Partida Rol por web

Al entrar en el pasadizo, Bubble se ocultó dentro del caparazón y Millie se cubrió la nariz y la boca con una mano. Era un sitio discreto, donde podían hablar con la tranquilidad de que nadie pudiera escucharles, pero el ligero olor que fluctuaba en el aire era realmente vomitivo y más habiendo comido hacía poco. 

Miró a sus amigos con ojos brillantes, a pesar del ambiente rancio  estaba emocionada por lo que se avecinaba. 

— Aquí podemos hablar sin que nos oigan... — Les dijo con voz nasal y su mirada se dirigió hacia Lucas. No había querido responderle en el comedor, prefiriendo guardarse los comentarios para cuando estuvieran solos. Se soltó la nariz y sus labios se curvaron en una suave mueca.

— Peeves ha dicho que una sola broma por persona, no ha comentado nada de grupos, pero... Que les den... Yo quiero divertirme con vosotros y seguro que juntos podemos crear la broma más gorda de todas. Tenemos que pensar rápido y actuar con mucho cuidado. Podemos utilizar este pasadizo como nuestro punto de reunión y planificar lo que vayamos a hacer con cuidado. — 

La chiquilla se apoyó en una de las paredes y se deslizó hasta dar con las nalgas en el suelo. Cogió a Bubble y la colocó sobre su regazo. La tortuga sacó la cabeza y Millie pasó un dedo con suavidad por el cuello, tal y como a ella le gustaba. El animal cerró los ojillos y estiró más el cuello, dejando que la niña siguiera acariciándola. Tras quedarse unos segundos pensativa, dándole vueltas a ideas tontas que ella misma desechaba, finalmente volvió su mirada hacia Selen. 

— Selen, dinos, ¿tienes alguna idea? Seguro que a ti se te ocurre algo muy chachi... A mi ahora mismo no se me ocurre nada... Jo... — 

Oliver había trotado por las escaleras hasta el último piso dando ya vueltas a la cabeza sobre qué podrían maquinar para que Peeves se sintiera orgulloso. Sabía que la competencia sería feroz, sobre todo si los gemelos Weasley estaban tan decididos a participar, ¿pero qué importaba? Lo bien que iban a pasárselo no se lo iba a quitar nadie.

El pasadizo secreto estaba como siempre, y aquél leve olor pútrido llegó a su nariz en cuanto entraron. No era agradable, pero el lugar tenía muchas otras cosas buenas. A Oliver le encantaba la sensación de saber que estaban en un sitio que sólo el grupo conocía. Eso le hacía sentirse a salvo allí.

Asintió cuando Millie propuso que hicieran piña para participar, en lugar de hacerlo por separado.

—En serio... ¿Peeves poniendo reglas? —rió como si la sola idea le resultara absurda—. Seguro que nos da puntos extra si hacemos cualquier cosa que ayude a crear caos. Y unir nuestras mentes puede ser una de ellas.

Se sentó también, dando vueltas a su varita entre los dedos, causando que de su punta surgieran algunas chispas de color azul. Cuando su amiga de Gryffindor preguntó a Selen, Oliver se giró hacia su compañere de casa.

—Eso... ¿tú qué harías, White? No sé si a ti también te lo habrá parecido, pero yo creo que Fred y George nos han lanzado un "challenge" en toda regla.

Tenía muchas cosas dando vueltas a toda velocidad en su cabeza, algunas sin poder evitar el terminar chocando. Torneo, premios que podrían venirles muy, pero que muy bien. Pero también castigos, que podrían ser ejemplares. 

No tardaron en llegar al séptimo piso, y entonces, en vez de continuar hacia la salas, se metieron en el pasadizo de detención. Algo estrecho y maloliente, pero muy bien ubicado, cerca de sus casas, y si tenían un poco de cuidado, sería un buen lugar para ir planeando algo gordo.

-Las reglas de Peeves son para romperlas, yo creo que debemos trabajar en equipo para lograr hacer la mejor de las bromas. Y en esta ocasión, la competencia será realmente dura.- Y aquello le llevaba a pensar en los gemelos, y en sus locas ocurrencias.

-Si, los gemelos serán un duro rival, y ese ha de ser nuestro estímulo, el lograr superarles.- Además, las cosas fáciles no tenían ningún interés, conseguir ganar a los gemelos, eso si que tendría un valor añadido, era como otro premio.

-Tenemos que pensar en algo, ver que tenemos, y ponernos cuanto antes a planificar la broma, Sería muy importante que no nos pillen, no creo que los profes vayan a ser permisivos, de lo mismo nos echan.- Y aquello, si, aquello era algo en lo que mejor ni pensar. Si le echaban de la escuela, no podría volver a casa, mirar a su madre sería imposible. 

Descarto rápido aquellos terribles pensamientos, para ir pensando en que broma podría ser merecedora de un buen premio. 

El paseo dejó a le muchache sobre todo pensative y taciturne. A cada esquina y a cada corredor, se paró a mirar suspicaz. Los ojos y oídos en Hogwarts se podían encontrar en cada vuelta de pasillo, junto al cuchicheo del frotar de páginas movidas por las plumas anotando a vuelo libre en la sala de detenciones. Si querían no terminar en ese lugar, más les valía ser el cuádruple de precavides, puesto que había muchas más cabezas a las que culpar, pero también muchas más cabezas que podían despistar.

El pasadizo, que despedía ese olor putrefacto a cerrado y maldad - ajena a la de esas cuatro mentes maquinantes - parecía declamar un eco tras las palabras que arrastraban mensajes por entre las paredes irregulares. Selen miró a su alrededor tras caer la última defensa e inspirando una bocanada de aire viciado, se apoyó en las oquedades del espacio más cercano a la salida. Pasó, no una, sino dos y hasta tres veces la mano por el cabello corto, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, dejándola finalmente, en uno de los bolsillos de la túnica.

La situación particular de su vida, le había enseñado que si tenía que levantar la cabeza para cortársela, debía ser por algo más de un buen motivo, así que, como acostumbrado, escuchó pausadamente todas las ideas que sus camaradas en la pillería, tenían que agregar.

- A mi ganar la copa me la trae al fresco - sentenciando con un ademán tunante - Lo divertido es poder conseguir algo tan, tan, tan grande, que hablen de ello hasta que los hijos de vuestros hijos se gradúen.

Se mordió el labio pensative, dejando el dedo índice bajo el inferior, mientras observaba, distraide, la punta de su zapato derecho, cubierto con dos manchas de barro y una de lo que parecía salsa Choicer.

- Eso no lo puede hacer una sola mano y una sola mente ¿no creéis? Hace falta planear, poner el cebo y lanzar una distracción. Los Wesley trabajarán a conjunto y uno se llevará la gloria. O ambos

Un chasquido de la lengua interrumpió el discurso por un par de segundos, al parecer que escuchaba un ligero rasgado en la piedra. No era más que una de las plumas de su mascota que tras un graznido jocoso agregó "Cagaos"

Tras la mirada sucinta, continuaba pausade, llevando la mano al bolsillo - ¿Y si hacemos pequeñas acciones inocentonas y bobas que desvíe la atención? Si piensan que nuestra capacidad es menor de la que es, subestimándonos, no esperarán el estallido de la traca final. Mientras un par de manos ponen pasteles voladores, otras dos manos podrán preparar una carga de Explosivo Iniforme con la forma de... no se, dementores, unido a una dosis generosa de polvos de Noche eterna, con la puerta del Gran salón cerrada desde fuera en el momento de la declaración de los Campeones de las Escuelas, con pegamento inseparable

Tras ese discurso, que casi deja a le muchache sin aliento, el brillo en sus ojos, competía con el de la Snitch dorada, en medio de la final de Quiddich.

- .... poooooor ejemplo - en un tono mucho más sibilino e inocente.

El lugar de reunión no era el más acogedor del mundo, pero no se podía negar para ellos tenía un significado especial. Aquel pasadizo les había unido, aquella escapada bajo las narices de Filch que los había castigado tan injustamente a sus ojos. Podía oler un poquito, pero es que estaba cerca del pasadizo punzante, así que era inevitable, pero al menos era discreto y no parecía que necesitaran mucho más para comenzar sus maquinaciones. 

Habían cierta dudas sobre las reglas, sobre los premios, y si a Peeves las reglas le serían importantes o no. No pareciera que al bromista poltergeist una broma le fuera a ser menos por estar hecha por una o por dos personas, pero sería una pena que los descalificaran solo por eso. Aunque Selen dio en el clavo al decir que la copa era lo de menos, la historia, entrar en la historia de Hogwarts, aquello sí que valía la pena, aunque lo difícil era encontrar algo tan grande, que los hijos de los hijos de los hijos de sus compañeros aun siguieran hablando de sus hazañas. 

Selen tomó la iniciativa, sugiriendo una serie de distracciones para que luego las explosiones, la oscuridad y la imposibilidad de huir fueran las que causaran el caos. Todos se miraron, y entonces desde el techo, con la cabeza apuntando hacia abajo apareció Peeves con una sonrisa

- ¡Hola tontitos! ¡Bien! ¡Bien! ¡Quien empieza pronto bromea dos veces! ¡Bien! ¡Bien! - Aplaudió ruidosamente antes de llevarse el dedo a los labios - ¡Shhhhhh! ¡Filch y la señora Norris tienen mil ojos! ¡Bien! ¡Bromitas! ¡Seguid! ¡Seguid! ¡Peevito os quiere escuchar! ¡Algo caótico, algo digno de uno de mis ayudantes!

Peeves se dejó caer al suelo, haciendo que su sombrero fantasmal se chafara, poniendo una mueca de dolor.

- ¡Ouch! ¡Pupita! Sí, pobre Peeves, pobre Peeves. - Miró a Millie - Me buscan, me buscan los profesores. ¿Me prestarías el caparazón de tu tortuga? Peeves necesita esconderse, sí, escondidito, como un ratón en su madriguera.

No parecía muy preocupado porque lo descubrieran, sino que sonaba más bien a que les tomaba el pelo. Peeves los miraba, esperando que detallaran su broma, disfrutando de lo que se podía producir en el futuro.

— ¡Sí...! Y los nietos de los nietos de nuestros nietos también hablarán de ello. — Le respondió a Selen, con los ojos brillantes por la emoción y enumerando con los dedos cada salto generacional, hasta que se perdió y ya no sabía cuántas generaciones había nombrado.

Selen proponía ir haciendo pequeñas bromas, hasta que finalmente lograran sorprender a todo el mundo con la gran broma final, pero Millie no lo veía del todo claro. Filch siempre había sido un peligro, pero ahora que le habían dado carta blanca, iba a convertirse en su enemigo acérrimo. Tenían que ir con mucho cuidado... Seguro que la próxima vez que les pillara les encerraría en la Mazmorra, o... ¡Peor aún!... En el lavabo de chicas del segundo piso... 

— Creeeeeeeo queeee... — Empezó a decir pero en ese momento Peeves dio señales de vida, interrumpiendo a los cuatro amigos. Millie levantó la mirada, poniéndose colorada y abriendo mucho los ojos al saberse descubierta. Había confiado en que el pasadizo sería un lugar seguro, pero parecía ser que para el poltergeist no había ningún escondite. Abrazó a Bubble contra su pecho y negó con la cabeza al escuchar su petición. Pobre Bubble, el caparazón era su guarida y no podía ni imaginarse que tuviera que compartirla con él, seguro que le estaría haciendo perrerías todo el día. 

— Tendrás que esperar al gran momento para saber qué planeamos. — Le dijo y se levantó del suelo, sin dejar de abrazar a la tortuga. Volvió a mirar a sus amigos.

— Mañana vais a ir a Hogsmeade, ¿verdad? Id a Zonko, por lo que dicen es una pasada. Seguro que allí se os ocurre alguna idea. — Les dijo con los ojos brillantes y se mordió el labio. Se notaba que algo estaba tramando, pero prefirió no decir nada y guardar el secreto. — Nosotras nos vamos a nuestra sala común antes de que noten nuestra ausencia. ¿Te vienes, Lucas? —

Era un lugar extraño y solitario para encontrar a cuatro adolescentes que no tuviera a buenas intenciones, por que si estas lo fuera ¿no estarían en el Gran Comedor? Por tanto, ver aparecer la cabeza de Peeves, no fue ni mucho menos, una sorpresa para le muchache.

- Oye Peevito - comenzó le estudiante de forma melosa - ¿Y si te damos una gran broma por fascículos?¿Nos la darás como válida? Dos bombones siempre están más ricos que uno - rebatió convencide - Sobre todo si primero comes un trocito de uno, luego otro de otro...por capas - jugueteó

Sabía que al espectro no se la podía jugar nadie y también sabía, que en el fondo, McGonagall haría la vista gorda, como siempre hacia con el trío calavera. Por tanto, sería buena idea hacer girar las miradas hacia Potter, Granger y Wesley (el soso)

- Es... como las notas acumulativas ¿um? - repitió de nuevo, colocandose entre el fantasma y la tortuga. Millie no se daba cuenta, que Peeves no le haría nada al animal. Al menos, nada permanente. Su afán de quemasangre encontraba rara vez el límite usual y ortodoxo, pero por muy raro que nos pareciese, existía, aunque fuese a mano del Barón Sanguinario

Ni un segundo había para perder, no por la metomentodo de la gata de Filch. No le preocupaba sentir sus ojos incisos en la nuca, leyéndole el pensamiento, como si el conserje de pelo grasiento y piel enjuta, estuviera metido en sus ideas. Poca gloria le correspondía al segundo que tomara el trofeo y dudaba que los pelirrojos, tardasen mucho en conspirar con nocturnidad y alevosía.

- ¿Y si te vienes a Hogsmeade? - exhalando repentinamente una de esas ideas tan peregrinas que se congelaban instantes después de haber sido arrojadas - Me juego a que los Wesley saben como llegar. Potter no tenía permiso el año pasado - conspirativamente - ¿Qué te parece Mille?

Oliver escuchó a Selen con la barbilla apoyada en un puño, mientras su compañere exponía la idea de empezar a generar el caos con pequeñas acciones de distracción. Una sonrisa pícara afloró a sus labios sólo con la imagen mental de Filch corriendo de un lado para otro sin saber a qué travesura atender, lanzando improperios y jurando que colgaría de los pulgares a los causantes en cuanto los atrapara.

—Diabólico... —murmuró expectante—. Me encanta.

Entonces fue cuando llegó Peeves de la nada, y el joven Huskins dio un buen respingo del susto. No se había esperado que el poltergeist les visitaría allí, aunque no era extraño. Peeves conocía hasta el rincón más recóndito de Hogwarts.

Cuando Millie les propuso que fueran a Zonko al día siguiente, Oliver asintió con ganas.

—En Zonko seguro que conseguimos "munición" de sobra para cualquier cosa que podamos planear—dijo—. Además, allí Filch no está autorizado a...

Entonces se quedó pálido por un momento y su sonrisa se esfumó. Se dio una palmada en la frente.

—¡La autorización! —exclamó—. ¡Tengo que llevársela a la profesora McGonagall o me quedaré aquí tirado! Maldita sea... White, recuérdamelo cuando volvamos a la Sala Común, porfa...

Selen le estaba recordando a Millie la incursión de Potter a Hogsmeade el año anterior, y Oliver se tranquilizó un poco. Aquello era cierto, siempre le quedaba escaparse por algún pasadizo... pero mejor que no hiciera falta. Quería liarla parda, pero a ser posible sin meterse en líos. O al menos, no tan pronto.

Lucas estaba muy emocionado. -Si, algo que recuerden por mucho tiempo.- 

La visita a Zonko podría estar muy bien, pero el no nadaba en la abundancia. -Tal vez podamos tener alguna idea de que hacer, en Zonko siempre hay cosas interesantes. Aunque la verdad es que no tengo mucho dinero para comprar nada.- 

-Si Millie, mejor vamos a nuestra sala, antes de que nos echen en falta. Ya tenemos una idea, hacer una serie de bromas que despisten y quiten miradas de algún otro sitio en el que prepararemos algo más grande.- Y se preparó para ir a su sala común, no era cuestión de que les pillasen ya el primer día.

Los ojos de Millie brillaron y sus mejillas se sonrojaron al escuchar la idea de Selen. Por la expresión que puso parecía que la habían pillado tramando algo.

— No sé... Ya veremos... — Le dijo, encogiéndose ligeramente de hombros, aunque su mirada decía claramente que algo había estado rondando por su mente. Se volvió hacia Oliver y le miró, con los ojos muy abiertos.

— ¡Corre, o tendrás que quedarte haciéndonos compañía a los de segundo! — Le instó y una suave carcajada brotó de su garganta. — Mira que eres despistado, jajajajaja.... Vamos, Lucas... — Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, sin soltar a Bubble y empezó a caminar hacia la salida. De repente se detuvo y se volvió, dirigiendo su mirada hacia el suelo, un poco más allá de donde se encontraban sus amigos. — ¡Bubble, casi nos dejamos tu bólido! Menos mal que estoy yo, jo, eres muy despistada... Aissss... Algún día te dejarás la cabeza en algún sitio. — Empezó a recriminarle mientras volvía sobre sus pasos y colocó a la tortuga sobre el patinete. 

— Descansad mucho que mañana será un día muy largo... — Se despidió de sus amigos y levantó la mirada hacia Peeves. — Y tú escóndete bien, ya sabes que estarán en guardia para poder atraparte. Nos vemos mañana... — Levantó una mano, despidiéndose nuevamente de Oliver y Selen y empezó a caminar de nuevo, dejando que Bubble sacara las patas por los lados del patín y se impulsara. 

La irrupción de Peeves les cogió por sorpresa, y es que creían que aquel lugar era privado. Para Peeves el castillo era su casa, pero no solo su casa, era como un brazo, una pierna, una parte de él, y si prestaba atención podía notar los movimientos en todo el castillo. La pregunta de Selen le hizo sonreír, le gustaba que le hablaran con voz melosa, pero el contenido de lo que decía le horrorizó

- ¿Bromitas pequeñas como ratoncitos? ¿Así queréis hacer feliz a Peeves? ¡No,no,no, mis queridos loquitos! – Sacó una tiza de color rojo de sus fantasmales pantalones y empezó a dibujar en la pared - ¿Bromas pequeñas? – Dijo dibujando muchos circulitos pequeños y después tachándolos con rabia - ¡Aburriiiiiiiiiiiiiiiido! ¡Nadie recuerda 10 bombitas fétidas pequeñas, que solo apestarían a una niña repipi de Hufflepuff! ¡No,no,no!. – Dibujó un círculo grande y luego lo rodeó de flechas señalándolo - ¿Veis? ¡Una bromita gigante! ¡La gran bomba fétida que apeste tanto como el pasadizo punzante! ¡De eso hablarán todos, los profesores, los alumnos, hasta el kraken! ¡Síiiiii! ¡El kraken tiene que hablar de vuestra broma con todos los pececitos del lago oscuro! – Suspiró teatralmente – Aunque si solo sabéis hacer bromitas pequeñas, Peevy se tendrá que conformar….¿Loquitos cuerdos, que hay peor que un loquito cuerdo? Esperar, esperar, Peeves odia esperar. – Miró a Millie - ¿No me dejas el caparazón de tu tortuga? ¡Pobre Peeves! ¡Solo le quieren por sus tesoros…pobre, pobre Peevy Silly!

Y fingiendo llorar desapareció dejando tras de si una nube de chispas y confeti.

Los alegres bromistas se emplazaron para el día siguiente en Hogsmeade, aunque sabían que Millie no podía ir por su edad. No parecía demasiado preocupada, y un brillo en sus ojos decía que aquel obstáculo podía ser vencido. Selen sugirió que hablara con los Weasley, que habían conseguido colar a Potter el curso pasado. Y con eso se despidieron. Lucas y Millie volvieron a la sala común de Gryffindor, mientras que Selen y un preocupado Oliver volvían a la de Ravenclaw, donde un preocupado Oliver tendría que buscar la autorización si no quería quedarse en tierra como Millie.