Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

Fama y gloria

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20/05/2008, 16:02
Javier Núñez de Oviedo

El capitán sonríe al escuchar al cabo.

-Así que es vuestra merced. Bien...

Se gira a uno de los marineros.

-Mandad llamar a Montes. Que le den un coy y le devuelvan sus armas.

Nuevamente, miró al hombre antes de volver al camarote.

-Bienvenido a esta expedición, señor Dorantes. Espero que además de soldado esforzado, demostréis ser un compotente suboficial, y consiga guiar bien a los hombres y mantener la disciplina cuando estemos en territorio hostil.

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20/05/2008, 16:05
Andresillo Montes

Tras unos interminables momentos, en los que los marineros charlaban entre si y le miraban de reojo, el bueno de Andresillos aparece por la escalera procedente de la cubierta inferior.

-Veo que seguís siendo hombre de palabra, Andrés. Digo... mi cabo. Acompáñadme.

Comenzó a caminar y bajó por las empinadas y resbaladizas escaleras hasta el entrepuente. Allí, decenas de figuras roncaban colgando del techo, envueltas en blancos coys que se balanceaban de forma apenas perceptible. Los cañones estaban a cada banda, fijados por cabos a la amura del galeón. La luz era poca, y solo la ofrecía una lámpara encendida cerca de través.

Esquivando a los allí presentes, los dos hombres llegaron hasta la zona de popa, donde Andrés abre un pequeño arcón y extrae un coy enrollado con sus ataduras.

-Podéis meter vuestras cosas en el arcón este, lo compartiremos. Ayudadme a colgar esta mierda.

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20/05/2008, 16:45
Andrés Dorantes de Carranza

Mientras meto algun que otro enser en el baúl, le digo a Andresillo, Gracias por la hospitalidad, aunque hay cosas que prefiero tener siempre a mano, dicho acariciando mi arma con el dorso de la mano.

Voy a la ayuda de Andresiilo para montar el coy y le comento, Me ha cogido por sorpresa mi graduación de suboficial, pero he de decirte que no defraudare al capitan de este barco pues mi palabra esta en juego.

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21/05/2008, 11:53
Ignacio Torrejón

Ignacio reflexiona un segundo las palabras del Padre para finalmente asentir convencido. -De acuerdo Padre. No perderé un segundo y dispondré de lo necesario para la partida ahora mismo. Supongo que nos veremos mañana en el muelle temprano, ¿no Padre? ¿Hará usted el favor de avisar al capitán o al responsable e la expedición mi incorporación y sus condiciones?- Habla sin mirar a los ojos a su interlocutor, algo distraído, danzando de un lugar a otro de la habitación ya plenamente enzarzado en la tarea de preparar su viaje.

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25/05/2008, 15:05
Director

Acostumbrado ya a dormir en tierra, Andrés y su compadre se sientan algo incómodos en el coy, pero terminan durmiéndose. Al amanecer, un vaivén les despierta, y la luz que entra por una porta abierta (donde un marinero echa un cubo con el contenido de las vejigas de varios hombres) les despereza.

El cirujano Ignacio Torrejón, cargado con el equipaje imprescindible (gran violencia ética ha debido hacerse para dejar muchas cosas de valor en su casa, por muy cerrada a cal y canto que la haya dejado) sube al San Justo por la escala de través, donde las manos del padre Salvatierra (franciscano subido anoche al buque) le ayudan a subir.

Tras presentar los respetos al capitán Núñez de Oviedo, hombre famoso en las islas y con ciertas inquietudes intelectuales, según han podido conversar, el cirujano recibe como aposento en "cómodo" pañol del cirujano, en la cubierta de sollado. Sin aguardar a nadie más, el San Justo se hace a la mar, bajo la atenta mirada de los soldados del castillo, que no han recibido órden alguna para disparar al buque.

El capitán se mantiene firme en el espolón de proa, sintiendo el viento revolverle su pelo mientras mira el sol del amanecer. En su mente, un mundo nuevo por explorar. En su corazón, un amor perdido.