Atrás quedan los penosos días de la colonia penal 3, una experiencia nada agradable aunque por fortuna no fue lo larga que tendría que haber sido.
Tras el motin y haber salvado la vida de Lyss, con muchas reticencias por parte de las autoridades locales que desconfiaban infinito de los arrepentidos, por una orden de la oficina de justicia ducal, se le concedio la amnistía.
La despedida no fue triste ni mucho menos, además, los acólitos que tenia Maresca en el penal le hicieron saber con signos bastante evidentes que sus días estaban contados.
Maresca, afortunadamente estaba confinada e iba a ser trasladada a Susanawo, lugar en donde dejaban pudrirse a los peores elementos de Espejismo y alrededores.
En realidad tendría que haber ido allí desde el principio pero su dinero e influencias la consiguieron un puesto en la colonia penal, que por mala que fuera era mucho mejor que ese infierno.
Ahora ya no le valdría de nada. Y parecía que el mundo comenzaba a funcionar otra vez.
Aunque la devolvieron sus cosas estaba varada en un planeta en el que no conocía a nadie y sin una idea clara de que hacer.
Lyss había cumplido su servicio y pocas ganas tenia de seguir allí de forma voluntaria. Salió un poco antes que ella y cuando Deirdree salió libre la había alquilado un pequeño apartamento para que tuviera donde ir.
La fue a buscar al penal y la llevo al apartamento. También la había conseguido un trabajo en una empresa de construcción donde al salir del servicio la habían contratado como capataz por sus conocimientos en la materia.
-No es gran cosa, pero mientras pensamos que hacer y como salir de este pozo infecto puede valer-dijo Lyss-es lo menos que puedo hacer por quien me salvo la vida.
Pasáis un par de semanas aclimatándoos al lugar, y la verdad, no es para vosotras, frio, ascético y aburrido a mas no poder. Los autóctonos tampoco están muy satisfechos de dos personas como vosotras que tienen una evidente impiedad.
Además conseguir alcohol, aunque solo sea alcohol, ya es complicado. Los primeros proyectos que desgranáis es ir Tesena, pero de pronto llego la noticia.
¡Lyss había heredado un carguero!. Antes de entrar como agente había estado un año sirviendo en un mercante libre, su capitán, alguien ya de cierta edad, la había cogido cariño, la veía como una hija y sintió profundamente que la reclutaran.
Murió en una pelea de cantina con tres puñaladas, como a el le hubiera gustado, dijo Lyss con lágrimas en los ojos y lo curioso, que al no tener parientes próximos se lo había dejado a ella.
Empezaron a hacer planes, mañana se iban de ese lugar, primero para despedirse de la doctora Park, que también había dejado el servicio y se había ido a la colonia darrian, ella también lo era, estaba harta del mundo penal que nunca le termino de entender.
Una cena en casa de Lyss montando alboroto y bebiendo a coger el carguero, que se llamaba Ithaca, que se encontraba en el puerto alto de Espejismo.
Saliendo de la prisión, lo haré ignorando con frío desdén los gestos amenazantes de los sicarios de Maresca, aunque por dentro estaré temblando como un flan. Pensando en lo duro que todos dicen que es Susanawo, y que las advertencias de que me podian trasladar alli consiguieron que hace años empezara a comportarme en prision de manera menos belicosa y luego me hice amiga (gracias a Dios) de la doctora Park.
Asi que a la salida de la prisión quedé contenta pero asustada y sola, hasta que al ver a Lyss salí corriendo a abrazarla. En cuanto al trabajo y el apartamento conseguido, se lo agradezco con un nudo en la garganta y los ojos ya a punto de llorar.
Sobre lo de aclimatarse a Ubrana, se lo puedo comentar a Lyss:
- Este clima es horrible. El lugar es gris y agobiante. La gente es hosca y malhumorada. No hay alegría ni música ni alcohol ni libertad. Mi madre me decía, y con razón, que soy una descarada ligera de cascos. Nunca encajaré aquí.
Aprovecho ese par de semanas para enviar correo a mis padres en Gazulin. Imagino que tardará bastante porque está a dos parsecs. Les digo que estoy en Espejismo y que me encuentro bien. Sé que han pasado ocho años y quiero ir a visitarles para disculparme porque siento terriblemente lo que hice. No es que desee volver a casa, pero quiero verles para que me perdonen y allí les contaré todo y porqué no pude contactar antes con ellos. A ver cuándo llega la respuesta.
Sobre lo del carguero, pasaré de la alegría por ser libre, a la euforia por tocar ese sueño con la punta de los dedos. Intentaré consolar a Lyss por su pérdida personal y cuando vea que se le pasa la tristeza le propongo lo de visitar a Park (-Te la presentaré, seguro que te cae bien) y me parece genial hacer una fiesta para celebrar por todo lo alto la herencia y quizá honrar a su antiguo capitán. Si ya estoy eufórica, a ver que tal con un par de copas de más.
DEIRDRE DOYLE
HISTORIA
Deirdre nació en el planeta Gazulin en la ciudad de Domhan Nua, en una familia numerosa de buena posición social. Era la tercera de cinco hermanos y además la única chica. Su padre era un médico con buena reputación y con contactos en la burocracia gobernante, y su dominante madre una rica heredera muy influyente en la conservadora burguesía domhanesa. El hecho de estar rodeada de tantos hermanos hizo de ella una niña inquieta y bastante obstinada, por lo que su madre se refería a ella frecuentemente como “la tozuda Deirdre” a causa de las continuas peleas con sus hermanos en las que se negaba a dar su brazo a torcer, peleas que en no pocas ocasiones provocaba ella. Por supuesto eran peleas entre hermanos, porque si otro niño se peleaba con Deirdre enseguida aparecían sus hermanos para darle su merecido al que atacaba a su “inocente hermana”. En resumen, su infancia fue una época bastante feliz que transcurrió sin incidentes más allá de los domésticos típicos de una familia de clase alta.
Por tradición familiar, Deirdre optó por seguir los pasos profesionales de su padre e inscribirse en la universidad con el objetivo de convertirse en médico. Aunque tenía estupendas aptitudes para alcanzar su meta, pronto se encontró con una serie de circunstancias que la abocaron al fracaso, pero no adelantemos acontecimientos.
El primer año universitario fue el mejor. Consiguió entrar en una fraternidad de mujeres e hizo buenas amistades. Destacaba entre ellas una mujer llamada Lyss Rawlins que le ayudó mucho en sus primeros pasos en un terreno nuevo y desconocido para ella. Lyss era estudiante del último curso, aunque de un nivel social algo inferior, pero congeniaron enseguida. Con su guía Deirdre obtuvo buenas calificaciones y también disfrutó la divertida y algo alocada vida social propia del ambiente universitario.
Pero Lyss se graduó y abandonó la universidad y Deirdre empezó a tomar malas decisiones tanto académicas como personales. Tuvo varias relaciones breves y tormentosas con distintos chicos, nada serio pero su influencia fue muy negativa y pronto se tradujo en un acusado descenso de su rendimiento académico que no pudo revertir. Lo cierto es que demostraba tener talento e inteligencia más que sobradas para la medicina, sin embargo, según la opinión de sus tutores tenía la mente en otro sitio, no se concentraba en sus tareas y exhibía un carácter entre terco y frívolo que perjudicaba enormemente a sus calificaciones. Como resultado de todo ello, no consiguió graduarse y la noticia cayó como una bomba en la casa de los Doyle.
Las discusiones con sus padres y sus continuos reproches la condujeron a intentar su ingreso en el ejército del imperio. Más que nada por imposición de su madre, que no veía forma de conseguir que enderezara el rumbo. Cuando fue rechazada entonces se desataron todos los infiernos con sus padres. Su padre dejó de hablarle, y su madre empezó a buscarle “un matrimonio apropiado” con un “hombre conveniente”. Esto enfureció a Deirdre y como a gritos no se resuelve nada y no encontraba solución a su problema una noche decidió abandonar la casa de los Doyle. No ha vuelto a verlos desde entonces.
Se unió a un grupo de viajeros y salió de su sistema estelar. Durante esos años participó en distintas expediciones comerciales o de exploración, y también en grupo de delincuentes, habitualmente estafadores. Esta etapa de su vida le gustó porque notaba la libertad en cada cosa que hacía, cada día había nuevas experiencias que vivir, ya fuera encargarse de curar heridas de sus compañeros, viajar a mundos desconocidos y peligrosos, conocer personas interesantes y extrañas, dedicarse a ayudar en el mantenimiento de las enormes naves espaciales, prodigios de la ingeniería que encontraba fascinantes, vagabundear por los bajos fondos de un planeta lejano, contemplar colosales mega estructuras de avanzadas civilizaciones, participar en peleas o en elaborados timos. Su vida resultaba arriesgada y excitante, como cuando descubrieron los despojos de una batalla entre piratas y fuerzas de la armada y Deirdre se apropió, emocionada, de una pistola láser que halló abandonada. Nunca había visto nada igual y la guardó como un tesoro. Aprendió un poco a usarla practicando a escondidas, aunque casi nunca la lleva encima y la guarda a buen recaudo lejos de miradas curiosas.
Los recuerdos más felices de su etapa de errante fueron cuando, recién cumplidos 24 años de edad, una compañía naviera la contrató para unirse a la tripulación de un crucero comercial de clase Leviatán, la Deméter. Era una nave enorme, de 1.800 toneladas y casi 40 tripulantes. En la tripulación la plantilla era de dos médicos, pero como el otro era considerablemente más veterano, Deirdre ejercía la función de enfermera. El capitán era un muy experimentado viajero que ya pasaba de los 70 años de edad y 50 de profesión. Se llamaba Walter Worthington y le cogió mucho cariño a Deirdre porque tenía un gran parecido con una nieta a la que hacía bastante tiempo que no podía ver. En los seis meses que ella estuvo en la tripulación el viejo se las arregló para enseñarle a manejar los controles del puente y pilotar la nave e incluso le adiestró en el funcionamiento de las torretas láser de la Deméter, sólo para así pasar más tiempo charlando con ella. Como el capitán era una persona de trato amable e incluso divertido y Deirdre no había conocido a sus abuelos, aceptó encantada al viejo Walter como su mentor y sucedáneo de abuelo. Pero pasados los seis meses, la naviera no renovó el contrato de Deirdre y tuvo que buscar otro trabajo. Ambos se despidieron emotivamente entre abrazos y lágrimas.
Pero todo lo bueno suele acabar, y lo hace de forma inesperada y brusca. La situación económica de Deirdre era desesperada. Estaba acostumbrada a un alto nivel de vida (nunca se había administrado bien ni se preocupaba de ahorrar) y en los últimos meses no había conseguido reunir dinero, en consecuencia, contrajo deudas que no podía pagar. Así que le propusieron un ambicioso plan de robo, con lo que saldaba sus deudas y además obtendría una fuerte suma de créditos, y, sintiéndose arrinconada, aceptó. Este último grupo de errantes al que se unió estaba dirigido por un hombre astuto, violento y peligroso llamado Udo Vogel, también conocido como Cicatrices Vogel porque su rostro está cruzado por antiguas heridas, el cual constantemente acosaba a Deirdre para intentar seducirla, pero ella no podía ni soportarle porque todo en él le desagradaba profundamente. Afortunadamente, la posición de ella como especialista en medicina y en manejo de astronaves (y en artes marciales, aunque esto no era conocido por muchos) le otorgaba cierta ascendiente en el grupo, por lo que podía ir eludiendo al molesto pretendiente. Vogel planeó en connivencia con unas organizaciones criminales expertas en negociar con bienes de dudosa procedencia, un asalto a un depósito de caudales y logística naval en Corben. El plan era bueno, incluso demasiado bueno, pero requería una precisión quirúrgica. Infiltrarse con una nave real de la marina, uniformes reales. Y luego el grupo de paramilitares de Vogel asaltaría por sorpresa y sin casi resistencia el depósito de Corben. Necesitaban un cebo, una astronave de peregrinos dañada por impactos de meteoritos y consiguieron un transporte, la Fides, que había sufrido un accidente hacía varios meses cerca del sistema 627-301. Después solo había que preparar la trampa: se vistieron como peregrinos ubranos y simularon las heridas y daños personales derivados de una lluvia de meteoros. Luego había que atraer a una nave mercante con autorizaciones en regla con una llamada de socorro y engañarlos para trasladar los heridos que llevarían armas ocultas. Esa primera fase del plan recaía sobre Deirdre, que debía hacer que los heridos resultasen creíbles y engañar al oficial al mando.
Cuando apareció la nave de rescate, la Qualescendor, Vogel no podía creer la suerte que había tenido: esa astronave de la marina mercante estaba en periodo de prácticas, con una tripulación de alumnos entusiastas pero novatos y solo un par de oficiales veteranos para calificar las pruebas. Al mando de la operación de rescate de la Fides designaron al suboficial Randall Otsson que se entrevistó con Udo Vogel (que representaba a la perfección su papel de santón bondadoso, fervoroso creyente y preocupado por su congregación) mientras Deirdre, primero desde lejos y después más cerca, estudiaba al recién llegado. “Parecía mayor debido a ese pelo canoso tan inusual y ese bigote, pero será de mi edad” pensó ella “Deseoso de hacer bien su trabajo, respetuoso con las tradiciones, preocupado por el bienestar de desconocidos. Y por el de sus subordinados cadetes más aún, estoy segura. Y yo usaré eso contra él.” cavilaba mientras veía a Otsson empezar a preparar el traslado con eficacia y profesionalidad. “Me cae bien y yo ahora tengo que manipularle si quiero salvar las vidas de sus hombres, que están en peligro, pero él no lo sabe”. Y suspirando pensó “Qué asco da esto a veces”. Deirdre se adelantó y se presentó con una sonrisa como la sanitaria del Fides para ayudarle y Randall asintió educadamente mientras continuaba con los preparativos. Y Udo sonriendo falsamente y haciendo algún gesto cariñoso a Deirdre, que lo encajaba con una sonrisa igual de falsa.
Deirdre y Randall, embarcados en el pequeño esquife auxiliar dejaron los primeros rescatados en la Qualescendor, y regresaron a la Fides a por más. Deirdre sabía que en esos minutos ya habría empezado el ataque y seguramente ya habría heridos, y empezó a ponerse nerviosa (traga saliva, se muerde el labio inferior y se toca la melena con los dedos. En esta época llevaba el pelo muy largo). Y además Randall empezaba a hacer preguntas que cada vez le costaba más responder con seguridad. “Se va a dar cuenta y él va armado y yo solo tengo esta ridícula navaja”. Una luz del panel de comunicaciones parpadea una vez y Randall intenta responder, pero se corta. Deirdre aferra la oculta navaja de unos 8 centímetros aún sin abrir, conteniendo el aliento. Randall se gira levemente para abrir un nuevo canal pulsando la consola, dando la espalda a la mujer. “Ahora o nunca” pensó, y Deirdre abre la navaja con un leve chasquido y la sitúa sobre la garganta del hombre con rapidez, sin que le tiemble el pulso. “Ríndase, Otsson. No tiene escapatoria y sus hombres ya han sido derrotados. No me obligue a rajarle el cuello”. Randall la miró un momento con incredulidad y Deirdre tuvo que esforzarse para que sus ojos no reflejasen el miedo que tenía en ese momento. Desarmó a Randall y le ordenó que continuase con la operación. Solo entonces se dio cuenta de que la consola de comunicaciones emitía y con un gesto veloz cerró el canal. Trasladaron al resto de peregrinos (ahora técnicamente piratas) a la Qualescendor en silencio, con Randall lanzando a veces alguna mirada furiosa a Deirdre y que ella ignoraba evitando que sus miradas se cruzaran.
Hubo bastantes heridos en la nave mercante, porque los cadetes resistieron todo lo que pudieron a pesar de saberse superados ampliamente. La resistencia duró hasta que Vogel ejecutó a los dos oficiales veteranos para dejar a los cadetes sin mando eficaz y poder forzar su rendición con más rapidez. Cuando Deirdre regresó a la Qualescendor con Randall prisionero y los últimos refuerzos, vio lo ocurrido y se encaró con Vogel, el cual se burló de ella “Las decisiones militares de esta operación las tomo yo. Tú, preciosa, dedícate a poner tiritas a esta pandilla de escolares” frase que fue coreada por las risotadas de los paramilitares. Deirdre se tomó como una cuestión personal que ninguno falleciera y se dedicó a cuidarlos durante el salto a Corben, y también se encargó de llevarles comida por lo que también visitaba a Randall, que ahora era el mando natural de los cadetes, varias veces al día. Ella notaba que la miraba como interrogando los motivos, pero al principio no hablaba, aunque la pelirroja intentaba convencerle de que era mejor colaborar para salvar a sus hombres. “Al menos no me demuestra hostilidad. No me ha lanzado nada la cabeza”, se decía a sí misma.
Después de unos días, Randall empezó a hablarle: “Vuestro plan es tan audaz como irrealizable. No vais a conseguirlo y mucha gente va a morir”. “Si colaboras con nosotros, podemos conseguirlo sin muertes. Quizás a ti no te importe morir, pero piensa en tus jóvenes tripulantes” respondió Deirdre, aunque con tono de voz preocupado cuando dijo lo de “morir”. “Vaya, así que ahora somos nosotros y vamos a tutearnos” contestó Randall, sarcástico. El rostro de Deirdre se ruborizó visiblemente tras ver lo deprisa que el otro había desdeñado su torpe intento de manipularle. “Quiero hablar con Udo. Quizás tengáis razón y exista un modo de arreglar esto”.
En la reunión que Randall tuvo con Udo, aquel aceptó usar su clave de acceso al depósito de Corben si le garantizaban que no habría muertes. El jefe errante ahora se encontraba más seguro de sí mismo y preguntó para qué necesitaba eso, que con la fuerza podría conseguirlo igual, frase con la que consiguió que Deirdre, allí presente, se levantara y se acercara mucho a él hablándole en voz baja argumentando que sería más sencillo si se mantenía el engaño el máximo tiempo posible. “Claro que sí, preciosa” respondió Udo “Lo haremos así, como dice tu amiguito” y acariciando con los dedos la mejilla de la mujer. La cara de repugnancia de la pelirroja le pareció divertida porque acto seguido se marchó riendo a carcajadas.
Randall cumplió su parte franqueando el acceso con el uso de su clave de seguridad, pero el asalto fracasó porque los paramilitares de Vogel perdieron los nervios y abrieron fuego a destiempo. En la batalla campal que se produjo después hubo decenas de muertos y el resultado fue previsible: la dotación de la marina aplastó al sobrevalorado equipo de piratas. Udo Vogel se apoderó de un repulsor y arrastró a Deirdre en su huida, hasta que en un momento de descuido ella se revolvió y le arrebató su pistola. Quedaron unos tensos momentos frente a frente, con Deirdre apuntándole con el arma, hasta que Udo empezó a reírse mientras retrocedía despacio y paso a paso subió al vehículo: “Ni así de fácil eres capaz de matar” se burló “Nos volveremos a ver y entonces te enseñaré” gritó mientras el repulsor levantaba el vuelo y se alejaba veloz. Ella quedó sola en la pista que se había convertido en campo de batalla. Alrededor de Deirdre había algunos cadáveres que reconoció, de errantes que habían sido sus compañeros y apreciaba. Con un chillido desesperado arrojó lejos el arma y cayó de rodillas sollozando. Seguía llorando cuando se acercó un grupo de tropas de la marina y la apresó. No presentó ninguna resistencia.
De este modo las autoridades atraparon a los asaltantes supervivientes, y en el juicio Deirdre se libró de lo peor porque ni iba armada ni hizo daño a nadie. En fin, que “sólo” la condenaron a “no menos de 7 años de reclusión” (después solo cumpliría cuatro, pero esa es otra historia). Durante el juicio a los procesados por el asalto, curiosamente también se dirimió la responsabilidad de Randall Otsson puesto que la acusación pretendía incluirlo en el crimen. Porque la clave empleada para acceder al depósito era suya. La declaración de Deirdre al respecto fue pronunciada con notable elocuencia (se ve que aquel día estaba inspirada) y exculpaba de toda responsabilidad a Randall en el tema del asalto. Evidentemente ella intentaba saldar su deuda con Randall y se sentía culpable por todo el daño causado que no intentó evitar (aunque probablemente tampoco habría tenido la posibilidad de detener el asalto). El letrado encargado de la defensa le explicó a Deirdre que, aunque ella lo había hecho bien, la acusación iba a por él y que salvo que tuviera un as en la manga, acabaría en prisión, como ella. Porque lo cierto es que al día siguiente Deirdre iba a ser trasladada para iniciar su condena. De manera que ella ya no supo nada más de Randall Otsson.
En la colonia penal número 3 de Espejismo había cierta libertad para moverse, los distintos módulos eran permeables y los guardias del gobierno local eran accesibles al soborno o la persuasión. Esto podía ser bueno o malo según tu fuerza y aliados en prisión, desde el punto de vista de Deirdre era muy malo dado que estaba sola y era pobre. Los primeros meses en prisión fueron muy duros para ella: siguió dándole vueltas en la cabeza a su relación con Randall, constantemente peleaba con otras internas y además empezó a consumir demasiado Licor de Mirage (droga más común que el agua en Espejismo). Después de la enésima pelea, una vez en la enfermería entabló amistad con la doctora Park, una darrian muy trabajadora de buen corazón y brillante médica, destinada en la colonia. La doctora ayudó a Deirdre a superar su naciente adicción y la pelirroja comprendió que a su lado podría sobrevivir en la prisión además de aprender mucho de Medicina. Decidió que había que hacer un punto y aparte y olvidar los graves errores del pasado. Dejó de pensar en Randall, de pelear y de drogarse. Consiguió convencer a Park de que la aceptara como ayudante (reclusa de confianza) después de que la darrian comprobara sus conocimientos médicos. Este acuerdo beneficiaba a ambas porque los guardias siempre protegerían a la doctora y eso era mucho mejor que nada si Deirdre se encontraba cerca y por otro lado Park estaba absolutamente sobrecargada de trabajo y le vendría bien una enfermera capacitada. También era un buen lugar para conseguir o intercambiar información, porque los nuevos internos solían tener que pasar una revisión médica. Deirdre pasaría los tres años siguientes como una obediente ayudante y una reclusa modelo.
La situación para la mayoría de los presidiarios empeoró cuando ingresaron en la colonia a Maresca, mafiosa de notoria importancia en el subsector de quien Deirdre había oído hablar. En cuestión de pocos meses controlaba la prisión, mató a todos sus rivales y sus secuaces empezaron a considerar la colonia como su coto de caza. También se vieron perjudicadas las reclusas después de que los guardias más honestos fueran intimidados o directamente eliminados en “accidentes fortuitos”, de modo que la permeabilidad de los módulos se transformó en una mera ilusión. Si eras un esbirro de Maresca podías atravesar cualquier control a voluntad y el alcaide no parecía en absoluto capaz de recuperar el dominio de la colonia. Escapar de allí se convirtió en una prioridad para Deirdre, que por su trabajo en la enfermería conocía de primera mano las terribles agresiones que infligían Maresca y sus esbirros.
Un día ingresó una nueva reclusa en la prisión, y fue llevada a la enfermería para la revisión preceptiva. Deirdre la observó de hito en hito, igual que la nueva hacía con ella. “Juraría que la conozco. Y ella también me mira como si intentara recordar” pensó. Pero su nombre no era el de nadie que recordara. Sin embrago, cuando Deirdre oyó su voz hablando con la doctora se dio cuenta de que sí que la conocía, una voz que no había oído desde hacía ocho años:“¡Es Lyss! Pero usa otro nombre... La Autoridad Penal no comete errores de identificación tan torpes con presidiarios. Esto solo puede significar que ella es...una infiltrada”. Deirdre se quedó tan ensimismada con sus pensamientos mientras realizaban las pruebas médicas de revisión rutinarias que la doctora acabó por repetir su nombre (“Deirdre... Deirdre... ¡Señorita Doyle!... De verdad que hoy no sé dónde tienes la cabeza...”) para conseguir que volviera a prestar atención a su trabajo y al oír su nombre la nueva dio un respingo y acto seguido clavó en la presa pelirroja una mirada de inequívoca advertencia. La pelirroja tragó saliva bastante nerviosa y asintió y negó casi sin mover la cabeza en un intento de tranquilizar a Lyss. Y Deirdre guardó silencio.
Dos días después estalló el apocalipsis, en lo que fue el mayor motín que se produjera nunca en la colonia penal número 3 de Espejismo. Al parecer unos secuaces querían cruzar a la zona de mujeres para capturar a una infiltrada, pero ese día los guardias debían de tener instrucciones muy precisas e inflexibles, porque no lo permitieron, y entonces comenzó el motín (“Alguien ha descubierto a Lyss y lo saben todo. Pero aun así alguien de fuera también intenta mantenerla a salvo”). Una furia casi olvidada se le subió a la cabeza y con una idea ya fija en su mente Deirdre corrió para ayudar a Lyss y la encontró en el caos de uno de los módulos de mujeres, que estaba siendo invadido por una horda vociferante de reclusos fuera de control. “Tenemos que salir de aquí, hay un agente que me cubre desde fuera y puedo hacer que conozca mi posición para así poder salir, pero no sé cómo llegar hasta él” dijo Lyss activando un localizador subcutáneo. “Muy pocos lo saben, pero hay unos viejos túneles de mantenimiento en desuso que tienen un acceso desde la enfermería. No salen del área de los módulos de la prisión, pero nos dejan junto al perímetro del retén norte” respondió Deirdre. Por el camino hasta la enfermería tuvieron que pelear desesperadamente con un par de esbirros de Maresca, pero consiguieron vencerles y alcanzar la enfermería. Allí Deirdre retiró un panel que había tras una maquinaria fuera de servicio y entraron en los túneles de mantenimiento. Después de estar reptando sigilosamente durante lo que parecía una eternidad estuvieron cerca de perderse, pero la pequeña pelirroja insistió en que sólo había que seguir el sonido de la lluvia y tras forzar una esclusa finalmente salieron a un enorme espacio abierto entre los muros y el vallado exterior de seguridad. La violenta e inusual tormenta descargaba agua con fuerza sobre el desértico paisaje y se vislumbraba a lo lejos un pequeño edificio erizado de focos que se movían sin parar al otro lado del perímetro. Corrieron veloces hacia la valla escuchando disparos a sus espaldas y notando algunos impactos de proyectiles a pocos metros rebotando como avispones furiosos en las piedras o levantando numerosos surtidores de agua. Cuando alcanzaron el vallado después de una agotadora y angustiosa carrera, los Guardias sabiendo que los amotinados ya habían conseguido armas de fuego arrebatadas a sus compañeros y viendo sus uniformes de presidiarias de vivo color naranja les conminaron a arrojarse al suelo de malos modos, pero una voz potente les ordenó que las sacaran del recinto y las pusieran a salvo. Lyss reconoció al otro agente que se acercaba dando grandes zancadas y sonrió triunfal a su amiga mientras Deirdre suspiraba de puro alivio, ambas jadeantes y empapadas tras la peligrosa carrera bajo la lluvia. Además, después de que Lyss hablase con un oficial de los guardias, Deirdre acabó sentada con una manta sobre los hombros y una taza de café caliente en las manos, en lugar de engrilletada y boca abajo. “No olvidaré que me has salvado la vida, Deirdre”. La pelirroja miró sombría la mole del presidio y dijo “Ellos tampoco lo harán, Lyss. Tengo que salir de aquí. Dentro duraré menos que estos charcos de agua en este asqueroso desierto". “Lo sé. Me encargaré de ello. Por una hermanita de Fraternidad lo que haga falta”. Deirdre recordó la frase que decían años atrás y sonrió esperanzada, quizás tuviera una escapatoria, después de todo.
Y así fue. El alcaide convocó una Junta de apelación extraordinaria para Deirdre, seguramente presionado por su evidente negligencia en la gestión de la cárcel y las palabras de Lyss que debían resonar en sus oídos: “Mi informe resaltará el valor de la intervención de la interna Deirdre Doyle. Si coincidimos en las conclusiones yo podría omitir ciertos detalles molestos referentes a su poco ejemplar administración”. El veredicto concluyó que Deirdre quedaba en libertad en atención a su buena conducta en prisión y a la innegable heroicidad rescatando a una agente del gobierno.
En las semanas siguientes, en las que trabajaron juntas en unas obras de construcción en la ciudad de Ubrana en Espejismo para ganarse la vida, Lyss compartió con Deirdre sus planes de futuro: había heredado una nave comercial de 200 toneladas, un carguero lejano. Había reunido cierto capital y dado que había terminado su servicio en la Agencia iba a intentar prosperar en el sector privado: “Tampoco vayas a pensar que soy una aristócrata rica y que me voy a dar la gran vida. Lo cierto es que ahora debo tal cantidad de dinero que creo que la entidad financiera ha inventado números nuevos para mí. Necesito reunir una tripulación. ¿Te gustaría ser mi oficial médico, hermanita?”. “Otra vez la bromita de mi estatura, como en la universidad” pensó Deirdre “Me ofrece cumplir el sueño de toda mi vida”. Y respondió con tono guasón y una sonrisa maliciosa, pero visiblemente emocionada, devolviéndole la chanza: “Te recuerdo que no tengo acreditación oficial, aunque he practicado mucho. Pero por una vieja hermana de Fraternidad lo que haga falta”. Y entre risas, abrazos, alguna lágrima y rememorando antiguos recuerdos de su época de estudiantes las dos amigas empezaron a planear los viajes y negocios que podrían llevar a cabo.
DESCRIPCIÓN FÍSICA
Deirdre es una humana joven de unos 30 años de edad. Su estatura es 1.63 metros y es de complexión atlética (poco más de 50 kilos) y su cuerpo es más duro de lo que parece debido a su costumbre de hacer ejercicio con moderada frecuencia. Tiene un delicado rostro redondeado, unos ojos azules bastante grandes y una diminuta nariz respingada. Desde su paso por prisión, se ha acostumbrado a llevar el pelo corto y que es de un vivísimo color rojizo natural, y lo lleva corto por detrás pero bastante más largo por arriba, de modo que tiene una mata de pelo que le cae sobre la frente y hasta los ojos en un flequillo largo algo descuidado. Su escasa estatura, su cara redonda, sus ojos grandes, la nariz pequeña y ese corte de pelo le dan un aspecto aniñado que le hace parecer más joven de lo que es en realidad (y aún lo parecería más si tuviera las pecas que cubrían su cara cuando era una niña). Resulta una mujer físicamente atractiva.
En cuanto a su indumentaria actual, es acorde con el hecho de su reciente salida de prisión, es decir que viste un mono de trabajo que le queda grande. Se ha prometido a sí misma comprarse ropa más apropiada y elegante cuando tenga dinero para ello porque es algo que ha echado terriblemente de menos durante su estancia en prisión. Ha adquirido con el escaso botín que tenía oculto una protección corporal de tejido y un equipo de medicina de campo, muy anticuado, casi arcaico, pero no hay más dinero. No posee armas de fuego, aunque tiene una pistola láser, un objeto raro del que se siente muy orgullosa y que habitualmente guarda en una bolsa de efectos o en algún escondrijo oculto que tenga disponible y también un Puño aturdidor que utilizado con habilidad en combate cuerpo a cuerpo resulta muy útil.
PERSONALIDAD
Tiene un carácter jovial y alegre y le encanta hablar con la gente, siempre sonriendo y sus palabras tienen un curioso tono de musicalidad. Se mueve deprisa mientras camina y cuando está contenta le da por cantar o tararear en voz baja canciones de su infancia mientras hace cualquier tarea. Suele caer simpática a los demás. Otro rasgo llamativo de su carácter es que es muy testaruda y le gusta tener razón siempre. También este carácter obstinado hace que no se dé por vencida fácilmente y persevere en sus esfuerzos mientras aún crea que hay alguna posibilidad de alcanzar sus objetivos. Si hay que pelear, se hace. Ha estado metida en bastantes peleas y eso no le da miedo. De hecho, es muy competente a puñetazo limpio.
Deirdre guarda muy oculto en su interior un poso amargo por el hecho de no ver ni comunicarse con su familia durante tanto tiempo. No sabe de la vida de sus padres ni de sus hermanos desde que se fue de Domhan Nua hace ocho años, pero ahora sabe que todavía los quiere. Al principio, durante su etapa de errante tenía todavía muy reciente la ira que sentía, y además era aún joven, demasiado orgullosa y veía su vida con gran optimismo. Pero después al convertirse en presidiaria lo que hizo que no contactara con ellos fue la intensa vergüenza que sentía en esa situación, y un cierto sentimiento de culpa empezó a madurar dentro de su corazón. Como Lyss sabe de esta pena de su amiga y llegó a conocer y apreciar a los Doyle, alguna vez ha intentado animarla para que recupere el contacto, pero Deirdre todavía no se ha atrevido a hacerlo y siente un gran temor a verse rechazada por su familia.