Mientras los elfos domésticos se afanaban en limpiar el campo, Millie se sentó en la grada, colocando la mochila sobre sus piernas y con la cara muy larga. Aquella broma no le había hecho nada de gracia. Escuchó como se reían sus amigos y comentaban un poco, pero ella se mantuvo en silencio, con el ceño fruncido y los labios formando un ligero mohín.
Quizás, si hubiera sido otra casa la que se hubiera visto afectada, estaría como sus amigos, riéndose y fascinándose por la genialidad del artífice. Pero no, había sido asquerosa...
La nube de lechuzas sobrevolando el campo...
La fuente de cacas cayendo sobre los jugadores...
La cara de Draco Malfoy...
— Jajajajajaja.... —
Esa sí que había sido buena... Pero... No, no era divertido...
— Jijijijijijiji.... —
Ahora no podía dejar de ver la cara de Draco y, cuanto más pensaba en ella, más risa le entraba....
Finalmente consiguió calmarse y al poco el partido se retomó, con los jugadores ya limpios. La niña se levantó de nuevo, dejando la mochila sobre la grada y se apoyó en la barandilla mientras su voz chillona gritaba con todas sus fuerzas.
— ¡¡¡GRYFFINDOR!!! —
El partido estaba super emocionante y, a pesar de la superioridad de las escobas de las serpientes, Millie tenía fe en Gryffindor. ¡No se dejarían aplastar!
Oliver había estado demasiado absorto contemplando el vuelo de las lechuzas y su posterior descarga escatológica como para detectar el movimiento del misterioso autor. Pero a Peeves la broma le había encantado, no cabía duda. Y es que había sido espectacular. Ahora el Ravenclaw empezaba a dudar de que su idea de convertir a Snape en un modelo de peluquería extravagante fuera suficiente para ganar la Copa de la Travesura.
—Bueno, cuando acabe el partido pensaremos cositas —dijo—. Ahora hay que ver cómo pierden esos chulos de Slytherin.
Se levantó para apoyarse en la barandilla junto a Millie y llenó sus pulmones para unirse al griterío de las gradas.
—¡Vamos, leones! ¡Dadles una lección!
Él era de Ravenclaw, pero cuando jugaba Slytherin siempre animaba al otro equipo. Y si además ganaba Gryffindor, Lucas y Millie se pondrían contentos, así que era un win-win.
El grupo de amigos animaba a Gryffindor por varios motivos mientras en la grada habían cuchicheos que se mezclaban con el partido. Todos estaban preguntándose quien podría haber sido, quien tenía motivos, y quien sabía mucho de pájaros, pero no parecía haber ningún tipo de acuerdo. Casi todos apostaban por los Weasley, arguyendo que la mejor manera de salir de esa sin culpas era recibiendo un poco de excremento. Otros decían que debía ser un Ravenclaw cansado de tanto ruido, que no le dejaba estudiar, o algún estudiante que no hubiera conseguido entrar en el equipo y quisiera vengarse de esa manera. Nadie parecía estar seguro, pero quien parecía estar más desencaminada de todos era Luna Lovegood que dijo para si misma
- Dicen que los winklies pueden hablar con las lechuzas y tienen el sueño muy ligero, tal vez le han pedido a las lechuzas que pararan el partido - Michael Harwich le espetó que eso no existía con cierta hostilidad, pero Luna no pareció darse por aludida y dijo - Los winklies son invisibles, se dice que solo se ven las noches de luna llena que llueve, mi padre hizo un artículo para el quisquilloso el año pasado. Se dice que gracias a los winklies las lechuzas aprendieron a llevar las cartas a los magos, ¿A que es increíble?
Los winklies, igual habían sido ellos, y si lo fueran sería mejor, porque los winklies no podían ganar la copa de la travesura. Quien fuera iba a quedar impune, o eso creían, puestos que los jefes de la casa seguían en la tribuna, aunque una mirada más profunda les haría darse cuenta de que Filch no estaba en el campo, y que aquello le habría atraído como un imán.
El partido se desarrollaba por los derroteros esperados. Los golpeadores Weasley eran superiores a los de Slytherin, pero no bastaba, ya que la velocidad de su escoba hacía que la cantidad de goles recibidos se incrementara. 90 a 20, a pesar del esfuerzo de los Weasley y de la calidad de Angelina Johnson no podían hacer frente a unas escobas tan rápidas. Mientras Draco Malfoy y Harry Potter merodeaban por el campo buscando la snitch, sin poder verla. Lee Jordan de pronto dio un respingo y empezó a gritar emocionado
- ¡Harry Potter se lanza en un tonel acrobático! ¡SI! ¡LO SIGUE MALFOY A ESCASA DISTANCIA! ¡LA SNITCH, HAN VISTO LA SNITCH Y AHORA PUJAN POR ELLA! ¡MALFOY CARGA Y, BUUUU, QUE MANIOBRA MÁS SUCIA!
La grada de Slytherin aplaudió mientras Lee se llevaba un discreto golpe con el codo de la señorita McGonagall para que fuera imparcial
- ¡OUCH! ¡HARRY SE SOSTIENE! ESQUIVA UNA BLUDGER, NO, LAS DOS, SE QUEDA COLGANDO DE LAS MANOS, SE VA A CAER, SE VA A CAER, Y ATENCÓN, DRACO MALFOY CARGA CONTRA ÉL, ESO... ESO ES FALTA, QUE ALGUIEN LO PARE
Y justo antes del impacto Harry Potter se soltó de la escoba. En su caída abrió la mano, cogió la Snitch, mientras Angelina Johnson lo recogía al vuelo, terminando los dos en el suelo, riendo como locos. Harry levantó la snitch para enseñársela al campo. Había ganado, Gryffindor volvía a ganar la copa de quidditch. Aquella noche la celebración en la sala común de los leones iba a ser gloriosa.
El momento en el que alguno de los cazadores visualizaba la snitch, era el más emocionante de todo el partido. Millie seguía las jugadas de unos y otros, pero su mirada iba una y otra vez hacia Harry Potter. Así fue como cuando Lee Jordan empezaba a gritar, emocionado, la pequeña ya estaba con el corazón acelerado, sujeta con ambas manos a la barandilla y gritando con toda la fuerza de sus pulmones.
— ¡¡¡CORRE, HARRYYYYY!!! ¡¡ES TUYAAAAA...!! Pero... ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡ESO ES FALTAAAAAAAAA!!! — Al ver como Malfoy jugaba tan sucio, se sintió super indignada y casi se dejó la garganta con sus gritos.
Al ver como Harry se soltaba de la escoba, ahogó una exclamación y se soltó de la barandilla, llevándose ambas manos al rostro. No quería mirar, pero no podía dejar de hacerlo... ¡¡Iba a apachurrarse contra el suelo y hacerse papilla!! Millie recordó el año anterior, cuando los dementores atacaron a Harry en el aire y éste cayó al vacío, en ese momento Dumbledore lo ralentizó y evitó que se apachurrara...
La pequeña se había quedado helada y completamente paralizada, con las manos tapándose los ojos, pero entreabría los dedos para poder ver a través de ellos. Cuando vio que Harry cogía la snitch y Angelina Johnson cogía a Harry y... Y... ¡Habían ganado!
— ¡BIEEEEEEEEEEEENNNNNNNNNN! ¡¡¡AÚPA LEONEEEEEEES!!!
El partido no estaba tan reñido como le hubiese gustado a Lucas, a pesar de que los suyos eran mejores, de eso el no tenía ni la menor de las dudas, la enorme velocidad de las nuevas escobas de los Slytherin hacían muy difícil competir contra ellos. De hecho, por más que lo intentaban y luchaban, iban perdiendo, las malditas serpientes eran demasiado rápidas para las escobas de los Gryffindor.
Eso hizo que hacerse con la snitch fuese la mejor de las opciones, y a ello se estaba dedicando Harry Potter, y parecía que la había visto. Pero la respuesta de Malfoy fue terrible cargo contra Harry y le hizo falta.
-¡FALTA TRAMPOSOS!- Grito con todas sus fuerzas, hasta el momento en el que Harry se soltó de su escoba y comenzó a caer hacia el duro suelo. Entonces se quedo mudo, se le paro el corazón, hasta que se dio cuenta de la gran jugada.
Habían ganado, contra viento y marea, contra las malditas nuevas y carísimas escobas, Griffindor había ganado.
-¡BIIIIIEEENN! ¡GRIFFIIIIINDOOOR CAMPEOOONEEES!- Comenzó a saltar y a celebrar como muchos de los que había en las gradas, seguro que las serpientes estaban maldiciendo su suerte.
Oliver fue siguiendo el partido con atención. La travesura de las lechuzas ya se había esfumado prácticamente de su mente, el quidditch era mucho más interesante ahora. Y le encantaba ver las reacciones de Millie y Lucas a su lado. Cuando Malfoy cargó contra Potter, el Ravenclaw negó con la cabeza mientras sus amigos chillaban la falta.
—Hay que ver qué guarro es ese tipo...
Entonces Potter cayó de su escoba y por un momento a Oliver le vino a la mente la escena del año pasado en el partido lluvioso. Se estremeció pensando que quizá aquella vez el buscador de Gryffindor no tuviera tanta suerte... pero todo resultó ser una maniobra para hacerse con la snitch y ganar el partido. Aplaudió con fuerza, mientras se giraba hacia la grada de Slytherin para disfrutar de las caras agriadas de sus miembros.
—¡Otro año será, lagartijos!
Tras el efusivo impulso de celebrar la victoria, Millie recordó que habían pegado a Selen y lo había olvidado por completo... Dejó de dar botes como una cabra y se volvió para mirarle, con los ojos todavía brillantes por la emoción, pero los labios torcidos en una suave mueca.
— Selen... — Pronunció el nombre de su amigue y se mordió el labio mientras se acercaba y le cogía de ambas manos, sin dejar de mirarle a los ojos. — Cuéntanos qué te ha pasado. ¿Quién te ha pegado? — Por las gradas todavía se alzaban las voces de celebración y aprovechó ese momento para que tan sólo la escucharan sus amigos.
Estaba más que claro que algo había dejado a Selen fuera de combate, puesto que le muchache se había pasado taciturne la gran mayoría del partido. Era algo totalmente extraño, pues ante las guarradas del equipo de Slytherin siempre era le primere en saltar y acordarse de la madre de alguno de los jugadores o del Padre muggle de otros o incluso hasta de la Bludger que convenientemente no le había dado en la punta de la escoba al golpeador de ese fatídico conjunto.
Nada.
Había permanecido completamente en silencio y sumide en alguna reflexión solamente alterada por la lluvia de cagadas de lechuzas, que lejos de causarle la hilaridad que le hizo al resto, en su caso le dejó totalmente ausente y sumide en un mutismo pensativo.
Por sus ojos, y sin pena ni gloria, había pasado completamente todo el partido sin apenas percatarse de que finalmente los leones habían conseguido el objetivo de aplastar a la cabeza de la serpiente.
Ahora su amiga Milli le hacía una pregunta, una que era muy difícil de contestar sin ponerse en la más absoluta de las evidencias.
Le devolvió una mirada un poco pusilánime puesto que la última parte de la frase había herida en carne más que un Expeliarmus a traición en la clase de duelos.
Observó a todo su alrededor procurando que nadie les escuchara y casi manteniéndolos en confidencial corrillo, finalmente les confesó la fatídica noticia.
- Me han expulsado del equipo de Quidditch al menos por este año - terminó soltando reticente a bocajarro - Y .....- dubitative ante los siguiente - ...y la única que me ha pegado ha sido una Bludger bien encantada - bufó con un deje de desesperación.
La respuesta vino acompañada de una caída de hombros equivalente al peso de una losa de 500 kg aplastando todo rastro de dignidad.
- Y para colmo tengo que ayudar a preparar al bateador que me vaya a sustituir - agregó dos octavas más altas en exasperación - No, no ha sido un buen día - sentenció - Espero que al menos hayan aplastado a los Slytherin - con cierto tono esperanzador.
— ¡Oh...! — Millie sabía lo importante que era para Selen pertenecer al equipo de quidditch. La niña había sentido una envidia sana por su amigue, ella también quería ser una quidditchista y formar parte del equipo de Gryffindor, pero nunca había deseado algo así para elle.
Impulsivamente la abrazó, sin importarle si eso le podía sentir bien o mal. El impulso había nacido de su corazón y sólo se había dejado llevar por él. Le dio un beso en la mejilla y se separó de ella, sin apartar la mirada de sus ojos.
— Lo siento, Selen... Pero... ¿Qué ha pasado...? ¿Por qué te han hecho eso? — Quería ayudarla, pero no sabía cómo, no sabía qué hacer para quitar la tristeza que empeñaba sus pupilas.
Cuando escucho a Selen comprendió lo callada y hasta ausente que había estado durante todo el partido, siendo como era, aquello no indicaba nada bueno. Y cuando comento lo que había pasado, tan solo pudo sentir pena por si amigue.
-Lo siento mucho Selen, tal vez haya alguna forma para intentar evitarlo. No lo se, en cualquier caso, ánimo.- Algo habría ocurrido que había ocasionado su expulsión del equipo, y ese algo habría ocurrido en el rato antes que se había ido del comedor, no había sido mucho tiempo, pero es que hace falta muy poco para liarla bien gorda.
A pesar de las muchas dudas que le quedaban acerca de lo que le había pasado a Selen, el asunto parecía ser demasiado duro como para tratar de indagar, si quería ya les diría lo que había pasado.
Hacia un buen rato que no veía a Filch y este era realmente peligroso, si el había visto a alguien bajando de las lechuceras, era más que posible que el maldito viejo ya estuviese tras sus huellas. No sabía de quien se trataba, pero era lo mejor que habían visto hasta el momento, una pedazo de broma muy difícil de olvidar. Algo así, les ponía el listón muy alto, tendrían que esforzarse y pensar mucho, para tratar de superarlo.
El final del partido había sido una de las cosas más emocionantes de los últimos años. Slytherin estaba machacando los aros de Gryffindor a base de goles, a pesar de los esfuerzos titánicos de los Weasley para alejar a los cazadores de verde. Todo radicaba en una ventaja, pagada a base de galeones, en la calidad de las escobas, lo que hacía al equipo de la serpiente poco más que un borrón imposible de seguir por los cazadores de Gryffindor. Afortunadamente Harry Potter, en una maniobra temeraria, había saltado de su escoba, atrapado la snitch y puesto fin al partido con ventaja suficiente para remontar la copa de quidditch.
Gryffindor había ganado, y el público lo celebraba entusiasmado, no ocultando su predilección por la casa del león frente a la de la serpiente. Saltos, celebraciones, abrazos espontáneos, las muestras de alegría se sucedían mientras en el medio del campo Harry Potter era manteado por su equipo y la profesora Hooch se afanaba a devolver las pelotas a su maletín. Las gradas de Slytherin se empezaban a vaciar y quien mirara al palco de autoridades podría ver como el profesor Snape le daba la mano a la subdirectora McGonagall. Ese gesto de deportividad hubiera sido tal, si el profesor de pociones no hubiera mirado a otro lado y se hubiera limpiado las manos después con su túnica, pero no parecía importarle a la profesora de transformaciones, pues una sonrisa iluminaba su cara por mucho que tratara de reprimirla.
Una vez acabado el partido otras cosas cobraban mayor importancia, como por ejemplo el estado de salud de Selen. Parecía que se había peleado con alguien, y dada su expresión no parecía que hubiera ganado, así que, Millie, preocupada por ella, le preguntó con la inocencia que lleva la edad, asumiendo que alguien como Hestia Goyle la había golpeado.
Pero hay golpes que duelen más que los físicos, y así se sentía Selen. Golpeade en lo más profundo, arrebatade de su máxima pasión en la escuela. La habían expulsade, no formaría parte de su equipo de quidditch en el último partido, aunque, al menos, nadie le había pegado.
No había que ser muy avispado para saber que ese tipo de medidas solo las podían tomar un número limitado de personas: El capitán de su equipo de quidditch, el jefe de su casa, el director del colegio o la profesora Hooch. Selen tenía que haberla liado muy gorda para que la echaran, y la caída de sus hombros daba fe de lo doloroso que era para elle, y para postre tenía que enseñar a un bateador sustituto, que seguro que no sabía distinguir la parte de delante, de la de detrás del bate.
Millie la abrazó, ella era así, impulsiva, y no contento con ella le dio un beso en la mejilla mientras se interesaba por ella. Lucas no le fue a la zaga, para el joven león siempre había una manera de arreglar las cosas, aunque hubiera que suplicar, cortar el césped o ir a hacer los mandados. El grupo de amigos trataban de consolar a su amigue lo mejor que podía, pero pronto todo se volvería mucho peor cuando Michael Harwich apareció en la grada con su sonrisa repelente.
- ¿Al final te has echado novia Selen? Y encima es una niña pequeña, y de Gryffindor – negó con la cabeza, contrariado, antes de proseguir - Davies me ha dicho que has hecho alguna de tus cosas infantiles y que has conseguido que nos quiten puntos para las casas, tsk, se supone que eres inteligente, tal vez deberías comenzar a comportarte como tal. – Se sonrió, manifestando que esperaría comportamientos inteligentes antes de una quaffle que de ella – Davies me ha elegido para que haga de golpeador en tu ausencia, y me ha dicho que me tenías que entrenar – Se sonrió, hinchándose como un zeppelin – Aunque no creo que sea necesario, he leído todo lo que es necesario para dominar el puesto de golpeador, y, a fin de cuentas, es solo darle con un palo a una pelota, no puede ser tan difícil algo que puedes hacer tú o esos estúpidos de los Weasley.
Ginny apareció por detrás le puso la varita en los riñones y dijo
- ¿Tienes algo que decir de los Weasley? Mis hermanos son muy pacientes y se lo toman todo con sentido del humor, pero yo soy más temperamental, ya me lo dice mi madre….
El muchacho dio un respingo y emprendió la huida mientras la señalaba
- Esto no quedará así, amenazas a un estudiante, esto te va a costar un castigo, seguro….
Ginny masculló entre dientes algo y cuando se fue dijo
- Hay fiesta en la sala común de Gryffindor, y por un día estará abierta a los amigos de otras casas. ¿Venís?. Hemos invitado a todos los equipos de quidditch menos a Slytherin, habrá bebida, comida y música, y sobre todo, no habrá capullos como Harwich.
Ya sea yendo a la fiesta o por vuestra parte os dejaré un par de turnos por si queréis organizar la travesura. Si no avanzáis pasaré al día siguiente :)
Oliver se quedó boquiabierto cuando Selen les contó la causa de su malestar, tanto físico como anímico. Frunció el ceño y apretó los puños.
—¡¿Que te echan del equipo?! —exclamó—. ¡Es injusto! ¡Eres le mejor golpeadore del equipo! ¡No has hecho nad...!
Se interrumpió, porque de eso último no estaba seguro. Y mucho menos sabiendo como sabían, que estaban todos tramando travesuras para impresionar a Peeves. ¿Habrían pillado a Selen con las manos en la masa? Daba igual, aún así no pensaba dejar de apoyar a su amigue.
Entonces llegó Harwich, y sus palabras dejaron aún más helado a Oliver. En circunstancias normales se hubiera mofado con ganas de una idea tan ridícula como que a ese repipi le nombrasen golpeador de Ravenclaw. Pero en ese momento estaba demasiado cabreado, y a punto estuvo de echar mano a su varita.
Sin embargo, Ginny Weasley se le adelantó, y Oliver sólo pudo sonrojarse mientras ella ponía a Harwich en su sitio.
—Como para meterse con ella, ¿eh? —les susurró a sus compañeros. Luego la Gryffindor les ofreció que se unieran a su fiesta, y a Oliver se le iluminó el rostro—. ¡Claro que vamos! ¿Verdad, Selen? Venga, seguro que eso nos levanta el ánimo un rato...
Millie no sabía qué era lo que más la encendió, si lo de novia o lo de niña pequeña. Su cara se puso roja como un tomate y estalló, casi sin pensar ni plantearse las palabras que estaba diciendo.
— Yo nunca voy a tener novios... ni novias... ni novies ni nada de todo eso... Ni... Ni soy una niña pequeña. Solo me llevas un año, ¡Aguilucho desplumado...! — Le soltó y le sacó la lengua a modo de burla e iba a decir algo más, defendiendo a su amigue, pero llegó Ginny Weasley e hizo huir a aquel niño tonto y pretencioso.
Todavía colorada, Millie sonrió y asintió con energía.
— Sí, vamos a la fiesta. ¡Que chulo, vais a poder estar en nuestra Sala Común! — Miró a Oliver a Selen y su sonrisa se amplió. Eran sus amigos, sus mejores amigos del mundo mundial y le encantaba divertirse con ellos; pero como eran de otra casa y de un curso superior, no coincidían tanto como a ella le hubiera gustado...
Se volvió para coger la mochila y, tras comprobar que Bubble no se había escapado, se la colgó de los hombros y dio un pequeño salto para bajar de la grada y empezar a caminar hacia la Sala Común.
Lucas se quedo muy sorprendido ante el nivel de tonterías y cantidad de las mismas que el bicho raro de Harwich era capaz de escupir por su boca, aquel tipo no era ni medio normal. Ya iba a decirle que se fuese y les dejase tranquilos cuando Ginny le asusto con la varita.
-¡Menudo elemento! Espero Selen que puedas librarte de tener que enseñarle nada a ese tipo. Si te obligan, dale un par de buenos golpes en la cabeza, que solo le pueden hacer bien.- Vaya peste de chico, esperaba no tener que soportarle, o al menos que no fuese con frecuencia. Pobre Selen, estar con aquel tipo sería un auténtico calvario. Tal vez, pudiesen hacerle blanco de alguna broma un tanto pesada, mandarle a la enfermería y que necesitase una buena temporada para recuperarse, además de quitárselo de encima, quien sabe si podrían llegar a readmitir a Selen.
-Si, vayamos todos a nuestra sala común, tenemos que hablar y celebrar.- Y cuando vio que podía hablar sin que nadie, a parte de sus amigos le escuchasen, se atrevió a volver a preguntar.
-Selen, si nos cuentas lo que hiciste, tal vez podamos pensar como arreglarlo. Todo, o casi todo tiene solución.- Pero este era un tema personal de su amigue y no insistiría más, por muchas ganas que tuviese de ayudar.
También tenían pendiente ir pensando en como hacer una broma memorable, y la reunión iba a darles la oportunidad de poder hablar a los cuatro, aunque deberían de hacerlo con cuidado, ya que nadie tenía que enterarse de nada.