Partida Rol por web

Me marcho para hablar en privado con Gror, o tan al privado como puede ser ya que uno de sus guardaespaldas sigue con el. No creo que pueda encontrarlo mas a solas

-Es duro, ¿verdad?- digo captando su opinión -ser lider. Todo el mundo espera mucho de ti. Todo el mundo tiene ideas de lo que debes hacer y se molesta si no les haces caso. Cuando tienes exito el mérito dura poco y se reparte, cuando fallas el fracaso es todo tuyo-

Mientras hablo tomo asiento en una de las rocas

-¿Has sido educado en la carga del mando o es algo que cayo sobre ti de repente?- intento que la pregunta sea amable, si el Dorith tenía un hijo mayor, un heredero, y murio, la carga del mando caería sobre Gror sin estar preparado. Esa podría ser la situación aquí. Pero espero que no entienda que sugiero que no está preparado

Mientras comparten una cena fría, Pel atiende las preguntas de Girolamo, tras asentir con una sonrisa a pa petición de Michani, a la que tiene el collar para que lo examine. - Espero tu opinión, se me está haciendo un poco cuesta arriba el entender estos objetos tan curiosos. Podría tratar de desentrañar si hay alguna magia en ellos mediante un conjuro, pero en territorio hostil y con la misión en ciernes prefiero dejar el uso de la magia para emergencias, ya me entiendes, Michani. - De todos era bien sabido que la Sombra cazaba a los usuarios de la magia de Aryth como si su conquista fuera en ello, y es que no se había visto un poder verdadero en el bando de la Luz desde hacía más de un siglo, si exceptuábamos a la Reina de Erethor.

Hablando con Girolamo le explica que su pueblo natal (el cual no nombra) se encuentra realmente cerca de el Bosque de Erethor, en su misma linde, y que en un primer momento ha tenido algún contacto con gentes que tenían nociones básicas de élfico. No obstante comenta que su aprendizaje fue completado mediante una fuente escrita, sin dar muchos más detalles al respecto. El que Pel haya viajado desde tan lejos durante tanto tiempo, sin duda es un indicativos de sus buenas capacidades como explorador.

La hora de las historias comenzaba a ser el momento favorito del día para Keg. Le agradaba esa sensación de camaradería que se iba creando mientras compartían la cena, aún cuando no podía hablar con la algarabía de los festejos, pero se murmuraba y se hablaba entre ellos como el sonido de las abejas alrededor de un panal. Aquí y allí se formaban parejas o grupos para conversar entre ellos, los tres que poseían algún tipo de habilidad arcana parecían estar haciendo buenas migas, lo que sería importante para que se sincronizaran si llegaban a ser atacados.

Por su parte, Keg preguntó a Dunkan cuando hubo acabado con su historia, si se sabía historias de fatas. Ver a aquellas criaturas le había sorprendido, llenándola de curiosidad. También continuó conversando con Cuhrim, cuando no estaba con su hermano o junto a Gror. Cuando llegaron los turnos de guardia, se vio obligada a guardar silencio, aunque la oscuridad era total y le impedía ver más alla de su nariz. Estaba sin embargo atenta a los ruidos del ambiente, de la naturaleza, para intentar detectar cualquier cosa extraña.

La cena se gestó en paz, había conversaciones cortas aquí y haya, pero nada que pareciese sobre salir o llamar la atención de todos, al menos así fue hasta que Dunkan inició su historia – alguna vez fueron enanos ¿saben? – dijo el enano montaraz en la lengua del comercio alzando un tanto la voz por sobre los demás – También se les llama Odrendor, la mayoría ya lo han olvidado, pero alguna vez fueron también Elthedar, fatas, al igual que nosotros los enanos. Éramos hermanos según las leyendas – narró con entusiasmo, aunque a lo lejos Gror hacia muecas ante ello, no le gustaba nada aquella historia.

– Se dice que los enanos y los orcos proceden de los Elthedar que alguna vez buscaron refugio en las Kaladrun. Cuenta la leyenda que un gran clan de aquellos Elthedar cometió un atroz acto y fueron exiliados por el resto de clanes que ahora somos nosotros. Solos en las profundidades de los valles montañosos del norte, estos elthedar encontraron refugio en la sombra. Quien lentamente y con su poder corruptor, fue convirtiéndolos en lo que hoy son, Orcos. Se dice que el odio entre ambas razas es tan antiguo que llega hasta aquellas épocas – el enano se detuvo para seguir comiendo, notando que ya tenía la atención de muchos.

– Más allá al norte, se fueron multiplicando y formando sus propios clanes. Se dice que el pacto que hicieron con el Dios oscuro, un pacto de sangre, se dio en una sola noche, cuando una madre, con su bebe muerto durante un parto, clamó a la sombra por su auxilio y ayuda. La sombra respondió y cerró un pacto con ella y su pueblo. Aquello abrió el camino a la sombra. Por eso cada tribu es liderada por una mujer – exclamó como implicando que aquello daba validez a su historia. – por muchos años, quizá siglos, los enanos nos olvidamos de nuestros supuestos hermanos, hasta que, al antiguo y legendario clan de mineros, el clan Modrun les encontrará en las profundidades. Aquello fue su desgracia – la historia concluyó parcialmente allí, pero dio pie a muchas historias cortas sobre la lucha contra los orcos. Cuhrin contó como su abuelo murió defendiendo al Dorith de la roca en una batalla contra muchos orcos, lo cual llevó a que su familia fuese ligada a deuda eterna con el Dorith, al parecer, por ello era que habían sido elegidos como sus guardianes.

- Mi padre me ha educado bien – exclamó Gror – El esperaba grandes cosas de mí, muchos lo esperan. Pero no le entiendo. Soy un gran guerrero, llamado a ser uno de los mejores en muchas generaciones. He matado más orcos y bestias que muchos de los nobles del consejo, y sin embargo muchos consideran que no debe ser tomado como Dorith, que se debe llamar al consejo y elegir por votación. Solo no lo dicen públicamente por temor a mi padre – exclamó desde su corazón, aún sabiendo que ciertamente los enanos del consejo más que temer a su padre, le respetaban, tanto o más que el resto de enanos de la Roca.

Madrugada del 18° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura   [Turno 11]

La segunda noche de su jornada fue aún más problemática que la primera, y es que, al momento, aún no terminaba y ya todos se encontraban de pie, alertas ante lo que estaba sucediendo. El primer acontecimiento, y quizá poco sobresaliente, ocurrió muy temprano en la noche, al final de la primera guardia, cuando Adam avistó algo que se movía en la noche, a una decena de metros de su campamento. Apenas alertó a Dainn, este pudo observar a la distancia y por un breve momento a unas figuras que se alejaban corriendo dejando caer algo a la distancia. Dainn habría querido ir a explorar que era aquello, pero era consciente de que podría tratarse de una trampa por lo que permaneció en su sitio al tiempo que Adam despertaba a Fuhrin y a Keg para redoblar la guardia en aquellos momentos. Dainn y Adam acompañaron a la segunda guardia, largos minutos hasta que estuvieron seguros de que nada habría de ocurrir, aunque aún así aconsejaron al enano y a la bárbara estar alertas y no caer en trampas, ya a la salida del sol habrían de explorar.

La noche continuó en paz desde aquel momento, hasta que ya en la madrugada, cercano el crepúsculo otro acontecimiento importante se gestó. Ulfrin y Wendell hacían la guardia en aquel momento. Ninguno escuchó nada, ninguno vio nada. Simplemente todo pasó deprisa y sin aviso alguno.

Lo primero fue la caída de Ulfrin, nadie lo había empujado, o al menos Wendell, quien hablaba con él en aquel momento, nada vio. No obstante, Ulfrin sabía que algo lo había empujado, más aún, sintió que algo intentaba entrar en él, como queriendo dominar su mente y cuerpo. Y luego todo estalló sorpresivamente. Hubo gritos, muchos gritos de dolor, suplicas, ruegos. Pero pronto hubo también amenazas y odio. Nada era claro.

Todos despertaron entonces, uno a uno, y a la luz de las estrellas pudieron observar lo que ocurría. Los aldeanos, o al menos algunos de ellos habían huido hasta el campamento de los héroes. Los orcos les habían seguido y ahora les atacaban con sus gigantescas espadas acerradas. Las imágenes eran confusas, y todos lo atribuían a que apenas estaban despertando, aunque ya su estado de alerta estaba en lo más alto. Había cuerpos que se arrastraban gritando de dolor, había quienes bañados en sangre clamaban piedad. Un par de orcos se lanzaron sobre Girolamo cuando éste apenas estaba despertando y clavaron largas lanzas en su pecho sin que Girolamo, o Dunkan que se encontraba cerca de él, pudiesen detenerlos.  No obstante, Girolamo estaba bien, nada le había pasado, e incluso cuando se levantó para defenderse, los orcos ya no estaban, al menos no aquellos que le habían atacado.

El defensor observó como Ulfrin caía y casi sin darse cuenta cerró los puños, mientras miraba a su alrededor. Al notar las siluetas impresisas de los aldeanos y los orcos se dispuso a atacar a cualquier orco que pasara cerca de su posición. Por lo menos sus compañeros estaban en el piso, durmiendo, por lo que no podría golpearlos, ni siquiera en la confusión del momento - Orcos, atentos, Orcos - atinó a gritar mientras sus puños buscaban su primer objetivo

- Cuidado con los aldeanos - insistió, tratando de que sus golpes tuvieran un objetivo válido - Apunten bien a los orcos - Sus primeros intentos fueron infructuosos, hasta que finalmente observó una cabeza con los inconfundibles rasgos orcos y le lanzó un puñetazo con todas sus fuerzas. La dirección y la potencia eran las correctas para impactar y...

Por suerte para todos, los dos incidentes no les costó al grupo más que algo de tiempo. Aunque era algo que tampoco podían perder a la ligera, todavía tenían algo de margen para llegar dentro de lo previsto. Barich no tardó en enterarse de lo ocurrido con las fatas mientras Dainn y él se adelantaron para observar mejor la aldea atacada. No tenía muy claro lo que su compañero montaraz esperaba ver, pero ya tendría tiempo de preguntarle y hablar de ello con más calma. 

La travesía continuó sin más contratiempos y apuraron las últimas horas de luz antes de buscar un lugar donde poder acampar. Allí Dunkan les brindó un poco del saber popular de los enanos, de la criaturas que se habían encontrado antes en el camino y de su origen común. Barich prestó atención a las historias del enano mientras cenaba la suerte de gachas que había preparado pero no tardó en revisar su equipo y hacer los preparativos para pasar la noche. Mantendrían el mismo reparto de guardias así que aun tendría unas horas para dormir un poco... O eso es lo que en un principio había pensado.

Los gritos y ruidos de gente corriendo por todas partes despertaron al grupo por completo. Unos aldeanos huían despavoridos de sus perseguidores orcos. Parecía que la calamidad que había sufrido la aldea que dejaron atrás terminó por alcanzarlos y atraparlos en medio de la vorágine de una carrera desesperada. Los perseguidos corrían sin poner la más mínima atención de lo que tenían alrededor ni de lo que tenían delante mientras que los perseguidores blandían sus armas maldiciendo en su propia lengua. Barich se incorporó a toda prisa en medio de todo este caos y se apresuró por coger su arco. Era demasiado tarde para pensar en otra cosa más que plantar cara. Si querían buscar una oportunidad para salir de ahí primero tendrían que comprender la situación para conocer sus posibilidades. 

Cuhrin, el mas cauto de los gemelos se levanto rodando por el suelo para esquivar el ataque de un goblin que le saltaba encima. Tomó rápido su escudo para proteger de más inminentes ataques, pero el goblin ya no estaba allí. Se puso en pie entonces y con calma observo la situación al tiempo que se hacia con su masa. – ¡Arriba todos! – gritó el enano por instinto. – No ataquen, no hagan nada. Esto es una ilusión, o algo más. Protejan el perímetro, cuiden sus espaldas. Fuhrin, protege a Gror – exclamó extrañado el enano.

Dunkan quien lo miraba en ese momento, se puso también en pie mirando la escena. – No es una ilusión, o si lo es, es muy poderosa – Un niño lleno de miedo se había agarrado con fuerza a él e intentaba hablarle, pero Dunkan no escuchaba nada ni sentía nada. El niño estaba y no estaba allí – espíritus atormentados – exclamó en voz baja con dudas en su mente, pues aquello no era posible, o al menos eso creía él, pues nunca había presenciado ni escuchado nada parecido.

Pel asintió a las palabras de Dunkan, para luego hablar con aire entristecido. En principio se había llevado un buen sobresalto, aprestadno sus armas rápidamente para la la lucha, pera que luego sus hombros cayeran abatidos.

- Así es amigos. Los espíritus de los Caídos animan sus cuerpo en busca de los vivos, pero una vez que su cuerpo desaparece o es destruido, ¿dónde va ese espíritu? Desde luego no puede trascender, ya que le pasa lo mismo que a aquellos espíritus que eran de otros mundos y ahora están encerrados en Aryth.

Esa es nuestra maldición, el no poder abandonar este mundo. Lo que habéis visto pueden ser ecos de eso espíritus rememorando una y otra vez aquello que les liberó de sus cuerpos y les condenó a una cárcel de la que no se puede salir, el propio mundo. Ese es el destino de todos los que morimos en Aryth. Pero si sólo unos, ahora o dentro de un tiempo consiguen cambiar esto, se liberarían todos los espíritus atrapados desde tiempo inmemorial. Que Aryth nos cuide y proteja, y que nos haga dormir el sueño de los justos una vez nuestro cuerpo perezca. -

Con un gesto resignado Pel se deja caer de nuevo en su catre, murmurando unas palabras de consuelo para los espíritus que habían desaparecido, enroscándose en su manta para tratar de dormir. Esa noche le costaría bastante.

Todavía sin apenas haber abierto los ojos, vi cómo dos orcos se abalanzaban hacia mí noooooo, cabrones, noooooo grite cruzando los brazos alrededor de mi cuerpo, en un inútil intento de protegerme. En ese momento, mi vida pasó por delante de mis ojos, consciente de que mi vida sería segada ahí, y en ese instante. Sin embargo, el dolor nunca llegó y, cuando había pasado unos segundos, volví a descruzar los brazos para comprobar que se habían ido

Ja, cobardes. Sabían que no podrían conmigo digo mirando a mi alrededor, más confiado, mientras me levantaba.

Parecía que los espíritus habían decido atormentarnos, incluso los de los orcos pensaba que los de esos sucios orcos dejarían que se marcharan y así no dieran por culo también en la muerte digo a Pel, mirando a mi alrededor entonces éstos espíritus deben de ser los que murieron en la aldea ayer mismo ¿no?

Al darse cuenta que sus puños no son capaces de hacer daño a lo que sus compañeros han identificado como espíritus, Wendell menea la cabeza manteniéndose en guardia - Si realmente son los espíritus de quienes murieron en la aldea, debemos felicitar a los aldeanos - sentencia - Por lo menos se llevaron consigo a unos cuantos orcos. Eso es digno de admirar -

- Supongo que eso significa que, por ahora, no hay forma de deshacernos de ellos - le comenta a Pel que es quien más parece entender lo que sucede - Y solo lo conseguiremos si alguien consigue cambiar esto... cambiar que? - pregunta confundido. Su vida ha sido una lucha contra los servidores de la sombra, pero es la primera vez que alguien le habla de la posibilidad de un cambio real - Quizás esa sea una tarea digna de asumir en cuando entreguemos el paquete - Murmura más que expresa pensando, por primera vez en su existencia, que quizás existe la forma de hacer algo más que sobrevivir.

Tras el incidente en su guardia Adam creía que nada más le sobresaltaría aquella noche. No se arrepentía de haber despertado a todos, de haber sido un ataque habría sido lo mejor. Desde luego él esperaba que lo hicieran los demás si algo sucedía mientras a él le tocaba descansar.

Y tuvo su recompensa cuando horas más tarde sufrieron un ataque. Adam se despertó sobresaltado al escuchar los gritos. Apenas pudo ponerse en pie para defenderse cuando la turba de campesinos y orcos asolaba el campamento. Empezó a pelear tan duro como pudo teniendo claro que vendería cara su vida, y no fue hasta pasado un rato que asumió lo que decían algunos de sus compañeros. Aquello no era real, si no algún tipo de ilusión.

Joder. Pues parecía muy real para mí.

Pel les explicó lo que pasaba, o por lo menos lo hizo en un idioma que podía entender. Pero la verdad es que no le quedó muy claro. Sólo confirmaba lo que todos ya sabían. Aquel era un mundo horrible, y ni la muerte era una escapatoría.

Puta mierda todo.

Después de aquello iba a ser dificil volver a conciliar el sueño.

- Ay amigo Girolamo, si han muerto ayer o hace una década, eso sólo Aryth lo sabe. Bravos fueron si arrancaron de esta tierra a los inmundos orcos. -

Pel calló y se arrebujó en su manta, pensando que si en verdad había sido ayer, hubiera estado en sus manos salvar a esa gente, y ahora esos espíritus eran su responsabilidad en cierta manera. El sueño ciertamente tardaría en acudir esa noche.

Las palabras de Pel me dejaron pensativo, y junto con el abrupto despertar, me costo conciliar de nuevo el sueño, pensado en espíritus que acechaban al mundo encerradas, sin poder ser liberadas. Otro regalo de Izrador.

Finalmente el sueño venció y, al igual que había hecho Pel, me hice un ovillo con la manta y dormí hasta el amanecer.

En verdad la mente de Dainn estaba abstraída tras el asunto de la aldea; ojala hubieran podido hablar con algunos de aquellos infelices, saber cómo habían durado… aunque eso ya no podría ser. La visita nocturna  le dejo tenso y esta vez fue incluso más cuidadoso en sus precauciones al dormir que de costumbre*, manteniendo el urgrosh en la palma de su mano para levantarse ya blandiéndolo si hacía falta.

Y vaya que casi parecía hacerlo. Cuando aquella turba entremezclada apareció en el campamento, el enano se mantuvo firme y en guardia hasta determinar bien la estrategia a seguir. Las dudas asaltaron su mente; ¿como les habían encontrado? Habían sido cuidadosos y no dejado rastro ni luces… Su suerte no podía ser tan mala que de todas las direcciones aquellos hubiera huido justo hacia aquí, atrayendo a sus perseguidores. Pero pronto quedo claro que se trataba de alguna clase de magia. Un siniestro recordatorio del sufrimiento de aquella tierra…

-Sera mejor si mañana apuramos un poco la marcha y nos alejamos cuanto antes de aquí. +murmuro con un gruñido, observando en particular las figuras de aquellos malditos orcos. Al menos ya estaban muertos; pero ojala hubieran podido ayudar antes...

Cuanta más atención intentaba prestar Barich, más se veía atrapado en el caos que se generaba a su alrededor. Pero había algo extraño en todo aquello y Cuhrin fue el primero en dar una explicación de lo que estaba pasando. Resultaba complicado asimilar que todo lo que estaban viendo no era real. Todos esos gritos, ese sufrimiento... Pel no tardó en confirmar que lo que estaban presenciando eran ecos de gente asesinada hace tiempo, espíritus errantes. -Ni siquiera en la muerte pueden descansar en paz...- Se lamentó el joven montaraz quien, a pesar de ser consciente de la ilusión, no soltó su arco en ningún momento. 

Todo esto les serviría de recordatorio del motivo de su lucha y de la importancia de prevalecer ante La Sombra. El errante que vieron el día anterior, esta almas atormentadas... El mal se había adueñado tanto de la vida como de la muerte. Esos terribles hechos no hacían más que reforzar la determinación de Barich. 

Por dos veces habían interrumpido el sueño de Keg antes de tiempo. Primero poco antes de que fuera su turno para la guardia, teniendo que adelantarla puesto que parecía que algo los estaba rondando. Pero nada ocurrió durante ese tiempo ni durante su ronda con Furhin. En comparación, los dos enanos podían ser fisicamente dos gotas de agua, pero prefería la compañía de Curhim puesto que era más animado a contar historias y compartir de su vida.

El segundo despertar fue más violento, y por un momento Keg estuvo alterada, buscando su espada y tratando de entender cómo podían haberlos sorprendido cuando se habían procurado tomar todas las previsiones correctas. Antes de dejarse llevar por la violencia y lanzarse a atacar ciegamente, pudo escuchar las palabras que dijeron algunos de sus compañeros, logrando entender que no eran reales. O más bien, que eran reales pero no podían ya hacerles nada nunca más. La ereña se quedó mirando a aquel niño que se aferraba a la túnica del enano Dunkan, y su rostro se ensombreció. Mientras algunos volvían a recostarse, ella se quedó en silencio, mirando hacia el vacío.