Lunes 31, 14:00, El gran comedor
En la casa de Gryffindor la juerga había durado casi hasta media noche, aunque los alumnos de otras casas habían sido invitados a marcharse antes de las 22:00. No todos lo habían sido de forma amable, pues Boris Perromuerto había sido lapidado a base de calcetines sucios, todo por no llevar una túnica del color correcto. No fue lo peor que pasaría pues huyendo de la casa de Gryffindor se encontró con Ismelda Pucey, que le acusó de ser un traidor por haber ido a celebrar la derrota de su casa. Afortunadamente Boris fue lo suficientemente inteligente para urdir una mentira creíble, aunque por la mirada de serpiente de su compañera de casa no pudo concluir de que le hubiera corrido, y la duda le hicieron permanecer despierto toda la noche. Él sabía que por la noche las serpientes salen de sus guaridas, y estaba seguro que más de un estudiante lo disciplinaría del peor modo si se llegara a saber de donde venía. Solo esperaba que los Gryffindors con los que había hablado no le descubrieran, porque sino iba a estar de problemas hasta las cejas.
Nada más lejos de la intención de los leones, que nada más se marchó Boris lo apartaron de sus preocupaciones. Colton Derrick les había hecho un encargo, y ellos estaban pensando en utilizarlo a su favor. Preguntando a gente responsable de su casa descubrieron que la sección prohibida no podía ser accedida sin permiso de un profesor, independientemente de la edad, pero que el conjuro que buscaban salía en el libro de cuarto, así que tampoco es que tuvieran que hacer nada muy especial.
Con todo eso, y previo cobro del sickle a Colton, que agradeció mucho el conjuro todos se dispusieron a afrontar una nueva jornada escolar, con la emoción de ver como serían los estudiantes de las otras dos escuelas que iban a venir. Se rumoreaba que las estudiantes de Beauxbatons eran todas rubísimas y guapísimas mientras que los de Durmstrang eran duros y fieros como osos heridos. La expectación en la escuela era máxima, así que, cuando sobre las 12 se interrumpieron las clases y fueron todos enviados a sus salas comunes nadie se preocupó en exceso, nadie salvo los estudiantes de Slytherin y Ravenclaw, que lo vieron todo en primera persona.
La clase de pociones avanzaba de forma habitual, con un Snape bastante comprensivo con los errores de los de su casa, desdeñoso pero comprensivo, y especialmente ácido con los errores de la casa de las águilas. La poción que tenían que hacer era especialmente difícil, la crecehuesos, ya que era de nivel de cuarto, pero el profesor la estaba preparando en previsión de posibles accidentes en el torneo de los tres magos. Las explicaciones fueron claras y contundentes, afiladas como cuchillos, como acostumbraba el profesor, y durante un momento reinó el silencio, hasta que el desastre se cernió sobre la clase. Un caldero explotó, emitiendo unas burbujas que para nada parecían naturales, y emitiendo unos vapores que sofocaron a más de un estudiante, que tuvo que salir de la clase gateando. El alumno afectado era Roland Samuels, un buen pocionista, que no entendía lo que había pasado. Nunca había fallado una poción y ahora se encontraba con que sus codos se doblaban al revés, sus rodillas estaban rígidas y le habían salido dos cuernos a ambos lados de la cabeza. Otros tuvieron más suerte, solo recibiendo quemaduras.
La investigación fue inmediata, y pronto aparecería el culpable en el suelo del salón de pociones. Un sobre con el nombre de "peta-zetas" estaba cerca del caldero, y al no ser conocido por el profesor recibió el asesoramiento de estudiantes de otras casas con sangre muggle.
Roland no podía ser atendido en Hogwarts, así que iría a San Mungo, y eso colmó la paciencia de Albus Dumbledore. Miró a Peeves, y con una mirada hizo que el poltergeist encogiera y fuera a hablar con el director como si hubiera sido un niño travieso. Todos en el comedor pudieron ver como el director hablaba seriamente con el espectro, que a cada palabra parecía más arrepentido y contrito. No esperaba que en su copa hubiera salido nadie herido, y, aunque fuera por una vez, tendría que ser algo responsable.
Peeves se adelantó, se puso delante de todos y para sorpresa general se puso a reír
- Jiajiajia, ¿De verdad pensabais que había una copa de la travesura? No tontitos, no, Peevey no premiaría jamás a estudiantes serios como vosotros, no no no ,Peevito bonito es el rey de la travesura, y siempre lo será.... No pienso compartir mi trono o mis tesoros con muermitos como vosotros. - Se elevó en el cielo de la sala, rio divertido y dijo - ¿Queréis copa de la travesura? ¡Pues aquí la tenéis!
Y todas las copas que no estuvieran fuertemente cogidas por los estudiantes volarían, arrojando su líquido en la cara de unos estudiantes sorprendidos mientras la risa del espectro inundaba el comedor
- Un estudiante quería una copa
Y Peeves lo dejó como una sopa
La mejor broma está por llegar
Con Peevey cerca no os podéis descuidar.
Rio y saltó del cielo del comedor, zambulléndose en el suelo del comedor como si fuera una piscina. Solo quedaron sus risas alocadas, mientras los alumnos comprendían que habían sido víctimas de otra de las bromas del alocado poltergeist del castillo.
- Fin de partida -