La Eterna Revolución
Galt era una nación que desde hacía cuatro décadas se dedicaba enteramente a deponer a sus autoridades y llevar a cabo una constante revolución en contra de la opresión. Muchedumbres sedientas de sangre y venganza, los Jardineros Grises que la procuraban y consejos republicanos de dudosa honestidad cuya fragilidad política daba paso a otros consejos de iguales características pero diferentes miembros.
Este país era un vasallo del demoníaco y antiguo imperio de Chelax, sus habitantes odian la opresión y los monarcas y sienten aversión por los extranjeros. Yo representaba todo lo que odiaban y todo lo que habían combatido durante tantos años. Un monarca extranjero con intensiones de someterlos.
Esto hacía que mis planes de conquista tuvieran que ser más brutales de lo usual. Si bien la revolución y la anarquía habían llevado a mucha gente, especialmente nobles y comerciantes acaudalados, al exilio y a ser refugiados en naciones extranjeras o en las propias fronteras de Galt, la mayoría de su población estaba constituida por una turba amorfa y amente de furiosos ciudadanos enojados con la desigualdad del mundo.
Lo positivo es que entre mis súbditos se encontraban varios antiguos galtianos, fieles a mí pero conocedores de su país, que podían darme mucha información de los mecanismos sobre los cuales Galt funcionaba. Una campaña de espionaje, esparciendo agentes a diestra y siniestra, sembrando descontento y rumores y comprando algunas voluntades e información podría ser simplemente suficiente como para desestabilizar toda la nación de nuevo y reducir a su ejército a un montón de compañías aisladas obedientes a los gobernadores de cada provincia o ciudad.
La Misión de Kelethiros
Era de noche y las lámparas brillantes iluminaban el majestuoso palacio imperial de la Fortaleza Roja. Me encontraba en el Salón del Fuego, un amplio y magnánimo habitáculo que era la puerta de entrada a toda el ala de mi residencia. Un espacio enorme que incluía mi despacho, biblioteca, laboratorio alquímico, cámara acorazada y bóveda, mi dormitorio, sala de trofeos y la cámara de portales. Todos ellos con elaborados y místicos nombres. Esta ala estaba completamente en un espacio interdimensional vinculado a mi, solo los autorizados por mi voluntad podían ingresar. Nadie tenía permiso de traspasar las puertas del Salón del Fuego sin mi presencia y dentro solo existían seres invisibles que me servían.
Ni siquiera el umbral que conectaba el Salón del Fuego con el Palacio Imperial se encontraba custodiado por ningún guardia o por un Centinela Negro, simplemente no era necesario. Esa noche mandé llamar a mi Maestro de Espías, Kelethiros, al Salón del Fuego.
-Debemos hablar sobre la estrategia que utilizaremos en Galt -le dije, una vez tomó asiento en uno de los cómodos sillones-. Quisiera desestabilizar el país políticamente al punto de una guerra civil o un nivel de caos similar. Eso nos permitirá avanzar sin mayores complicaciones y al mismo tiempo nos legitimará para invadirlos.
-Si, majestad -respondió-. Mis agentes ya se están infiltrando en las mayores ciudades. Quisiera tener mayor información sobre los actuales tomadores de decisiones, y como influencian en la política interna, para luego poder planificar mejor la estrategia a seguir. La capital en este sentido es central, en Isarn se encuentra el Consejo Revolucionario y el Senado. El primero es el principal órgano gubernamental y el segundo, si bien actualmente está debilitado, es el órgano legislativo y aún mantienen su importancia, especialmente en la influencia de sus miembros. El otro punto que estamos incursionando es en la ciudad de Litran, donde los Jardineros Grises, la única fuente real de estabilidad y poder en el país, poseen su comandancia. Controlar los Jardineros es controlar el país y si les derrotamos o desbandamos solo quedarán turbas enfurecidas para defender los campos y las ciudades.
-Excelente, pon en marcha inmediatamente las infiltraciones, quiero tener ojos y oídos en cada uno de los lugares importantes -dije-. Lo importante es que también tengas gente capaz de llevar a cabo actos cuando se lo solicitemos, desde asesinatos a sabotajes. Coordina tus actividades con Silazil para que él también tenga activos dentro de Galt. ¿Entendido?
Kelethiros hizo una reverencia y la conversación continuó por otros temas más triviales y que correspondían más a amigos que a emperador y súbdito.
Jackes Anere
Sería necesaria una nueva revolución, un estado de caos apabullante para poder colocar nuevos gobernantes en Galt y a su vez, lograr controlar a los Jardineros. Las autoridades serán infiltrados nuestros, mis buenos agentes doppelganger, que pasarán a "controlar" el país.
De esta manera tendremos detallada información de los movimientos y derrotar las fuerzas de defensa, si queda alguna, será extremadamente sencillo.
Así fue como el primer paso era identificar al líder de los Jardineros Grises, cuyo nombre se mantiene anónimo, junto con su rostro, como es costumbre entre los ejecutores. Sin embargo, para una de las criaturas más poderosas de Golarion, sino el más poderoso, fue relativamente sencillo.
Recurrí a un complejo encantamiento que me trasladó en mente y alma hasta la Catedral Gris, hogar de los Jardineros, y allí presencié el momento en el que su líder se desvelaba al tiempo que percibía en mi mente su nombre mortal. Sabiendo esto la información se movió rápido y clandestinamente hasta los espías de mayor talento, quienes se infiltraron en la ciudad y hallaron la residencia del hombre.
Un doppelganger tomó su identidad y fue secuestrado: Jackes Anere, líder de los Jardineros Grises, era ahora un fiel agente de emperador rojo. Sería necesario que se dispusiera a conocer cada detalle de las operaciones de sus ahora subordinados para poder pasar la información a Kelethiros.
Marion Tuile
Aquel al que le prestamos atención fue al presidente del Senado. Era un político prometedor y opositor al actual líder del Consejo Revolucionario. En caso de que el consejo terminara separado de sus cabezas, el órgano legislativo comenzaría los procedimientos para instaurar un nuevo consejo. En este contexto, Marion Tuile sería parte importante del nuevo ejecutivo y sin duda alguna, líder de Galt.
Era necesario entonces, reemplazar su persona por uno de los míos. Y eso fue lo hecho. Otro doppelganger, tras el detalladamente planeado y ejecutado secuestro de Tuile, tomó prestada su identidad. Ahora restaba sacudir Galt hasta que sus propios ciudadanos demandaran las cabezas de sus líderes.
¿Un soborno sería suficiente? Eran gente bastante iracunda.