Partida Rol por web

Puede que me hubiera pasado en mis comentarios a Stacey pero sinceramente no se me ocurría otra forma de atajar el problema de raíz. O se centraban todos en el trabajo o los perjudicados iban a ser las víctimas del incendio, y la presencia de Erika en mi mente estaba demasiado vívida como para permitirlo. Una vez en el lugar del incendio descendí de la ambulancia y escuché atentamente las palabras del jefe de bomberos mientras mis ojos se desviaban involuntariamente una y otra vez hacia la puerta del Buffalo Alice.

-¿Hay alguna víctima?- comenté estirando el cuello y mirando a todos lados inquieto para buscar a los posibles heridos. Luego me volví hacia el hombre, frunciendo los ojos al recordar algo- Por cierto, no sé si servirá de ayuda pero hará cosa de una hora estuve en ese bar tomandome una cerveza, una amiga iba a cantar, y vi que tenían problemas con el sonido. No sé como lo arreglaron pero a lo mejor hicieron algún apaño que provocó el incendio...

   Cuando mencionaste ese detalle, el bombero palideció a ojos vista.

   --¡Pues claro que es importante! --dijo y se volvió a ladrar órdenes a su equipo--. ¡DEJAD EL AGUA, USAD NIEVE CARBÓNICA! ¡EL FUEGO PUEDE SER ELÉCTRICO!

   El jefe de bomberos te dio unas palmadas en la espalda.

   --No habéis movido un dedo y ya estás salvando vidas, muchacho. No se puede usar agua si el fuego es eléctrico, porque conduce la electricidad. Si tienes razón, sería contraproducente estar usando agua. Y no pienso arriesgarme a comprobarlo --se rascó el mentón y te observó durante unos instantes--. Conoces el interior, ¿no? ¿Podrías llevar a mi equipo a donde recuerdes que estuviesen haciendo ese apaño?

   --Hazlo --dijo la doctora Hutchinson colocándote una mano en el hombro. La voz le temblaba de la emoción--. Has... depositado una confianza en mi que nadie ha tenido. Déjame hacer honor ahora esa confianza. Me... haré cargo de las cosas aquí.

Ni por asomo se me había ocurrido que fuese tan peligroso pero el alivio me invadió igualmente al ver que el capitán empezaba a dar instrucciones. Recordé entonces que Logan alguna vez me había comentado algo sobre la electricidad y el fuego pero no le había hecho mucho caso. Por lo que parecía era determinante.

Cita:

La oferta del capitán me pilló desprevenido y sin saber qué hacer dudé unos segundos. Inseguro miré a mi equipo desplegado a mi alrededor y luego a las llamas que salían del Buffalo. Yo me dedicaba a salvar vidas no hacer misiones de rescate...pero si me lo pedía es que no tenían otra opción. Sin embargo la voz temblorosa de la doctora no acabó de convencerme precisamente. Finalmente tomé una decisión.

-Está bien...pero más le vale jefe que se ocupen de que llegue sano y salvo- comenté haciendo una mueca irónica. Y que me de prisa sino estas se comen entre ellas...Volviéndome hacia mi equipo añadí- voy a entrar con ellos. Me llevaré un equipo de emergencias por si hay algún herido grave que necesita asistencia inmediata. Stacey, doctora Hutchinson, quedáis al cargo. Por diversas razones sois las que más experiencia tenéis, según vayan saliendo los heridos ocupaos de ellos por orden de gravedad, los estabilizáis y los mandáis para el hospital. No estaría de más que además pidierais otra ambulancia, a lo mejor la necesitamos- haciendo un gesto a Stacey para que se separase del grupo le hablé en voz baja.

-Perdona por lo de antes Stacey, pero os necesito a todos completamente centrados...eres una de las mejores y sé que vas a ser capaz de manejarte bien aquí...

Después de dejar las cosas atadas en tu equipo, acompañaste a los bomberos al interior del edificio.

Se te cayó al alma a los pies cuando comprobaste el espectáculo dantesco que te esperaba en el Buffalo Alice. Los bomberos revisaron su lista de maldiciones conocidas al echar un vistazo con estupor al infierno que se había desatado en el bar. El alcohol, que estaba presente por doquier, había ayudado a que el incendio se propagara con rapidez. Pero lo peor es que a estructura metálica vista del edificio se había reblandecido con el abrasador calor que había allí dentro, enviando una lluvia de cascotes que había impedido la fuga de los clientes.

--A alguien le va a caer un buen puro por esto --comentó uno de tus acompañantes.

Guiaste a los bomberos por a donde recordabas que estaba el altavoz defectuoso. Después de agradecértelo, se pusieron manos a la obra mientras tú echabas un vistazo alrededor. Había gente inconsciente, intoxicada por el humo, y había otras que gemían y sollozaban aplastadas por algún cascote. Pero por fin encontraste lo que buscabas: la figura menuda de Erika, tirada en un rincón muñeca de trapo de una niña caprichosa... y rodeada por una columna de llamas.

Te disponías a hacer algo cuando escuchaste el estremecedor llanto de una madre desesperada.

--¡Mi bebé! --sozollaba entre accesos de tos--. ¡Sacad de aquí a mi bebé, por favor!

Entrar en aquel bar fue como si me hubiera muerto y mi alma hubiera sido condenada al infierno. El calor, la angustia, los cuerpos inertes caídos por doquier, las vigas y material combados, derritiéndose por la alta temperatura...todo me golpeó como un mazazo y solo la presencia de los bomberos a mi lado y el saber que  las vidas de aquellas personas dependían de mi me hicieron seguir adelante. Menos mal que he tomado la precaución de mojarme...pensé incoherentemente al ver como nubes de vapor escapaban de mis ropas empapadas minutos antes.

Hay momentos en la vida en que todo parece paralizarse. El tiempo se detiene y aquello que nos impresiona, aquello de lo que nuestro ser está pendiente adquiere nitidez, delineándose las formas como si todo lo demás fuese un espejismo irreal. Así me sentí cuando por fin, através del humo y el calor que rileaba a mi alrededor descubrí el cuerpo inconsciente de Erika rodeada de las ávidas llamas. Un gemido de angustia se me congeló en la garganta mientras con ojos llorosos mis ojos se clavaban en su silueta, deseando de forma vana poder atraerla hasta mí con la fuerza y el deseo de mi mirada. Había incluso iniciado de forma inconsciente mi movimiento hacia ella, como si de un péndulo sin remisión avocado a ir hacia el centro fuera, cuando hasta mi llegaron los gritos quejumbrosos de una madre clamando por su hijo. Dos instintos, el de salvar a alguien querido y el de mi vocación lucharon en mi interior durante unos segundos, tan duramente que sentí que me iba a estallar la cabeza. Desesperado miré a mi alrededor, primero para localizar a la madre del niño y segundo para encontrar a algún bombero que me pudiera ayudar.

-¡NECESITO AYUDA!- grité para hacerme oir por encima del crujido de los material y el rugido de las llamas- ¡Por favor! ¿Mi novia está a punto de morir!- exclamé sin ser consciente de lo que decía mientras señalaba en dirección a Erika, incapaz de renunciar al intento de rescatar a alguien que en tan solo unas horas había llegado a ser tan especial e importante para mí.

El omnipresente humo era una cortina que convertía a los bomberos en figuras borrosas moviéndose frenéticamente a tu alrededor. Si alguien escuchó tu llamada, nadie dio muestras de ello.

Tuviste ganas de llorar y de reír amargamente cuando fuiste vagamente consciente, como en un sueño, de que nadie iba a ayudarte. Habías pasado tu vida salvando vidas y ayudando a los demás. Pero cuando eras tú quien necesitaba la ayuda, no iba a haber nadie. Miraste a tu alrededor y te encontraste solo. Una desesperación aplastante te encogió el estómago, y la sensación recorrió tu cuerpo hasta hacerte un nudo en la garganta.

Escuchaste el estremecedor alarido de la madre con su bebé, en un punto indefinido a tu izquierda. Y veías, bajo la cortina de lágrimas que empezaban a agolparse en tus ojos, el pequeño cuerpo de Erika hecha un ovillo.

Una voz masculina gritó algo, pero su sonido apenas fue perceptible en la cacofonía reinante.

¿Qué harías? ¿Seguirías todos tus instintos y salvarías al bebé... o pensarías por una vez en ti mismo y ayudarías primero a la chica que se estaba haciendo importante en tu vida?

Mientras con lágrimas en los ojos contemplaba el cuerpo inconsciente de Erika los segundos se alargaron hasta casi detenerse. Rodeado del más completo caos, inmerso en un infierno que sabía me perseguría durante noches enteras de insomnio me enfrenté a una decisión que no dejaba lugar a duras sobre las consecuencias. Como si estuviese a la vez fuera y dentro de mi cuerpo, contemplé ante mi los dos caminos, claramente trazados, que en función de lo que eligiese debería recorrer y el gran peso de ello me aplastó contra el suelo hasta casi asfixiarme. No había otra opción y en mi fuero interno lo sabía. Había cosas que estaban escritas a fuego y sangre sobre las leyes naturales, y si actuaba de otra forma nunca podría perdonármelo. No volvería a ser yo y fiel a mi mismo, si no hacía lo que debía hacer. Así que, con deliberada lentitud y con la actitud del condenado a muerte que aún asi camina hacia su sino, di la espalda a Erika y a las llamas que la envolvían y corrí en dirección al bebé que lloraba enfebrecido.

-¿ME OYE? ¿Dónde está?- grité para hacerme oir por encima de la cacofonía, buscando a la madre desesperado. Por estúpido que pareciese aún había un asomo de esperanza en mi mente Si logro salvarles en seguida y sacarlos de aqui podré volver por Erika...

Te dirigiste hacia la madre guiándote por sus gritos de pavor. Aunque tuviste que dar un rodeo para evitar las llamas supiste que estabas caminando en la dirección correcta cuando por encima del ensordecedor rugido de las llamas escuchaste el llanto del niño. ¡Debían estar muy cerca!

Un murmullo, apenas sentido como una vibración en el pecho creció hasta convertirse en una atronadora cacofonía de destrucción. La estructura del edificio se venía abajo.

Fuiste vagamente consciente de que ibas a morir sepultado. Sentiste miedo. Y algo más. Los gritos desesperados de la mujer. El llanto del niño. Su profunda desesperanza te embargaba el alma. Algo dentro de ti se rompió. Sentiste como su miedo daba paso a una rabia fría dentro de ti. No ibas a permitir que aquella criatura muriera, aunque fuera lo último que hicieras.

Apretaste los dientes y el aire tembló y tremoló a tu alrededor, como se hiciera sólido. Te catapultaste hacia delante saltando entre las llamas chillando como un loco. Quizá fuera la adrenalina, pero no sentiste dolor. Del otro lado estaba la mujer con su hijo en brazos. Te arrojaste encima de ellas sólo un latido de corazón antes de que el techo se viniera abajo.

Gritaste y escuchaste los gritos de la mujer debajo de ti. Después tu mundo se llenó de acero, cemento, polvo y oscuridad.

Pero no sentías dolor. Cuando abriste los ojos viste el rostro de la mujer bajo de ti, desencajado por la sorpresa. Giraste la cabeza para ver cómo los escombros flotaban a tu alrededor, como detenidos por una esfera de fuerza invisible.

A menudo mucha gente que ha estado a punto de morir ha descrito cómo el tiempo parece detenerse y la vida de uno desfila ante los ojos como si fuera una película de cine mudo. Sin embargo, nada de eso sentí cuando tras avalanzarme sobre la mujer para protegerla vanamente del impacto, cerré los ojos preparándome para la muerte que sabía me iba a llegar. Sólo sentí rabia, una profunda rabia de que todo hubiera llegado a su fin de forma tan estúpida e inútil. Tantas cosas que no había hecho, que no había dicho, tantas oportunidades postergadas en bien del resto para que al final estuviera allí solo, abandonado por todos enfrentándome al fin único que unía a toda la humanidad. Es demasiado pronto...pensé recordando el beso suave que me hubiera gustado dar a Erika aquella misma noche y que ya sin duda nunca daría. Demasiado pronto...todavía no puede ocurrir...pensé frustrado y de repente algo se rompió en mi interior y en vez de caer en la inconsciencia un halo de irrealidad nos rodeó. Imitando la expresión de estupefacción de la mujer me volví y contemplé los cascotes de cemento que nos rodeaban sin tocarnos, flotando como si una esfera invisible nos protegiera. No me planteé qué era aquello, ni siquiera si era real o una ensoñación provocada para el dolor previa a mi muerte...simplemente me daba igual m,intras tuviera una oportunidad de escapar. Tirando de la mujer para incorporarla la sujeté contra un costado afianzando su paso y dubitativo, los ojos abiertos por lo que estaba contemplando eché a caminar lo más rápido posible hacia la salida. No entendía qué extraño fenómeno estaba ocurriendo pero sin duda cuanta más prisa nos diésemos mejor.

Te incorporaste y esa esfera de aire sólido se movió contigo, haciendo que los cascotes resbalaran hacia los lados. Te aupaste fácilmente entre el montón de ruinas ennegrecidas y tendiste los brazos para recibir al bebé que te entregaban. Tas dejarlo a un lado ayudaste a la madre a auparse. 

Aunque el corazón aún te palpitaba con fuerza en las sienes, empezaste a tranquilizarte y pensar que quizá, no morirías aquella noche. Aquella misteriosa esfera que te protegió del impacto desapareció tan pronto como vino, con un sonido hueco como el de una pompa de jabón al estallar.

Un bombero se te acercó y os obligó a ti y a la madre a salir al exterior antes de que el edificio acabara de colapsar. Cuando saliste y recuperaste el resuello, se te acercó la sollozante madre que habías rescatado.

--No sé lo que he visto --reconoció la mujer con los ojos inundados de lágrimas--, pero muchísimas gracias por haber salvado a mi bebé. ¿Hay... hay algo que yo pueda hacer para agradacérselo?

Al principio fui incapaz de responder nada a la mujer sollozante a la que, aún sin saber cómo, había logrado salvar de una muerte segura. Me encontraba ajeno a todo, atontado por lo vivido, y, completamente conmocionado, miraba mi alrededor, a las llamas rugientes que salían del local, como si todavía esperase que el techo se desplomase sobre mi cabeza. Debería estar muerto...pensé con incongruencia mirando mis manos en busca quizás de heridas que lo demostrasen. No alcanzaba a comprender lo que había pasado ahí dentro pero poco a poco los resultados de ello fueron calando en mi mente. Puede que fueran escasos segundos o largos minutos lo que había estado paralizado en silencio, pero por fin parpadeé y una única palabra salió de mi boca.

-Erica...- recuperando la capacidad de moverme miré a la mujer que había ante mí, sin entender muy bien qué hacía allí. Finalmente la situé en mi reciente universo y negué con la cabeza- no se preocupe, ahora todo ha acabado...debe, debe ir a que la atiendan mis compañeros...puede que su sistema respiratorio esté afectado y también el del bebé- le urgí despertando en mí de nuevo los instintos de enfermero. Mirando a mi alrededor intenté hacerme un mapa de la situación allí fuera y el estado de mi equipo mientras intentaba localizar a un bombero. Cuando uno pasó a mi lado le detuve cogiéndole por el brazo- ¡Disculpe!! Había....había una mujer ahi dentro, entre las llamas...cree..- titubeé...¿a quién quería engañar? Había visto como el techo se derrumbaba sobre nosotros...¿realmente pretendía que ella siguiera con vida? Miré desesperado al hombre con la súplica pintada en los ojos- ella...ella era mi amiga...cree...¿cree que se podría intentar entrar a por ella?