Partida Rol por web

Desde hace una semana que estaba buscando el regalo para Bill, pero no encontraba nada que cumpliera con las expectativas, además el dinero que tenía era poco, la abuela se había enfermado y tuvimos que comprarle medicamentos extras y lo que tenía ahorrado, al menos parte se fue en eso, así que el presupuesto para el regalo de Bill era poco.

Había decidido finalmente comprar unos colgantes alianza, uno con un ala de demonio y otro con un ala de ángel, quizás era un cliché, pero me pareció bonito representarnos de esa forma, ambos tenían grabado atrás “Always”, Bill desde que lo vi, supe que sería alguien muy importante para mí, y le amaba tanto que no podía dimensionarlo, con él no había caretas, simplemente era yo, salvo…ese fantasma que me seguiría toda la vida.

Llegue hasta su cuarto con la cajita de los colgantes guardado en el bolsillo de mi chaqueta de cuero, la que antes había sido de Bill y ahora mía, toque a la puerta y espere que él abriera.

Sonó la puerta de mi habitación y me apresuré a abrir. No es que siempre me diera prisa, pero es que rara vez sonaba la puerta. Y cuando sonaba, sabía quien estaba detrás pues tenía muy pocas visitas. Por eso daba un respingo siempre últimamente.

Abrí la puerta y allí estaba ella. Siempre me fijaba lo primero en su melena oscura y rizada. Y luego en esos ojazos que la melena enmarcaba. Me tenía loco por ella: Nunca antes me había dedicado su atención una chica y desde hacía un tiempo, cuando coincidimos en Laboratorio de Química en la famosa disección de ranas, empezamos a hablar y... Bueno, el roce hace cariño y el cariño llevó a nuestra relación.

Hacía tiempo, creía que nunca una chica se fijaría en mí: Un chico tan raro y tan absorto en sus cosas... Pero Ciel se había encargado de demostrarme lo normal que podía ser y eso me encantaba.

El amor no había cedido el paso hasta el momento a la pasión, pero yo confiaba en base a esa normalidad que Ciel me inspiraba, en que sería cuestión de tiempo y que cuando las circunstancias lo permitieran, el sexo iba a ser algo tan normal como lo había sido el cariño primero y el amor después.

- Hola Brujilla ¿Cómo estás? -le dije mientras la invitaba a pasar y besaba ligeramente sus labios- ¿Todo bien?

Era la víspera de mi cumpleaños y sospechaba que la visita no era simplemente de cortesía, por lo que me ilusionaba especialmente que ella estuviera allí conmigo.

Respecto a lo de "Brujilla", respondía al hecho de que ella tampoco era precisamente de las chicas "populares" del St. Agnes, cosa que también me encantaba y a que una vez me dijo una "maldad" de esas que se dicen en pareja y yo le contesté en broma: "¡Pero que bruja que eres!" Ella adoptó esa pose melosa y cariñosona típica de chica mientras me decía: "...¡Jooooo! ... Yo no soy una bruja... soy muy buena..." Esas tonteriíllas que se suelen hablar en pareja y que pasan a formar parte del "lenguaje secreto" que solo comparten y entienden los dos. Me pareció que no le disgutaba que la llamara así y pasó a ser la forma cariñosa en que la llamaba cuando estábamos a solas.

La verdad es que me encantaba como vestía y hoy estaba especialmente guapa. Casi diría que "radiante". Como si el sol le iluminara la cara. Y su sonrisa me inundaba de una sensación que me resultaba difícil de explicar.

Ahí estaba tras la puerta, el chico más guapo del St. Anges y del planeta, es que Bill lo era para mí, él había logrado derribar el primer obstáculo de confiar en los hombres, con su rebeldía y peculiar personalidad, le ame con su primera sonrisa y con esa pobre rana en entre sus manos. Aún recuerdo esa lagrima fingida cuando enterramos a los anfibios, me hizo tanto reír su pseudo drama por la muerte de Aristóteles y Newton, si hasta le dejábamos flores cuando pasábamos por ahí, si se le podía llamar flor a una rama recogida de por ahí.

-Hola cariño, bien, contigo siempre estoy bien- como siempre le abrazaba rodeando su cuello con mis brazos y dándole un beso, jamás me cansaría de eso. Es que sentía que lo nuestro era incondicional, o al menos eso creía.

-Ten, te he traído un obsequio, no es mucho, espero te guste- le cedió la cajita donde dos colgantes de alas estaban en el interior, la palabra grabada atrás, ejemplificaba lo que Bill significaba para mí. -Podría haberte escrito un poema, peeero, ya sería demasiado- bromee al respecto.

La ala de Demonio era para Bill y la de Ángel para mi, en ambas tenia grabada la palabra "Always", como cadena era un cordón de cuero negro.

Una vez en el cuarto, me quite la chaqueta, me senté sobre su cama con las piernas cruzadas, había ido en otras ocasiones y ya la sentía como si fuese mi propio cuarto, además era más agradable que el que competía con la psico demente que tenía como compañera.

-El abuelo…- que se llamaba igual que mi novio y eso me encantaba, lo hacía más especial aun -…me ha regalado una carpa para la acampada de mañana, así que no tendré que compartirla con alguna de las chicas- le comente animada, la idea era pasar tiempo juntos y si era en esa mítica noche del St. Agnes, mejor. -Además la abuela dijo que te haría un pastel el sábado, así que debemos ir para celebrar tu cumple con ellos- estire la mano para pedirle que sentara junto a mí, me encantaba estar recostada junto a él mientras me cobijaba entre sus brazos, agradecía que fuera paciente conmigo, cualquier otro habría tomado estos momentos como otra cosa, pero Bill respetaba mis espacios, sobre todo cuando yo huía con algún pretexto saliendo de alguna posición que me incomodara.

- ¿Qué quieres hacer?, tengo el resto del día libre-

Acostumbrado a los menosprecios y burlas del resto de la gente, la relación con Ciel era una auténtica bendición para mí. Nunca pensé que alguien pudiera hacer un despliegue de cariño tan impresionante hacia mí.

Se sentó en la cama como si fuera su propio cuarto y me encantaba la confianza que tenía para hacer de mi cuarto el suyo.

Puede que sea un tío un poco "especialito". Quizás no me llame la atención la chica con las tetas más gordas o la que más carne enseñe. A mí en cambio, me encantaban cosas más sutiles como la curva que traía el muslo de su pierna cruzada desde la parte de atrás, o el movimiento de sus manos con unas uñas extravagantemente pintadas de amarillo explicándome como volaba una mosca por su cuarto moviéndose alrededor de ella... O el jugueteo de su piececito bamboleándose en el aire. Por suerte llevaba una especie de botazas de ante, que si fueran unas de esas sandalitas que dejaban prácticamente todo el pie al aire, hubiera sido como la muerte en vida verla.

- Hola cariño, bien, contigo siempre estoy bien​... Ten, te he traído un obsequio, no es mucho, espero te guste. Podría haberte escrito un poema, peeero, ya sería demasiado.

Mientras abría esa cajita, me sentía como el monstruo de Frankenstein cuando la niña le regala una flor... No sé por qué me sentí así, pero me encantaba lo que Ciel provocaba en mí ¡¡Joder!! Si eso no era felicidad ¿Qué lo era?

La miré y después descubrí la inscripción de atrás: Sentí como si un arpista hubiera hecho tañer una cuerda de arpa que sujetara mi corazón. Me senté a su lado en la cama casi casi por sentir que las piernas no me sujetaban:

- Cariño... ¡Es precioso! Me encanta ¿Y qué tengo que hacer? ¿Tengo que elegir uno de los dos?

A ellas les gusta "educarnos"... Y un hombre torpe, es una maravillosa oportunidad para disfrutar haciéndolo, así que le pregunté aquella tontería mientras la abrazaba, nuestras miradas se cruzaban y mi boca se acercaba a la suya para besarla con pasión... Aunque algo pasó. No sabría decir qué, pero ella me hizo "La Cobra". No sabía muy bien por qué, y no era la primera vez que lo hacía... Pero el caso es que fue una especie de rechazo que también me golpeó fuerte.

Me sentí un poco mal, pero no quise darle mayor importancia y arruinar la celebración: Realmente su regalo me encantaba.

-El abuelo me ha regalado una carpa para la acampada de mañana, así que no tendré que compartirla con alguna de las chicas -desvió la conversación hacia otros temas- Además la abuela dijo que te haría un pastel el sábado, así que debemos ir para celebrar tu cumple con ellos.

- Bueno... Si, será fantástico -le dije mal disimulando mi pequeña decepción- El pastel de tu abuela, me encanta ¿Me pones el colgante?

- ¿Qué quieres hacer? tengo el resto del día libre -Me dijo mientras me hacía el nudo de la cinta de cuero alrededor del cuello-.

- Bueno... Me encantaría que para variar, hicieras algo que no te iba a llevar mucho tiempo: Quiero un beso en condiciones, apasionado... Y notar que de verdad te gusto y te apasiono.

Se lo dije con cierta crudeza, sin mucha delicadeza. Queriendo descubrir lo que realmente Ciel sentía por mí. El amor que las monjitas sienten hacia Dios, está muy bien, pero los seres humanos, se demuestran el amor de otra manera. Y había algo que Ciel, nunca me había demostrado: Pasión. Deseo. Y sentía que había llegado la hora de que lo hiciera.

Mis ojos brillaron al ver que le gustaba mi obsequio. -No, la de ángel es la tuya, me representa y la de demonio es la mí, que te representa- le guiñe un ojo dándole un besito suave, pero esquive el suyo solo por jugar, aunque note que le molesto, puse mi mejor cara de brujita arrepentida, pero no dije nada.

-Claro- le puse el colgante y luego dejé que hiciera lo mismo con el mío.

Ante su petición sonreí de medio lado, nuestros besos casi siempre bordeaban lo pasional, solo que yo me limitaba mucho y quizás debía ceder un poco -Vale-

Sentí como un escalofrió me recorrió la espalda, pero me anime a hacerlo, él estaba recostado en la cama, así que me acomode nuevamente entre sus brazos, pero más arriba para alcanzar sus labios, su mano tenia alcance libre hacia mi espalda y con una de mis manos acariciaba su pecho.

-Solo porque estas de cumpleaños, no te diré que “no”- quizás era hora de intentar algo más, pero sentía miedo.

Me mordí los labios y le mire nerviosa, luego busque los suyos y los capture con los míos, me encantaba el sabor de sus besos, la suavidad de sus manos y su olor, Bill me encantaba completamente. Poco a poco fui subiendo la intensidad de aquel beso, jugueteando con mi lengua en su interior y acariciándose con la suya, el deseo entre ambos era evidente y por un momento mis temores se esfumaban con sus besos, acariciaba su torso y una pierna se atrevía a posarse sobre las suyas, fundiéndome cada vez más en ese beso, absorbía su aire, hurtando su aliente hasta separarme solo un instante para que respirara, pero nuevamente volvía devorar su boca hasta moder su labio inferior con suavidad. -¿Así está bien?- sonreí cual brujilla traviesa.

Disfruté de aquel beso de Ciel: Era un maravilloso regalo de cumpleaños y fue fantástico sentirla relajada entre mis brazos. No relajada de laxa, si no relajada de confiada.

Estábamos vestidos, pero el jugueteo de su pierna entre las mías, me enardeció hasta hacer evidente la calentura que me había provocado. Me resultó a la vez sorprendente comprobar como era ella la que tomaba la iniciativa y era su lengua la que buscaba y jugaba con la mía. La dejé hacer pues era maravilloso oírla y notar como estaba muy a gusto en esta faceta que yo no conocía de mujer ardiente: ¡Cuántas veces la había imaginado en una situación parecida!

Notaba su delicioso y tibio pecho apoyado contra mí: Una gozada absoluta. Y disfruté al comprobar como al fin se había decidido a dar un paso más en nuestra relación.

- Sólo porque estás de cumpleaños, no te diré que "no" -Me susurró entre beso y beso-.

Sentí incluso que me invitaba a que yo también diera ese paso y me decidí a meter la mano por debajo de su camiseta hasta alcanzar uno de sus pechos, encerrado tras un escotado sujetador. Y mientras tanto, mi otra mano se posó por encima de su pantalón en una de sus nalgas, cuya perfección siempre había admirado.

Ahí me detuve unos instantes para comprobar como reaccionaba Ciel a esa caricia tan "especial", pues mi siguiente paso, sin duda, era que esa mano subiera hasta la cinturilla de su pantalón para entrar al encuentro de su ropa interior y de aquella maravillosa nalga que ahora sentía endurecerse a través del pantalón.

- ¿Así está bien? -Me dijo en un momento que separó su boca de la mía-.

- Suprema, cariño mío -le respondí- No creo que un ángel me pudiera besar mejor que tú: ¡Me encanta este regalo de cumpleaños!

Y después de decir eso, volví a arrojarme apasionadamente sobre su boca, tomando esta vez yo la iniciativa de acariciar su lengua con la mía y pasearla por cada rincón de su boca, al tiempo que de vez en cuando, salía y prolongaba esas caricias por detrás de sus orejitas y por su cuello, donde de vez en cuando, también dejaba un mordisquito suave que también sentí que le gustaba bastante, por lo que seguí bajando con mis besos buscando el escote que la amplia camiseta, dejaba a mi merced.

Sus besos se sentían bien, la intensidad invitaba a ir mas allá, pero cuando sentí parte de su peso encima y sus manos tocando mi piel, mi cuerpo entero se tensó, sentí un vacío en el vientre que me impedían moverme, solo mi respiración cambio bruscamente y se aceleró muy rápido, hasta que sentía como me faltaba el aire.

Mi vista se nublo, no recordaba aquella noche, pero mi mente la imagino, sentí el olor a alcohol, la piel humedecida por su boca, sus manos apretándome y recorriendo mi cuerpo, su respiración en mi cuello, seguía sin poder moverme, mis piernas poco a poco reaccionaban y sin darme cuenta, empuje a Bill hacia atrás gritándole -¡No!- en su rostro no veía su cara, si no la de ese bastado, salte de la cama y me puse de pie completamente en guardia, con la respiración acelerada y temblando por completo.

Mis ojos cedieron y poco a poco reconocí el rostro de Bill, podía ver en sus ojos su confusión, le había confundido y lo había rechazado sin explicación alguna, me llevé una mano a la boca, la había cagado, ahora como le explicaba aquello.

-Yo…yo…lo siento Bill, pero no puedo- no era primera vez que le rechazaba, no era primera vez que nuestros besos se tornaban en caricias y nuestra pasión iba creciendo provocando que Bill quisiera más y más de mí, pero siempre le detenía y era incapaz de explicarle el porqué, simplemente el miedo a perderlo, me paralizaba, pero tampoco era capaz de notar que con mi secreto lo estaba alejando cada vez más.

Ciel se acercó a mí como nunca antes la había visto hacerlo. Parecía realmente cargada de deseo por mí e incluso su holgada ropa parecía haber sido escogida para que fuera fácil acariciar su piel o... incluso quitársela.

Me besó y sentí como jugueteaba con mi lengua, enardeciéndome al instante haciendo que la abrazara y así permanecimos un tiempo de pie hasta que la tumbé con delicadeza en mi cama.

Y en ese momento, se produjo el cambio: Todas las sonrisas, todo el ardor, todo el cariño que Ciel estaba poniendo en aquel momento, desaparecieron como por arte de magia y yo noté que algo iba mal.

No era la primera vez que ocurría y yo ya estaba sobre aviso, pero resultaba realmente desagradable comprobar que aquello no funcionaba ¿Por qué no podíamos ser una pareja normal que hiciese las cosas normales que todas las parejas normales podían hacer? De un rincón de mi cabeza, surgió una vocecita que entre risas, decía: "Porque vosotros no sois normales, idiota, Jajajajaja".

No sé en qué momento cometí el error: Si al besarla, al tumbarla en la cama, al intentar retenerla unos segundos debajo mío o después cuando perdí por un momento los estribos:

- Yo…yo…lo siento Bill, pero no puedo.

Nos habíamos levantado de la cama y mi extrañeza dejó paso a un momento de cólera incontrolable:

- ¿Qué no puedes? ¿Y por qué no puedes? Puedo entender una vez, dos veces, tres... ¡¡Mil!! Pero Ciel, tía ¡Esto no es normal! No es normal que cada vez que me acerque a ti, me rechaces ¡¡Esto es una mierda!! ¿Acaso eres lesbiana? ¿Acaso hay otro y yo te doy asco?

La conversación se quedó suspendida en el aire unos segundos. Ciel tenía los ojos empañados y estaba a punto de echarse a llorar, pero yo necesitaba respuestas y ya estaba harto de palabras dulces y caricias para obtener la información de algo que estaba destrozando nuestra relación a ojos vista. El poli bueno, ya había interrogado y ahora le tocaba al poli malo:

... ¡Vale! ¿Es eso no? ¡Hay otro! ¿Y quién es? ¿Algún guapito engreído del grupo de Felicia? Pues te voy a decir algo: Te tratará como un kleenex seguro: Se limpiará los mocos contigo y cuando acabe, te tirará a una papelera. Esa gente son así y los que son como tú y como yo, les importamos una mierda ¡Vete con ellos si te gustan los niños pijos! Pero luego no vengas aquí pidiendo árnica cuando te den una patada en el culo!

Ella pareció intentar querer darme explicaciones, pero no las admití y proseguí mi perorata absolutamente ciego de rabia y alimentando mi propia ira:

Está claro que esto no funciona. Cada vez que me acerco a ti, me rechazas ¿Qué pasa? ¿Huelo mal? ¿Crees que no te merezco? ¿O no soy lo suficientemente digno para ti? ¿No soy lo suficientemente guapo? ¿O rico?

Notaba como mis palabras golpeaban a Ciel como los puños de un boxeador a su contrincante, dejándole cada vez más "grogui" y con menos posibilidades de responder a mis furibundos ataques. Para entonces, las lágrimas rodaban a raudales por sus mejillas.

-Eres... Eres ¡¡un monstruo!! ¡¡Te odio!! -acertó a decir ella al fin entre sollozos-.

Se dio media vuelta para salir de mi habitación pero cuando abrió la puerta me acerqué corriendo a ella y la cerré de golpe evitando que saliera. Sus palabras me habían hecho recapacitar y quería evitar que se rompiera el delgado hilo que aún quedaba de nuestra relación entre su corazón y el mío.

- Espera, espera... me he pasado un poco, lo reconozco. Hablemos tranquilos, venga, cálmate.

Por toda respuesta, Ciel golpeó con sus puños y todas sus fuerzas (afortunadamente no eran demasiadas) mi pecho.

- No tengo nada más que hablar contigo: ¡Eres un imbécil!

Intentó volver a abrir la puerta pero se lo impedí nuevamente, poniéndola más nerviosa aún si cabía que hacía un momento.

- Espera... Perdóname...

Las palabras de Bill entraban como cuchillos en mi pecho, sabía que esto no podría durar más, no podía permitirle llegar tan lejos y luego quitarle lo que deseaba sin darle una explicación, escuche en el más absoluto silencio lo que dijo, intentando buscar en mi mente alguna explicación.

Si tan solo pudiera decirte lo quebrada que estoy, amor mío; pero el miedo impedía que tuviese ese valor; no quería seguir escuchándolo, ya me dolían sus palabras y no quería escuchar más o que perdiera el control.

-No puedo explicarlo, no sé cómo, lo siento, de verdad lo siento Bill-

Tomé mi chaqueta y mi bolso, para salir del cuarto, necesitaba estar sola, pero debía darle una explicación, así dándole la espalda le atreví a decirle.

-La noche en que murió mamá, también murió parte de mí, esa noche me quitaron algo que jamás podre darte, no eres tú el que no es digno Bill, soy yo la que jamás podrá ser digna de ti, tengo mi ser marchito…no te merezco, eres un chico demasiado maravilloso, y a quien amo con todo lo que me queda aquí dentro…lo siento…no puedo seguir reteniéndote, mereces a una chica que no esté rota-

Con esas palabras comprendía que lo nuestro llegaba a su fin, sentí como lo poco que quedaba de mí se rompía en miles de pedazos, las lágrimas dejaron de fluir, se habían secado, Bill merecía estar con otras chicas, no conmigo. Salí del cuarto sin esperar su reacción, quería huir lejos, irme, alejarme de ese chico al que amaba, sintiéndome cobarde, había dejado que mis fantasmas me lo arrebataran, había perdido a Bill.

Ni siquiera el consuelo del último beso, ni un abrazo de despedida, seria duro verlo en clases o volver a mirarle a los ojos, pero debía permitir que siguiera su vida...te voy amar por siempre.

...Me quedé petrificado. Como clavado al suelo. Mis súplicas para que se quedara, fueron en balde. Ella cogió todos sus enseres y desapareció por la puerta. Creí que perseguirla sería peor y no lo hice aunque era lo único que deseaba. Me apoyé contra la puerta y por un momento, casi se me escapa una lágrima... Pero pude contenerla: ¿Cómo podía cualquier mujer enamorarse de un "freak"?

Volví a mi silla y encendí el ordenador. Aquel era mi sitio y no en la cama con Ciel.

- ...Feliz cumpleaños, Bill... -susurré apenas para el cuello de mi camisa- Bonito regalo de cumpleaños...

Pensé que podía ser el peor cumpleaños de mi vida, pero entonces toqué algo que me estaba rozando por el pecho: El colgante que Ciel me había regalado. Y puede que parezca una tontería... Pero me fue de gran consuelo hacerlo.

Finalmente el ordenador terminó de reiniciarse y pude concentrarme en mis trabajo frente a él... Con algo parecido a un agujero doliéndome en el pecho.