Voy respondiendo a cada pregunta de Courtney rápidamente.
Menos mal que no llevo resaca.
Me pongo lo primero que encuentro sobre el suelo, cojo mi arma, mi sombrero y mi chaqueta de los ranger y salgo de mi casa saltando los escalones de la entrada de dos en dos. Rápidamente me subo a mi camioneta GMC y salgo en dirección a la interestatal.
Ya hablaremos -dice Courtney sólo un instante antes de que cuelgues el teléfono.
Te vistes a toda velocidad y te despides más rápido aún para llegar lo antes posible al lugar del accidente. No te resulta nada difícil encontrar a qué altura, sólo tienes que conducir al lugar de donde proviene una columna de humo negro.
Cuando llegas la situación te parece dantesca. El avión es un imnenso amasijo de hierros en los que los pasajeros están atrapados. Si el golpe no los mató, el humo lo hará en el interior de ese inmenso ataúd de acero. A tu alrededor los bomberos se afanan en labores de extinción y los equipos de rescate hacen todo lo posible por localizar y salvar a los supervivientes.
Un policía pasa a tu lado a la carrera.
¡No te quedes ahí pasmado, ayuda donde puedas!
¿Pasmado? Será idiota... Digo en voz baja mientras evalúo la situación avanzando rápidamente hasta el lugar. Cuando llego al lugar del accidente, cojo una de las mascarillas con bombona de oxigeno que hay junto al coche de bomberos y me interno entre los restos del avión para buscar a alguien con vida.
¡Hola! ¡Hay alguien! Grito entre los restos quitándome la mascara y cubriéndome la boca con un pañuelo. Es calor es casi insoportable mientras que mi respiración se va haciendo cada vez más dificultosa. Vuelvo a ponerme la máscara para poder respirar mejor y continúo con mi búsqueda.
El calor es abrasador, y es casi imposible ver nada entre el fuego, y el amasijo de hierros retorcidos en el que se ha convertido el avión. Entonces ves a una mujer, con la cara empapada de sangre y el rostro ennegrecido por los gases de la combustión. Sus piernas están atrapadas bajo los restos carbonizados del avión. No sabes si está viva o muerta hasta la ves mover la cabeza.
Ayuda... lees en sus labios.
¡Ayuda! Mierda... ¡Ayudaaaaa! Grito como un loco mientras coloco la máscara de oxigeno sobre la chica. Respira tranquila, preciosa, que voy a pedir ayuda. Le digo mientras acaricio su frente. Tu no te muevas que yo te sacaré de aquí.
Continúo gritando pidiendo ayuda mientras intento mover un poco los restos que aprisionan las piernas de la jóven, para dejarla libre. Hago toda la fuerza que sea necesaria para levantar los amasijos de hierro mientras no dejo de gritar por ayuda.
Las lágrimas corren por sus mejillas y el dolor la impide hablar. Colocas en ella la mascarilla y comienzas a toser compulsivamente mientras tus pulmones se llenan de las pavesas y de los gases de la combustión.
¡Ayuda! -gritas, pero nadie parece estar cerca para socorrerte.
El calor es infernal. Una ráfaga de aire repentina crea una llamarada cuya onda expansiva de derriba. Caes al suelo tratando de protegerte del calor con los brazos. A tu lado, la mujer tiene los ojos cerrados. Sabes que su vida se está consumiendo tan rapidamente como el oxígeno en aquél infierno. Sabes que si no haces algo, esta mujer morirá. Te levantas con rapidez. Aunque has estado en situaciones difíciles antes, jamás habías tenido tanto miedo.
Tratas de levantar los escombros con todas tus fuerzas, pero no se mueven ni un ápice.
¡Ayuda! -repites entre toses.
Aterrado, tiras de los escombros con todas tus fuerzas y...¡BLAM! consigues levantarlos un palmo del suelo. Ves como la pierna de la mujer se mueve por reflejo. La herida rueda por el suelo, debajo del resquicio de los escombros mientras tu soportas el terrible peso, con todo tu cuerpo temblando. ¡Ha conseguido salir de allí!
Con un estruendo ensorcedecor sueltas el amasijo de hierros sobre el suelo del avión. Notas otra repentina ráfaga de aire... y tienes la funesta impresión de que esto va a salir volando por los aires en cualquier momento....
El calor es insoportable, siento como si mis pulmones fueran a estallar. El humo entra por mi nariz y por mi boca, el pañuelo que llevo encima no me cubre mucho del humo cuando siento una ligera brisa que comienza a correr hacia el centro del impacto... como si el avión estuviera respirando aire... para...
¡Madre mía... esto... va a volar por los aires!
Levanto con cuidado a la herida y la coloco sobre mis hombros.
Salgo de allí corriendo lo más rápido que puedo, sin mirar atrás, intentando poner a salvo a la herida, para continuar con mis tareas de búsqueda y rescate.
Saltas del avión en llamas justo cuando una tremenda deflagración estalla a tus espaldas, esparciendo cristales y hierro en todas direcciones. La onda expansiva te arroja como un muñeco de trapo mientras la cacofonía de la explosión te destroza los oídos.
Te las apañas para no soltar a la mujer, y caes rodando por el suelo, quemándote la piel de la velocidad del impacto. Oyes una segunda explosión a tus espaldas e instintivamente proteges con tu cuerpo al de la mujer. Sientes cómo pequeños fragmentos de cristal se te clavan en la espalda. Nada para lo que podía haberte pasado si no hubieras saltado del avión sólo unos instantes antes...
La mujer herida se abraza a ti y empieza a llorar. Miras por encima de tu hombro para ver cómo el avión se ha convertido en una gigantesca antorcha que arde y envía su humo negro al cielo de la mañana. Dudas que nadie más haya podido sobrevivir a eso. Ves a a un bombero santiguarse. Un hombre de los servicios sanitarios corre hacia ti.
¿Necesitan ayuda? -dice con urgencia.
Ella, está herida. Le digo al sanitario mientras me incorporo como puedo.
Comienzo a revisar cada parte de mi cuerpo, para ver si no estoy herido y me doy cuenta que tengo algun que otro cristal clavado en mi brazo y mi espalda. Voy quitándome uno a uno los trocitos de cristal, haciendo un pequeño gesto de dolor cuando los extraigo y los voy arrojando al suelo.
Miro hacia la explosión y me llevo una mano a la cabeza. Es en ese momento cuando me doy cuenta de dos cosas, mi sombrero ya no está y un pequeño hilillo de sangre me cae por la frente.
Me toco con la mano la cabeza para buscar si tengo una brecha grande, pero sólo encuentro un trozo de cristal en ella. Nuevamente, lo quito como puedo mientras miro al suelo para buscar mi sombrero.
Cuando lo encuentro, completamente ennegracido por el humo, me lo coloco sobre mi cabeza.
El sombrero aún humea en tu cabeza, y tendrías un aspecto cómico si hubiera alguien que en momentos como aquel pudiera apreciar la broma. Los médicos se llevan a la mujer que has rescatado en camilla. La herida, al pasar te estrecha la mano con las pocas fuerzas que le quedan.
Gracias. Te debo la vida.
Las ves sonreír entre lágrimas mientras se la llevan al interior de una ambulancia.
Eso ha sido asombroso -dice una voz femenina a tus espaldas.
Giras sobre tus talones y ves a una mujer trajeada, de cabello rubio y atractivo innegable.
Agente Eleanor. FBI. ¿Cuál es su nombre?
Te tiende una mano.
Me giro hacia la voz que habla a mi espalda, mientras me sacudo las ropas de polvo y porquerías que se me han pegado con la explosión. Menos mal que no llevaba puesta mi camiseta favorita.
Una señorita que se presenta como agente del FBI me tiende la mano, la cual estrecho con fuerza, como un buen texano estrecha las manos.
Soy Desmond. Desmond Child. Le respondo mientras que con la otra mano, la saludo quitándome un poco el sombrero e inclinando la cabeza.
Ves torcer el gesto de la mujer cuando le estrechas la mano.
No se vaya muy lejos de Texas, señor Child -dice la agente del FBI mientras se masajea la mano-. Iremos a hacerle unas preguntas. Procedimiento rutinario.
Sin decir nada más, la mujer da media vuelta y se marcha.
Continuará...
No, no me he olvidado de ti. Tu trama depende del avance de otra y por eso llevamos algo de tiempo parados. ¿El puente bien?
El puente excelente, en BCN... :)
Pues que se ponga las pilas la otra trama, por que ansioso estoy...
Sí, es que tu compi ha tenido problemas técnicos y nos hemos retrasado más de lo que hubiéramos querido ambos. Creo que ya no tardaremos mucho más en acabar la escena.