Partida Rol por web

Eran inevitable que el Rey Brujo de Angmar y el Istar Maia Mithrandir terminasen enfrentándose cara a cara. La batalla en la Bahía de Belfalas sería recordada para la posteridad como el lugar donde las tropas enviadas por Elrond medio-elfo sufrirían la más cruel y despiadada de las derrotas conocidas por los elfos Sindar en toda la Tercera Edad, y aunque sería un duro revés difícil de encajar, también el lugar donde el mago blanco sucumbiría ante el inmenso poder del Capitán Negro, señor de los Nazgûl.

Una vez derrotado Gandalf, quién agonizaba en el suelo muy malherido y habiendo sido quebrado en dos su bastón, el rey brujo le mandó torturar para que revelase información referente al anillo de poder. La última información que tenía al respecto era que el anillo había sido transportado hasta Rivendel, por lo que probablemente estaría en manos del sucio medio-elfo, lo que disgustaba a Sauron. 

- ¡Mithrandir, viejo loco! ¡Dime el paradero del anillo único si aprecias tu vida, insolente! ¿Por qué te niegas a abrazar el lado oscuro como también ha hecho tu superior, el mago blanco Saruman, y no te unes a nuestras filas? - le espetó con voz rotunda el espectro al que no se le veía rostro alguno. La era de los hombres ha tocado su fin, los enanos se esconden en sus montañas, y los elfos no tendrán más remedio que partir a Valinor a relamerse las heridas o unirse a mí señor. ¿Qué pintas en todo esto? ¿No fuiste enviado como un mejor espectador a estas tierras junto al resto de Istari? Saruman "el multicolor" desea tener unas palabras contigo antes de finalizar tu existencia, y siendo que mi señor está satisfecho con su desempeño, te haré arrastrar hasta Isengard para que te reúnas con él. ¡Hasta nunca!

Y tras aquello, el Rey Brujo rió con desprecio y realizóó un sonido gutural con su bestia alada antes de emprender el vuelo con los dos fragmentos del báculo del mago. Los haría entregar en mano a su amo y señor, a la vez que daría lamòrden para que se produjese el ataque desde Rohan Occidental a las playas de Anfalas, a los dominios de Golasgil, uno de los pocos banderizos restantes de los territorios del sur de Gondor. El ataque se produciría a través de las montañas blancas, cerca del sendero de los Muertos de Érech, aunque ligeramente más al oeste. El rey brujo esperaba que en breves cayese uno más de los feudos de Gondor.

Aquella mañana recibí un intrigante mensaje del señor oscuro, me invitaba presentarme en los salones de Isengard, una invitación que en definitiva sólo un tonto rechazaría, valiéndome de la magia acudí pronto a mis viejos dominios, en donde me esperaba una sorpresa.

Desde lo alto de la torre pude apreciar como un jinete se aproximaba, mis ojos a penas si podían creer lo que veían, ante mi se encontraba Gandalf, mi viejo amigo aún con vida, quizá si pudiera convencerlo de que Elrond y los demás sólo lo habían usado, entonces él abriría los ojos y uniría sus fuerzas a las mías para conquistar la tierra media junto a Sauron.

Sin embargo, mi viejo amigo tenía otros planes, de algún modo, no sé como, había logrado hacerse con un cayado y deshacerse de sus captores para buscar refugio en Isengard, gustoso se lo daría, siempre y cuando decidiera jurarme lealtad y no entrometerse más en este conflicto, pues la hora del triunfo de Sauron se encontraba próxima, dado que los nueva ya cazaban al portador del anillo por toda la tierra media. Como era de esperarse, Gandalf logró llegar hasta mi en busca de ayuda.

Lamentablemente, tras una breve discusión en donde invité a Gandalf a reaccionar y abandonar su actitud rebelde, él se negó e intento usar sus exiguas fuerzas contra mi con el resultado lógico, mi viejo amigo era afortunado de haber salido con vida de las manos del rey brujo, o tal vez todo fuera parte del plan de Sauron para ganar un Istari más a su causa, bueno eso nunca lo sabría, lo único cierto es que el tiempo de Gandalf en la tierra media había llegado a su fin.

Con un último hechizo lo  arrojé al vacío infinito por toda la eternidad, para que haga frente a un destino más infame que la propia muerte, una verdadera lástima, después de todo él había sido el amigo más cercano que había tenido, ahora con mi labor hecha volvería a colinas Evendim a resistir contra las fuerzas de Rivendel, confiando en que con algo de suerte y mucho valor mis guerreros renacidos logren resistir el incesante azote de los elfos.

Seguían llegando noticias sobre cada rincón de la Tierra Media. Poco esperanzadoras en general... Rohan estaba a punto de ser dominada por Sauron, y los hombres del rey Théoden se unirían a los del senescal de Gondor.

Sauron avanzaba y arrasaba cada pueblo que se encontraba en su camino. Poco tardaría en llegar a Erebor, y mi esperanza en que los elfos nos ayudaran... cada día caía más en el olvido.

Sólo había una cosa que podía hacer, replegarme y hacernos fuertes en Erebor y en los territorios cercanos.

Último ataque a Valle de Lhun

Los elfos de Rivendel atacaron de forma feroz y despiadada, incapaces de mostrar una pizca de piedad contra los Uruks, pero lo que al parecer el señor de Rivendel había olvidado es que en el pasado los Uruks fueron elfos, quienes renacieron por la gracia de la propia tierra con un poco de ayuda de la magia.

Es así que los valientes y nobles Uruks en un combate desigual hicieron frente a los invasores repeliendo cada uno de sus intentos de despojarlos de sus nuevos hogares, una y otra vez las cobardes fuerzas de Rivendel atacaron a los Uruks, primero con flechas, luego con lanzas siempre ha distancia cuidando de mantener sus superioridad numérica, mostrando una gran ferocidad, pero claro con una ventaja de cinco contra uno cualquiera puede ser fuerte.

Sin embargo, los nobles Uruks resistieron y cual feroces hormigas que derriban a un oso lograron romper las líneas de los elfos y llevar el combate al corto alcance generando caos entre los elfos, partiendo huesos, sesgando la carne, con espadas, mazas, porras, uñas y dientes, los uruks lucharon con valor y convirtieron el valle de Lhund en una verdadera laguna de sangre élfica.

Cuando el caos se apoderó del ejército élfico los valientes Uruks lanzaron una feroz embestida sobrepasando a sus rivales y acorralándolos contra las montañas para evitar su escape, los elfos aturdidos y confundidos cometieron el último gran error de sus vidas, buscar refugio en la propia tierra, bajo las cavernas, tierra que vio nacer a los uruks, tierra que protegería a sus hijos con la ferocidad que cualquier madre lo haría.

La oscuridad de las cuevas envolvió a los elfos y los dejo ciegos, mientras los nobles uruks, en un abrir y cerrar de ojos pasaron de ser víctimas de la barbarie de Rivendel a ser ajusticiadores de tan vil felonía y es así como los casi quinientos elfos que asaltaron el valle dejaron de existir a manos de un pequeño puñado de Uruks que defendieron sus tierras con todo lo que tenían.

Los exploradores trasgos a lomos de sus lobos huargos advirtieron e informaron mediante rápidos emisarios que cabalgaron hacia Mordor de que el enano de las montañas movilizaba sus tropas, concentrándolas en Brezal seco. Sauron tenía cada vez más claro que Gloin buscaba aliados en los elfos y que ideaba una alianza conjunta contra sus huestes. Hasta la fecha, y fiel a su pensamiento, el señor oscuro solo había enfrentado y destruído a los que se le habían opuesto de antemano. Con el mago blanco y los elfos de los bosques había mantenido un tratado de no agresión o mutua cooperación, y ninguno de sus dominios había sido invadido. De hecho, los elfos de Celeborn habían podido fortalecerse y expandirse por toda la región selvática de Mirkwood, e incluso algunos territorios aledaños cercanos al sur como Emyn muiL, o al este atravesando las Minas de Moria, para conquistar el Norte del Territorio de Rohan. ¿Por qué romper ese tratado que tanto les había beneficiado a ambos? 

- Mi señor, disculpad. - susurró el emisario orco llegado del Norte a las puertas de Mordor a la Boca de Sauron. Hemos interceptado un nuevo mensaje en el que el Rey enano de las montañas intenta coaccionar a Celeborn para que haga marchar sus tropas al sur en nuestra contra. ¿Cómo deberíamos proceder? ¿Cuáles son las órdenes de mi señor, el Gran Ojo?

- Las órdenes son claras y han de ser respetadas. Mientras el árbol blanco Celeborn y la dama blanca de Lorien no aposten más ejércitos en los territorios colindantes a Tierras Pardas y retiren prontamente algunas de sus tropas desde Emyn MuiL a sus florestas, ningún de nuestros ejércitos se acercará a sus dominios ni se fortalecerán los territorios colindantes. - matizó con rotundidad las órdenes de Sauron el cruel y leal lugarteniente. Sin embargo, mantened los exploradores bien atentos e informando, para observar si caerá a las pretensiones del vil enano aliado con Elrond medio-elfo. Le advertí a Celeborn que nuevamente acudirían a presionarle y coaccionarle y así se ha cumplido, pronto deberá cesar su posición neutral posicionarse a favor o en contra de nuestro señor. Al menor indicio de que vayan a romper el tratado de no agresión que mantenemos, y que fortalezcan sus dominios en el sur en vez de su desprotegido Norte, las órdenes son muy claras... Golpear duramente y sin compasión y arrasar con todo. 

- ¿Y qué hacemos con el enano? Habiendo tomado ya un claro posicionamiento...¿Deberíamos destruirle de inmediato? - indagó con curiosidad el emisario.

- Diminuid las defensas en Rhûn meridional como él ha hecho en Rhûn occidental y aguardad sus acciones. Es probable que se sienta tentado a quere dominar todo dominio de Rhûn... Pero la clave será clave ver hacia donde moviliza su líder, hasta entonces aguardad y conquistado las colinas de Rhûn. - finalizó el lugarteniente meditando los movimientos del Norte. ¿Qué decidiría Celeborn? ¿Rompería el pacto y asumiría las consecuencias? ¿Sucumbiría a la pretensiones y coacciones del enano y el medio-elfo, que le amenazaban atacarle si no se les unía?

Después del desastre en el valle de Lhun, envio 3 batallones des de Colinas del Tiempo a Fronteras.