Partida Rol por web

♫ The Cranberries - Wake up and smell the coffee ♪

El curso pasado…

Era la era del terror. Queenie estaba sacando del armario a todos los gays y lesbianas del internado. Incluso a algunos jóvenes del cercano Birmingham. Lugar en el que ahora se encontraba.

Brad era la victima #36 de la bloguera (número aproximado) Su reciente salida del armario no parecía haber empeorado su vida, ni sorprendido a nadie. A nadie le interesaba la vida sexual del Nerd. Todos sospechaban la verdad: independientemente de su orientación sexual… esa vida no existía. Lo cual no era tan raro, teniendo 15 años.

A poco le dio un infarto al ver  a Quinn Crawford, la “reina” del instituto en la calle. Por suerte ella y su sequito iba en otra dirección y, o no le vieron dar un paso atrás y desdoblar la esquina, o les pereció correcto que hiciera aquello. En cualquier caso, cuando la nobleza se marcho a donde quiera que fueran, seguro que era un sitio “chic”, el cruzó la calle y entró a la cafetería de referencia.

Cinco minutos después estaba disfrutando un café con azúcar como para dar diabetes a un elefante y dos porciones de tarta. Una imagen que chocaba con su figura larguirucha y delgada. Delante de si tenía su nueva tablet, que es lo que había venido a buscar a la ciudad.

Estaba tan absorto en la pantalla, que no vio que una compañera había entrado en el local. Cuando la escuchó saludarle desde tan cerca, dio un respingo sorprendido porque el mundo real existiera mientras el se perdía por el cibernético. Por suerte era Madeline Blumer, una chica simpatica que conoció hace poco en la biblioteca. Otra víctima de los “bibliazos” de Mary Sue

-Ho…- Musito en un tono entre bajito e inaudible. Se aclaró la garganta. –Hola. ¿Qué tal? Perdona estaba instalado aplicaciones al juguete nuevo- comentó nervioso. Lo apagó para centrar su atención en la rubia. ¿La invitaba a sentarse con él? ¿Se reiría de que quisiese socializar fuera del ámbito académico? -¿Quieres tomar algo?- Le preguntó, al fin mientras metía el aparato en la funda y miraba un poco hacia la calle para evitar el contacto ocular.

Delante de si tenía su nueva tablet, que es lo que había venido a buscar a la ciudad.

No necesitaba seguir a la realeza del St Agnes para saber donde estaban o que hacían. Lo que esas pedorras no publicaban en su facebook, se lo whasapeaban entre ellas. Y como se instalaban todo el google store, menos el antivirus, sus móviles eran como el suyo.

Espiar la vida de los populares era como ver secarse pintura. Sus charlas eran absurdas y estaban llenas de referencias que tenía que goglear para ver de qué carajo hablaban. En este momento estaba cotejando un asunto de cuernos. Uno del equipo de rugby le había dicho a otro que se estaba viendo con una chica con novio. Así que estaba buscando en las conversaciones de ellas alguna confidencia de cuernos de una amiga a otra. Ser Queenie era un trabajo que requería dedicación para hacerlo bien. En el mundo real no era nadie pero, en la red, él era la reina.

Estaba tan absorto en la pantalla, que no vio que una compañera había entrado en el local.

Ir de paseo a la ciudad sola no había sido una buena idea, lo supe mientras caminaba entre calle y calle y a cada momento abrazaba más el abrigo que llevaba, ¡Que frio hacia! Sabía o más bien sospechaba que el café que buscaba estaba cerca, aunque no recordaba muy bien por donde me habían llevado las chicas con las que había salido anteriormente, tras doblar la quinta calle, simplemente me había perdido, y ahora solo daba pasos cortos cortitos para ubicarme.

Hasta que pase una amable señora me había señalado el camino, y llegue al café, pediría un chocolate caliente o un café con leche, junto a un pastel de… con sorpresa ladee la cabeza, no porque hubieran alumnos del internado allí, sino porque acababa de reconocer a uno, sonreí caminando a saltitos hacia su mesa, Se llamaba Brad Scott y había topado con él… y con la Mary Sue, hice un gesto de dolor al recordar sus golpes de biblia, antes de sonreír de nuevo y me incline saludando.

-Hola Brad-  dije con voz alegre aunque ligeramente suave, por alguna razón que no entendía muy bien Brad Scott parecía a veces entre alterado y asustado cuando se le saludaba de improviso, pero solo le sonreí cuando contesto a mi saludo- pues… estoy bien, aunque afuera hace frio… - conteste con una ligera risa mientras él hablaba  - Si, gracias… -sonreí alegre y suavemente cuando pregunto si quería tomar algo- siempre es mejor hacerlo en compañía- dije antes de sentarme en la silla frente a él mientras echaba un mechón de pelo hacia atrás cuando se acercaron a preguntar que pediría había ordenado una taza de chocolate y un pastel, antes de concentrar mi atención en él - ¿Vienes seguido a este café? –pregunte con curiosidad, tras haberme perdido buscandolo sería divertido saber que en realidad era muy visitado - yo me perdí buscandolo- comente ligeramente avergonzada dando un vistazo alrededor. 

-Si claro.- Dijo con una sonrisa nerviosa. Él pensaba igual acerca de la compañía, aunque disfrutase de la soledad. A estas alturas no había quedado más remedio que aprender a pasar mucho tiempo solo. –Pues la verdad es que sí. Es conocido en el internado. Esta cerca de la estación y así se puede apurar antes de coger el tren para regresar, La biblioteca pública no queda lejos y está de camino entre la estación y el centro comercial. Además tienen buena wifi y, lo más importante, tienen una carta de repostería y bebidas calientes deliciosa.- La miró a los ojos y con un suspiro y voz sincera añadió: -Supongo que solo querías un “sí”.

-Podrías haberlo buscado con el gps del móvil. Aunque, es una ciudad bonita para pasear. Yo a veces me pierdo a posta.-Por supuesto solo por calles transitadas y céntricas, se sobreentendía. No era Willy Fog.

-¿Cómo llevas el curso?- Preguntó ya sin más temas de los que hablar y sin atreverse a concretar en ninguna asignatura en concreto.

Brad hablaba... ¡casi tanto como yo cuando me alegraba! Y eso me agradaba, mantuve la sonrisa asintiendo ante su respuesta y ladeando la cabeza hable.

-En realidad está bien- conteste negando a su segunda frase- y me gusta la respuesta que me diste, es más bonito así –determine y mire un poco el café antes de mirarle de vuelta a él- un solo "sí" sería muy parco... ¿no crees? 

- no sabía que fuera tan conocido, y realmente la opción del gps no se me ocurrió ¿puedes creerlo?...- reí un poquito-  Debe ser que antes de llegar aquí apenas usaba el móvil- hice un gesto pensativo – y tienes razón, es una ciudad preciosa… encontré tiendas muy lindas y gente muy amable- dije pensando de nuevo en la amable viejecita que me había guiado, mientras sonreía dulcemente- ¿tú también has descubiertos lugares interesantes aquí? Perderse a posta es gracioso, yo solía hacerlo cuando niña… en casa de mis abuelos –sonreí un poco más levemente y mire a la ventana antes de volver a verle a él, nombrar a mis abuelos me ponía melancólica, y la pregunta sobre el curso me preocupo un poco, aunque mantuve la sonrisa supe que mis ojos me delatarían, el chocolate debía llegar pronto.

Mis notas estaban bien, pero… no serían perfectas, solo era uno o dos puntos bajo el promedio perfecto… pero eso no iba a ser del agrado de mis padres.

-Bien…–sonreí levemente y ladee la cabeza, el club de música ayudaría un poco… pero aquello iba a costarme – mucho mejor de lo que esperaba, a decir verdad –mi voz tembló ligeramente y sonreí con algo parecido a la amargura por unos segundos antes de tomar un suspiro y mirarle con una sonrisa leve -¿y tú? –eche mis pensamientos lejos de mi mente y le mire con una sonrisa dulce y un educado interés en su respuesta. 

-Sí, claro. Es que a veces no sé cuando callar. Me pongo nervioso y suelto datos a lo loco.- Sonrió tímidamente, con la actitud vital y el lenguaje corporal de un roedor.  

-No te preocupes, me lo creo. Es que yo soy un poco geek,… lo justo.- Dijo lo último con un deje de ironía divertida, un chiste. –Sí es muy turístico, todo muy limpio y la gente amable. Yo encontré un mayorista de suministros informáticos y unos recreativos. Y por supuesto, esta cafetería y sus pasteles.

-El curso me va muy bien, aunque como mis padres se conforman con que apruebe y con que esté fuera de casa… casi creo que me preocupo más por mi futuro yo que ellos.- Se mordió el labio nervioso. –Perdona, no quería darle la tabarra con mis traumas.

Tras meditarlo un momento se atrevió a hacer una oferta, ya que su respuesta le había sonado un poco triste. -Si necesitas ayuda con ciencias puedo cambiarla por ayuda con letras. Supongo que tiene que ser duro compaginar las clases con la música… Aquí el nivel es casi de conservatorio he oído. ¿Cuándo tocareis el grupo de música? Cuenta conmigo aplaudiendo en el público. Por cierto, no recuerdo que instrumento tocabas…

Reí con suavidad por su tono irónico,  similar a una broma, había visto a muchos chicos pegados a sus móviles, en realidad la mayoría en el internado cuando no estábamos en clases e incluso entonces, era evidente que no era el unico fascinado con la tecnología, a mi parecer.

-Que interesante- conteste cuando hablo del mayorista y luego contesto lo del curso.

Casi parecía que a muchos simplemente nos habían hecho las maletas y metido en una de esas largas limusinas directo al Saint Agnes con una carta de recomendación, como si fuéramos… le sonreí con tristeza y hable.

-no te preocupes, creo que puedo entenderte… en ese aspecto- conteste con la sonrisa desapareciendo un poco, aunque también tuve que reprenderme a mí misma por sentir envidia de él, sus padres se conformarían con que aprobara, los míos tenían una reputación de salones que sostener…- siempre es bueno decir lo que piensas… un poco… al menos eso dicen- la sonrisa volvió, aunque ahora era ligeramente triste, estaba bien, le mire un tanto sorprendida cuando propuso lo del apoyo y comento lo de las clases de música, fue inevitable sonreí un poco más con los labios cerrados mientras continuaba oyéndole completo.

-el violín –conteste cuando el termino de hablar – toco el violín… también tocaba el piano, pero en el club me dijeron que eligiera un solo instrumento- en esto último hice un mohín ligero antes de suspirar trágicamente y luego reír un poco- eres muy amable, te diría cuando tocaremos pero aún no sabemos cuándo: el profesor no nos ha dicho nada,  cuando nos lo diga te lo diré, promesa –ladee la cabeza-  Por otro lado, si me ayudas en ciencias te lo agradeceré, el profesor Dunne* va a volverme loca –digo con voz levemente ansiosa antes de calmarme- y por supuesto… yo te puedo ayudar en letras –sonreí alegremente, estaba segura de que era mucho más inteligente que yo- Por cierto no te lo pregunte antes ¿Qué tipo de música oyes? 

Sonó la campanilla de la puerta anunciando a un nuevo cliente en el café, y no fue hasta que oyeron el característico repiqueteo de sus zapatos de charol cuando se dieron vuelta. Allí estaba Mary Sue como una cabra caminando en dirección suya. Si fuese una caricatura, probablemente le salieran humos por las orejas. Y motivos no le faltaban, no señor. Primero la obsena Queenie atacaba a su corderito con un montón de acusaciones completamente falsas, ¡Y ahora lo encontraba bebiéndose un café con esa vulgar fulana!

- ¿Se pensaban que no descubriría de su inmundo affaire? - Su tono de voz chillón quebró con la tranquilidad del café - ¡Me repugnan, los dos! Pero sobre todo tu, prostituta robanovios.

Con un dedo acusador, Mary Sue señaló a Madeline y antes de que la rubia pudiese reaccionar una bofetada voló por los aires en dirección a la mejilla de la minion - ¡Fuera de mi vista, furcia!

-Sí bueno, a ver si le encuentro la medida a un poco.- Dijo, como prometiendo que no volvería a soltarle una parrafada. Era muy extraño estar tomando café con alguien más. No era la tónica habitual.

-No sé, me parece que es un poco raro, aunque saques más tiempo para practicar con el violín perderás practica con el piano. Yo tocaría algo en el piano a escondidas de vez en cuando, para no oxidarme.- Se le olvidó añadir “si tuviera valor para saltarme las normas”

-Dumne está un poco amargado, creo que le fastidia estar de profesor y no en un laboratorio o algo así.

-Pues me gusta el pop y el tecno. Música moderna Madona, Amy Winehouse, Lorde, Lana Del Rey. También los Maroon 5, One direction y algunas canciones sueltas, solo algunas de Justin Biever. ¿Y a ti qué…

No pudo terminar su pregunta porque el infierno bíblico entró por la puerta. La reacción que le provocaba ver a esa mujer solo era superable si hubiese entrado un loco cargado de explosivos.

-Solo estamos tomando café, esto no es un affaire porque, primero, no estamos ligando, y, segundo, tú no eres mi novia.- Dijo con tono de intentar ser razonable. Lo que en la practica suponía una voz baja que nadie escuchó. Habia pensado que al menos su salida del armario le libraría de la loca de las biblias o que al menos terminaría con sus fantasias de que estaban juntos.

Se le abrió la boca cuando abofeteó a la pobre Madeline. Totalmente descolocado, no sabia desenvolverse en una situación social, asi que este número le quedaba grande. Solo quería morirse aquí mismo, que la tierra lo tragase. –¿Estas bien?- Pregunto a Madeleine… Se volvió a la rubia: -¡No soy tú novio! ¡Ni tienes ningún derecho a controlarme! Ni a andar golpeando a la gente con tu libro mágico.  

Asenti cuando dijo lo de practicar el piano a escondidas, quizás lo hiciera… tras ello habíamos continuado por los gustos musicales…Sonreía ante los gustos de Brad cuando escuche aquel infernal sonido.

No me gustaba el sonido de sus zapatos, terminaba tensándome… volví con cuidado la cabeza al escucharla, Mary Sue estaba allí y nos miraba de un modo tan directo y molesto que inevitablemente temblé un poco, deseando hacerme pequeña mientras se nos acercaba a sorprendente velocidad…

Mis ojos se abrieron de sorpresa, y un poco de horror mientras dejaba caer la cucharilla del pastel sobre el plato, oyéndose el tintineo provocado, al mismo tiempo que ella dictaba sus acusaciones, mi sorpresa era tal que no sabía que decir… “qué vergüenza Dios mío” pensé mientras continuaba oyendo su voz… y deseaba con toda mi alma que la tierra me tragase.

Me pareció oír un leve susurro por parte de Brad, pero no le entendí, la sorpresa era por el momento grande, hasta que claro, en medio de sus nada agradables acusaciones sentí la palma fría de su mano contra mi mejilla, el calor de mi vergüenza se unió a un leve brote de indignación y llevándome una mano al rostro, donde me había golpeado, la mire con una mezcla de sorpresa y furia atrapada en los ojos… ¿¿Quién se creía que era?!, mire a Brad sorprendida y asentí levemente cuando me pregunto si estaba bien, segundos después le oí hablar rápido contra  ella, ¿Pero de que servía? La sorpresa me tenía aun contra la silla, y la vergüenza me impedía moverme… sus palabras aun taladraban mis oídos... haciendo un esfuerzo, por mantener la compostura y no hacer una locura como lanzarme contra ella logre hablar, mientras bajaba la mano de mi mejilla.

-No sé de que hablas McGuiness ni porque actúas así, pero podrías hacerte un favor y no quedar en ridículo tan evidentemente...  no te he hecho nada- mis labios formaron una linea delgada entre ellos y la mire de manera seca, mi instinto me gritaba que me fuera de allí cuanto antes pero no me atrevía a dejar a Brad ahí solo... y la idea de continuar hablando allí dentro.... ¿Porque me pasa esto? 

Mary Sue había armado tal escándalo en la cafetería que había atraído la atención de más de un cliente. La cajera, detrás del mostrador, se asomó curiosa para ser espectadora de tal escena, debatiéndose interiormente si intervenir o seguir mirando la telenovela que se había montado.

La rubia empezó a hacer un berrinche propio de una niña pequeña, mientras repiqueteaba su zapato nerviosamente contra la madera del suelo. - ¡Claro que tengo el derecho! - Retrucó, mientras se cruzaba de brazos. - ¡Suficiente tengo que aguantar con las habladurías de Queenie y ahora me sales con esto!

¿Por qué Brad no entendía que era sólo suyo? ¿Por qué Dios no le iluminaba para devolverlo al sendero del bien? - Rezaré por ti, Brad. - Afirmó con gesto solemne, que no tardó en desaparecer cuando notó que Madeline no se había marchado - ¿Sigues aquí? ¡Te he dicho que te marches, insulsa!

¡Aquello ya era demasiado! Pensé mientras hacía un esfuerzo sobrenatural por no perder el control, no sabía muy bien que sentía, no espera eso sí que lo sabía, la vergüenza era evidente, sentía mis mejillas arder, recogí lo que me quedaba de mi orgullo y me levante de la silla, haciendo uso de toda la educación recibida hasta entonces, eche con una mano el cabello rubio hacia mi espalda  y formando una sonrisa delicada y cortes mire a Brad.

-Me voy entonces… Nos vemos Brad- dije, congratulándome conmigo misma por haber logrado que el tono no traicionara mi vergüenza, mis ansias homicidas, mis ganas de llorar porque aquel golpe me había dolido, y por supuesto le dirigí en la mirada mis disculpas, por dejarlo solo con aquella chica-y… lo siento- susurre para él por dejarlo con la bruja esa… y tras ello salí de allí, era demasiado para mí, soportar todo aquello. 

Brad se había quedado plantado en el sitio sin saber qué hacer o que decir, no acertaba ni a balbucear. La violencia tenía ese efecto en el pobre chico tímido. Miro como Madeleine se despedía  intentando mantener la dignidad, aunque se le escaparon ojitos de no me dejes solo con esta loca. –No te preocupes. Huye que yo la entretengo.

-La vida es una mierda. Todos me odian o me ignoran y para una persona que le gusto, tiene que ser esta loca.- Pensó.

Se acomodo en su silla. –Sabes que quizá yo también me vuelva religioso. He encontrado una fe que se llama Pastafarismo, creo que me pega.

Oh Tallarines que están en los cielos gourmets

Santificada sea tu harina

Vengan a nosotros tus nutrientes

Hágase su voluntad en la Tierra como en los platos

Danos hoy nuestras albóndigas de cada día

y perdona nuestras gulas así como nosotros perdonamos a los que no te comen.

No nos dejes caer en la tentación (de no alimentarnos de ti)

y líbranos del hambre...

Ramén.

La respuesta de la sierva de dios a esta provocación duraría más que suficiente para que Madeleine escapara lejos.

Definitivamente aquella fulana había causado una diabólica influencia sobre su pobre e inocente corderito ¡Cómo se atrevía! Brad estaba blasfemando y tomando la palabra del Señor en vano y aquello no tenía perdón. Sólo Jesús misericordioso podía apiadarse de su insensatez. Mary Sue siguió repiqueteando su zapato con el suelo, haciendo fuerza para no echar a llorar.

- ¡Insensato! ¡No sabes lo que dices! - El berrinche de la chica empezó a llamar tanto la atención que un barista tuvo que acercarse a pedirle que se retire. - ¡No, no! ¡Ya me iba! ¡Sí! ¡Ya sé donde está la salida!

Mary Sue le lanzó una mirada fulminante a Brad antes de darse media vuelta y marcharse por la puerta. - ¡Te vas a arrepentir! - Amenazó para luego desaparecer por la puerta de la cafetería.

Brad se quedó solo con su café, sin terminar de entender que había pasado. Solo que, una vez más se quedaba solo. Al menos el personal del bar parecía entender que él no tenía la culpa de nada y no le echaron. Volvió a sacar su nueva tablet, listo para disfrutar del mundo digital. Mucho mejor que el real.