El Nacimiento de Agnia
Tras recibir el nuevo mandato de los Señores de la Espada, fueron enviados suministros, oro y súbditos para comenzar con la construcción del asentamiento.
Mi decisión fue contar con una plaza fuerte desde el primer momento, así que utilicé los recursos disponibles para reparar y expandir el Fuerte de Lord Ciervo, construyendo encima una fortaleza digna. Fue necesaria la pacificación de las tierras circundantes, eliminando a los bandidos restantes, los muertos vivientes y otras bestias semejantes.
La construcción llevó algunos meses, con la preparación del terreno, el retiro de los escombros y el ensamblado de las máquinas. Finalmente el castillo fue terminado y el reino de Agnis tuvo su primer hito. Aunque oficialmente se trataba de una baronía.
Mi segundo objetivo fue conseguir vasallos que me asistieran en la administración y protección de las tierras bajo mi dominio. Y de esos contaba con un muy limitado número. Además, se hizo patente la necesidad de tener contacto con Rostov, y por todo ello el paso lógico era extender mis dominios hasta el Puesto de Comercio de Oleg.
Los siguientes meses la dinámica del castillo se limitó a mis salidas recorriendo las colinas del Cinturón Verde, en dirección norte. Aplastando la resistencia e imponiendo mi orden a toda criatura inteligente que sobreviviera. Algunos días detrás, las escuadras de constructores empedraban una la calzada que comunicaría Altalanza (mi capital) con el Puesto de Oleg y así con el reino de Brevoy.
Durante este proceso encontré no solamente criaturas fascinantes (que terminaron pereciendo u obedeciendo) sino también lugares provechosos. Como una antigua mina abandonada, que resultó ser una veta de oro sin explotar. Fue reactivada y envié hombres experimentados y algunos guardias para que comenzaran con los trabajos de minado.
Entre tanto, fui conociendo algunos individuos útiles y eficaces para el trabajo como lugartenientes del reino. Apuntalando estas personalidades mejoraría la administración, la seguridad y la eficiencia de la ciudad y del reino, y además, las tierras se expandían tan rápido que no podía gobernarlas solo.
En una ocación se presentaron ante mi Loy Rezbin y su esposa Latricia, unas personas rudas pero amables, solicitando permiso para fundar un asentamiento en el corazón del bosque con el nombre de Tatzlford, en honor a los tatzlwyrmos que habítan en el lugar. Claro, primero debería explorar y pacificar el lugar, pero de momento el hombre me ofreció su asistencia y resultó bastante capaz.
Otro día me encontraba caminando por el linde del bosque, luego de algunas horas de exploración en forma animal. Me encontré con un grupo de leñadores (que no eran mis súbditos) enfrentados con un hada del estanque. La criatura mágica había hechizado a dos de los leñadores y todo estaba por irse al diablo. Logré tranquilizar a ambos bandos y resolver el conflicto tomando bajo mi mando a los leñadores y a su líder, llamado Corax. El hada me agradeció y me solicitó que replantara los árboles caídos. Ordené a los mismos leñadores cumplir con esta tarea y luego dirigirse a Altalanza, para recibir instrucciones sobre parcelas donde talar. El hada se comprometió a recorrer los ríos y arroyos del bosque y mantenerme al tanto de todos los peligros que puedieran gestarse en él.
Semanas después, zurcando los cielos en forma de águila, contemplé un grupo pintoresco de gnomos, muy bien equipados y armados. Su carro se había caído en las rocas de un arroyo. Tras recuperarlo, su líder, Jubilost Narthropple, se presentó como cartógrafo. Le ofrecí un puesto y asintió, su camino como explorador continuó durante algunos meses, hasta alcanzar cada rincón del Cinturón Verde. Al regresar, aceptó el puesto y una generosa compensación por sus mapas, que me dieron un conocimiento detallado de las tierras circundantes.
Finalmente, y durante uno de mis escasos viajes al sur, me encontré con un mito, un rumor entre la gente... La Bruja del Pantano o la Vieja Beldame como se la conocía. Una mujer anciana, de piel corroída y modales desagradables. Sus conocimientos mágicos eran excelentes pero su popularidad entre las gentes estaba por el suelo. No obstante, esto último no me importaba. Mis súbditos me respetaban, temían y de cierta manera, amaban. No quería su amor, prefería su miedo y lealtad. Ellos sabían que era el único que podía protegerlos y que efectivamente estaba llevando el órden al cinturón verde. Aunque prontamente se expandiría aún más. Por esto mismo, la presencia de Elga Verniex, como comencé a llamarle, reforzaba esta idea.
La nueva magistrada, reconociendo la profundidad de mi naturaleza, hizo un aporte. Sugiriendo traer una criatura poderosa de otro plano con un alma similar a la mía, para que me ayudara en la labor de dirigir el reino. Juntos conjuramos a la criatura, de un plano infrahumano, un ángel negro y hermoso, portadora de muerte y justicia por igual. Sus alas oscuras y brillantes, su armadura de cenizas y su rostro bello y único me cautivaron de inmediato. Lilith, como era su nombre, decidió, tras una larga conversación, que el llamado no había sido en vano. Y que si bien tenía cosas por resolver, ésta aventura merecía la pena y el intento.
Pronto Lilith se transformó en mi confidente, escolta y también amante. Era respetada por mis súbditos y los soldados cumplían al pie de la letra cada una de sus palabras, nunca habían visto criatura igual. Por ello, se ganó el puesto de General de mis tropas, no obstante, me acompañaba a cada lugar al cual me ausentaba.
Mi último mandato fue la cesión de tierras fértiles en las praderas del norte, cerca del Puesto de Comercio, a familias que las trabajaran. Así fue como se establecieron granjas que surtirían a la constantemente creciente población del reino, y que no deberíamos depender tanto de los comerciantes de Restov.
Años Prósperos
(2 años)
La organización requerida no me permitió tomar en mis manos una expansión agresiva o siquiera mínima de mis tierras, por lo que concentré mis esfuerzos de los primeros dos años en levantar la ciudad de Altalanza y establecer prósperas rutas de comercio con Rostov y el resto de Brevoy.
Además, formar y asistir a mis altos oficiales de gobierno en sus problemas diarios, sumados a los míos propios, consumieron la mayoría de mi tiempo y poco quedó para mucho más.
Durante estos años, el Puesto de Oleg asumió un papel muy importante en la economía del feudo, ya que era la puerta de entrada obligatoria que debían recorrer las caravanas de comerciantes.
Oleg, quién ocupa un importantísimo cargo como tesorero, viaja constantemente a su antiguo hogar, pero mantiene una presencia mayoritaria en el mi castillo. Me ha ofrecido el establecimiento oficial de un segundo asentamiento, aprovechando las instalaciones del Puesto de Comercio. Lo que permitiría obtener otra urbe que aporte satisfactorios ingresos a la tesorería nacional.
Por otro lado, existen otras dos propuestas de expansión territorial. Una mina de plata al este y un posible lugar de asentamiento en el corazón del bosque. Ambos sitios son estratégicos, el primero por su valor económico y el segundo por su valor táctico-defensivo.
Pero antes que nada, algunos eventos sucederían antes.
El Licántropo de Altalanza
(2 años, 1 mes)
La mañana se presentó con una brisa refrescante. Terminé mi manzana, mientras observaba por la ventana el paisaje urbano.
Aikos, mi Guardián y capitán de la guardia de Altalanza, apareció en el salón, cruzando el umbral de las altas puertas.
-Señor, mis hombres han llegado con noticias perturbadoras -informó.
-Habla.
-Han encontrado a dos jóvenes masacrados a las afueras de la ciudad -dijo-. Fueron muertos uno anoche, y otro la noche anterior. Parece ser el ataque de una bestia, muy similares a las denuncias de ganado destrozado que nos llegaron la semana pasada. Mis hombres no logran encontrar una respuesta, y yo tampoco lo consigo.
-Muy bien -respondí, volteándome para verlo y devolviéndole una sonrisa-, tengo que confesar que los últimos días han carecido de emoción alguna. Vamos ya.
Abandonamos la fortaleza y una escuadra de guardias de la ciudad me sirvieron de escolta hasta llegar al lugar del asesinato. Un joven de 14 años y una oveja a su lado se encontraban tendidos en el suelo, con el pasto y la tierra bañados en sangre seca y sus cadáveres abiertos, malolientes y con severas moscas alrededor.
Examiné la herida y resultó evidente que se trataba de algún tipo de criatura, y que había actuado de forma solitaria. El aroma era muy similar al de un perro o un lobo, pero el daño de los cuerpos indicaba que tenía el tamaño de un hombre. Eso me planteó las primeras sospechas.
Perseguí el olor a través de la pradera hasta una arboleda no muy lejana. Las hueyas efectivamente caninas se tornaban en humanas y se desvanecían en el lodo. Ahora estaba claro que nos enfrentábamos a algún tipo de cambiaformas.
La cercanía a la ciudad, la asiduidad de los ataques (contando también los ataques sobre ganado de los días anteriores) y el hecho de la transformación me decían que el perpetrador probablemente viviera en Altalanza, y que fuese un vecino ciertamente reciente.
Con esta información fue que envié a mis guardias a recorrer la ciudad, regresaron con un nombre: Nodlan. Un sujeto muy extraño, había llegado recientemente a la ciudad, alquilaba una habitación en la taverna pero últimamente no pasaba allí la noche, regresando temprano en la mañana.
-Si, señor, se queda aquí -respondió el tavernero, una vez llegamos.
-Guíenos a su habitación -ordené.
El lugar era no tenía nada de especial, excepto cuando un guardia levantó el colchón y debajo encontró una oreja con un pendiente de oro.
-¡Esa caravana es de Sike! -musitó el tavernero con horror, esa muchacha había sido la asesinada dos días atrás.
-¿Dónde está Nodlan? -pregunté al tavernero.
-Se fue hace unas horas -respondió.
-Quiero a cada guardia de la ciudad buscándolo -le dije a Aikos, quién asintió-. Pero si lo encuentran, que informen de inmediato, pero que no le ataquen. Puede ser muy peligroso.
La noche llegó y las patrullas por las calles de Altalanza estaban en alerta constante. Yo mismo, acompañado por Aikos y otros dos hombres, caminábamos con calma por las calzadas.
Súbitamente escuchamos un grito y dos guardias llegaron por calles diferentes a advertirnos. Cuando nos condujeron presenciamos al licántropo acechando a un comerciante que yacía en el suelo, sometido a la voluntad de la criatura.
No aguardé un solo instante, cinco proyectiles invisibles impactaron en la bestia. El lobo rugió y contempló a quienes le enfrentaban. Lanzándose contra nosotros. Intentó atacarme pero sus zarpas fueron fácilmente esquivadas, un empujón telequinético le alejó varios metros.
Los guardias se interpusieron entre nosotros, intentando formar un muro de escudos y lanzas. El licántropo chocó contra ellos una y dos veces, hendiendo los maderos y abollando las corazas. Recibió algunas lanzas en su costado y en sus piernas, soltó un aullido y pareció acobardarse.
Un rayo relampagueante le alcanzó, haciéndole chillar de dolor. Atinó a correr en cuatro patas, intentando escapar, cuando una bola de fuego le explotó a un lado, arrojándolo con fuerza contra una pared.
Al acercarme con paso lento, contemplé como había dejado de respirar y como retornaba a su forma humana.
-Caso resuelto, Aikos -murmuré-. Este horror no nos asolará más. Crémenlo fuera de las murallas al amanecer.
El Provocador
(2 años, 2 meses)
El segundo mes del año trajo consigo calor y dinero a las arcas reales, como lo llevaba haciendo desde los últimos años. Buenas decisiones y una mano de hierro eran suficientes para mantener la economía creciendo.
Sin embargo, no contaba con las intrigas polícias y problemas similares que el gobierno acarrearía consigo.
Regresé una mañana a Altalanza, de dar un paseo por el aire con Lily (como me gustaba llamarle a Lilith), un paseo que nos llevó más de una semana, cuando el Guardián del Feudo Aikor apareció nuevamente en el gran salón del castillo.
-Mi Señor, tenemos un problema -dijo.
-¿Qué sucede, Aikor? -pregunté mientras mordía una manzana.
-El pueblo se está reuniendo en la Alcaldía.
-¿Qué? -dije, sorprendido y con el ceño fruncido- ¿Porqué motivo?
-Señor, al día siguiente de su partida llegó un hombre -respondió-. Sus palabras ponzoñosas son dulces a los oídos de la gente y ha estado soltando acusaciones desde que llegó. El pueblo cada vez le escucha más. Se está convirtiendo en alguien peligroso, pero su popularidad ha hecho que cualquier intento de callarlo resulte de público conocimiento y muy malo. No he querido tomar una decisión sin consultarle, mi señor.
-Has hecho bien, Aikos -respondí-. Guíame hasta él, por favor. Quiero conocerlo.
Frente a la alcaldía había una turba de unas cuarenta personas rodeando a un gordinflón con barba-candado que estaba parado sobre una silla.
-¡Este "Barón" cree que puede irse de parranda, con su novia diabólica y dejar esta hermosa ciudad y a su gente desprotegida! -vociferaba- ¿Acaso nos cree tan idiotas como para no darnos cuenta de las horribles criaturas que ha atraído a estos muros? ¡Las criaturas salvajes huyen de los campos y bosques y vienen a buscar refugio y sangre a esta ciudad!
La gente vitoreaba.
-¿Alguien puede recordarme que sucedió el mes pasado? -continuó- ¡Nada menos que un hombre-lobo! ¡Un licántropo asesinó a sangre fría a dos niños inocentes y a la mitad de las ovejas de la ciudad! ¡Oh! ¡Por fin ha llegado!
Los reunidos se voltearon, para verme montado en un caballo, acompañado por Aikos. Algunos lo suficientemente valiente, soltaron algunas palabras suaves de desacuerdo. No les presté mayor atención.
-¿Cómo es tu nombre? -pregunté.
-Me llaman Grigori, Barón -respondió.
-He llegado recientemente de un viaje y me han informado de su presencia y actividades -dije con calma-. Sin embargo, he enfatizado mi necesidad de escuchar dichas palabras por mi mismo. ¿Usted afirma que mi ausencia ha provocado el incremento de los peligros en la ciudad, no es así?
-No solo lo afirmo, sino que es totalmente cierto -respondió.
-Me temo que no y que usted no ha hecho más que engañar a estas personas de buenas intenciones, que son mis súbditos -repliqué.
-¿Y cómo explica la aparición del licántropo el mes pasado? -mencionó- ¡No puede decir que haya sido un vecino! ¡Ese sujeto llegó de la campaña!
-Que el licántropo no haya sido un ciudadano de Altalanza no indica que haya sido arrastrado dentro de sus muros por mi acción directa -respondí-. De hecho, mi presencia prácticamente contínua en la ciudad durante los últimos dos años han garantizado la estabilidad y seguridad del feudo. La guardia de la ciudad, bajo el mando del Guardián Aikos, hace que se cumpla la ley y el orden, mientras que las patrullas del Mariscal aseguran la paz de la campaña. ¿Acaso eso es mentira y usted conoce más de mi gobierno y de mi feudo que yo mismo?
Hubo una pausa.
-Barón, lo que no puede negar es el enrriquecimiento que ha obtenido durante estos meses de progreso económico -dijo, quizá utilizando medidas desesperadas-. La tesorería del feudo está repleta de oro mientras que la gente no recibe nada a cambio.
-Esto es increible -solté mientras reía-, ¿cómo conoce el contenido de las arcas estatales? ¡Ni siquiera yo lo hago! Mi tesorero me informa de su estado pero jamás las he visto. Y tengo que agregar que tiene usted una capacidad de mentir, de engañar y de inventar calumnias que me resulta abrumador. La prosperidad que ha tenido la baronía desde su existencia no ha sido debida a otra cosa que al trabajo arduo de sus habitantes y a las decisiones que he tomado para garantizar su seguridad y crecimiento. Los impuestos no son especialmente altos, lo que permite que los ciudadanos retengan mayores ingresos y por ende puedan disfrutar de una mayor calidad de vida, mientras tanto, la tesorería no ha sufrido retiros del señor y todos sus fondos se han utilizado sabiamente para sufragar los gastos del estado y el resto (la gran mayoría) han vuelto a mis súbditos a través de inversiones en estructuras, como la carretera que nos conecta con Rostov, la mina de oro y la brutal expansión de nuestra ciudad, la cual ha avanzado muy rápidamente en comparación con cualquier otra.
Grigori no pudo continuar, tartamudeó y enmudeció durante unos segundos. La turba le dio la espalda, y comenzaron a vitorearme.
-Podría decirle que no es más bienvenido en mi ciudad y que le destierro de por vida -dije, el hombre tragó-. No obstante, debo decir que no solamente ha provocado agitación entre mis súbditos, sino que, además, ha incurrido en la comisión de varios delitos, algunos de ellos graves. Sir Aikos, Guardián del Feudo, arreste a este hombre, por favor.
La multitud aplaudió y vitoreó la órden. Grigori forcejeó con los guardias para intentar evitar su apresamiento pero de nada le sirvió.
-Mañana al mediodía dictaré tu sentencia públicamente -indiqué-, todos mis súbditos están invitados a presenciar el veredicto.
Grigori fue llevado de inmediato a las mazmorras del castillo. No tenía idea de que castigo le impondría, pero la labor de desacreditarlo públicamente abría mi abanico de posibilidades. Es más, podría simplemente ejecutarlo ante la gente y alabarían la decisión. Tenía ganas de aprovechar esta sitación para enviar un mensaje claro pero sin consecuencias negativas inmediatas: nadie cuestiona al señor. Al ejecutarlo públicamente con apoyo del pueblo, el mensaje sería claro y nadie se sentiría amenazado por tal acto. Era perfecto, pero quizá ser ejecutado por hablar públicamente sería un castigo demasiado severo. Pero simplemente podría dominar su voluntad para que dijera lo que yo quería... como declararse culpable.
Al otro día unas quinientas personas se habían reunido frente al patíbulo del castillo. Antes del espectáculo, me reuní con el en las mazmorras. Le encanté y obligué a que me dijera sus verdaderas intenciones.
-Fui contratado por un sujeto en Fuerte Drelev -respondió-, debía generar problemas dentro de la ciudad y si lograba una revuelta mucho mejor.
-Dirás eso mismo públicamente, pero no desembuches todo de una vez, limítate a hacerlo como si realmente te costara soltar la verdad -sentencie, el hombre asintió-. ¡Ah! Y pide piedad al final, hará que quede creible.
Grigori fue llevado primero y puesto de rodillas, no había sido maltratado pero su ánimo estaba por el suelo. Cuando hice mi aparición la gente aplaudió.
-¡Grigori, bardo extranjero! -pronuncié- Se te acusa de instigar a la rebelión, calumnias a mi persona, engaño, conspiración y espionaje. ¿Cómo te declaras?
-Culpable -soltó y la gente comenzó a murmurar, nadie se esperaba eso-, fui contratado por un sujeto misterioso en Fuerte Drelev para poner a los ciudadanos de Altalanza en contra de su señor. Pero ahora que me he dado cuenta de mi error, ¡piedad, misericordia, por favor!
-Grigori de Fuerte Drelev -sabía que no era de allí, pero remarcarlo hacía su culpabilidad aún más pesada-, por todos estos delitos te declaro culpable y te sentencio a muerte. Serás ejecutado por Corax, el Asesino Real.
Corax, el leñador que me había encontrado hacía dos años teniendo problemas con un hada del estanque, había escalado hasta aquella posición de confianza. Apareció ante los vítores de la gente con un hacha en mano.
La cabeza de Grigori rodó por el suelo y la gente la pateó y escupió. El problema había sido sanjado, pero uno mayor se vislumbraba en el horizonte: un enemigo oculto quería mi caída.
La Cueva de los Kobolds
(2 años, 3 meses)
El mes de pharast trajo consigo algunas buenas nuevas, como la culminación de los trabajos de reparto de tierras a granjeros en las cercanías al bosque.
Junto con ello, la necesidad de pacificar un lugar cercano y que había ostentado actividad hostil durante los últimos meses. Mis informantes hablaban de una banda de criaturas humanoides de mediano tamaño que atormentaban a mis súbditos en sus esporádicos saqueos.
Enviar ciertamente un pelotón de soldados no era la mejor manera de lidiar con cuestiones tan poco regulares. Además, una panda de palurdos tal podría, en algún caso, acabar hiriendo de gravedad o incluso matando a mis hombres, cuestión que intentaba evitar a toda costa.
Finalmente, tenía la necesidad imperiosa de correr algún tipo de aventura diferente. La rutina urbana me ahogaba en mi propio castillo y quería escapar.
Lo cierto es que la exploración de las tierras más allá del puente oriental no fue excesivamente emocionante, sino que todo lo contrario. Salvo por la parte en la que nos encontramos un nido de kobolds que tuvimos que limpiar.
Era bastante profundo, con varias cámaras y pasadizos metidos en la roca de una antigua mina de plata (otro excelente beneficio), y los lagartos eran numerosos.
No demoraron en morir o huir y dejé en la puerta una Señal de Dolor permanente para evitar que volvieran. Era probable que tuvieran otros túneles pero poco importaba ya. En pocas semanas enviaría un cuerpo expedicionario a acondicionar la estructura de la cueva para comenzar a explotarla.
Tácticas Agresivas
(2 años, 5 meses)
Transcurría el mes de desnus cuando mis tropas estaban avanzando para lograr consolidar el movimiento más agresivo de mi feudo hasta el momento.
Los últimos dos meses había servido para preparar la ocupación de la Mina de Plata que habíamos limpiado con Lily y para concretar una vieja promesa que le había realizado a mi Embajador Loy Rezbin.
Su idea, junto con su esposa, era levantar un asentamiento avanzado en el corazón del bosque, en las márgenes del Río Escondido, lo que nos permitiría controlar el área y el acceso estratégico al feudo desde el oeste.
En este punto, la economía de Altalanza me permitió llevar a cabo un avance conjunto, tomando control de las tierras al este, activando la producción de la Mina de Plata, y hacia el oeste anexando las tierras que siguen el curso del Río Escondido hasta el punto mencionado por Loy para establecer la nueva plaza.
Todavía no ordenaría comenzar la construcción del lugar, ya que me gustaría tener una fortaleza en la zona y así controlar el punto de forma absoluta. De momento las arcas de la baronía no se encuentran en situación de costear tal proyecto.
Probablemente, si la actividad económica del feudo se mantiene igual (y las minas producen como deberían), para fin de año podría holgadamente invertir en un nuevo castillo.
El Plato de Lodo
(2 años y 6 meses)
Explorar, pacificar (hay que interpretar esto como acabar con cualquier amenaza en la zona) y ordenar las tierras cercanas cada vez se tornaba más prioritario y una actividad constante.
Las partidas de exploración eran excelentes, aunque el Mariscal Jubilost tenía un extensivo conocimiento del Cinturón Verde y de las Tierras Salvajes en general. Pero todo esto solo nos permitía tener información sobre el terreno, lo que no indicaba que ejerciéramos poder efectivo o que dominaramos de hecho el lugar.
Elga, mi magistrada, me comentó sobre un sitio en el Cinturón que podría resultar de alguna utilidad. Ella le había puesto el nombre de "El Plato de Lodo". Se trataba de una especie de caldera natural de barro burbujeante (aunque no hervía) que se trataba del lugar de crecimiento de Hongos Negros, una especie rarísima cuyas esporas eran cosechadas y vendidas en el mercado a precios muy elevados.
Controlar este lugar podría darnos una buena cantidad de ingresos, especialmente porque se trataba del único sito en el Cinturón donde estos hongos crecían.
Ordené que se enviara una patulla a reclamar el lugar, volvieron con dos hombres de menos y varios heridos. Al parecer una criatura amorfa les había atacado y no les había dado tiempo a reaccionar.
Dos semanas después, luego de terminar el trabajo de anexión de varias millas de llanuras fértiles cercanas al Puesto de Oleg y de determinar su utilización como tierras de labranza, fui hasta el Plato de Lodo y me encontré cara a cara con la sorprendente criatura. Se trataba de una especie de planta monstruosa y deforme, capaz de engullir a un hombre entero usando sus fauces tentaculadas y con dientes.
No sobrevivió mucho tiempo pero debo reconocer que dio una buena pelea, claro, antes de estallar en pedazos al recibir una bola de fuego carbonizante.
Encomendé al Mariscal mantener patrullas constantes en el lugar, para proteger nuestro nuevo recurso. Mientras tanto, la Bruja del Pantano, Elga, enseñaría a algunos trabajadores y trabajadoras cómo cosechar los hongos y llevarlos de vuelta a la ciudad.
Mis ojos ahora se posaban en el norte, en la posibilidad de convertir el hogar de Oleg y Svetlana en un nuevo asentamiento, porque de hecho ya lo era. Gente de Rostov y Brevoy en general venían al sur llamados por los rumores de prosperidad de la Baronía de Agnia. Muchos continuaban hacia Altalanza, pero otros decidían quedarse en el primer sitio importante donde el comercio se daba. Actualmente, la empalizada del Puesto de Oleg funcionaba como la ciudadela de un pueblo naciente. Los comercientes habían montado una feria incipiente a la sombra de los muros, otros acampaban e incluso existían residentes permanentes, que habían erigido cabañas aquí y allá. Además, los numerosos granjeros que se habían instalado en las cercanías, por ordenes mías, iban al Puesto en búsca de lo que necesitaran, a vender su producción o simplemente a entretenerse cuando podían.
Era probable que el Puesto de Comercio de Oleg terminara tomando el nombre de sus dueños, ya lo tenía en mente: "Leveton".
El Ducado de Agnia, la Conquista del Este, la Catedral de Abadar y Leveton.
(3 años)
Los últimos seis meses fueron ajetreados. Varios proyectos fueron comenzados paralelamente. Por un lado, la continuación de la conquista territorial hacia oriente, principal medio para suministrar a la creciente población de mi feudo de los alimentos que necesitaba con urgencia. Por otro, la urbanización de Leveton que finalmente se consagraba como ciudad, por lo que mandé levantar murallas y algunas estructuras menores para mejorar la calidad de vida de los habitantes. Finalmente, aquí en Altalanza, terminamos con la construcción de la catedral. Sinceramente, no me importa a que divinidad fue consagrada, sino sus efectos en la moral, sobre los soldados y mis súbditos en general, pero el hecho de que Abadar fuera el Dios amado por los ricos y mercaderes me daba una buena impresión sobre él.
El crecimiento del feudo fue tal que hace pocos días recibí una carta de los Señores de la Espada de Rostov, contentos con sus nuevos ingresos por comercio, han decidido (seguramente habiendo recibido una orden del Rey Noleski Surtova desde Nueva Stetven) que mi título de Barón no era representativo del poder militar y económico de Agnis. Por este motivo, la Baronía de Agnis pasaría a ser un Ducado y mi título, por ende, al de Duque.
Esto era un reconocimiento oficial de una situación de hecho que era inapelable y evidente para la nobleza rostovita. Su envidia por mis logros chocaba directamente con su amor por el oro que llegaba a sus arcas gracias a Agnis.
Ahora me proyectaba lejos, primero debía ser visto por Rostov como un igual. Eso sería costoso, pero continuar mejorando la posición productiva y militar era central para lograrlo. Especialmente, las conecciones políticas que consiguiera en Nueva Stetven serían clave en mi intento por hacerlo. Acercarme al Rey y a las más importantes casas nobles me haría poderoso entre iguales, y me permitiría ganar favores y amigos para combatir a los enemigos que inexorablemente irían apareciendo en el camino a la grandeza.
El Fuerte de Tazlford
(3 años y 6 meses)
Muy a mi pesar la expansión territorial tuvo que ceder durante algunos meses en beneficio de una estrategia defensiva que se hacía urgente.
El río de oro que fluía hacia las arcas de mi tesorería fue rápidamente redirigido a la construcción de las murallas de Altalanza, que crecían sin detenerse a fuerza de obreros y argamasa, y al levantamiento de la fortaleza de Tazlford, en las márgenes occidentales del Río Escondido.
El equilibrio era esencial. El foralecimiento exaservado del ducado, tanto en territorio como en el poder de mis ciudades llamaría la atención de potenciales enemigos. Especialmente de aquellos que se encontraban en similar posición en las Tierras Robadas... es decir, las otras colonias ni miras tan poderosas. Concentrar las inversiones en la ciudades las haría más productivas, pero tener un territorio amplio me otorgaría más población y evitaríamos ser atacados sin aviso.
Antes de enviar a mis tropas hacia el sur, tomando las tierras que aún eran un misterio, pretendía tomar todas las que se encontraban al norte. Más allá del bosque existían buenas llanuras aptas para el cultivo, mientras que la misma arboleda, en su lado norte, poseía algúnas ruinas propicias de ser reutilizadas.
Prefería que mi paso fuera lento y seguro, antes que apresurado y peligroso.
La Gran Expansión
(4 años)
El año nuevo me recibió con el doble de tierras de las que solía poseer. Una maniobra había sido realizada durante el semestre, más agresiva que ninguna anterior. Mis ejércitos, bajo el atrevido mando de Lilith avanzaron sobre el noroeste, tomando el lado norte del bosque y las praderas de más allá.
Justo detrás de ellos las cuadrillas de obreros avanzaron con decenas de carretas tiradas por corceles cargadas hasta arriba de piedras. Extendieron las rutas de comercio por el resto del ducado, trayendo rápidamente a soldados, comerciantes y granjeros. Las praderas se llenaron con laboriegos, que comenaron a plantar las primeros cultivos que aquellas tierras sin dueño producían.
Mi feudo fue capaz de alimentar a su propia gente, lo que venía de otros sitios era aquello que no podíamos crear en nuestro hogar. Hubo un par de revueltas mínimas, debido a los altos impuestos, pero fueron rápidamente sofocadas, eran pequeñas y no tenían el soporte de la gente.
Como siempre, el pueblo y los mercaderes se quejaban de los impuestos, pero el oro fluía de tal forma que la gente vivía feliz. Era tan así que los inmigrantes venían de muchos lugares, tanto de las Rostlands, como de la propia Restov, así como de Brevoy e incluso de los Reinos de los Ríos. Humanoides de todas las tierras cercanas llegaban en manadas y prontamente comenzaban a trabajar o eran enviados a los campos, con sus propios títulos de propiedad.
Elkoburg fue fundada, como asentamiento de paso para controlar el lado norte del bosque, aprovechando las ruinas del antiguo templo. Construir una fortaleza en el lugar podría ser conveniente, pero no de momento, quizá dentro de un año o dos. La conquista del sur acaparaba ahora toda mi atención.
La Dama Natala Surtova
(4 años, 1 mes)
Era una mañana primaveral, las aves cantaban sobre la ventana de mis aposentos y la brisa ingresaba fresca, trayendo consigo el aroma de la tierra.
Alguien llamó a la puerta con golpes fuertes.
-Adelante -dije. Aikos ingresó de inmediato.
-Mi Señor -saludó-, la comitiva que estabamos esperando ha llegado. La Dama Natala Surtova aguarda un recibimiento formal.
-Dile que mi hospitalidad es suya -me puse de pie y comencé a vestirme-. En una hora llévala al Gran Salón. Que los sirvientes preparen todo. Infórmale a Lilith.
-Si, Señor -respondió Aikos, llevándose el puño al pecho y cerrando la puerta al retirarse.
Terminé de colocarme la túnica y por encima la bella capa, mi anillo y por último lo que debería ser primero, las botas. Crucé a grandes zancadas los amplios pasillos. El Rey Noleski no había sido capaz de enviar a nadie de su confianza para poder declararme duque, los meses pasaron y ya carecía de sentido la formalidad, por lo tanto, y en orden de conocer el estado de Agnis y sus súbditos envió ahora a su hermana, quién era un personaje incluso más importante que le mismo rey.
Según mi Embajador, Natala Surtova oficiaba con gusto el puesto de reina, mientras su hermano se mantenía soltero. Su influencia sobre él era notable y podría decirse incluso que en algunas situaciones era la que ejercía realmente el poder. Hacer buenas migas con ella me permitiría ganar poder en la más alta esfera de Brevoy.
Llegué al Gran Salón y tomé asiento en la silla que me tenían preparado, el lugar había sido despejado para que funcionara de sala del trono. Allí se encontraban algunos de mis oficiales de alto rango, aguardando por esta esperada reunión.
Las puertas se abrieron y una mujer de unos treinta años, cabello negro y mirada sagaz ingresó con paso decidido, seguida por una comitiva de cinco distinguidos caballeros.
-¡Bienvenida, Dama Natala! -saludé, elevando los brazos al aire y poniéndome de pie con una sonrisa.
-Mi Lord Saeral -saludó formalmente, haciendo una reverencia-, Duque de Agnis. Es un placer que me haya recibido, su hospitalidad es grata luego de tan arduo viaje.
-Espero que se sienta cómoda en mi hogar -dije-. Y debo decir que el placer es haberla recibido. Le presento al Embajador Loy, a mi General Lilith, mi Consejera Svetlana y al Guardián Aikos. Todos altos oficiales de mi gobierno. Por favor.
Bajé de mi sitio aproximándome al paje que traía una bandeja con copas y una jarra de vino. Nos serví y la invité a tomar asiento mientras conversábamos.
-Sin dudas que nuestras charlas se expandirán durante el banquete pero es bueno tocar algunos temas claves ahora -dije.
-Duque, debo decir que su reputación le precede -comentó y reí-, es tan directo como comentan.
-Estoy conciente de la variedad de nombres, buenos y malos, con los que soy conocido -dije-. Además, claro, de los evidentes comentarios que vienen con ellos.
-No debe preocuparse, mi Lord -respondió-. Siempre he escuchado rumores positivos y halagadores. Ningún cortesano menor se arriesga a desatar la furia del Duque Rojo, el Dragón del Sur.
-Tiene razón, mi señora -dije-. Esos nombres son ciertamente halagadores, al menos si se toman de buena manera. Espero que vea que son representativos de quién los inviste.
-Absolutamente -respondió, alzando una ceja y cruzando las piernas-, sus dominios se han expandido de forma exponencial en muy pocos años. Esta misma ciudad es el epicentro de su feudo y ni siquiera tiene un lustro de vida. ¡Las piedras de los muros están relucientes! Aún así, ha procurado el progreso y la riqueza de sus súbditos y de usted mismo. Las rutas de comercio con Nueva Stetven y Rostov son intensamente transitadas por mercaderes y granjeros. Está haciendo un trabajo magnífico que mi hermano celebró ingratamente mediante una carta y el título de duque. Tengo que pedirle disculpas en su nombre por este error, y estoy aquí para repararlo. Quiero garantizarle que hablo en nombre del Rey cuando digo que la Corona y la Casa Surtova quieren mantener un estrecho lazo con Altalanza, una alianza de amistad, prosperidad y colaboración mutua.
-La felicidad me embarga cuando escucho estas palabras -dije con una sonrisa-, especialmente cuando salen de sus labios. Se que soy un miembro reciente de la nobleza brevoya y que muchos se sienten amenazados o simplemente envidian el éxito de mi empresa y mis logros. Además, tengo entendido que las otras compañías colonizadoras en otras zonas de las Tierras Robadas tampoco han tenido tanto éxito como aquí. Dejando esto de lado, entiendo que no es una alianza tomada a la ligera por el Rey y le agradezco por eso. Estoy más que encantado de estrechar la mano que me tiende mi Señor. Una alianza me resulta la forma más sincera y productiva de sellar un pacto que nos beneficiará enormemente. Mi lealtad, ahora y siempre, será del Rey Noleski.
De aquí en adelante la reunión se transformó en un intercalado intercambio de sonrisas, bromas ligeras y jugosos datos de los progresos del ducado.
Más tarde celebramos un banquete y estreché mis lazos con Natala aún más. Al cabo de unos tres días terminó por marcharse, habiendo sellado de palabra una poderosa alianza, que podría cimentar una posición privilegiada frente al Rey en el futuro.
Fortaleciendo Altalanza
(4 años y 2 meses)
El día todavía no había despuntado. Desnudo acariciaba la piel de Lilith. Ella estaba recostada sobre su lado, los ojos cerrados no dejaban que ninguna preocupación le perturbara. Las alas no habían molestado, nuestro ingenio fue suficiente como para superar ese ligero obstáculo.
Me incorporé y eché una mirada por la ventana. Los primeros rayos del amanecer atravezaban la oscuridad. Debajo, la ciudad despertaba lentamente. En estos últimos tiempos, Altalanza estaba más bulliciosa de lo normal. Las escuadras de obreros habían vuelto del resto del ducado, luego de extender las rutas comunicando cada rincón de mis dominios. Ahora les había dado una nueva y ambiciosa misión: amurallar la ciudad. Pero claro, no era alargar los muros antiguos, que nos protegían desde hacía años, o construir otros concéntricos que rodearan la ciudad. Quería convertir Altalanza en un bastión impenetrable. No solamente reconstruiríamos los muros, sino que dividiríamos la ciudad con ellos, cuestión que durante un ataque, el enemigo se viera obligado a sacrificar muchos recursos para tomar cada una de las pequeñas secciones fortificadas.
En mi mente, Altalanza se convertiría en la ciudad emblemática del sur de Brevoy, y quería que consolidara su lugar en muy poco tiempo.
Además, el Duque Dragón, como me llamaban los extranjeros, era un nombre que estaba circulando en el imaginario colectivo brevoyano y que se debía a mi usual gusto por sobrevolar la ciudad en mi forma de dragón, dejando que mi sangre fluyera sin restricciones.
De Traiciones y Espías
(4 años y 3 meses)
La ciudad se veía como un par de luciérnagas estáticas enmersas en un mar profundo y silencioso. La puerta de mis aposentos fue golpeada y detrás apareció Aikos, el Guardián de Agnis. Me había solicitado una reunión con el más alto nivel de secreto, se veía preocupado cuando me consultó y le invité a que se pasara en la noche.
-Adelante, Aikos -dije-. Por favor, toma asiento.
-Gracias, Mi Señor -respondió, mientras aceptaba la silla y la copa de vino que le tendía.
-¿Qué sucede?
-Mi Señor Saeral, tengo fundadas sospechas sobre uno de sus oficiales de más alto rango -soltó sin disimulo. Abrí los ojos, mientras terminaba de llenar la copa. Aikos había sido elegido para ese puesto por su increbrantable deseo de servicio, sentido del honor y sinceridad, confiaba en su palabra-. Me temo que hay gente que se atreve a despreciar su generocidad.
-Es algo bastante grave lo que dices -respondí-, pero confío en ti y en tu juicio. Cuéntame que sucede.
-Mi señor -continuó-, usted más que nadie tiene muy claro el apresurado crecimiento de la ciudad. Y como toda ciudad, y más aún una grande y próspera, no tardan en llegar aquellos que negocian con sustancias y actividades fuera de la ley. Es así como hace unas pocas semanas mis guardias detectaron la quizá inevitable aparición de un mercado negro en Altalanza, especialmente en cuanto a servicios de matones, asesinos a sueldo y traficantes. Para lograr mantener el orden, he mantenido una estrecha vigilancia sobre los incipientes líderes de la clandestinidad, y terminé por descubrir cosas inquietantes.
-¿Qué tipo de cosas? -pregunté.
-Como la partifipación de agentes extranjeros -respondió-, que bien pueden ser espías de otras ciudades o naciones, pero que no he podido investigar en más profundidad, y mucho menos conocer a sus empleadores. Pero su existencia está comprobada. No obstante, eso no es lo preocupante, sino que dichos agentes han logrado infiltrarse en sus filas, mi señor.
-Quieres decir que han logrado comprar o convertir a alguno de los mios, ¿cierto? No puedo creerlo.
-Si, señor. Pero nadie precindible o menor, estoy hablando nada más ni nada menos que su Jefa de Espías.
Asentí.
-¿En qué te basas para decir esto? -inquirí.
-En las investigaciones que he llevado a cabo, junto con mis hombres, y gracias a un informante clave -resumió.
-¿Informante clave? ¿De qué hablas?
-Sabía que conocer a los agentes extranjeros infiltrados en la ciudad y haber confirmado sus reuniones con Lily Teskerten serían insuficientes para probar su culpabilidad -dijo Aikos-. Por eso me mantuve en silencio y solo vine a usted cuando logré dar con la pieza que me faltaba para resolver el rompecabezas. Se trata de Kelethiros, el más virtuoso espía de su Jefa espionaje y quién, de hecho, ha puesto a su señor antes que su provecho egoista. Él ha venido a mi, cinco días luego de la última reunión de Lily con el agente enemigo. Diciéndome que tenía una información secretísima, pero que tenía miedo sobre su vida si la develaba. De momento, usted y yo somos los únicos que sabemos de esta fuente.
-Entiendo, ¿pero que te ha dicho?
-Ha confirmado de forma independiente la participación de Lily Teskesten en la venta de secretos a agentes extranjeros -sentenció Aikos-. Y además, ha ampliado información vital: este agente extranjero viene de Fuerte Drelev, al oeste.
-En definitiva, llevaste a cabo una investigación que vinculó a mi Jefa de Espías con un agente extranjero que terminó siendo confirmado como espía de Fuerte Drelev. Y encima ella le vendía información... ¿pudiste averiguar qué vendió? -dije, tratando de mantener la compostura.
-No, mi señor -respondió el Guardián-. Kelethiros se enteró de su participación y del trato que mantenía con el agente extranjero, pero no sabía de qué se trataba.
-¿Existe la posibilidad que Kelethiros nos esté engañando? -pregunté.
-No lo sé, señor -dijo Aikos-. Pero le he visto, en más de una ocación, sonsacarle información a gente que daría su vida por protegerla. Estoy seguro que puede hacer lo mismo con él.
-Tienes razón, tráelo, pero que nadie se entere.
-Supuse que querría cuestionarle personalmente y me he adelantado -Aikos se puso de pie y fue hasta la puerta, la abrió e invitó a pasar a un elfo alto y delgado, de cabello lacio y oscuro.
-Mi señor -saludó, con una profunda reverencia. No le dí tiempo a decir una sola palabra más. Impuse la palma de mi mano y murmuré unas palabras que se escabulleron entre mis labios, la voluntad del espía quedó a mi merced.
-Dime la verdad, Kelethiros -pronuncié, el elfo asintió-. ¿Es cierto lo que le has dicho a Aikos?
-Si, lo es.
-¿Es verdad que Lily Teskesten vende secretos de Estado a agentes extranjeros?
-Si, lo es.
-¿Y cómo lo supiste?
-Lo descubrí un día cuando llegué a uno de los pisos francos que utilizamos como guaridas en la ciudad -respondió-. Lily estaba allí, en una habitación hablando con el sujeto. Yo no debía estar ahí, pero comencé a sospechar cuando me envió a obtener información sobre los movimientos de las patrullas urbanas.
-¿Lily sospecha que está bajo la lupa?
-No, me encargué de ello. Me enteré en cuanto me infiltré en los barracones cuando me lo ordenó. Pero en vez de darle la información a ella, permití que las investigaciones fueran invisibles a sus ojos.
-¿Qué te motivó a mantenerte fiel a mi y no a ella?
-No le debo nada a Lily -respondió Kelethiros-, mis habilidades son exelentes y muchos señores pagarían mucho por tenerme a su lado. He sido yo quién le ha elegido, mi señor, por que sé que llegará lejos y quiero acompañarlo. Lily es una pésima Jefa de Espías, incompetente y arrogante, no entiende nada de mi noble profesión, y es solo un obstáculo en mi objetivo de servirle como una de sus manos ejecutoras. Este evento no me ha dado más que buenas noticias y la excusa perfecta de quitarla de en medio.
Hice una pausa, sonriendo y meditando sus palabras. Su pasión me conmovía, su vocación aún más. Era un verdadero súbdito y la encarnación de un vasallo perfecto.
-¿Dónde esta Lily en este momento? -pregunté.
"En la guarida del Barrio Sur" respondieron Aikos y Kelethiros al mismo tiempo.
-Quiero atraparla de inmediato, pero no tenemos que apresurarnos -dije-. Prefiero avanzar lentamente pero asegurando el terreno. Bajo ningún concepto puede escapar. ¿Está claro?
-La guarida tiene una forma de escapar -dijo el elfo-. Una trampilla escondida da acceso a un túnel que se prolonga algunos metros hasta un callejón cercano. Si la casa es asediada desde el frente es probable que tenga tiempo para escapar.
Desvanecí el conjuro de dominación. El elfo se tomó la cabeza.
-Lo lamento, Kelethiros -dije-. No suelo fiarme de gente que no conozca personalmente, muy a pesar de alguna tiende a traicionarme. No te preocupes por lo que has dicho bajo los efectos de mi poder, tus sinceras palabras me han impresionado. Traeme a la traidora y serás mi nuevo Jefe de Espías.
Los ojos del elfo brillaron, una sonrisa se asomó en sus labios.
-Tu y algunos guardias se apostarán en el callejón que está al final del túnel -ordené-, mientras que Aikos y los suyos entran por la puerta principal de la guarida. ¿Entendido? Ah, y dime Kelethiros, ¿tienes identificado al agente extranjero?
-Si, mi señor -respondió-. Se llama Rox Albionis.
-¿Sábes dónde se encuentra por estas horas?
-Si, en la posada de La Rata Blanca, en el Barrio Sur -respondió.
-Quiero que luego de tomar a Lily, vayan a esa posada y me traigan al agente extranjero, sin demasiada bulla -dije-. ¿De acuerdo?
Ambos saludaron y se marcharon. La misión estaba en marcha. Los asuntos de los espías jamás deberían hacerse públicos y no lo harían.
A la mañana siguiente el Guardián Aikos y Kelethiros me aguardaban en la puerta de mis aposentos, y mientras desayunaba me informaban sobre la operación de la noche anterior.
Todo salió como lo previsto, Lily fue atrapada, aunque no intentó escapar, al igual que el agente extranjero, que logró apuñalar a uno de los guardias.
Entrevisté a Lily, quién me confesó, gracias a un conjuro, que era una traidora. Le corté la garganta en su misma celda y ordené que su cuerpo fuera descuartizado y arrojado al río. Cuando fuí a interrogar al agente de Fuerte Drelev, se había colgado.
No podría saber que secretos tenía en su poder mi "enemigo", pero si sabía que éste existía y que estaba moviendo, aunque sea algunas fichas en mi contra. Debía prepararme y ordené a mi novicio Jefe de Espías que enviara algunos agentes a averiguar qué tramaban en el oeste.
La Fortaleza Abandonada
(4 años y 4 meses)
El control del sur se estaba convirtiendo en una prioridad, y luego de los recientes eventos que declaraban al Fuerte Drelev como un potencial enemigo, el dominio de la parte austral del bosque se hacía necesario.
Según los mapas del Mariscal existía una antigua fortaleza elfica abandonada que controlaba estratégicamente la zona. Tomarla y establecer allí un asentamiento desde el cual patrullar y vigilar parecía la mejor opción.
Jubilost me indicó que el lugar parecía estar habitado por criaturas oscuras que atraían y asesinaban viajeros y exploradores. Podría tratarse de algún tipo de sirena, porque por las noches se escuchaba una dulce voz que atontaba a quién se cruzara.
Los peligros del lugar parecían demasiados para una partida de exploradores o para una patrulla de guardias, así que nos dirigimos hacia allí junto con Lilith.
Al llegar, la arquitectura de la fortaleza evidenciaba su diseño extranjero, un diseño élfico que me encantó al instante. Se trataba de un muro de piedra perfectamente circular, con cuatro torres en el perímetro y una en el centro.
Nos aproximamos a la puerta y Lilith me detuvo, señalando el arco de la entrada, dentro había un rastrillo esperando caer sobre nosotros, se trataba de una trampa. La erinia echó una rápida mirada y encontró una pequeña manivela escondida, al accionarla, el rastrillo quedó asegurado y no caería.
El patio estaba arbolado, y seguramente en su época de esplendor fuera más semejante al jardín de un palacio que al interior de un fuerte militar. Frente a nosotros la torre central y hacia los lados teníamos el resto del castillo para investigar.
-Tu por ese lado -le dije a Lilith- yo revisaré por la izquierda.
Llegué así a la primera torre, una puerta de madera hecha con tablones rústicos bloqueaba la entrada, estaba claro que era mucho más reciente que el resto de la fortaleza. Abrí la puerta, la torre tenía el techo derruido pero plantas enredaderas que habían crecido permitían un resguardo fresco y protegido.
Frente a mi se encontraba una criatura curiosa, delgada y pequeña, de piel grisácea. Cuando la puerta se abrió se volteó a gran velocidad.
-¡¿Pero qué demonios?! -soltó y supe que escaparía o me atacaría, así que no corrí riesgos. Hice un gesto y calló de rodillas, dominé su voluntad con cierta facilidad.
-¿Quién eres? -pregunté.
-Rigg Gargadilly es mi nombre -respondió-, soy un quickling.
-¿Vives aquí? -inquirí, él asintió- ¿Qué me puedes decir de esta fortaleza?
-Que es un lugar peligroso para extraños -respondió-. No soy el único habitante. Acosagrís vive en la torre noroeste y la Dama Danzante en la gran torre.
-¿Nadie más? -pregunté y Rigg negó- Háblame de ellos, por favor.
-Acosagris es una criatura oscura -continuó el pequeño-, un hada maligna del bosque. Trabajamos juntos pero por necesidad, suele llevarle víctimas vivas a la Dama Danzante para que ella beba su sangre. Acosagris suele mantener una estrecha vigilancia desde su torre, a través de las ventanas. La Dama Danzante es una babolat sith, una criatura capaz de hechizar a sus víctimas mediante su baile para luego alimentarse de su sangre.
-Necesito tenderle una trampa a Acosagris -dije-. ¿Será posible hacerlo sin llamar la atención de la Dama Danzante? Quiero que entres en la torre y llames su atención con cualquier tipo de conversación, si logras ubicarte de tal forma que Acosagris le de la espalda a la puerta, mejor que mejor.
El pequeño desapareció convirtiéndose en una fugaz mancha desdibujada. Entonces envié un mensaje a Lilith avisándole del plan y mientras me dirigía a la torre noroeste le conté la información que tenía.
Eché entonces una mirada a las almenas que daban al patio y no vi a nadie, el pequeño Rigg lo había conseguido, de momento. La puerta, de hermosa manufactura élfica, corroída por el musgo y escondida tras una cortina de enredaderas colgantes se abrió.
El gesto sorprendido de Acosagris no duró mucho. Era una criatura lívida, con la boca repleta de afilados colmillos y sucios cabellos verdes colgándole sobre el rostro.
Los ojos se le voltearon, perdió el gesto y las piernas se le aflojaron. Calló de rodillas con un sonido seco gracias al poder de mi hechizo. Me giré hacia Rigg y ordené: "Mátalo".
-Ahora quiero que viajes hacia el sur, tan lejos como puedas, y no te detengas un solo instante a descansar -le comandé, luego de que cumpliera con el último pedido-. Viaja durante trece días de esta manera. Una vez pase este tiempo, encuentra una ciudad o un pueblo e identifica un sitio bien armado, como las barracas o la guarnición y allí ataca a alguien, trata de matarlo, y finalmente déjate atrapar. ¿Entendido?
Rigg asintió y salió disparado por el patio hacia la puerta de salida. Tras esto, me dirigí a Lilith.
-Haremos esto -dije-: yo tomaré las escaleras, y una vez adentro trataré de acabar con ella. Tu aparecerás por detrás, usando alguna de las ventanas y tendrás tu arco preparado, por si es necesario.
-Me parece bien -dijo ella-, trataré de no matarte.
Subí sin intentar minimizar el sonido producido por mis pasos dentro de la exquisita torre elfica. Mi mano se posó sobre el picaporte y lo giró. Al otro lado se encontraba una hermosa criatura, peinándose el cabello utilizando un cepillo y su propio reflejo en un gran espejo. La Dama Danzante se volteó con violencia, tiró al suelo su cepillo y el banco donde estaba sentada, poniéndose de pie de un salto.
-¡¿Quién eres?! -preguntó irritada. Abrí la boca y exhalé una poderosa lengua de fuego, que impactó de lleno en la sangrienta criatura, incendiando todo el mobiliario de la habitación y saliendo furioso por las ventanas que había detrás.
La Dama levantó su brazo chamuscado y las plantas que habían crecido en las paredes de la torre saltaron hacia mi, intentando atraparme pero pude evitarlas con facilidad. A continuación, mis manos se convirtieron en poderosas garras infundidas en fuego, me lancé sobre la Dama y descuarticé sus entrañas.
No eran rivales para el Duque Rojo.
Algo de Calma
(4 años y 5 meses)
Desnus fue un mes benevolente, el ducado creció hacia el este hasta tomar todos los campos al norte del Río Gudrin y allí los constructores extendieron los caminos, como era costumbre y las tierras de labranza se repartieron entre los deseosos de trabajarlas.
Incluso la carretera arribó al lodazal de los Hongos Negros, aunque las barcazas que habíamos usado hasta entonces eran incluso más eficientes a la hora de trasladar lo cosechado.
Esperaba que en lo que quedaba del año pudiera despejar las áreas caóticas todavía restantes en el Cinturón Verde para terminar de extender los dominios del ducado hasta su último rincón.
Un Problema con Trolls
(4 años y 6 meses)
Una nueva misión arribó al Gran Salón de mi palacio en Altalanza. Los últimas semanas habían sido divertidas gracias a mi activa búsqueda de aventuras en las tierras caóticas, como me gustaba llamar a todas aquellas que no habían sido puestas bajo mi dominio.
Por eso cuando Jubilost vino con noticias sobre los problemas que habían tenido las patrullas con los trolls y sus diferentes y peligrosos avistamientos me puse en campaña para ubicarnos y erradicarlos de inmediato.
Llamé a mi General y partimos hacia donde los mapas del Mariscal gnomo localizaban la guarida de estos torpes humanoides. El sitio no había sido especificado hasta pocos días atrás, donde algunos de nuestros exploradores lograron seguir a una banda de trolls de vuelta a su base.
Al parecer, se ocultaban en el interior de una rocosa colina, en algún tipo de cueva. Sobrevolamos la zona hasta hayar el sitio, se trataba de algún tipo de construcción militar que indudablemente no había sido erigida por las tontas manos de los trolls.
Parecía ser arquitectura enana, pero sus dueños hacía mucho tiempo que no habitaban el lugar. Cavada en la ladera rocosa de la colina se mantenía edificada, sobre un despeñadero, una barbacana. Sobre ella, sobresaliendo de un peñazco aparecía una torre de vigilancia. Desde tierra sería completamente invisible, pero desde el aire el idiota que vigilaba era un blanco fácil.
Una explosión detonó en la cima de la torre, las lenguas de fuego lo chamuscaron todo e incluso algunas piedras se desprendieron y calleron al vacío. El pobre troll quedó reducido a un montón de trozos de carne carbonizados.
Descendimos entonces hasta la barbacana, la explosión había sucedido lo suficientemente lejos como para que los que se encontraban a este nivel no pudieran escucharla. Las paredes tenían aspilleras y la puerta era de piedra, pero estaba semiabierta.
-Dos trolls discutiendo -le dije a Lily, ella asintió. Hablaban gigante-. Bola de fuego y entramos.
Bajé al nivel de la puerta de un salto y la empujé lo suficiente como para tener una visión clara de los trolls que discutían sobre raciones de carne. Una mota roja se propulsó desde la yema de mi dedo índice e impactó entre ambos. Me aparté contra la roca mientras las lenguas de fuego salían por cada una de las aspilleras y por la puerta. Cuando entramos, los trolls eran cadáveres negros, igual de tiznados que las paredes, el suelo y el techo., aunque no podíamos saberlo con certeza porque no había más fuente de luz que las aberturas de la barbacana.
-¿Qué demonios está pasando? -gritó uno desde la habitación siguiente, escaleras abajo. Percibí los pasos apresurados de dos trolls y otras dos bestias cuadrúpedas desconocidas que se aproximaban.
-Preparate -le dije a Lily, que cargó una flecha en el arco y se encendió, iluminando la zona.
Otra explosión hizo estremecer la piedra. Los quejidos de uno de los trolls fue lo único que se pudo escuchar tras las llamas. Avanzamos con decisión y Lily le dio muerte.
Llegamos a la habitación donde se encontraban estos trolls, ahora yaciendo en las escaleras. Se trataba del comedor, aparentemente. Un desdichado mediano era el menú de hoy, estaba tendido sobre la mesa a medio comer. Esta parecía ser una sala central, labrada cuidadosamente por artesanos. A un lado, los sonidos de horrendos ladridos. Los sabuesos trolls se encontraban en una habitación contigua, encadenados a la pared. Acabé con la molestia en un abrir y cerrar de ojos.
Continuamos hacia la segunda habitación contigua, que daba paso a un tunel excavado en la roca. Este lugar si que no parecía construído por los dueños originales. En la primera habitación había vigas de madera, clavos, tela, barriles y cajas amontonados hasta el techo. Luego el tunel profundizaba su camino en la roca.
Continuamos por ahí, alertas por cualquier signo extraño. El pasillo nos llevaba hacia la derecha, hacia una caverna y también continuaba hacia la oscuridad. La decisión era difícil pero opté por continuar por la salida más cercana.
Al entrar en la cueva, que era natural y estalactitas colgaban del techo, nos encontramos con dos trolls que descansaban allí. Se pusieron de pie de un salto y quisieron lanzarse sobre nosotros. Las llamas les lanzaron contra las paredes convertidos en lonjas de carne.
Continuamos avanzando porque lo importante era no vernos atrapados por lo que fuera que habitara la cueva que habíamos dejado detrás. La siguiente pareció ser una especie de almacén. El olor nauseabundo a carne podrida abandonaba el lugar y mareaba a todo el que se cruzara siquiera por la entrada. Cabezas humanas adornaban como guirnaldas el bajo techo de la caverna. Dentro se encontraba un troll de roca, una extraña versión grisásea de sus parientes más cercanos.
Una bola de fuego y tres flechas incandescentes de Lily fueron suficiente para que el sorprendido troll callera al suelo, resvalando su espalda contra la pared rugosa.
La última cueva era curiosa, un escenario tal que había valido la pena todo el trayecto hasta llegar allí. A un lado se encontraba una carreta cubierta con paja y tela, con la esperable función de una cama. Al final de la caverna se encontraba un trono grande tallado en el tronco de un viejo roble. Sentado sobre él, pensativo e introspectivo, estaba un troll de formidable tamaño.
Al vernos, se puso de pie de un salto, claramente sorprendido y ofuscado.
-¿Quiénes son? -preguntó vociferando en lengua de gigantes- ¡Yo soy Hargulka!
Sin mediar palabra, eché una mirada a Lily con una sonrisa cómplice. "¿Tú eres el rey?" pensé. Mi mano se levantó y junto con ella una figura sombría se materializó frente a Hargulka. El troll abrió los ojos y tanteó su trono torpemente hasta caer sentado en él. Soltó un chillido horripilante justo cuando la sombra se lanzó sobre él. Su brazo gordo se dejó caer casi hasta el suelo cuando murió de miedo.
Miré de nuevo a Lily y me encogí de hombros.
-Sencillo -musité.
Cazando a la Bestia
(4 años y 7 meses)
Al regreso de la guarida de los trolls venía preparado para que mi primera orden fuese enviar allí patrullas con carros para cargar todo lo de valor, que sin duda nos sería de mucha utilidad, desde oro y gemas hasta materiales de construcción.
Estos pensamientos se desvanecieron cuando desde la altura contemplamos una columna de humo negro se surgía lentamente desde Altalanza. No era demasiado importante, pero si parecía estar allí desde hacía horas.
El humo provenía de una casa incendiada junto a un segmento de la muralla perimetral destruido, al igual que otras tantas edificaciones con daños evidentes en sus estructuras.
La gente se encontraba llorando e impactada por el acotecimiento. Aparentemente un oso-lechuza gigante atacó la ciudad. Logró atravesar los muros, destruyendolos parcialmente y saltándolos, y atacó los edificios cercanos antes de ser ahuyentado por la guardia.
-Mi señor, la criatura causo bastantes daños que nos demandaran varios miles de monedas de oro -me informó Aikos-, pero me temo que la criatura es lo suficientemente grande como para poder regresar y seguir causando estragos. Con este ataque, el Oso Lechuza asesino a una docena de personas. Ahora la gente tiene miedo, especialmente del sur, que es la dirección en la que ha huído. Mientras la criatura siga viva, la gente no querrá asentarse en las granjas al sur y será muy difícil producir en ellas. Cazar a la criatura parece la mejor opción.
Desplegué mis alas luego de comandar la reconstrucción de lo destruído. Seguir las huellas descendiendo cada pocas leguas fue suficiente para entontrar la guarida de la criatura, que había dejado un rastro de caos y destrucción a su paso.
La cueva era sencilla, y era evidente que el enorme Oso Lechuza había atacado un sitio tan lejos de su hogar por algún motivo. En primera instancia, la bestia tenía un áura mágica que me causó curiosidad. Tras derrotarla, a base de fuego y flechas, encontramos el cuerpo de un bandido que llevaba un curioso anillo de amistad animal maldito. Eso había causado la furia de la criatura y su ánimo por destruir y matar.
Llevamos el cuerpo del Oso Lechuza a la capital para que fuera visto por todos y aproveché para declarar un festival extraordinario en honor a la presa.
El ducado estaba por entrar en una nueva etapa.
La Urbe de Altalanza
(5 años)
En pocos meses y gracias a la prosperidad traída al ducado por el comercio entre los asentamientos, la industria de las ciudades y la producción agraria, Altalanza terminó por consolidarse como una ciudad rica y avanzada, que no paraba de generar riqueza.