Era tan angustiosa la tristeza que reflejaba Adam, que a Millie se le formó un nudo en la garganta al escuchar la historia de su amiga Clara. A pesar de que siempre hablaba pestes de los noviazgos, en parte por culpa de su hermana mayor, sabía lo que era el amor. Lo había visto en la película de "La princesa prometida".
¿Por qué se apagaban los cuadros? Era la primera vez que veía uno así y allí había un montón. Pero seguro que en el castillo habían muchísimos y más antiguos, no podía ser porque se hicieran viejos, tenía que ser... Por tristeza... ¡Seguro! Cuando se llevaron a Clara, Adam se puso muy triste y empezó a apagarse, pero...
— ¡Encontraremos a Clara! — Le dijo con convicción y, mientras Micaelah le decía que tenía pis, Millie ya estaba levantando nuevamente la varita para volver a sondear aquel enorme almacén. Así que allí se llevaban las cosas rotas...
Escuchó lo de Nick casi decapitado y se volvió de nuevo a mirar a Adam, abriendo mucho los ojos al darse cuenta de que la luna estaba más apagada. Los cuadros apagados era como si se murieran... Un cuadro debía ser inmortal, pero aquellos palidecían y se iban agotando...
— Sí, busquemos a Clara para que Adam se anime, mientras esperamos que Nick casi decapitado aparezca por aquí... — Aunque quizás hacía días que no venía, o eso o Micaelah no se había enterado de su presencia. — ¿Bubble...? — Miró a uno y otro lado buscando a la tortuga. — Estará investigando, ve con cuidado para no pisarla... ¡BUBBI...! ¡NO TE ALEJES MUCHO! — Gritó con su voz chillona, mientras empezaba a caminar por aquel enorme almacén, moviendo la varita y buscando un cuadro como el que había descrito Adam.
Mientras caminaba pensó en las palabras del chico del cuadro y empezó a cantar una canción. No tendría nada que ver con las canciones que solía cantar esa tal Clara y seguro que la voz infantil de Millie no tendría ni punto de comparación, pero las intenciones era lo que contaban y la niña esperaba poder animar un poco a Adam.
Suele dormir sobre una lápida
Y cultivar plantas carnívoras
Una vez al mes guarda en su féretro
Gusanos y ciempiés, dientes y vertebras
Nunca toma el sol y con el crepúsculo
Recorre su mansión medio sonámbula
Después de cenar se pone una túnica
Para conversar con los espíritus
Miércoles, se llama Miércoles
Tiene murciélagos en el jardín
Pálida como las sábanas
De los fantasmas que viven allí...
La colección que hay en su sótano
Dos mil tipos de bombas fétidas
Cama de metal, máquinas sádicas
Para torturar a sus huéspedes
En botes de formol tiene a sus víctimas
Y mezcla en el crisol fórmulas mágicas
Con litros de alcohol y raros líquidos
Cuernos de caracol, gotas de ácido
Miércoles, se llama Miércoles
Causa pánico a la vecindad
Tétrica, su casa es tétrica
Sin luz eléctrica ni gas ciudad
Suele dormir sobre una lápida
Y cultivar plantas carnívoras
Una vez al mes guarda en su féretro
Gusanos y ciempiés, dientes y vértebras
Miércoles, se llama Miércoles
Tiene murciélagos en el jardín
Pálida como las sábanas
De los fantasmas que viven allí
Miércoles, se llama Miércoles
Causa pánico a la vecindad
Tétrica, su casa es tétrica
Sin luz eléctrica ni gas ciudad
Miércoles, se llama Miércoles
Tiene murciélagos en el jardín
Pálida como las sábanas
De los fantasmas que viven allí
Miércoles, se llama Miércoles
Causa pánico a la vecindad
Tétrica, su casa es tétrica
Sin luz eléctrica ni gas ciudad
Motivo: Percepcion Micaelah
Dificultad: 13
Habilidad: 7
Tirada: 3 3 5
Total: 3 +7 = 10 Fracaso
Motivo: Percepcion Millie
Dificultad: 13
Habilidad: 5
Tirada: 1 2 10
Total: 2 +5 = 7 Fracaso
El noble corazón de Millie no se pudo resistir y prometió encontrar a Clara, aunque fuera para que Micaelah no se lo hiciera encima y por las dudas de la leona de poder estar dos días sin comer. Era un poco peñazo que lo de Clara estuviera relacionado con los novios, pero si era un amor como el de la princesa prometida lo podría soportar. El retrato sonrió, una sonrisa pálida y débil, mientras veía a la niña alejarse, disipando la oscuridad con su delgada varita como si fuera una luciérnaga enfurecida.
Cuando se separaron un poco del cuadro Micaelah le dijo
- ¿Has visto la cantidad de cuadros que hay? Podríamos pasarnos la vida... además, hay una cosa que me pone nerviosa. Sir Nicholas es un fantasma, puede traspasar el techo, pero nosotras no. Además, el tiempo para los fantasmas y los cuadros es relativo, igual tarda mucho en venir, y yo quiero ir al baño. Busquemos una salida, y a ver si de camino encontramos a Clara.
Habían sido muchas palabras seguidas para Micaelah, que enrojeció de la vergüenza nada más acabar. Se separó de Millie y se puso a buscar por otro lado para poder cubrir más campo. La misión de Millie era Clara, encontrarla, hacer que Adam se animara y recuperara los colores, debía ser así de sencillo, pero no, en el castillo nada era sencillo, menos teniendo a Bubble de mascota.
Se había escapado, y aunque no podía andar muy lejos la oscuridad jugaba en su contra. Millie avisó a Micaelah que tuviera cuidado para no pisarla y se puso a cantar, para animar a los cuadros, que no había nada mejor que un poco de alegría para que recuperaran los colores. Era una canción muggle, que probablemente ningún cuadro hubiera oído antes, y Millie, bueno, su voz no estaba especialmente entrenada para el canto. Millie pudo ver como los cuadros la miraban, cuadros en blanco y negro, con algún matiz en gris, cuadros de mirada vacía. Una lavandera, una madre ayudando a volar su cometa a un niño, un hipogrifo con las alas desplegadas, todos la miraban para después alejarse, como si tanta felicidad de golpe les hiciera más daño que bien.
Millie se esforzó, buscó, utilizando prácticamente todas sus reservas de paciencia, pero no encontró a Clara, ni un marco que se le pareciera, siendo consciente que para encontrarla, si estaba ahí realmente, iba a tener que emplear días. A lo lejos, la voz de Micaelah la reclamó en un susurro amortiguado
- Millie, creo que he encontrado a Bubble.
Y así era, su tortuga había seguido una corriente de aire que la había atraído hacia un tapiz en la pared. El tapiz representaba una imagen de una escalera que subía, y, a pesar de no ser lógico, de esa escalera provenía una corriente de aire. Micaelah miró a Millie y compuso un gesto. ¿Ahora qué? ¿Esta es la salida?
Habían tantos cuadros que era imposible encontrar a Clara. Millie buscó mientras su voz se perdía entre todos aquellos cachibaches abandonados. En algún momento fue consciente de que su canción no era del agrado de los cuadros y terminó callando.
Cuando Micaelah le dijo de buscar una salida, mientras buscaban el cuadro, Millie tan sólo se había encogido de hombros. Ella quería encontrar a la chica, quería llevarle el cuadro a Adam y ver si su teoría se cumplía y el chico recuperaba el color. Pero no había manera, tardaría días en poder registrar todo aquello y Micaelah necesitaba ir al baño...
Al escuchar a la niña llamándola, diciéndole que había encontrado a Bubble, corrió hacia ella y se encontró a la tortuga delante de un tapiz. Sus ojos se abrieron como platos al sentir la bocanada de aire. Quizás aquello era la salida...
Miró a Micaelah y volvió a mirar hacia el tapiz con una sonrisa.
— Creo que Bubble ha encontrado la salida. — Dijo, cogiendo a la tortuga con una mano y alargó la otra para comprobar si podía atravesarlo o si la corriente era simplemente una ilusión. Acompañaría a Micaelah, asegurándose de que llegaba sana y salva y después regresaría para seguir buscando a Clara. No iba a dejar a Adam abandonado, esperando eternamente una botella que nunca llegaría.
Encontrar a Clara parecía algo complicado. Muchos cuadros, oscuridad, y la mente de una chiquilla dispersa que para hacer divertida la búsqueda se concentró más en cantar que en buscar. La reacción de los cuadros, que no debían entender mucho de música, la hizo callar, aunque no podía evitar cantar dentro de su cabecita, tan pegadiza era la canción.
Y quien canta, sus males espanta. No le servía para encontrar a Clara, pero al menos había encontrado algo más preciado para ella. Bubble había encontrado un tapiz del que salía una corriente de aire, y Micaelah había encontrado a su tortuga, así que era el momento en que ella también encontrara algo, tal vez una salida.
Con mano decidida pasó la mano por delante del tapiz, tratando de encontrar el origen de la corriente, rozándolo para ver si ese tapiz era real o solo algún hechizo que alterara su percepción. El pasar la mano le hizo notar la corriente de aire, venía de detrás del tapiz, aunque el tapiz no ondeaba por la misma, y parecía demasiado grueso como para que viniera de detrás. Había que tocarlo, con cuidado, y así pudo darse cuenta Millie de que el tapiz era tan real como Micaelah, quien la mirada de reojo, asustada, sin ser capaz de ser tan valiente como ella.
El tapiz existía, así que Millie trató de mirar si había algo detrás del mismo, pero no, solo la misma fría pared que había en el resto de cementerio, de ladrillos grises, aburrida, triste. No parecía haber nada, pero si Bubble se había acercado, igual tenía razón. Su tortuga tenía un instinto muy fino para los problemas, aunque normalmente lo usaba más para meterse en ellos que para salir de los mismos. No quería abandonar a Adam, pero sabiendo como salir, ya sabía como volver, e igual si encontraba a la persona que traía los cuadros al cementerio la búsqueda sería más rápida.
Había que salir, pero no había salida, y eso empezaba a enfadarle un poco. Empujó el tapiz con fuerza contra el muro, de pura frustración, y se encontró frente a la escalera ascendente. Era una escalera de caracol, bastante estrecha y de escalones empinados de una piedra grisácea. Al mirar para atrás no pudo ver a Micaelah, ni escucharla cuando la llamó. Estaba con Bubble, que no se había escapado, y absolutamente sola.
Estaba oscuro, salvo la luz de su varita, pero aun así pudo ver que en la pared de la escalera había una inscripción hecha con una piedra. Alguien había rascado un mensaje, o tal vez un recordatorio
Arriba
|
v
No parecía mucho, al igual que la escalera, que parecía ser una escalera normal y corriente, aunque no pareciera verse su final por mucho que miraras hacia arriba.
¡Claro! ¡Aquello era como el andén 9 y 3/4 de la estación de King's Cross!
Millie se dio cuenta de ello en el momento en el que, frustrada, se abalanzó contra el tapiz y de repente se encontró delante de la escalera de caracol. Al darse la vuelta comprobó que no podía ver a Micaelah y entonces lo comprendió todo.
— Uala... —
Mientras esperaba que la otra niña también cruzara la entrada, empezó a investigar un poquito lo que había a su alrededor. La luz de su varita apenas iluminaba, pero podía hacerse una idea de lo larga que era aquella escalera. ¿A dónde podía llevar? Seguro que a lo más alto de alguna de las torres... Tragó saliva y se volvió de nuevo, esperando ver aparecer a Micaelah, pero ésta no aparecía... Seguro que estaba al otro lado, muerta de miedo...
Volvió a mirar hacia la escalera y su varita iluminó una pequeña inscripción que alguien había tallado en la misma piedra. Acercó la luz y entrecerró ligeramente la mirada.
— ¿Arriba...? —
¿Por qué la flecha señalaba hacia abajo? La escalera iba para arriba, pero no se veía el final, tenía muchísimos escalones y se perdía en la oscuridad...
Extrañada, volvió a girarse para mirar hacia la pared que tenía a su espalda. No entendía por qué Micaelah no aparecía, iba a tener que volver para buscarla. Soltó un bufido.
— O podría buscar la salida y después regresar para enseñársela. — Se dijo y se mordió el labio, volviéndose una vez más a mirar hacia la escalera. Le daba un poquito de yuyu ir sola...
No, lo mejor sería ir a buscar a Micaelah y juntas encontrarían la salida. Soltó a Bubble en el suelo y cogió un poco de carrerilla para poder atravesar la pared y aparecer nuevamente en el cementerio de los cuadros. Se abalanzó con fuerza, decidida y se encontró con un muro sólido. Se golpeó en la cara y cayó de culo al suelo, quedándose durante unos segundos aturdida, mirando con cara de boba hacia la pared. Empezó a sentir algo cálido goteando de la nariz y se pasó el dorso de la mano, comprobando que tenía sangre... En ese momento, tras esos segundos de shock, fue consciente de que le dolía mucho y sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
No podía cruzar, el tapiz sólo era una salida y ahora se encontraba entre la pared y una escalera que la llevaría a vete a saber dónde... Estaba sola, bueno... Bubble estaba con ella. La tortuga, tras haber contemplado el enorme batacazo que se había dado la niña contra la pared, se acercó y Millie la cogió, colocándola en su regazo.
— Bubbi, vamos a salir de aquí... — Le susurró a su amiga, aunque aquellas palabras eran más para sí misma que para la tortuga. Se secó las lágrimas con los dorsos de las manos y sorbió un poco la nariz. Seguía saliéndole un poquito de sangre, pero al menos le había bajado un poquitín el dolor...
Finalmente terminó incorporándose, decidida y, sin soltar a Bubble, se acercó a la escalera. Intentaría una estupidez que no le veía mucho sentido, pero estaban en un colegio de Magia y las cosas más extrañas solían ser las que funcionaban, así que se subió a la escalera e intentó ir hacia abajo, que posiblemente implicara ir hacia arriba, o quizás se quedara en el mismo punto...
Cuando Millie se abalanzó contra el tapiz lo traspasó, como si fuera la pared del anden 9 y 3/4 de King's Cross. Aquello la había sorprendido, pero lo que más le inquietaba es que Micaelah no apareciera por allí todavía. Si aquella era la salida, estaba segura que Micaelah la seguiría, pero no lo había hecho y eso lo hacía muy inquietante.
Mientras pensaba en lo raro que era que no estuviera allí investigó un poco alrededor, iluminando la escalera y preguntándose a donde podría llevar. Tras alumbrar la escalera pudo ver una inscripción rascada en la piedra del muro con otra piedra, dejando un pequeño bajo relieve visible perfectamente. Arriba y una flecha para abajo, aquello no tenía ningún sentido, pero en una escuela de magia, donde los misterios estaban a la orden del día no dejaba de ser una locura más dentro de todas las que habitaban el castillo. Micaelah no venía, así que iba a tener que ir a rescatarla, decidiendo encontrar la salida y luego volver a salvarla, aunque le daba bastante yuyu ir solita.
Decidió volver a por Micaelah, y para eso tendría que atravesar el muro de vuelta. Dejó a Bubble en el suelo y se lanzó contra el muro, pero rebotó al chocar con la pared, haciendo que sangrara. La tortuga se acercó a ella y pronto Millie pudo comprobar que ella no tenía caparazón, y que golpes que Bubble soportaba ella casi que no. El dolor era atroz, y las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero el espíritu de Gryffindor le impedía rendirse, y lo que no va hacia un lado tenía que ir hacia otro. Seguiría hacia delante, salvaría a Micaelah, así que se decidió a seguir adelante con un plan.
En aquel castillo las cosas más extrañas funcionaban, así que, para subir, probablemente habría que bajar. Empezó a probarlo, se subió a un escalón, se dio la vuelta y lo bajó, quedándose en el mismo sitio. No se rindió, lo volvió a probar subiendo 3, subiendo 10, subiendo 20, pero cuando bajaba siempre se quedaba en el mismo sitio. Bubble parecía estar dormida y Micaelah seguía sin aparecer. Haría el último intento, 21 escalones, y si no funcionaba, querría decir que aquello sencillamente no lo iba a hacer. Subió uno tras otro, y cuando contó 21 se dio la vuelta. Con 21 escalones había dado un par de vueltas a la escalera de caracol y no se veía el final, así que había perdido un poco la referencia de lo que era arriba y abajo. Comenzó a bajar, lo que identificó porque el esfuerzo de sus piernas era menor, y cuando llegó abajo la habitación había cambiado. En lugar de la escalera había una aldaba en la pared de bronce viejo, y, aguzando el oído oía a niños al otro lado. Millie estiró de la aldaba, y tras gran esfuerzo la abrió. Estaba en el mismo pasillo de antes, a unas armaduras de distancia, pero no estaba sola. En la misma habitación estaba una preciosa jovencita de cabellos rubios y un estudiante que al menos debería ser de quinto con la capa de Slytherin
- Jocelyn, no seas estúpida. Si fueras mi novia serías rica y no tendrías que trabajar. Mis padres tienen un cargo muy importante en el ministerio y podrían ayudarte en tu carrera, además, nuestra sangre es limpia, y no hemos tenido un squib desde hace 20 generaciones. - El chico se acercó, aprisionando a la chica contra el muro - No vas a tener mejor oferta que esta.
La chica trataba de quitárselo de encima, pero se veía que el chico era mucho mayor que ella, aun así se defendía como podía
- ¿Y para que quiero ser novia de un capullo como tú? No me interesan los novios, ser novio es un rollo, yo lo que quiero es tener amigos. Así que déjame tranquila o gritaré...
El chico sonrió, con arrogancia y le dijo
- Grita, nadie te oirá, a estas horas todos tienen que estar haciendo otras cosas....Grita lo que quieras, pero te voy a dar un beso hoy.
Y dicho y hecho, la chica gritó, y le pisó un pie al muchacho con fuerza. El chico ahogó un alarido de dolor, pero fue lo suficientemente rápido para coger a la chica por la muñeca, lo que la hizo gritar.
- ¡SOCORRO! ¡AYUDA!
Y es que Jocelyn Rose, aun en una situación tan complicada, seguía siendo una belleza, aunque a ella le importara entre poco y nada. Aquellas cosas le soían pasar con frecuencia, pero normalmente los chicos aceptaban un no por respuesta. La chica tiraba de la muñeca mientras el chico sacaba su varita y le decía
- O eres mi novia o te lanzaré la maldición Imperio....
La chica se puso lívida. Parecía que conocía esa maldición, aunque no se hubiera dado en clase. Debía ser algo muy malo, porque de pronto había dejado de luchar, lo que había sacado una sonrisa de triunfo al alumno de Slytherin.
Tras varios intentos, finalmente Millie comprendió cómo funcionaba la escalera. Tenía que dejar de ver la sala para que, al bajar, apareciera en otra distinta. Se sentía emocionada, lo había conseguido, ahora sólo tenía que regresar por el tobogán y buscar a Micaelah. Se acercó a la puerta y tiró de la aldaba con todas sus fuerzas, hasta conseguir abrirla. Se encontraba en el mismo pasillo de antes, podía ver la armadura donde hacía un rato se había escondido y...
Se detuvo a medio camino al escuchar unas voces y se ocultó tras una de las armaduras, procurando no apoyarse en la pared y prestó atención a lo que estaban hablando. Abrió mucho los ojos al comprender lo que estaba ocurriendo y sus mejillas se sonrojaron de indignación. ¡Aquel chico estaba intentando forzar a Jocelyn!
Nunca había hablado con esa niña. Coincidían en alguna clase pero ella era de las guapas y Millie era... Normalita tirando a feúcha, ¿cómo iba a juntarse con alguien así? Además, Jocelyn acaparaba siempre todas las atenciones y siempre estaba rodeada de otros niños...
Al escuchar la amenaza del Slytherin, Millie apretó con fuerza los dientes y dejó a Bubble en el suelo, indicándole con un dedo que se quedara quieta. Sacó la varita del bolsillo y, con el corazón acelerándose a mil por hora, salió de su escondite apuntando a aquel horrible chico. Era mucho mayor que ella y tenía que actuar rápido si quería ayudar a Jocelyn... Aunque en lo más profundo de su corazón sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, en ningún momento se planteó quedarse escondida. No podía permitir que alguien abusara de aquella manera de otra persona.
— ¡Expelliarmus! —
Exclamó con todas sus fuerzas.
— ¡Déjala en paz, te ha dicho que no, tonto del culo! —
Había conseguido escapar del cementerio de los cuadros, aunque la preocupación por Micaelah seguía latente. Ella no aparecía, y no sería porque ella no la hubiera guiado con el ejemplo con su valentía made in Gryffindor. Al menos ya sabía donde estaba e ir por ella sería sencillo, volver a tirarse por el tobogán, explicarle como funcionaba el tapiz y en nada estarían allí, sanas y salvas, listas para una nueva aventura o para ir al comedor a ver a sus amigos, lo que pasara antes.
Desde la posición que estaba pudo ver una escena que la indignó, un chico se estaba metiendo con una estudiante de Hufflepuff que tenía mucho éxito con los chicos, aunque ella no lo pretendiera. El chico se estaba empezando a poner agresivo, y un poco pesado, y en el momento en que la amenazó con usar una maldición que ella no conocía pero que sonaba muy mala se decidió a actuar. Dejó a Bubble en el suelo, sacó la varita del bolsillo y actuó sin pensárselo, metiéndose en la boca de la serpiente. Un chispazo de color rojo brotó de la punta de su varita y antes de que el estudiante pudiera reaccionar su varita volaba.
- Ouch - se sacudió la mano dolorido mientras buscaba a quien había lanzado el conjuro. Entonces su ceño se frunció y se acercó a Millie con malas pulgas - ¿Quién te ha dado vela en este entierro enana? Esto es una pelea de enamorados y tú no tienes nada que hacer aquí. Piérdete antes que avise a mis padres y te expulsen y de devuelven al agujero maloliente del que provienes, sangre sucia.
Se fue hacia la varita aunque Millie le apuntara y entonces Jocelyn se acercó a él con una sonrisa tímida.
- Yo, creo que.... - sonrió con una gracia que no parecía venir de este mundo - creo que preferiría salir con una mofeta, ¡Y TE HE DICHO QUE NO!
No lo vio venir. La chica había parecido rendirse a sus encantos, pero había sido una farsa para darle una patada en la entrepierna que resultó fulminante. El chico se retorció de dolor mientras Micaelah salía de detrás de la estatua, lívida como una estatua de cera.
- ¡Que miedo he pasado! No podía atravesar el tapiz, no me ha dejado hasta hace 10 minutos, y luego las escaleras....¿Quien es ese chico y porqué grita?
El chico se revolcaba de dolor mientras decía
- Os voy a matar, a todas. Os vais a enterar, os voy a dar la paliza más grande....
Jocelyn las miró y dijo
- Vámonos antes e que se recupere.... - Y echó a correr, provocando que su cabello rubio y lacio flotara detrás de ella como una nube. Corrieron hasta la gran escalera y en ese momento Jocelyn se paró, se giró y comenzó a reírse.
- Jo tía, has estado genial. Eso si que ha sido un pedazo de conjuro. ¿Te llamas Millie, verdad? ¿Y tu amiga? Yo me llamo Jocelyn. - sonrió divertida - No te preocupes, esto me pasa de vez en cuando. Son tan pesados con eso de ser novios, con lo rollo que es. ¿Y eso de los besos? ¡Que asco! ¿Quién querría que un chico le metiera sus babas en la boca? Puaj...
Y aquello sí que era una sorpresa. La chica más guapa del colegio la conocía, y no parecía para nada una de esas estiradas niñas de los colegios muggles. Parecía de lo más normal, vestía con túnica como todos, sin adornos caros en el pelo, sin maquillaje, solo una niña que tenía la misma ilusión que todas por ser la mejor bruja posible.
Vale, Millie había sido valiente e impulsiva y había salido sin pensar para salvar a la guapa de Jocelyn, pero ahora aquel chico se vengaría y toda la valentía que había sentido empezó a escurrirse, como si su cuerpo se hubiera vuelto un colador de valentía.
Cuando el chico empezó a amenazarla y a llamarla sangre sucia, se quedó quieta y helada, con los ojos muy abiertos y la varita temblando en su mano, pero Jocelyn se le acercó y le dio una fuerte patada, haciendo que él se retorciera de dolor y empezara a proferir más amenazas. En ese momento, Micaelah apareció por detrás de la estatua, explicando no sé qué de tener que esperar y Jocelyn empezó a apremiarlas para que echaran a correr.
Millie pestañeó, recuperando por fin el control de su cuerpo y agarrando algo de la valentía que no había llegado a escurrirse.
«¡Bubbi!»
¡No podía dejarla allí! Corrió de vuelta a la estatua y cogió a la tortuga, apretándola contra su acelerado corazón y empezó a correr detrás de las otras niñas.
Cuando Jocelyn se detuvo, Millie también lo hizo, jadeante y se unió a la risa de la niña. A pesar del miedo que había sentido cuando ese tonto del culo la amenazó, había sido toda una aventura y Jocelyn molaba.
— Sí, soy Millie y ella es Micaelah. — Empezó a decirle, mostrando todos los dientes al sonreír, aunque enseguida borró la sonrisa al escuchar lo de los novios y los besos. — Puaj... Mi hermana tiene un novio y es super asqueroso... — Le confesó, formando una pequeña mueca con los labios.
En ese momento se acordó de Adam y la botella que seguía esperando. Se había dicho que en cuanto Micaelah estuviera a salvo volvería para seguir buscando a Clara. Se mordió el labio y dirigió su mirada hacia el pasillo que tenían detrás, parecía que habían conseguido darle esquinazo a aquel chico.
— Tengo que volver para buscar a Clara... — Musitó y volvió a mirar nuevamente a Jocelyn. — Hemos descubierto un cementerio de cuadros. Había un chico que lleva muchos años esperando una botella con mensaje de otro cuadro, pero todos están muy tristes y están inmovilizándose y perdiendo el color. Le he prometido que encontraría a Clara... ¿Queréis ayudarme a buscarla? — Preguntó, mirando alternativamente a las dos niñas. Micaelah había estado varios días allí, perdida, y seguramente diría que no, pero igualmente le ofreció la posibilidad de embarcarse en esa misión.
La valentía de Millie se evaporó en cuanto las amenazas de una vengaza inminente se materializaron. Se quedó helada mientras el chico se acercaba a su varita, listo para materializar su vendetta, incapaz de reaccionar. Fue entonces cuando Jocelyn reaccionó y le soltó una patada dolorosa que detuvo cualquier conato de pelea. Micaelah apareció detrás de la escuela diciendo que había tenido que esperar, ¿Pero a qué? No había mucho tiempo, el chico se podía levantar en cualquier momento, así que Jocelyn les animó a salir corriendo.
Millie comenzó a correr, cuando se dio cuenta que se dejaba su tortuga, así que salió corriendo hacia ella mientras el alumno se hacía con la varita y le lanzaba una maldición
- ¡Petrificus Totalus!
Afortunadamente falló, haciendo que las piezas de una armadura se cayeran al suelo y que se volvieran a montar de forma mágica. La armadura comenzó a mover los brazos y a abrir la visera del yelmo, como si estuviera regañando al alumno por su mal comportamiento. Las tres chicas corrieron hasta encontrarse a salvo y entonces Jocelyn estalló en una carcajada victoriosa. Jocelyn no estaba segura de como se llamaba Micaelah, pero a Millie si que la conocía, algo que le hizo sonreír. Jocelyn parecía sufrir de aquel tipo de asaltos con cierta frecuencia y declaraba que los chicos eran unos pesados con eso de los novios. La chica asintió varias veces, demostrando que estaba de acuerdo y les dijo
- Yo también tengo una hermana y tiene novio y es así de super asqueroso. Antes de empezar el curso los sorprendí en su habitación y se estaban toqueteando como si se estuvieran haciendo un registro. Me dio demasiado asco para mirar, así que me fui, pero mi madre se dio cuenta e hizo que el chico saliera huyendo de casa. Fue muy gracioso, porque no sé porqué llevaba los pantalones al revés y las zapatos en las manos. Los chicos no saben nada de amor, el año pasado fui a pasar las navidades en casa de Laura Robinson y me enseñó lo que eran las películas, y el amor debería ser como en la Princesa Prometida: Muchísimas aventuras, y si eso, al final, un beso, uno pequeño. Así debería ser el amor.
Entonces Millie se acordó que Adam debía seguir esperando su botella. Micaelah estaba a salvo, así que ella volvería a buscar a Clara. Así se lo dijo a sus nuevas ¿amigas? pero Micaelah le dijo
- Yo tengo que ir al baño, y ahora que estoy a salvo tengo un poco de hambre. Yo creo que no pasa nada si Adam espera, debe llevar esperando mucho tiempo. Así que no pasa nada si espera un poco más.
Pero no parecía que Millie tuviera paciencia, y ante la perspectiva de una aventura Jocelyn se mostró entusiasmada.
- ¿Un cementerio de cuadros? Eso sí que mola, ¿Y has hablado con un chico que estaba buscando a una chica? ¡Fua, eso sí que es romántico! Suena - chasqueó los dedos con una sonrisa - Como la princesa prometida. Una aventura, un trágico final, como mola. Me apunto, claro que sí. - Entonces miró a Micaelah y le dijo - ¿Estás segura que no te apuntas? Seríamos como los tres mosqueteros. Tres es un número mágico. Hay 3 cazadores en un equipo de quidditch, los perros del infierno tienen 3 cabezas, yo nací en un día 3, del mes 3, 3 es el número, venga, vente. ¡Será divertido!
Pero a pesar de que Jocelyn podía ser muy persistente, y que seguramente cualquier chico se habría vuelto loco por complacerla no era el caso de Micaelah, pragmática y con necesidad de un baño.
- Solo os diré una cosa. El tapiz solo permite el paso de una en una. Yo veía como Millie daba vueltas por la sala, y como subibajaba las escaleras, pero hasta que no llegó al final no pude pasar el tapiz. Me voy al baño, que no aguanto más.
Las chicas se separaron y Millie le explicó a Jocelyn donde estaba el pasadizo secreto. Fueron con las varitas preparadas, por si estaba el chico, pero no se veía por ninguna parte. Se deslizaron por el tobogán y Millie pudo escuchar como su compañera de aventuras chillaba de emoción mientras descendía por el tobogán. Al llegar abajo sus ojos chisporroteaban y su sonrisa se salía del rostro, aun despeinada seguía siendo tan guapa que cualquier chico se enamoraría, aunque para ella los chicos solo parecían ser un estorbo.
- ¡Uala! ¡Ha sido una pasada! ¿Lo podremos hacer más veces? Bueno, cuando hayamos encontrado a Clara. ¿Sabes como es? Si me lo cuentas yo puedo buscar por un sitio y tú por otro. Aunque, igual estaría bien que me presentaras al chico... Si está dentro de un cuadro no creo que sea un pesado como los otros.
¡Como la Princesa prometida! Eso, ¡así debería ser el amor! Millie asintió a las palabras de Jocelyn y esbozó una nueva sonrisa.
— Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, ¡prepárate a morir! — Clamó, repitiendo la frase de tan ilustre personaje, mientras blandía la varita como si se tratara de una espada. — ¡Me encanta esa película! — Exclamó, tras hacer el cabra y sorprendida de que Jocelyn la conociera.
Tras eso hablaron de Adam y de la botella y Micaelah se negó a acompañarlas. Al ver que Jocelyn le insistía para que fuera con ellas, Millie le tocó el brazo y negó con la cabeza.
— Déjala, llevaba días encerrada allí abajo, sin poder comer ni hacer pipí... Nosotras encontraremos a Clara. — Y tras esas palabras se despidió de Micaelah y guió a Jocelyn hasta el pasadizo que se ocultaba tras la armadura.
Esta vez, consciente de dónde iba, antes de lanzarse por el tobogán conjuró un lumos en la punta de la varita y abrazó a Bubble, para que no se le escapara y saliera volando por la sala.
Volvía a estar en aquella enorme sala, pero esta vez estaba más tranquila, ahora sabía cómo podía regresar. MIentras Jocelyn se deslizaba por el tobogán entre gritos de emoción, Millie soltó a la tortuga, colocándola encima del patinete que sacó de la mochila que siempre llevaba colgando de sus hombros y se acuclilló delante de ella.
— Bubbi, no te separes mucho, ¿vale? —
Jocelyn llegó a donde ambas estaban y Millie se incorporó, deslizando la mirada por el entorno.
— Adam me dijo que Clara era rubia, con el pelo por la cintura y ojos azules. El marco del cuadro es de abedul y tiene unas volutas que parecen sonrisas. Estuve buscando un rato, pero hay muchísimos cuadros... — Le explicó, mientras su mirada inquieta volvía a repasar los alrededores. — Te puedo enseñar dónde está Adam, pero no es bueno que hable mucho, eso dijo Micaelah. Cree que se cansa más y se podría quedar completamente congelado. Tenemos que encontrar a Clara y seguro que vuelve a estar feliz... — Mientras hablaba empezó a caminar hasta donde había encontrado el cuadro. Hacía poco que había estado allí y todavía tenía bastante fresco en la memoria su localización.
— Allí está... — Susurró, señalándole la desoladora imagen que transmitía aquel cuadro. El chico volvía a estar sentado frente al agua, observándola con tristeza mientras esperaba un mensaje que nunca llegaba.
La cara de ilusión de Jocelyn se manifestó en una gran sonrisa cuando Millie le demostró que ella sí que conocía la película. Poco podía saber Jocelyn que era una película muy conocida, o la cantidad de películas que había en realidad. Para ella, una bruja de sangre pura, las películas eran una novedad, y solo había visto esa, así que pensaba que solo había una, pero con la respuesta de Millie, diciendo esa película en lugar de la película le daba a entender que habían más. ¿Serían tan buenas como la Princesa Prometida? Era algo que la curiosidad de Jocelyn le empujó a preguntarle con cierta timidez
- ¿Entonces hay más de una película? Yo pensaba - se sonrojó ligeramente dándole un aspecto encantador - que solo había una. No sabía que los muggles habían hecho más.... - Se rio - A mi me gustó mucho, además, la vimos en una televisión muy grande y con muchos colores y con una cosa que se llamaba dobby surraun, que escuchabas a la gente a la espalda y todo. Fue muy divertido... Pero, entonces.... ¿Cuántas películas hay? A mi me gustaría verlas todas.
De esa manera se ponía de manifiesto las diferencias entre el mundo mágico y el muggle. Para Jocelyn era una gran novedad, para Millie rutina, pero era divertido verla tan entusiasmada por algo tan tonto cuando en su mundo había dragones de verdad o cementerios de cuadros. Intentaron convencer a Micaelah de que se les uniera, pero finalmente Millie le dijo que lo mejor es que la dejaran ir al baño. Micaelah se marchó y Millie le enseñó el lugar donde estaba el pasadizo secreto, se lanzó por el tobogán abrazándose a Bubble y disfrutando en esa ocasión más de la emoción que daba la velocidad. No fue el caso de Jocelyn, que chillaba de la emoción y un poquito del susto, pero lo importante es que salvo algún pelo fuera de sitio, que a la chica rubia le quedaban bien, no hubo que lamentar ningún daño.
Millie dio rienda suelta a su tortuga para que explorara y le dijo a Jocelyn lo que tenía que buscar. Jocelyn empezó a mirar a su alrededor como si pudiera encontrarlo en un segundo, pero después tuvo que suspirar y dijo
- Nos vamos a pasar un buen rato, pero si es por el amor verdadero tenemos que hacerlo. El pirata Roberts no se rendiría, y nosotras no vamos a hacerlo. - Sonrió - Encontremos a nuestra Buttercup.
Y hacía allá se encaminarían pero primero le presentaría a Adam. Ya le había dicho que no debía cansarlo porque el riesgo de que se congelara para siempre estaba muy presente. Cuando llegaron el chico permanecía mirando al mar, pero las olas se habían detenido, así como el viento que ya no revoloteaba su cabello. Parecía que toda la alegría se había marchado del cuadro, aunque, finalmente, las dos niñas pudieron ver como Adam las miraba y les dedicaba una sonrisa triste y resignada. Lo vieron en sus ojos, nada esperaba, y lo peor no era morir, para él lo peor era hacerlo sin saber que había sido de Clara. Jocelyn se acercó y le dijo
- No te preocupes Adam, la encontraremos. Las rubias tenemos un radar especial para encontrar otras rubias, así que encontraré a tu Clara, ya verás, solo tienes que darme un poco de tiempo.
Jocelyn miró a su alrededor y dijo
- ¿Nos dividimos? Hay muchos cuadros y creo que hay que darse prisa.
Y las dos empezaron a buscar, cada una iluminada por su varita, como si fueran dos luciérnagas en la inmensidad de la noche. Desde un lugar lejano del cementerio llegó la voz de Jocelyn
- ¡Millie ten cuidado! ¡He encontrado un cuadro grande, y detrás de él había otros cuadros más pequeños!
Eso quería decir que probablemente se lo hubieran saltado y que hubiera el doble, el triple, el ntuple de número de cuadros en aquel cementerio. Era para descorazonarse, pero en menos de cinco minutos escuchó un grito de algarabía de Jocelyn
- ¡La he encontrado! ¡He encontrado a Clara!
Una ristra de chispas rojas subió en un punto del cementerio. Era Clara marcando su posición. Cuando fuera allí Millie la vería. El marco coincidía, sonrisas y Abedul, la chica parecía que también, aunque si era rubia o tenía los ojos azules poco se podía saber. Sobre su cuadro había la misma luna que en el cuadro de Adam, y la chica estaba en una playa donde las olas aun se movían. A sus pies había una botella rota y una hoja de papel enrollado que las olas mojaban. La chica lloraba, perdiendo su vista en el mar, como si al final del mismo pudiera ver a alguien.
Motivo: percepción Jocelyn
Dificultad: 13
Habilidad: 7
Tirada: 6 8 10
Total: 8 +7 = 15 Éxito
— ¡Oh...! ¡Hay muchísimas películas! ¡Y series! Las series son como pelis pero más largas y divididas en capítulos, como los libros. Mi favorita es doctor Who. Trata sobre un alienígena que viaja en la Tardis, una nave en forma de cabina de policía que viaja en el tiempo y el espacio y ayuda en todas partes. Mi papá trabaja en los estudios de la BBC y un día me dejó visitarlos y salí en un capítulo. Estuvo muy chulo... —
Millie se emocionó y empezó a parlotear sobre su serie favorita, hasta que llegaron al cuadro donde Adam permanecía esperando. Enseguida se dio cuenta de la falta de movimiento y sintió como su corazón se aceleraba. ¿Habrían llegado tarde? Pero no tardó en darse cuenta de que el chico se movía un poco... Todavía tenían una oportunidad, pero tenían que encontrar a Clara lo antes posible.
Asintió a la propuesta de Jocelyn y se separaron para poder abarcar más en su búsqueda. Iba mirando los claros y de vez en cuando, cuando notaba algo de movimiento, les preguntaba por la chica rubia.
— Hola... ¿Conoces a Clara? —
Pero tan sólo obtenía negaciones como respuesta. Escuchó a su nueva amiga advirtiéndole que detrás de los cuadros habían otros cuadros y sintió que se abría un abismo bajo sus pies. Aquel sitio era enorme y tenían que encontrarla cuanto antes... Pasó un buen rato, mirando, rebuscando, hablando con los cuadros, pero no conseguía nada, entonces escuchó el grito de Jocelyn y levantó la mirada, dirigiéndola en la dirección de donde había provenido. Vio las chispas rojas y se dirigió hacia allí a toda velocidad.
Cuando llegó ahogó una exclamación y corrió, tirándose de rodillas delante del cuadro.
— ¡Clara...! — La llamó con la voz rasgada por la emoción. — ¡Te hemos encontrado! Vamos a llevarte junto a Adam, él... Te está esperando... — Le dijo y volvió su mirada hacia Jocelyn, haciéndole un gesto de asentimiento con la cabeza. Había visto la botella rota y comprendido porqué el chico llevaba tanto tiempo esperando el mensaje.
— ¿Me ayudas a llevarla? — Le preguntó a su nueva amiga, mientras se incorporaba y le hacía un gesto para que cogiera de uno de los lados del cuadro, mientras ella cargaba con el otro y así poder llevarla junto a su amor verdadero.
El cotorreo incesante de Millie hizo sonreír a Jocelyn. No estaba entendiendo mucho, conceptos como que era una serie, como un alienígena podía viajar en una cabina de policía, incluso el de que era la policía le eran muy ajenos. La BBC, los estudios de grabación, los capítulos de las serie, la Tardis, todo sonaba exótico y emocionante, aunque no lo entendiera. Sonrió y le dijo
- Tendrás que explicármelo más despacio, porque no sé si lo he entendido todo, pero saber que hay más películas me alegra mucho, más si son muchas. Son como un periódico, pero con colores y sonidos, y eso mola mucho. La verdad, es que a veces los muggles resuelven sus problemas de maneras un poco extrañas, pero otras veces, son tan inteligentes que dan ganas de irse a vivir con ellos. Me encantan las películas y la tradición de las palomitas de maíz, son una pasada. A ver si Laura Robinson viene a mi casa en las próximas vacaciones y yo a la suya en las siguientes...
Tras la visita a un Adam que estaba perdiendo la energía las dos se separaron. Millie preguntaba a todos los cuadros donde había movimiento si conocían a Clara, pero la mayoría de ellos la ignoraban, y los que no lo hacían contestaban con una negación de cabeza o un encogimiento de hombros. Había tantos cuadros, que cuando acabara de preguntar igual era vieja, más cuando Jocelyn le advirtió que detrás de los cuadros grandes había cuadros más pequeños. Aquello quería decir que, probablemente, tuviera que empezar de nuevo y ser muy escrupulosa en la búsqueda.
Afortunadamente, tal y como había anunciado Jocelyn, las rubias sabían encontrarse entre sí, y tras dar un grito de júbilo lanzó chispas rojas para que Millie la encontrara. Millie fue a toda la velocidad que le permitieron sus piernecitas y se emocionó al ver como el cuadro coincidía con lo que se esperaba. Había perdido los colores, pero la moldura encajaba, la chica tenía el pelo y los ojos claros y tenía una botella a los pies. Estaba llorando, quedamente, y cuando Millie la llamó se giró lentamente hacia ella. Era tan hermosa que hacía que Jocelyn fuera del montón, etérea, casi como un ángel, como la verdadera ButterCup. Con gran esfuerzo dijo
- ¿Adam? ¿Me está esperando? ¿Después de tanto tiempo? - Sonrió mientras se secaba las lágrimas - Llevadme con él, por favor.
Jocelyn cogió el cuadro por un extremo y le dijo a Clara
- No te preocupes, te vamos a llevar enseguida. Está cerca, no hables, no queremos que se te gasten los colores. - Entonces miró a Millie y le dijo - Coges tú por un lado y yo por otro, la descolgamos de la pared y la llevamos. ¿A la de 3?. 1, 2 y 3...
Entre las dos niñas descolgaron el cuadro y lo cargaron a través del cementerio de cuadros. Les fue difícil orientarse, porque necesitaban las dos manos para llevar el cuadro, así que para mantener la varita encendida la tenían que llevar con la boca. Tardaron un poco, pero finalmente llegaron frente a Adam. Los colores parecían haber desaparecido por completo, y ni siquiera se movió cuando Clara lo llamó
- ¡Adam! ¡Soy yo! ¡Despierta!
Pero seguía sin moverse. Tal vez era tarde, y tal vez el esfuerzo empezara a pesar en Clara. Su mar se iba haciendo más lento conforme iba hablando. Aquello no estaba funcionando, se les tenía que ocurrir algo a las chicas para ayudar a que el amor verdadero no se extinguiera para siempre. Jocelyn se mordió el labio llena de angustia y le dijo a Millie
- ¿Se te ocurre algo? Los personajes de los cuadros normales pueden viajar entre un marco y otro donde están pintados, pero Adam no está pintado en el de Clara, y al revés tampoco.... No sé que hacer.
El cuadro pesaba y Millie caminaba de lado, sujetando la parte que le tocaba con todas sus fuerzas y llevando la varita bien sujeta entre los dientes, mientras intentaba ir guiando y llegar cuanto antes hasta Adam.
— Enfeguida llegamoz... — Le dijo, intentando tranquilizar a la chica del cuadro. Era complicado hablar con la varita en la boca, la lengua no podía tocar bien el paladar y las palabras se transformaban en un galimatías que a veces costaba entender.
— Vo he vizto antez... Efpeda menzaje, pedo botella dota, ¿veddad? —
Su padre siempre decía que ni bajo el agua se callaría y, tener que cargar un cuadro pesado, sujetando una varita con la boca e iluminando el camino para no perderse, no iba a hacer que Millie se callara.
Cuando llegaron junto a Adam, el corazón de la niña dio un vuelco. Soltó con cuidado su lado y se acercó al cuadro del chico, colocando ambas manos sobre el marco mientras le llamaba con voz rasgada. ¿Habría llegado tardo? No... No podía ser... Había corrido todo lo que había podido, había estado allí, buscándola... Si no hubiera buscado la salida, si no hubiera escuchado a Micaelah y la hubiese ayudado a salir para que pudiera hacer pipí, entonces...
— Entonces seguiría igual... — Se dijo con rabia y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas ardientes. Era una inútil, no había conseguido ayudar a nadie... Si no hubiera salido, no habría encontrado a Jocelyn y seguiría buscando inútilmente... Se mordió el tembloroso labio y volvió su mirada hacia su compañera, escuchando las palabras que le decía mientras una lágrima conseguía escapar de sus pestañas y deslizarse por su mejilla.
— ¿Tiene que estar pintada...? — Preguntó, asegurándose de haber escuchado bien y secó las lágrimas con la manga de su túnica mientras buscaba un cálamo y un tintero en su mochila. Había tenido una idea y no sabía si saldría bien. Ella no era una pintora y sus dibujos eran un poco meh, pero... Si no lo intentaba, entonces sí que sería tirar la toalla... ¿Qué podía perder por intentarlo? Total, los cuadros estaban en el cementerio, nadie lo notaría... ¿Verdad?
Se puso de rodillas, delante del cuadro de Adam y empezó a dibujar en una esquina. Su mirada se alternaba entre Clara y su dibujo y durante un rato guardó silencio, concentrada en intentar plasmar la sensación que le daba cada vez que miraba a la chica.
Clara veía como Millie y Jocelyn la cargaban y no pudo evitar reír cuando Millie empezó a hablar de esa forma tan graciosa. No es que pretendiera ser graciosa, pero es que Millie no era de las que valoraran el silencio en su justa medida, y ni una varita en la boca le iba impedir dar rienda suelta a la cascada de preguntas que revoloteaban en su cabeza.
- Sí, la botella.... se me rompió...y.... - la risa empezaba a dar paso a una angustia casi palpable - y Adam, no le pude contestar..... Debe haberse casado con otra....o se ha muerto de pena - La chica del retrato se puso a llorar de nuevo - Todo...por no poner cuidado. ¡Soy tonta! ¡No me lo merezco, Adam es demasiado bueno para mi!
La culpa parecía aplastar a Clara. No se sabía cuanto tiempo debía haber estado culpándose, pero parecía una eternidad. Su amado esperaba una respuesta y ella no se la había podido dar, pero ese dolor no fue tan fuerte como ver reducido a Adam a una pintura estática y gris. Clara se derrumbó y sus sollozos se hicieron más fuertes, golpeando la pared del cuadro, como si así pudiera escapar y correr junto a Adam. No era la única que se culpaba, pues Millie se reprochaba el no haber actuado antes, el no haber encontrado antes a Clara, el no ser capaz de hacer una a derechas. Sin su tortuga seguiría prisionera del cementerio, sin Jocelyn no la habría encontrado, y ella, ella solo podía llorar. Cruzó la mirada con Jocelyn y vio que la chica también lloraba en silencio.
La pregunta de si necesitaba estar pintada hizo que Jocelyn recordara algo. Millie comenzó a pintar, tratando de pintar una Clara para que pudiera llegar a ese cuadro. Había trazado un par de veces en una esquina cuando Jocelyn le saltó encima y le arrebató el pincel de las manos.
- ¡Para! ¡Para! Creo que se me ha ocurrido algo. Necesito que pongamos los cuadros juntos, que se toquen los marcos. Una vez, me pareció leer en uno de los cuentos de Beedle el Bardo que así conseguía escapar de un cuadro encantado. Igual si sirve para sacar gente, puede servir para meterla....
Y dicho y hecho. Las chicas juntaron los marcos, pero nada pasó, Adam no se movía y Clara no hacía más que llorar. Jocelyn le dijo a la chica
- Tienes que moverte hacia la izquierda, si todo sale bien pronto podrás ver a Adam. - Clara la miro incrédula, pero comenzó a correr a cámara lenta hacia el lado donde los marcos se tocaban. Pronto desapareció de vista, y durante unos tensos instantes parecía que se había perdido, pero finalmente apareció en el otro marco. Parecía cansada, sus colores se habían apagado, aun así se movía hacia un Adam que parecía incapaz ya de moverse. La chica se arrodilló a su lado y lo abrazó con infinita ternura mientras la brisa volvía al cuadro, y las olas del mar volvían a batir la arena de esa playa infinita. La chica desenrolló el mensaje y empezó a leérselo
- Adam, te quise desde el momento en que te vi y te querré hasta que se acabe el tiempo. Nada podrá cambiar eso, ni la distancia, ni mis padres. Tú Clara - sollozó - ¿Lo entiendes? Tú Clara, la que te quiere, la que no puede vivir sin ti, vuelve, vuelve a mi, te lo suplico. ¡Vuelve!
La imagen del chico pareció moverse, pero fue tan sutil que no había manera de estar seguras. Clara volvió a abrazarlo por la espalda, y así se quedó sollozando hasta que finalmente una mano de Adam se posó sobre la suya.
- Te quise desde que te vi, y te he seguido queriendo. - Dijo de forma cansada el muchacho. - Soy tan feliz de que hayas vuelto....tan feliz....
Y así se le veía, con una sonrisa de felicidad y una mirada de paz mientras sus ojos se perdían en la noche. El gozo se mezclaba con las lágrimas en el rostro de Clara mientras abrazaba al chico por detrás. Su cabello ondeaba con la brisa marina mientras su rostro se perdía en el cuello del muchacho. Les dedicó una última mirada, una sonrisa agradecida, y finalmente les dijo
- Gracias por ayudarnos. No sé quienes sois, pero nos habéis salvado. Gracias
El rostro de la chica volvió a apoyarse en su amado, esta vez en su espalda, en una expresión de inmensa felicidad. No volvieron a moverse, nada necesitaban, todo lo tenían al alcance de sus manos. Una noche de luna llena, el cielo repleto de estrellas, una playa sin fin, la brisa del mar, el batir de las olas y el palpitar de dos corazones hechos uno de nuevo. Sus colores se habían apagado, pero su felicidad sería eterna.
Jocelyn veía la escena consumida en un mar de lágrimas. Se sentó en el suelo, mirando el cuadro y finalmente dijo
- Es como la Princesa Prometida. Así es el amor verdadero.... pero es a la vez tan triste..... - Y Jocelyn se arrojó a los brazos de Millie buscando un consuelo que tal vez no pudiera encontrar.
Motivo: Estudio
Dificultad: 12
Habilidad: 6
Tirada: 7 8 9
Total: 8 +6 = 14 Éxito
Millie detuvo el pincel y miró a Jocelyn con los ojos muy abiertos. Tardó un par de segundos en comprender lo que le estaba diciendo, pero... ¿No tenía que estar pintada? Si ella lo acababa de decir... ¿Los marcos juntos? Miró hacia el cuadro y se mordió el labio, indecisa, ¿serviría? Tenían que intentar lo que fuera si querían salvar a Adam de quedarse completamente paralítico y morir triste y gris y...
Asintió con la cabeza y se levantó para ayudar a Jocelyn a trasladar el cuadro de Clara. Pegaron ambos marcos y contuvo la respiración mientras su nueva amiga le decía que corriera hacia la izquierda. Sintió como su corazón empezaba a acelerarse cuando Clara desapareció y soltó el aire que había estado conteniendo cuando la vio aparecer en el cuadro de Adam.
— Ha funcionado... — Musitó con la voz sobrecogida al ver a Clara correr y abrazarse al chico. Escuchó las palabras que se dijeron y ya no pudo contener más las lágrimas, éstas rodaban por sus mejillas, libremente y sin ataduras. Pero entonces... Entonces ocurrió algo que no se esperaba... En lugar de recobrar el movimiento, el color y las sonrisas, ambos se quedaron completamente quietos, como si la vida hubiera desaparecido de sus trazos... Millie empezó a sollozar y, aunque en el fondo sabía que habían muerto felices, sentía un gran vacío en su interior... No había podido salvarles, no había servido de nada...
Sintió los brazos de Jocelyn y se abrazó a su vez a ella, dejando que la pena que sentía su corazón inundara todo su cuerpo y brotara de sus ojos en la forma de lágrimas ardientes.
— Tiene que haber alguna forma de devolverles a la vida. Han estado tantos años separados... Joooo... Se merecían poder ser felices... — Dijo entre lágrimas cuando por fin pudo hablar, tras un rato de sollozos. — Encontraré la forma... — Se prometió y se apartó un poco de Jocelyn para mirarla a los ojos con mirada decidida. Tenía un nuevo objetivo.
En ese momento, en ese abrazo, se forjó una inquebrantable amistad entre Millie y Jocelyn. No podían ser más diferentes, Millie era un terremoto, siempre con alguna loca idea que hacer, alguna travesura o una aventura, todas ellas acompañada de su inseparable tortuga y Jocelyn más tranquila y sociable, con una paciencia a prueba de bombas, a pesar de lo pesados que se ponían los chicos con ella. Diferentes, como sus orígenes, pero al contrario de lo que hacían muchos sangres pura el interés y la curiosidad de Jocelyn por las cosas muggles era sincera e inagotable.
Las dos llorarían esa día al ver lo que era el amor verdadero. Un amor que trascendía lo físico y llegaba a la pintura, donde dos personas se fundían en una para pasar toda la eternidad juntos después de una vida de vivir separados. Jocelyn le dijo a Millie con infinita ternura.
- Creo que son felices así, creo que por fin son felices. ¿Te imaginas el tiempo que han debido de vivir separados? - Se secó las lágrimas con la manga de la túnica, dejando ver unos preciosos ojos azules que serían la perdición de innumerables chicos a lo largo de los años - Pero si tú dices que encontrarás la manera de revivirlos yo te ayudaré. Tiene que haber alguna solución, esto no puede ser el final.
Y así dejaron el cuadro de Adam y Clara, en un lugar que no olvidarían del cementerio de los cuadros perdidos. Pronto las clases acapararían todo su tiempo, y los amigos, el quidditch, las travesuras y las nuevas aventuras, como encontrar un pasadizo nuevo o explicarle a Jocelyn lo que era un avión o un taxi. Aun así, todas las semanas, cuando los deberes estaban hechos, encontraban un momento para encontrarse en la biblioteca para volver loca a la señora Pince con sus peticiones sobre como arreglar cuadros.
Durante meses estuvieron probando distintas soluciones: Usar reparo, recortar el lienzo del cuadro de Adam y Clara y ponerlo en otro de un paisaje donde todavía se movían los pájaros en un árbol, volver a usar reparo para dejarlo como estaba... Muchas soluciones, y cada vez más peregrinas. Preguntaron a los profesores, mandaron cartas a pintores, y todos les acababan diciendo lo mismo, que los cuadros tenían una vida determinada, y que no se podía hacer nada, aunque hacer nada no estuviera en el vocabulario de Millie y Jocelyn.
Poco antes de acabar el curso descubrieron la solución por accidente, haciendo los deberes de la clase de pociones en el cementerio de los cuadros. Jocelyn no era especialmente buena en esa asignatura y la poción herbovitalizante no era sencilla. Tampoco ayudaba mucho que la atención de las chicas estuviera enfocada en reírse de Ismelda Pucey, que finalmente había recibido su merecido. La habían expulsado al descubrirse que había dañado a un elfo doméstico de forma cruel, y que había tratado de esclavizar a 3 más, siendo los elfos de Hogwarts libres.
Esa charla les dio la solución. El caldero hirvió más tiempo del necesario y las burbujas se comenzaron a formar, el color de la poción cambió de un verde hierba a un marrón chocolate, y entonces una burbuja saltó del caldero y mojó uno de los cuadros cercanos, volviendo a la vida para sorpresa de las chicas.
Con temor de estropearlo más vertieron unas gotas sobre el mar del cuadro de Adam y Clara, y las olas volvieron a la vida, y tras ellas la pareja de eternos enamorados. Les dieron las gracias, y a petición de las chicas se dieron un beso, uno que no les pareció asqueroso, como los de la hermana de Millie, porque ese era de amor verdadero, y en caso de amor verdadero se podía soportar un beso.
Y allí se quedaron, a pesar de que Jocelyn les dijo que podía llevarlos a su casa. Adam y Clara se quisieron quedar en el cementerio para cuidar del resto de cuadros, y para vigilar. Nunca se sabía cuando una chica con una tortuga iba a aparecer para ponerte la vida del revés.
-FIN DE LA ESCENA-