La góndola avanzaba lentamente, deshilachando la bruma que la fría mañana había dejado atrás. Quien conducía la góndola con mano hábil era Nicolo, el líder de los Nosferatu de Venecia. La serenísima solo acogía aun un puñado de nosfertu acosados y asustados, la ciudad no proporcionaba un buen cobijo para los Priores1, la ciudad no cuenta con catacumbas, ni cloacas ni otros locales subterráneos. En vez de eso, los Nosferatu deben refugiarse en edificios abandonados y otras estructuras olvidadas con el constante peligro de ser descubiertos.
Nicolo había asentado hace años su refugio en la pequeña isla de San Michele, donde se encontraba una pequeña comunidad de leprosos. Tu sire adoptivo se hacía pasar por un leproso para no ser descubierto, cubría su cara con sucias vendas y caminaba encorvado, todo ello conseguía disimular su verdadero aspecto.
Hacía meses que Nicolo te había acogido después de verte vagar entre los leprosos y había accedido a ser tu sire, evitado así la ira del Dux y que este te condenara a muerte al amanecer. Mi querido allievo2, el Dux reclama nuestra presencia en sus salones, algo importante quiere. ¿Zara? Por toda la comunidad nosferatu no habia tardado en correr la noticia, las discusiones del conclave no sirven de nada3. Los mortales habían decidido el destino de la cruzada a espalda de los vampiros. Los cruzados no pueden pagar su deuda a los venecianos, así que han acordado ayudarles con un “pequeño problema”, en un intento de enderezar las cosas. El pequeño problema era la ciudad de Zara que se había rebelado contra la República de Venecia en 1183, y se había unido al rey Emerico de Hungría. Venecia quería recuperar dicha ciudad. ¿Crees que es algo relacionado con el destino de la cruzada? Sabías que el único propósito de Nicolo al preguntar era hacer el viaje más ameno hasta la plaza de San Marcos más ameno con sus preguntas. Normalmente el nosferatu permanecía cayado, escuchado.
Enzo permanecía sentado en la góndola, en completo silencio, casi hipnotizado por la forma en la que la embarcación cortaba la mortaja espectral que tejía la bruma sobre el canal. Las palabras de Nicolo, poco dado a la conversación, le sacaron de su ensimismamiento.
-¿Qué no guarda relación con las Cruzadas, Maestro? Venecia anhela recuperar Zara, a sangre y fuego si es necesario. Son tiempos convulsos... Es tiempo de guerra-. Su voz ronca emergía de la máscara amortiguada, pero perfectamente audible. -Entiendo por qué el Dux os reclama a vos, Maestro... Pero no entiendo por qué me quiere a mí allí... Para el Dux soy...-. Enzo guardó silencio un instante y comenzó a reír. Una risa queda, gutural. -...Un barbone-. Una vez su risa se extinguió, los pozos de noche que eran sus ojos se clavaron en Nicolo. -No os he agradecido lo suficiente vuestra acogida... De no ser por vos, de mí sólo quedarían ombras... y cenere. Grazie mile, Maestro-. Su agradecimiento era auténtico y sincero, un lujo que Enzo dispensaba muy pocas veces. Su muerte le había alejado de Dios y lo había alineado con las huestes del Diablo. Ahora era un cainita, algo que abrazaba como un náufrago una tabla maltrecha en el mar para evitar ahogarse en un océano de oscuridad.
Barbone - Vagabundo.
Ombras y Cenere - Sombras y Ceniza.
No te voy a dejar solo con el italiano ;D
Tras pasar por varios canales estrechos la góndola llego al gran Canal y navego por este, pasando por sus dos grandes curvas. El canal estaba atestado de barcas de muy diversos tamaños y boato. Había pequeñas embarcaciones de pescadores junto a grandes galeras con acabados repujados en pan de oro, o sobrios navíos mercantes junto a góndolas con doseles de seda. Los edificios que bordeaban el canal eran lujosos palacios de mármol sujetos sobre pilares de madera con sus propios embarcaderos. La góndola finalmente golpeo contra el embarcadero cercano a la plaza de San Marcos. Uno de los guardias del embarcadero, seguramente un ghoul del Dux, ato el cabo que le lanzo Nicolo en uno de los postes.
Nicolo comienza a guiarte por la gran plaza. Torres, cúpulas y líneas barrocas de los palacios, trazaban una línea negra y dorada al recortarse contra el negro cielo. El león alado en su pilar, alzaba una garra pontifical en dirección a los dorados caballos de la lejana basílica de San Marcos, ignorando a la corriente humana que transitaba por allí a esas horas.
Nicolo encaminó hacia uno de los edificios cerca de la Basílica de San Marcos y comenzó a bajar rápidamente por unas escaleras. Era sorprendente que en una ciudad erguida sobre una laguna pudiera haber un sótano. Tras pasar barias puertas llegáis a una gran sala. El suelo está cubierto de mosaicos hechos de oro, bronce y una gran variedad de minerales. De igual manera, las paredes están decoradas con mosaicos, esculturas bizantinas y estatuas de varios santos y mártires.
La sala se encuentra prácticamente vacía. Un hombre altivo de pelo cano y rostro severo se encuentra sobre una tarima, no es necesario que ti maestro te comenté que es Narse el príncipe de Venecia. Justo a su lado un paso por detrás de él y sobre la misma tarima, se encuentra un hombre de unos treinta años de cabellera rubia y mandíbula marcada. Al igual que Narse viste una túnica elegante de corte veneciano y solo porta una simple daga en el cinto, sabes que es Guillermo Aliprando, el lugarteniente de Narse.
Signore Nicolo. Ha venido como le indique, acompañado de su querido discípulo. Creo que ya conoce los peligros que se sume nuestra querida repubblica, pero le relatare lo que a mí me preocupa.
Las discusiones del conclave no sirven de nada. Los mortales ya han decidido el destino de la cruzada: Dalmacia. Los cruzados no pueden pagar su deuda a los venecianos, así que han acordado ayudarles con un “pequeño problema”, en un intento de enderezar las cosas. El pequeño problema era la ciudad de Zara que se había rebelado contra la República de Venecia en 1183, y se había unido al rey Emerico de Hungría. Venecia quería recuperar la ciudad de Zara.
Sonriendo misteriosamente una vez más, el Dux explica que son tiempos difíciles. Las antiguas costumbres se están perdiendo, y un nuevo mundo está a punto de nacer. Era la primera vez que los mortales rompían los hilos que los unían a los cainitas y tomaban una decisión tan importante sin escuchar a los confabuladores que habitaban en la noche. Si no queremos ser borrados del mundo, deberemos estar preparados. Con ese fin, necesito que alguien sea mis ojos y oídos en la cruzada. Necesito un agente independientes e inteligentes, gente como vuestro discípulo, que ha demostrado su valía. Así, también el joven Enzo podría resarcir su compromiso con la repubblica
Enzo permanecía en silencio sepulcral. Escuchando. Observando. Analizando.
El Dux tocaba la melodía a su gusto, pues ese privilegio otorga ser el Príncipe del reino de las sombras en Venecia. El hombre conservaba un aspecto inmaculado y emanaba un aura imponente. Primero, adulaciones. "Valía". Después, recordatorios. "Compromiso con la Reppublica".
Il mio compromiso es con Venetia y con los mios fratelli... pensó Enzo en un arrebato de orgullo. Pero como buen leproso, el enmascarado, bien educado por su maestro, hizo una teatral reverencia sosteniendo su sombrero emplumado y habló con su lengua de plata.
-Mio Dux, me honráis con vuestras palabras. Sólo soy una humilde sombra en la noche brumosa de nuestra amada Venecia-. Su voz, sombría. Sus modales, exquisitos. -Decidme pues, Dux. ¿En qué puedo seros de utilidad? ¿Cómo puedo... renovar mi compromiso con la Reppublica?-.
Enzo no olvidaba. No olvidaba que en esa sala estaba el hombre que a punto estuvo de condenarlo a muerte por amanecer y el hombre que le salvó su triste vida tras el Abrazo. No olvidaba su deuda con Nicolo. Y no olvidaba su desprecio por el Dux. Pero Enzo estaba muy lejos de ser estúpido. Contar con el favor del Dux podría deparar grandes beneficios tanto para él como para los suyos, desprovistos de refugios seguros en la ciudad anegada. Enzo no tenía nada con lo que negociar... Aún. Primero, hallar las necesidades. Luego, explotar las debilidades. Al fin y al cabo, para el clan Nosferatu todo se basaba en jugar con la información que pudieran conseguir. Su supervivencia se basaba en eso.
Necesito un agente independiente e inteligente, gente como vos. Lo único que tendréis que hacer es proporcionarle información: cartas y otros mensajes. Si quisiera más, ya lo pediría cuando fuese conveniente. ¿Os convence el trato?
Entonces Guillermo Aliprando, el lugarteniente de Narse, dio un paso al frente y hablo. También necesito otro favor, este es de índole personal. Hace unos días un vampiro abrazo sin permiso a un chiquillo en la ciudad. Un acto horrendo que va contra las tradiciones y que debe ser lavado con la sangre del agresor. El nombre de tal transgresor es Rico Garzoni, un alborotador. Seguramente intentara escapar de la ciudad con los cruzados, ahora se encontrará escondido en alguna madriguera y será imposible cazarlo, pero cuando vuelva a aparecer, y es seguro que lo hará, quiero que me ayude a capturarlo. El Dux y yo estamos dispuesto a ser muy generoso con este favor, le concederé el don que Rico trasgredió. Cuando haya capturado a Rico, será libre de abrazar a un chiquillo en esta ciudad. El dux asintió a las palabras de su lugarteniente, seguramente era algo que ya tenían pactado de antemano.
Nicolo observo al Dux y a Guillermo con sorpresa. Mi pocos príncipes permitían abrazar a los Priores, muchos consideraban que la maldición que transmitían los nosferatu era doble maldición.
-¿Nos convence...?-, pensó Enzo reprimiendo una risotada ante las palabras del Dux. A veces, tener máscara resulta muy útil. -¿Acaso tenemos elección, Dux...?-. Bajo la máscara, el Nosferatu esbozó una sonrisa amarga.
-Habéis sugerido la rebelión de la ciudad de Zara... Vos queréis información. Y yo soy especialista en recabarla en silencio, con discreción. Acepto, signore. Será para mí un honor honrar vuestra fe en mí y la confianza de mi maestro, aquí presente-, dijo con tono ceremonioso, sólo honesto en lo relativo a Nicolo. Su intención era preguntar los detalles de la misión, pero algo se lo impidió.
Intervino el joven Guillermo, su tono directo y firme. Enzo desplazó sus ojos vidriosos y oscuros hasta el noble y escuchó con atención. No le pasó desapercibida la sorpresa de Nicolo. Tampoco la recompensa que prometía el Dux por la cacería del tal Rico Garzoni. Los leprosos eran considerados condenados de segunda. Tener su propio chiquillo le resultaba... perturbador. Un mar de dudas anegaba su mente en estos momentos. Él mismo había sido abandonado a su suerte por su verdadero Padre. Adoptado por Nicolo por pura misericordia. ¿Debía él dar a alguien el Abrazo de clan más horrendo y deforme de todos y condenar un alma a una no muerte de indignidad y miseria? ¿Debía él tomar como discípulo a un grotesco ser en cuyo corazón sólo anidaría el rencor en su estado más puro?
Enzo había tardado meses en diluir su amargura tras el Abrazo, y en parte lo hizo por la intervención salvadora de Nicolo, que se negó a darle por perdido. Luego, la emoción de la caza compensó las carencias de la vida que había dejado. La caza... Y el ansia de venganza contra su verdadero Padre.
Enzo permaneció en silencio un largo instante tras las palabras de Guillermo. Sentía los ojos de Nicolo posarse en él, expectantes. No quiso decepcionarle en ese momento. Torció el gesto, indeciso, pero finalmente habló.
-Mi señor, me honráis a mí a mi clan con un regalo excepcional-. Pronunció las palabras despacio, solemne, mientras efectuaba una reverencia. Detestaba plegarse ante los nobles, pero sabía de su utilidad, pues la mansedumbre, a menudo, es la mejor máscara para el lobo.
-Sea. Rico Garzoni será vuestro-, zanjó de forma siniestra. -Decidme... ¿Quién es el chiquillo de Garzoni? ¿Vive aún?-.
Pobre infeliz. Imaginó a Rico Garzoni hambriento, con una sed incontenible y acurrucado entre sombras. Y he aquí la ironía, pues una sombra sería la encargada de cazarle.
Entiendo que mi enlace con el Dux es Guillermo y que a él debo dirigirme durante mi misión. Corrígeme si me equivoco.
Pobre Rico... No sabe la que se le viene encima xDDDD
El chiquillo de Garzoni a escapado en dirección a Francia, a través de los Alpes. Contesta con frialdad el lugarteniente. Ese pobre desgraciado no sabe que ya está muerto. Pero quien verdaderamente importa es Rico Garzoni, ese reprobó debe de ser condenado.
Entiendo que mi enlace con el Dux es Guillermo y que a él debo dirigirme durante mi misión. Corrígeme si me equivoco.
Correcto.
Enzo entornó los ojos, gesto que pasó desapercibido en las sombras que bañaban su rostro bajo la máscara.
-Lástima...-, dijo en un murmullo que pareció afilado como un cuchillo. -...Habría sido una valiosa baza con la que trabajar-. Sin el chiquillo y con Garzoni desaparecido, el Nosferatu calibró sus opciones. Los nobles no suelen valorar demasiado bien a los que piensan. Y Enzo no quería pasar por demasiado astuto a ojos del Dux. -Entonces... Tal y como yo lo veo... Sólo resta aguardar paciente una señal o alguna pista entre los cruzados...-, dijo con tono enigmático. -Seré vuestros ojos y vuestros oídos, signore...-.
Guardó silencio, a la espera de confirmar si los nobles tenían algo más que añadir. Él no decidía cuándo se terminaba la reunión.
Off the record: Que yo sepa, no hay ninguna pista de Garzoni salvando que parece que quiere abandonar Venecia camuflándose entre los cruzados, ¿correcto?
Confío en tus dotes para la reunión de información. Dijo de forma cortante el Dux. Partirás en una de las galeras de Venecia, pero ten cuidado no te descubran en la travesía. A continuación, Nico se embarcó en una conversación con el Dux banal sobre rumores en la ciudad e informaciones contrastadas que por ahora a ti te importaban poco, ahora tenías lo ojos puestos en la ciudad dálmata de Zara.
Finalmente, el Dux os despidió, dándote permiso para preparar el viaje. Al salir de los palacios, Nicolo confirmo tus temores, él tampoco disponía de información sobre el tal Rico.
Off the record: Que yo sepa, no hay ninguna pista de Garzoni salvando que parece que quiere abandonar Venecia camuflándose entre los cruzados, ¿correcto?
Correcto, y en Venecia no vas a conseguir más información.
¿Alguna cosa más antes de embarcar con destino a Zara?
Vivía para contarlo y tenía una misión relativamente plácida para él. Enzo era una sombra, siempre discreto y silencioso. Recabar información sería una tarea, en principio, sencilla para él. Sabía que la situación en Zara no sería buena, pero ni él ni sus hermanos de clan tenían una situación precisamente cómoda en Venecia. Ahora bien, cazar a Garzoni sería una tarea más... estimulante. Sin apenas pistas, ni una descripción, ni nada relevante a lo que ceñirse para seguirle la pista, la situación se resumía en esperar, escuchar y permanecer en guardia.
Saliendo del Palazzo, Enzo dirigió unas breves palabras a su maestro Nicolo.
-Maestro... Quiero hablaros con sinceridad. No me considero digno de engendrar a un chiquillo... No quiero ofenderos. Sé el gran privilegio que supone para nosotros, los doblemente malditos, pero... ¿Acaso no sería mejor un refugio digno y seguro para nuestros hermanos en nuestra Venecia? El Dux cree que puede tenernos al margen, como mendigos... Y que nos conformaremos con las migajas que caigan de sus mesas de madera noble... No... No es justo-, dijo con evidente amargura, el rencor aflorando bajo la máscara. -Vivimos en la precariedad absoluta. Expuestos todas las noches a ser descubiertos por nuestros enemigos, o por el ganado... Les odio, maestro... Les odio...-. Aunque su sinceridad era abrasiva, Enzo era contenido en sus palabras, más un susurro que una acalorada exclamación.
Antes de perderse en la oscuridad, dispuesto a partir hacia Zara e iniciar su misión, se giró hacia Nicolo, insondable tras la hermosa máscara con la cubría su horrendo rostro.
-¿Algún último consejo, maestro?-. Pocos seres despertaban la humildad en Enzo como Nicolo, al que profesaba franco agradecimiento.
Por si cae algo más, he dejado esta entrada con Nicolo, para afianzar el vínculo ;)
Listo para partir.
Entiendo que llevo mi atuendo completo y las ganzúas que te pedí. Con todo eso estoy servido. Viajo ligero ;)
Tus palabras son muy nobles, mucho más nobles que las palabras del Dux. Comenta Nicolo mientras dirige la góndola por los estrechos canales de Venecia. No debes de dejarte engañar por las palabras del poderoso, una cosa es aquello que prometen y otra cosa es aquello que dan. Aunque consiguieras cazar a ese renegado, dudo mucho que el Dux cumpliera su palabra. Con ello no quiero quitarte la ilusión. Sabías que Nicolo era una persona muy reservada y de carácter preferentemente pesimista, aun así, sus palabras contenían la sabiduría de la edad.
Antes conocía al antiguo príncipe de Zara, Cosimo Lucretia, pero debió morir durante las revueltas de la ciudad en 1186, cuando el pueblo se alzó por primera vez contra la ocupación Veneciana. Ahora desconozco totalmente que vampiros habitan la región, siempre ha sido un punto de paso, así que, podría alzarse cualquiera con el título de príncipe, incluso un loco. También es preocupante la cercanía de las montañas y de los monstruos que habitan en ella, podría haber demonios o incluso usurpadores1 por la zona. Además, durante el asedio se producirá una gran destrucción, seguramente mueran muchos vampiros. La situación de la ciudad será un caos.
Esa misma noche conseguiste pasaje en una carraca que recorrió lenta y pesadamente el brazo de mar entre Venecia y Zara, el recorrido fue largo ya que el viento era casi inexistente en esa época del año. La carraca llego finalmente a avistar Zara 23 de noviembre, trece días antes habían llegado las galeras venecianas y cruzadas. Las galeras, al disponer de remeros, no dependían de los vientos y habían realizado el viaje en apenas tres días.
Todavía recuerdas la noche del 23 de noviembre, tras el asedio de trece días la ciudad había caído esa misma mañana. Muchos de los edificios aun ardían, los barcos del puerto habían sido hundidos y el agua cercana a los muelles se había teñido de rosa debido a la sangre de los muertos. Varias galeras venecianas se alineaban cerca de los muelles cargado las escasas riquezas de la ciudad como parte del pago de los Cruzados.
El capitán, un comerciante orondo que pretendía hacer riqueza con la desgracia de la guerra, se acercó a ti. ¿Quieres esperar una noche más en la seguridad del barco? Pregunto apoyado sobre la borda de la carraca. Los saqueos y las violaciones se prolongarán durante toda la noche.
La situación de la ciudad será un caos.
-Ver. Oír. Y callar. Como me enseñásteis. Seré una sombra. Una esquiva y silenciosa sombra-. Enzo hizo una ligera inclinación de cabeza y posó su mano enguantada en el hombro maltrecho de Nicolo. -Arrivederci, maestro. Volveremos a vernos pronto. Cuidaos-. Pronunció con énfasis la última palabra con su voz gutural.
Sin más dilación, Enzo se dispuso a viajar al corazón de un infierno con nombre propio: Zara.
* * * * *
El dulce y ferroso olor de la sangre le embriagó aquella noche del 23 de noviembre. Desde la distancia, los cabellos flamígeros de las llamas lo devoraban todo. Inquieto por la visión, Enzo parecía hipnotizado por la visión de la ciudad abrasada, consumida en las fauces de la guerra. El Nosferatu sabía que aquel no era un presagio halagüeño, antes al contrario. Debería extremar las precauciones y afinar bien sus sentidos para sobrevivir a aquella misión, en apariencia, de mero reconocimiento y observación.
El futuro de Zara los escribirían los vencedores de aquel sinsentido llamado guerra. Él sólo era un paciente observador. Uno muy paciente, de hecho.
El capitán de la carraca se le acercó. Debía estar acostumbrado a no preguntar, porque su aspecto no le llamó la atención. Y si lo hizo, buen cuidado tuvo de no tentar a la suerte.
¿Quieres esperar una noche más en la seguridad del barco? Pregunto apoyado sobre la borda de la carraca. Los saqueos y las violaciones se prolongarán durante toda la noche.
-Aguardaré una noche más, capitán. Prego. Aguardaré viendo arder el mundo... Creyendo que el fuego no puede golpear el agua que surcamos en esta embarcación. El hombre siempre parece encontrar razones para destruirse a sí mismo...-, susurró para sus adentros.
Al día siguiente el capitán preparo una pequeña chalupa para acercarte a la costa. Según te comento, esa misma mañana ya había bajado con sus hombres a comerciar al puerto. Al parecer los grandes nobles que encabezaban la cruzada había optado por crear patrullas en busca de los alborotadores y los criminales, estableciendo un toque de queda.
La chalupa proporcionada por el capitán iba manejada solamente por los marineros estrictamente necesarios. Tampoco esperarían en la playa, regresarían a buscarte justo antes del amanecer. El capitán no quería correr riesgos innecesarios con el toque de queda y solo accedió a ello después de una generosa propina.
Los marineros bogaron rápidamente hasta una zona de la costa tranquila, sin nadie a la vista, desde la playa llegaste a la ciudad sin problemas.
Fin del prólogo.