Partida Rol por web

Al estar cerca de los hermanos Lannister, pudo ver como Cersei susurraba frenéticamente al oído de Jaime sus primeras impresiones. No le hizo falta saber qué estaba diciendo, pues por su expresión era obvio que había dado rienda suelta su lengua viperina. Tampoco le sorprendió su absoluta falsedad cuando se dirigió a todo el mundo: el Perro tenía claro que Cersei había asistido a aquella sala a sentarse en el Trono de Hierro; o en su defecto, a permanecer al lado de su hermano Jaime mientras éste ocupaba el lugar real. Y para qué negarlo, si así fuese a Sandor le vendría de perlas; no en vano su casa había jurado lealtad a los leones.

Cuando los demás empezaron a exponer sus opiniones, Sandor se regocijó interiormente. El baile de candidatos a gobernar no se había hecho esperar, y el espectáculo de necedades e insultos indirectos de unos a otros solo era el principio. El Gnomo, aparente primer protagonista de esta farsa de mal gusto, ya empezaba a despotricar contra todo el mundo.

"Aunque al enano no le falta razón", pensó el Perro enarcando la única ceja que le quedaba. Como bien había augurado, el medio-hombre sería de los pocos que hablaban sin tapujos, y a Sandor le quedó demostrado con la supuesta honorabilidad del capa negra Benjen Stark: "...los siete reinos necesitan un rey. Un rey que sepa que su reino no se limita a desembarco del rey", había dicho.

—Ni un rey que solo piense en El Muro— contestó el Perro con un gruñido.

A continuación, y entre el revuelo de opiniones, la hija menor de los Stark preguntó inocentemente cómo se elegiría al sucesor. Ni el propio Sandor lo sabía, pues los reyes de los que había tenido constancia habían conseguido el trono por herencia o por usurpación. Se cruzó de brazos, atento a una respuesta que ilustrara a la niña y a él mismo.

Generalmente las casas grandes eligen un familiar que ayude a sus intereses y luego se produce una gran guerra que afecta a todo poniente, terminando solo luego que el otro candidato termina muerto. respondio la hija de Cat, que espera que hubiera heredado algo de la astucia de su madre. Ya que pronto la deberia poner en uso. Pero en este caso sin familiar directo o lejano, se vuelve un caso diferente... por lo que con algo de esperanza podriamos esperar una solucion igual de diferente. finalizo suspirando con pesadez.

Miro con exesperancion a Stannis por su peticion al esposo de Cat, no creia que aunque nos pusieramos un dia entero de luto nos ayudaria mucho en esta circustancia. pero prefirio no decir nada para no parecer ambisioso por un trono que poco le interesaba sentarse. 

Había abierto el debate invitando a las distintas opiniones, era necesario, era el camino. Y su parte, estaba en escuchar, y eso es lo que hacía, pues ¿cómo sino podría forjar su propia opinión sobre lo que era más justo?

Ned no se alteró con el comentario ácido de Olenna, se solía decir que la gente del norte tenía hielo en la sangre, y Lord Eddard quizás más que ninguno. Y si bien también tenía su temperamento, no lo dejó asomar ni en aquella ocasión, ni en la confrontación directa de Stannis. Antes de ello, saludó con un comentario cortés, respetuoso y una reverencia, aún a pesar de que este no podía verle, al maestre Aemon. Agradecía su presencia, pues respetaba a la Guardia de la noche y entendía muy bien la labor que allí hacían, además no solo era el más viejo sino también el más sabio de cuantos se encontraban allí.  Luego, se acercó a su hijo bastardo, Jon y le ofreció un abrazo. Si bien no podía este aspirar a los bienes y los títulos de los Stark no por ello tenía menos su afecto. Verlo vestir el negro y con el porte que este ahora ofrecía no hacía más que aumentar su altav estima.

Fue entonces que la voz del Gnomo, no carente de razón, resonó en la sala. Se giró a él. La guardia de la noche se prestaba a un juramento sin banderas, ni familias, ni riquezas y por supuesto ni títulos. De la misma forma que Jon no podía ser un Stark, tampoco un guardia podía ser rey. Aquello, posiblemente, más que a ninguno, les descalificaba a la corona. Romper dicho juramento, equivalía a abandonar la guardia y el castigo era bien sabido por todos.

-No, no deberíamos de otorgar la soberanía a la guardia. Puesto que ellos renuncian para siempre a cualquier lazo, se desprenden de las políticas del mundo porqué su labor en el muro es colosal y nos mantiene a salvo. Sin embargo, su opinión y sabiduría, debería de ser igual de bien recibida como la de cualquiera.- No levantó la voz, no discutió, sencillamente, se expresó. Y dejó clara su parecer.

Arya estaba a su lado, su voz sonó aguda pero clara y no pudo menos que sonreírle. Guiñó un ojo, se sentía orgulloso de su pequeña y le puso la mano a la cabeza sacudiéndole el pelo a la vez que deponía una rodilla al suelo para ponerse a su altura. -Estamos aquí para determinar esto, Arya.- Su voz al dirigirse a ella parecía más dulce, bajó el tono sin importarle de que le oyesen todos, pues las explicaciones eran para ella. -Habrá que buscar un modo. La guerra, como dice Lord Bryden, ha sido muchas veces un camino, pero siempre debería de ser el último y evitarse.- Él no habría hablado con tanta crudeza a su hija. -Un Rey no debería de ser ni el más fuerte, ni el más rico, ni el que tiene más tierras ni más hombres, y, sin duda, no debería de ser el más conspirador. Un Rey debería de ser el más justo, con paciencia para escuchar a las plegarias de su pueblo y sabiduría para saber cubrir sus necesidades. Habremos de encontrar un modo.-

Intentó no perder su temple, incluso, cuando, como hemos contado ya, le importunó Stannis. Al final, volvió sobre él.

-No pretendo faltarle el respeto a los muertos. Menos aún a nuestro Rey. Minutos hemos tenido, incluso días para lamentar su muerte. Pero establecer la sucesión me parece un asunto de urgencia, antes de que, como he dicho, cada uno se proclame Rey y señor detrás de un ejército. El Reino necesita de una cabeza o en su defecto un consejo. Creo que es un tema de suma urgencia, ello no debería de empañar el hecho de que se le deba velar.-

Qué bien hablaba Lord Stark!. Hodor se sentía orgulloso de velar por la pequeña loba, que tan despierta era a su edad, y servir a una casa tan honorable. Estaba de acuerdo con todo, como expresó en voz alta para corroborar las palabras de su señor.

- ¡Hodor!

- Pero por desgracia, niña, un Rey ni es justo, ni es humilde, tiene más tierras que el resto, más poder y bien si no es conspirador, lo son quienes le rodean. -Miró a la pequeña Stark con una sonrisa tierna en el rostro. Parecía una niña bastante despierta, era mejor no llenarle la cabeza con sandeces ni cuentos de hadas, y menos aún cuando se encontraba donde estaba. No había pasado apenas tiempo y la gran mayoría ya empezaban a tirarse los trastos a la cabeza, allí no iba a ver nada agradable.- Pero sin duda la cualidad que comparten casi todos los reyes es la de saber pavonearse. No hay ni uno al que no se le dé bien. Aunque no tengo muy claro si es una cualidad que tenían ya de antes, o es algo que se adquiere tras sentarse en el trono.

Buscó con la mirada a su nieto. Comenzaba a estar incómoda, así que simplemente decidió cambiar de postura, apoyando esta vez ambas manos en el bastón.

Robert no es que llegara tarde, sino que estaba ocupado en otro trono distinto. Al reunirse con el resto, observaba como mucho de los presentes ya estaban hablando de la sucesión a pesar de que hoy era para velar el cuerpo y recordarlo. Claro que muchos no tenían nada que recordar del viejo Rey.

-¡Ned amigo! Dichoso todo aquel que te ve, estas de una pieza por lo que veo.-Ver a Eddard Stark le animo a continuar adelante sin tener que cruzar miradas con otros posibles herederos. Sin un atisbo de duda se acerco a el sonriente.

-Vamos tomemos algo juntos y dime como a sido tu viaje hasta aquí, ya tendrás tiempo de discutir con la gente sobre el próximo rey justo. Bebamos en su honor y en el nuestro, no sabes lo sabroso que llega a ser el licor de estos eventos.-Busco alguien que tuviera a bien servirle.

No hizo demasiado caso a las palabras afables y fiesteras de su hermano... no podían ser más distintos. Así que se centró en contestar al lord de Invernalia, haciendo gestos de quitarle hierro al asunto aunque seguía pareciéndole algo precipitado hablar de esos temas la misma noche de su muerte.

-No, si en verdad lleváis razón, nos guste o no- claro que a muchos de los presentes debía de gustarle y él seguía prefiriendo a no hablar   hasta que al menos el cadáver del rey se enfriara. No obstante, expresó lo que creía más correcto dada la situación- tenemos que hablar de la sucesión. ¿El rey tenía algún hijo? ¿Algún hermano? Si tenía alguno lo legítimo sería que fuera el mayor.

Algunos pronunciaron la palabra guerra. No sabía si lo decían porque muchos reyes realmente habían ascendido mediante usurpación o porque planearan meterse en alguna guerra si no encontraban herederos. Stannis prefirió quedarse al margen, sobre todo de momento, con el cadáver del rey aún en palacio.

Había llegado de las últimas a la reunión y había decidido permanecer atenta y escuchar lo que todos tenían que decir, empecé muy atenta, pero aunque lo apreciaba mucho, tras varias charlas de Eddard, mi hermano, se me hizo insufrible y desconecté completamente perdiendo el hilo de lo que allí trataban de argumentar.

No tardaron en saltar viejas rencillas que yo creía completamente extintas, allí había mucho rencor oculto que no sabía de donde provenía, pensaba que llegábamos con la mente limpia, nada más lejos de la realidad, allí empezaron rápidamente a mirar las cunas de donde venían cada uno y si debían o no estar allí.

La guinda del pastel la puso un amigo de casa, Hodor, no lo conocía muy bien, me dijeron que tenía problemas de habla, pero esperaba que pudiera decir algo más que su nombre, si no poco tendría que aportar en el cónclave que allí iba a realizarse para elegir un nuevo rey, imagino.

Mientras allí continuaban hablando entre ellos, opté por la opción más lógica:

-Buenas noches, perdonad mi tardanza pero los caminos no son demasiado seguros. Mi nombre es Lyanna Stark para los que no me conozcan. Espero que podamos decidir el futuro del reino sin necesidad de nombrar cada dos por tres nuestra procedencia o casa, o escupirnos viejas rencillas a la mínima que surja la opción de hacerlo. Comportémonos como los soberanos que nuestro reino nos demanda.

El fuego ardió esa noche inaugurando una tragedia de gran magnitud. Algo estaba por suceder y la Sacerdotisa roja lo sabía a la perfección, mas guardó silencio como se había habituado a hacerlo. Hablar era una virtud valiosa y debía hacerse con cautela, pues el Señor de la luz señalaba el camino y ella era sólo una sierva que se encargaba de seguirlo.

Esa mañana sintió el llamado al trono como la señal que esperaba de su señor y cubierta por una capa carmesí, llega un poco después que los hermanos Baratheon. Pasa del lado de la joven Lyanna Stark y le dice dulcemente - El pasado es una sombra que siempre nos rodeará, Lady Stark. Si no fuera de esta manera, ni el mismo rey difunto podría haber ocupado ese trono - descubre su rostro y con aquella mirada inquisitiva que hacía a muchas personas alejarse, continúa su camino hacia Stannis, haciendo reverencia a quien ella se había unido por llamada del Señor de la luz.

Comprende su gesto pero no hace más que devolverle la mirada para luego girarse hacia los presentes. Camina con parsimonia y tranquilidad, analizando las reacciones de los presentes, las palabras de Cersei a su hermano, las cuales expresaban más de lo que ella misma lograba comprender y la sabiduría de la pequeña Arya.

- Tiene una hija más que brillante, Lord Stark. Permítame felicitarlo por ello - junta sus manos al frente y mira directo a los ojos a la pequeña para decir - En tus ojos hay grandeza y una fuerza inimaginable. El Señor de la luz ha aprobado tu valía desde que tus ojos miraron la luna por primera vez - sonríe de medio lado para luego volver con Stannis. Asiente ante sus palabras y dice - Ciertamente, el luto a un caído es de respeto, mi señor. Pero los designios del Señor de la luz son absolutos y el momento llegará de escoger al nuevo rey. Sea ahora o dentro de algunos días, el momento pasará. El fuego lo ha dicho. No es apresurado, pues los siete reinos necesitan de un líder - su mirada se posaba en los presentes una vez más y guarda silencio tras la sombra de Stannis.

Jon había permanecido en silencio y como apoyo del maestre Aemon hasta que este no lo necesito mas, ahora vestía de negro, era un guardia de la noche, camino que tomo después de no encontrarle sentido a muchas cosas en su vida. Ser el hijo bastardo de un Lord no era fácil de llevar, pero por lo menos no era cualquier lord. Su padre Edduard era sin duda un gran hombre, le admiraba y quería muchísimo, y a sabiendas que nunca podría tener su apellido, por lo menos buscaba ganar su respeto, que se sintiera orgulloso de él.

Recibió el abrazo de su padre con regocijo, ya había pasado cierto tiempo desde que se había ido al muro Que bueno verte, padre... Sin duda no son los mejores tiempos, pero confió en que ayudarás a darle una buena solución a todo este asunto luego dejó a su padre para saludar a su pequeña medio hermana y con un gesto parecido al de su padre para felicitarla, puso su mano en la cabeza de la pequeña para luego agitarla con la suficiente fuerza para desordenarle el cabello Por lo visto te has vuelto mas lista desde que me fui dice otorgándole una cálida sonrisa.

Arya estaba feliz de estar con los miembros de su familia a los que hacía mucho que no se encontraba sobre todo su hermano Jon al que ya apenas veía desde que se unió a la guardia de la noche por lo que le abrazó con fuerza para compensar el tiempo pasado. También disfrutó de los mimos de todos ellos y le sacudieron tanto el pelo que acabó totalmente despeinada.

Al parecer sus preguntas habían despertado el interés de los presentes y les había hecho ver que era bastante madura para su edad. Le encantó sentir el orgullo en los ojos de su padre mientras escuchaba los consejos de aquellos con mucha más experiencia que ella en las intrigas de la corte.

Se preguntó quién sería ese señor de la luz del que la mujer de rojo hablaba. Desde que era un bebé su padre siempre la había instruido en la religión de los dioses antiguos mientras que su madre le transmitía la fe de los siete por lo que nunca había oído hablar de él.

De una forma u otra acabó reflexionando sobre todo lo que había escuchado intentó hacerse una idea de lo que estaban buscando:

- Entonces el nuevo rey debe ser justo, sabio, con poder, tierras y un ejército para afrontar rebeliones o guerras. Además de lo bastante astuto como para detectar las conspiraciones que haya a su alrededor y así hacerles frente. Por no hablar de unos valores fuertes para que no se deje corromper una vez suba al trono… Umm, creo que vamos a tener problemas para encontrar a alguien que reúna todas esas características. 

—¿Realmente pensáis que vamos a tener problemas para encontrar a alguien así, pequeña Stark?— dijo Tyrion, sonriendo, mordaz—. Por favor, ¿no es evidente?— y se señaló así mismo encogiéndose de hombros.

Contempló las caras que lo miraban, y rió, divertido.

—Disculpadme, mis señores— consiguió decir, mientras negaba con la cabeza—. Pero, temo que la pequeña loba tenga razón y no podamos encontrar a alguien con tales características. Sinceramente, yo no podría ser rey. No sería buen ejemplo— reconoció, mirando al suelo, fingiendo culpabilidad—. ¿Quién sería capaz de sobrevivir día tras día en un Trono que se diseñó para atormentar a los hombres que se sentaran en él?

Dio una mirada fugaz al asiento de hierro y negó con la cabeza, de nuevo.

—¿Quién estaría preparado para algo así?

Abrió las puertas del gran Salón e ingreso por ella acompañado de dos de sus mejores prostitutas: "La muerte de un Rey siempre es una gran pena, tanto para su gente como para sus reservas de oro." Observa a todos los reunidos. "Quién diría que tantos buenos amigos se reunirían en un solo salón." Se acercó a los Stark y saludo a Eddard: "Lord Stark es una grata sorpresa tenerlo por aquí! Como se encuentra Catelyn? Seguro que sigue hermosa como siempre"  Miro a la joven Arya y se agacho hasta estar a la par de sus ojos: "Pero que dulce criatura, veo que la sangre Stark es fuerte en ti. Una pena." Luego se alejo saludando cordialmente al resto de los invitados hasta ponerse al lado del eunuco: "Casi creí que no te vería por aquí. Pero es díficil que no hayan moscan donde hay dulce" Comenta sonriendo 

Observaba atentamente a lo que decía cada uno, y parecía una competición de quién era mejor de su reino. Será difícil elegir al adecuado rey que deberá de reinar el trono de hierro.
Podríamos estar debatiendo quien será mejor pero no nos pondremos en desacuerdo... Me acerqué hacia dónde estaban y dije, con mi voz contundente y sería como era siempre. - Veo que por ahora no estamos muy desacuerdo en quien puede ser el rey. Soy la menos indicación, pero el que debería de reinar, tendría que ser una persona que tenga demasiados años de experiencia en todo el recorrido de los reinos y de todas las guerras que pasa y que ha pasado. Es mi pensar pero deberíamos de decir quien va reinar en hacer votaciones. Mire seria a todos para espera lo que tenían que decir.

Se había ausentado en silencio en busca de una silla para su abuela. Una vez encuentra una lo bastante comoda y mullida, la carga hasta donde está ella. De camino, pasa por una mesa para coger algo de comer para ella y se lo trae encima de la silla. 

-Siento la espera, abuela. -la deja a su lado, quita la comida y la deja en un lado, y la ayuda a sentarse.- Espero que la comida sea de su agrado.

Una vez está su abuela comodamente sentada, le pasa el plato de comida que ha cogido para que coma algo. Ha ido a acompañar a su abuela, tiene una edad avanzada y no quiere que le pase nada. Así que se queda a su lado, atento a cualquier movimiento, para protegerla como buen caballero que es. Así que se queda a su lado escuchando a los demás como discuten sobre como nombrar el rey nuevo.

Al enano le dolían las rodillas de estar tanto tiempo de pie. Sus piernas deformadas le impedían pasar largos ratos sin poner su trasero en un mullido asiento, y lanzó una mirada hacia Lady Olenna, quien, por motivos diferentes, tampoco podía estar mucho tiempo en pie.

Mientras tanto, escuchó y anadeó por entre la multitud allí congregada. Lanzó miradas de complicidad hacia el Perro y puso los ojos en blanco y sonrió de forma mordaz. Él también deseaba sentarse, comer, y celebrar un festín por la muerte del rey. Estaba muerto. No había por qué sentirse triste, compungido o dolido. Seguramente, el rey estaba en el mejor de los paraísos, lejos de allí, observándolos mientras retozaba con jóvenes bellezas, llenaba su barriga con buena carne de cerdo, y lo regaba todo con un buen vino. Seguramente, también los señalaba con un dedo gordo ensortijado, riéndose, y comentando a sus acompañantes que lo que observarían en los próximos días sería digno de ver. Una gran obra de teatro, un gran espectáculo, una divina…

—Comedia— murmuró el Gnomo, contemplando los rostros de los allí presentes.

Tragó saliva con una mueca y enarcó las cejas, ante la proposición de las votaciones.

—Si hay que hacer votaciones, vos sois, entonces, la menos indicada para votar… y ser votada— sonrió a la Targaryen—. Vos misma lo dijisteis: “vuestro rey”— hizo una pausa, donde su sonrisa se ensanchó hasta parecer una mueca burlona—. Quiero decir— e hizo una especie de bufido, como si riera por su ocurrencia—, si pensáis que esto no os concierne, que no deberíais de estar convocada como candidata al Trono de Hierro— hizo una reverencia y un gesto con sus pequeños brazos, señalando la puerta de la gran sala—, marchaos, y dejad que los hombres de Poniente elijan a su rey— hizo un leve énfasis en la palabra “su”, y miró a los violetas ojos de Daenerys—. Mi señora— añadió, con un deje burlón. 

El Perro observaba a los invitados al luto del rey con desinterés, pues los protocolarios insultos o aparentes buenas maneras le empezaban a cansar. A veces se alegraba de no haber sido miembro de una de las casas principales: tanta verborrea inútil le hastiaba; ¿para qué deshacerse en bonitas palabras sobre la divina bondad real del futuro gobernante, si allí todos los presentes destacaban por su mezquindad y egoísmo? A la vista estaba cómo habían acudido cual buitres al salón del trono en cuanto el rey Gregory había fallecido. El enano le miró burlonamente, como si estuviese leyendo el pensamiento de Sandor, y el Perro le asintió con comprensión. "Será enano, pero es el único con cabeza es esta sala", pensó. 

Ante la opinión de la Targaryen, Sandor no pudo evitar soltar un bufido. Que una niña como Arya Stark aún creyese que se pudiera elegir a un rey justo y bueno para los siete reinos era comprensible, pues su inocencia aún estaba intacta. No había llegado a comprender cómo funcionaba realmente el mundo fuera de su casa de Invernalia. Sin embargo, que alguien como Daenerys Targaryen pensara que el candidato ideal para ser votado debía tener cualidades como estar curtido en la guerra o haber recorrido mucho territorio le parecía irrisorio. O un comentario con demasiada falsedad, ideado para quedar bien delante de los demás. 

-Tal y como describís a vuestro rey ideal, mi señora, -respondió el Perro, mordaz- hasta yo podría ser el nuevo rey de los Siete Reinos- y hasta su propia ocurrencia le hizo sonreír de puro absurdo.- He luchado con tesón y sobrevivido a grandes batallas, y he viajado por gran parte del territorio. Quizá no sea una idea tan descabellada que un Clegane forme parte de la realeza -añadió con ironía, pues sabía que allí él no representaba a la casa Clegane, sino a los Lannister, a quien servía.

El enano enarcó las cejas y entreabrió la boca, fingiendo sorpresa, ante el comentario del Perro. Asintió con aire pensativo, y finalmente, dijo:

—Sí, creo que nuestro fiel perro sería el candidato ideal para el Trono. Estaríamos seguros, tiene fuerza, carácter, es valiente, dócil y leal— añadió, esbozando aún más la mueca que era su sonrisa—. Y tendrá una familia detrás cuyo patriarca cague oro… No está nada mal.

Hizo una pausa, mientras seguía asintiendo.

—Sandor Clegane, rey de Poniente— anunció el Gnomo—. Me gusta.

Sonrió al ver que el Gnomo le seguía el juego, y le asintió con pleitesía.

-Gracias, mi señor. O debería decir, mi futuro vasallo -puntualizó socarronamente.

A continuación, el Perro recuperó la compostura y se puso algo más serio. Él no era Tyrion Lannister para hablar con la libertad que le viniese en gana y, al no ser Sandor hombre de bromas, tampoco quería extender su comentario más de lo necesario. 

Mientras su serio hermano hacia el trabajo de los Baratheon entrando al trapo con el resto de los carroñeros
Robert bromeaba con su serio y amigo Stark, cuando por la puerta asomo la hermosa hermana de este y sus bigotes se poblaron de una enorme sonrisa al coincidir intencionadamente su mirada con la de ella, en sus manos portaba una jarra de añada y en la otra el hombro de Eddard.

-Ned, malditos sean tus labios sellados no me dijiste que también estaría con nosotros tu tímida hermana, ven vamos a presentar nuestros respetos a tan bella mujer.-Se alejo del hermano para acercarse a la hermana.

-Os saludo, bella Stark, estoy muy agradecido teneros aquí, sois luz entre tanta oscuridad. Como le decía a vuestro hermano hoy es día para un funeral, mañana sera día para elegir un digno sucesor, no les tengáis en cuenta tanta lengua mordaz pronto todos tendremos derecho a demostrar nuestro valor.-Inclinado ante Lyanna hecho un vistazo a la llegada de Petyr Baelish y a esas hermosas mujeres suyas, pero pronto levanto cabeza para sonreír a la Stark.

-¿Gustáis en acompañarnos? ¿Y contarnos de esos peligrosos caminos que os han tenido ocupada hasta ahora?-La invito al igual que a su hermano.