Para sorpresa de Keg, habían logrado salir todos de allí con vida, incluso los elfos. Aquella había sido sin duda una noche extraña, y aunque la ereña estaba contenta de ver un día más de vida, los eventos ocurridos durante aquel encuentro no terminaba de hacerla sentir bien. En parte, porque había sentido que en la batalla había sido tan útil como una piedra o un árbol. No había llegado a dar un sólo golpe, y aquella sensación le pesaba aún en las manos. Si, ella tenía claro que en ese momento el plan no era pelear y vencer, sino sobrevivir y escapar, pero eso no había evitado que el resto hiciera muchísimo más que ella.
Quizás, si pudiera hacerse con una honda, podría estar preparada para otro caso similar en donde el ataque a distancia fuera más efectivo y necesario que atacar cuerpo a cuerpo. Con eso en mente, esperó a que fuera el mejor momento para hablar con sus compañeros y averiguar si alguno tendría una honda que no estuviera usando. Más al llegar la hora de reposar y cenar, la conversación tomó unos matices más serios, y la tensión comenzó a expandirse entre los presentes. La mujer ereña frunció el ceño sobretodo a las palabras del gnomo, que tan campante resaltaba los defectos de las razas pero ni una palabra decía sobre los elfos y los gnomos.
Ella no intervino. Nunca había sido de muchas palabras, pero además no creía que lo que ella pudiera decir ayudaría de algún modo a la situación. Hasta el momento, el supuesto líder de aquel grupo de guardaespaldas se cerraba a escuchar los consejos de quien no fuera enano, algo que por cierto le escamaba aún más porque no parecía sentirse ofendido ante el hecho de que la elfa lo hubiera controlado para escapar, y que en ese momento ni siquiera estuviera interviniendo. ¿Que demonios le había dicho la mujer? Keg se limitó a resoplar y a lanzar ramitas pequeñas hacia el fuego, esperando que la conversación terminara de morir para poder intentar descansar.
La tensión comienza a palparse y el aire casi puede cortarse con una hachuela. Los elfos son fanáticos y no los culpo porque su reina les ha mantenido alejados de la Sombra y eso es más de lo que cualquier otro haya logrado hasta el momento. Adam menciona cosas que todos podemos haber pensado pero son exageraciones sin matices. Miro a Adam y le respondo:
- "¿Entonces tampoco seguirás rey alguno? ¿Ni siquiera a un caudillo porque tú y solo tú eliges? Eso es mentira, un sueño. No hay diferencia entre no poder elegir por magia y tener que elegir algo porque la alternativa es la muerte o el destierro. No, uno rara vez puede elegir realmente pero la verdadera diferencia entre la Sombra y otro gobernante no tiene que ver con la posibilidad de elegir, sino las cosas que te obligan a hacer bajo su mando."
No me es terrible servir al rey de la Roca y cuidar a los nuestros bajo sus órdenes. No me molesta servir a la reina bruja si sus órdenes son matar a los orcos pero la sola idea de servir a Izrador y verme obligado a asesinar inocentes y diezmar razas completas solo porque a mi gobernante se le antoja que ellos pueden decirle que no. En el fondo, agradezco que a los enanos no se nos haya dado la opción de servirle pues me avergonzaría de las acciones de mis hermanos si así fuese.
Pero Pel tiene razón, estamos intentando hacer un esfuerzo prácticamente inédito de cooperación en esta era, para intentar luchar contra la Sombra de frente, unidos y dando lo mejor de nosotros. Aumentar viejas tensiones no ayuda en nada:
- "No debemos mirar el pasado mas que para aprender de nuestros errores, pues es el presente el que dirá si ganamos o no. No sirve de nada acusarnos de viejos agravios pero sí es importante manejar las maneras para un futuro unido y no una nueva separación."
Mis palabras las acompaño mirando de frente a la elfa pues, aunque a mí no me moleste haber sido hechizado, a los humanos claramente sí y, si los quiere como aliados, debería considerar el no hacer uso de sus poderes ni obligar de esa forma o no obtendrá nada más que detractores en la Roca.
A un combate extraño siguio una huida alocada, aun me sorprendo de que hayamos podido escapar todos relativamente indemnes. Sin duda los servidores de la sombra pronto nos perseguiran, pero por el momento hemos escapado.
El descanso empieza de forma relajada gracias a Dunkan, pero pronto se agria con las historias que nos cuenta Rendel para luego empeorar con las recriminaciones por lo que ha hecho la Reina
-La Reina de los elfos debería tener en mas consideración a sus aliados, tal vez tenga el poder y el conocimiento, pero hoy ha demostrado poca confianza en nosotros. ¿Si nos toma por niños como espera que confiemos en ella?. Sin embargo de nada sirve quedarse en el pasado, hablar de las traiciones y las cobardias pasadas solo nos hará daño. Hay que detener a la sombra, y solo lo conseguiremos unidos. Tal vez la reina aun esté a tiempo de aprender a confiar-
Doy un bocado ausente, sin saborear el pescado
-Mi clan, el clan Glorand siempre se ha mantenido ajeno a la guerra. Confiando en que la distancia y las montañas le mantendrán a salvo. Es una esperanza de necios, tan estúpida como de aquellos que se postran ante la sombra esperando la salvación por servilismo- miro los restos del pesacdo en mis manos como si no los reconociera y los arrojo al fuego
-abandone a mi hijo y a mi marido para venir a luchar contra la sombra. Solo nos queda luchar unidos o perecer y yo por lo menos no me rendiré hasta que Izrador sea detenido-
- Así que tenía razón - el susurro escapó de la boca de Wendell al ver confirmadas sus sospechas. Si, evidentemente la magia había tenido que ver con las acciones del grupo.
La explicación de la elfa no le gustó, pero quien era capaz de entender a esa raza "Son demasiado distintos a nosotros. Incluso los enanos tienen más sentido de la convivencia" se planteo antes de escuchar al gnomo y despectivas sus palabras. Por un momento cerró los puños, dispuesto a hacer que se las tragara a los golpes pero con gran esfuerzo se contuvo Di mi palabra de llevar a estos heraldos con el rey enano. Y la voy a cumplir. Pero es mi decisión. No estoy dispuesto a permitir que intenten hechizarme nuevamente - aclaró.
Tras dudarlo un momento añadió mirando a Ulfrin - No. No es solo cuales son las acciones que te obligan a hacer. Es el hecho de que te obliguen. Que es peor? Un legado que eligió conseguir poder a costa de su alma o una marioneta, que no puede elegir si actúa bien o mal. No lo sé. Al primero quiero matarlo por su decisión. El segundo solo me da pena. Y quizás deba matarlo incluso sintiendo pena por él. Lo cierto es que no quiero que tengan pena de mi -
- Pero no tiene sentido discutir ahora. El camino es duro. Quizás debamos combatir nuevamente. Solo espero que nos dejen cumplir con nuestro trabajo sin creer que somos marionetas al servicio de nadie. Una vez que lleguemos a la Roca de Durgis será un placer poder alejarme de quienes no nos respetan - finalizó, dejando claro que solo permanecía con los elfos por su sentido del deber.
El gnomo empezó a reír – Tienen razón, tienen razón – exclamó, sin dejar en claro a que se refiera o a quienes se refería. – ¿Alguna vez les han contado porque perdimos?, hay muchas historias al respecto, desde la afirmación fatalista de que era imposible ganar hasta quienes hablan de que todos los Dioses se volvieron contra nosotros y nos abandonaron. Prácticamente nada es seguro y nada se puede saber con veracidad – explicó hablando siempre en la lengua de comercio, la cual dominaba muy bien al ser un gnomo. – Pero una cosa si es segura, no perdimos porque no estuviésemos unidos, que claramente no lo estuvimos, el motivo fue que nadie quería someterse a otros. Cada señor enano es señor en su tierra, pero al salir de ella siempre quisieron seguir siéndolo, y no había forma de que se sometieran a un solo rey. Los elfos no habrían de viajar hasta las montañas para luchar bajo el mando de los enanos – sonrío con picardia – justo como no lo querrán hacer ahora – sonrío aún más, con cierto desden y cierta fraternidad mezcladas – y de los hombres todo siempre es complejo, siempre han tenido un rey, pero su fidelidad justo yace en lo que defienden ustedes. Todos son libres, nadie les va a decir como tienen que morir. Ya lo ha dicho la elfa, para nosotros no hay fin o meta mayor que nuestros propios intereses – la elfa no había dicho eso, pero sería fácil dar a entender que justamente era así tras lo discutido por todos.
El gnomo se levantó entonces y se sacudió el polvo y ceniza de las manos – Como dije antes, está discusión ya se ha tenido por generaciones. Ya es tarde y es mejor no estar distraídos. Esta noche nos estarán buscando y no sería bueno que nos encontraran discutiendo sobre cual de todos nuestros abuelos tiene la culpa de la miserable vida de sometimiento que llevamos – sus palabras, aunque tenían mucha veracidad, claramente siempre buscaban sembrar cizaña. Aquel gnomo tiene una peculiar forma de ser que podría no gustar a todos. Aunque ciertamente, a diferencia de viejos conocidos del pasado, no había insultado a nadie ni levantado falsedades ni había cometido alguna acción ruin. Simplemente clamaba palabras que a muchos no gustaban, ya fuese por que iban en contra de sus ideales o porque simplemente no querían aceptar la verdad.
Y ante la reacción de varios, fue Gror quien puso fin a la discusión, pues, saltando súbitamente desde atrás de Rendel, clavó su hacha con ferocidad sobre los restos de la hoguera de piedra. – Todos a dormir. Quiero doble guardias y nada de conversaciones – gritó en la lengua antigua de los enanos, con su hacha en mano en señal de amenaza. No era claro si había entendido todo y si estaba en acuerdo o en descuerdo con lo dicho por cada uno de ellos, pero si era claro que no quería que aquella discusión continuase.
Fin de la escena.
Si gustan aún pueden postear, estaré actualizandoles la partida hoy mismo. Por mi parte les invito a hablar entre ustedes y formar vínculos. Consideren que ustedes mismos han narrado cosas sobre sus vidas, intenten considerar relevante lo dicho por todos.
De la experiencia no se xD.
Arrugo el ceño frente a la reacción de Gror pues no era necesario y ventilar un hacha no es precisamente la manera de que convencer al resto de que tu punto es el válido. Pero es el líder y, por tanto, su palabra es ley. Me pongo de pie y me ofrezco para la primera guardia, esperando poder conversar con alguien para que el tiempo transcurra de forma más amena, por lo menos, más de lo que ha sido la conversación hasta ahora.
- "Yo haré la primera guardia. ¿Quien quiere acompañarme?"
Me sacudo un poco el polvo y estiro las piernas mientras me aseguro de que mis hachuelas estén en condiciones de usarse si durante la guardia somos atacados. Confío en la ubicación que encontramos pero uno debe estar preparado para todo en este oscuro mundo.
¿Alguien que tenga tiempo para llevar algunos diálogos en privado durante la guardia? Podemos hacer cotilla de los elfos xD
- Yo lo haré amigo Ulfrin. Tengo cosas en que pensar antes de irme a dormir tener a alguien sensato a lado sólo puede ser positivo para ello. -
Gror había doblado las guardias así que al canalizador le tocaba arrimar el hombro. Estaba anotando en su libro algunos de los acontecimientos del día, y había empezado a entender varias fórmulas que llevaba estudiando un tiempo.
Cuando Pel acepta acompañarme en la guardia, lo agradezco sin palabras. La verdad es que cualquiera que desee pasar esas horas de vigilia conmigo es una posible persona con la que conversar y de quien saber un poco más. En este caso, Pel, es un humano interesante y cuya actuación fue clave para nuestra escapatoria, una persona de quien realmente no sé absolutamente nada.
"Supongo que es un excelente momento para remediarlo."
Cuando ya todos se han retirado a descansar, nos quedamos sentados cerca de la fogata, por lo que empiezo a hablar, aunque en voz baja para que nadie pueda oírnos, ni los que desean descansar ni quienes nos buscan para matarnos.
- "Creo que no habíamos hablado antes, no habíamos tenido tiempo ni momento. ¿De donde eres, Pel? ¿Cual es tu historia?"
Mis palabras son directas y probablemente algún cortesano o diplomático diría que así no se le habla a la gente pero no soy una persona sutil ni pertenezco a un pueblo que se caracterice mucho por serlo, así que es poco lo que se puede esperar de mi intento de iniciar un diálogo.
Al final la conversación fue zanjada por órdenes del líder que parecía no tener nada que decir respecto a lo ocurrido, o no quería opinar, o quizás, no tenía idea de como opinar sobre ello. Keg se limitó a encogerse de hombros y a prepararse para descansar. Se acercó hacia Ulfrin y Pel, que habían tomado la primera guardia. -Yo me apuntaré para la segunda. Por cierto, ¿saben si en el equipo sobrará alguna honda? Si volvemos a estar en una situación como la de hoy, me gustaría tener alguna manera de atacar a distancia antes de salir a por patas.-
Yo tenía una cuando "compré" mi actual honda de calidad. La verdad es que nunca declaré que la tiraba (pesa 0 Lb) ni que la daba en parte de pago(cuesta 0 mo), así que si el master está de acuerdo puedo tenerla disponible para regalártela. Y hasta te puedo dar algunas balas (que no tengo tantas, pero mejor que haya algún otro que pueda disparar)
Y si el master entiende que en su momento la tiré siempre puede comprar una en cuando lleguemos a Roca de Durgis (aunque tengo el pálpito que quizás le necesitemos antes de llegar)
Ulfrin usa un estilo peculiarmente directo en su aproximación, cosa que provoca en el Canalizador una media sonrisa. A veces lo mejor era ir al grano directamente, sin rodeos.
- Bueno amigo Ulfrin, soy ereño, así que se puede decir que mi patria es extensa. Pasé mis primeros años haciendo nada especial salvo dar problemas a mi familia. Por poner un sitio en tu mente, crecí en un pueblo al oeste, muy cerca de Erethor, el bosque donde habitan varios de estos elfos.
Mi historia es sencilla; aprendí varios trucos de un viejo solitario que me enseñó como usar la palabra y la voluntad para usar las energías sobrenaturales de Aryth. Desde entonces me he tenido que cuidar el pellejo, ya que al enemigo no le cae bien la gente curiosa e investigadora como yo. Es por eso que también aprendí la senda del montaraz. A raíz de eso he viajado atravesando el continenete en busca de una resistencia a la que poder unirme, y aquí estoy.
Y qué hay de ti, ¿cómo te metiste en todo este lío? -
Revuelvo un poco el fuego de nuestra pequeña hoguera y retiro la rama con la punta encendida, lo que me hace extrañar un buen poco de tabaco que encender. Parece que fueron siglos desde la última vez que pude fumar un poco y esos pequeños placeres cotidianos se han transformado en lujos que no podemos permitirnos.
El relato de Pel es corto pero sumamente claro: Crecido entre humanos cerca de la frontera élfica, aprendió magia de un anciano y desde entonces ha ido aprendiendo lo que puede para sobrevivir. Un tipo hábil debe ser si aprender se le da con tanta facilidad.
"Habemos otros que tenemos una cabeza dura como la roca."
Cuando me pregunta a mí, me encojo de hombros y le cuento:
- "Crecí entre estas montañas, en un pequeño poblado en la superficie, junto a mi familia y unas pocas más. Aprendí a luchar para defenderlo pero supongo que no aprendí tan bien."
No digo más y en mi silencio no es difícil entender que no conseguí defender a los míos. Sigo revolviendo el fuego y hablo sin levantar la vista, más por respeto a su disposición de hablar que a ganas mías de contar acerca de mi pasado:
- "Ahora no tengo pueblo, ni familia pero la Sombra sigue allí. Mientras siga, otros vivirán lo mismo que yo y no puedo permitir eso mientras siga vivo. Debo vengar a los míos y honrar a mis ancestros. Es lo único para lo que todavía respiro."
No levanto la vista de las llamas y su color se refleja en mis pupilas, como si aquel fuego danzara en el interior de mis ojos mientras mis palabras son pronunciadas mas no hay calor en mi voz, ni emoción, ni siquiera rabia, solamente el frío de quien no tiene más propósito y ya está muerto por dentro.
- Creo que subestimas tu habilidad luchadora, amigo Ulfrin. En la prueba a la que nos sometieron el La Roca creo que fuiste el luchador que más sobresalió en cuanto a causar bajas en los enemigos, por no hablar de que te comportaste bien tácticamente.
Luchar no es lo mío, pero puedo manejar una espada de ser necesario, al menos por un rato corto. He centrado mis conocimientos de canalización en usar engaños que retrasan y frenan a un enemigo, quizás hasta engañándolo por un breve tiempo. Y es que creo que en una confrontación abierta nunca tendremos a favor los números, así que muchas veces una victoria que consista en respirar para pelear mañana será más que suficiente.
Creo que nos espera un duro camino, pero si todos damos lo mejor de nosotros mismos, podremos salvar vidas y honrar a nuestros parientes, todo a la vez. -
El enano parecía en un estado emocional decaído, como el que no tiene esperanza alguna, y nada podía ser más peligroso que alguien sin esperanza. Peligroso para los demás y para sí mismo.
Las palabras que Pel le dedica a mis habilidades son amables pero no me sirven de nada, así como intento hacérselo ver:
- "Saber luchar no sirve de nada por sí mismo. Si no eres capaz de proteger y salvar a los tuyos, es irrelevante que tan bien uses las armas y te muevas en el campo. Si no eres capaz de cumplir tu propósito no importa que tan bien lo intentaste."
Esa es la triste realidad y este mundo es demasiado cruel e implacable para valorar algo más que el éxito y el poder para conseguirlo.
Escucho lo que dice de sus propias habilidades. Mantengo silencio pues, aunque intento no juzgar a otros o lo que han tenido que aprender para sobrevivir, un pensamiento se mantiene en mi cabeza.
"Si aprendes a huir y salvarte en vez de luchar, y la única forma que tienes de luchar es huir, solo pasarás tu vida entera huyendo y jamás harás la diferencia."
Pero entonces recuerdo como fueron precisamente sus trucos los que no permitieron sobrevivir el día de hoy. Eso me enseña que en realidad, no será el brazo más fuerte ni el tipo más astuto el que vencerá a la Sombra, sino el trabajo en equipo de muchas personas distintas, con distintas habilidades trabajando en un mismo objetivo. Miro a donde los elfos están descansando y una pequeña esperanza crece en mi interior pues, aunque no nos gusten sus maneras, si elfos, humanos y enanos se uniesen, quizás así podría lograrse algo.
Asiento con la cabeza a las palabras finales de Pel. Me gusta lo que dice y quiero creer en que es posible.
Ulfrin hablaba con el convencimiento de quien sabe que debe algo a sus seres queridos y que les ha fallado. Pero su honor y su valor estaba más allá de toda duda, y así debía hacérselo saber.
- Amigo Ulfrin, me temo que somos seres de carne y hueso y que sólo tenemos dos manos. Cualquier cosa que pase más allá del alcance de nuestras extremidades está fuera de nuestro control, y por más que porfiemos y nos lamentemos, tenemos las limitaciones de los seres mortales.
Quizás antes de la Sombra teníamos otros medios a nuestro alcance, la de la ayuda de aquellos que ya no están, poderes superiores que nos ayudaban en nuestros azares diarios. Pero ahora sólo estamos nosotros, seres imperfectos cuyas patentes limitaciones marcan nuestra vida y las de los que queremos.
Pero en la voluntad se encuentra el premio, en ese deseo de superarnos día a día y querer enderezar nuestra existencia, por más que nos limiten el alcance de nuestras dos manos. Si tus manos cogen las mías, y así sucesivamente, formaremos una cadena que alcance todo aquello que deseamos alcanzar. Solo, tu alcance es limitado, pero muchas manos alcanzan muy lejos. Dame tus manos y que este sea el comienzo de una cadena que nos lleve donde nadie llegó antes. -
Pel tiende las manos hacia Ulfrin, tratando de estrechar lazos entre dos seres que apenan se conocen, pero comparten una idea común: Que la Sombra no venza a la esperanza.
Me gustan las palabras que relata Pel, habla de una cooperación real y de la capacidad de enfrentar a los enemigos de forma unida. Que los brazos de tus aliados lleguen donde los tuyos no y así cumplan los objetivos. Es poético pero suena bien, siento como si eso es lo que hubiera faltado para que Izrador jamás hubiera vencido. Muchos, incluso la discusión de hace un rato, nos enseñaron que perdimos cuando empezamos solo a velar por nosotros mismos, sin mirar al lado.
"Los aliados es la única manera de vencer realmente. No se le puede vencer a la Sombra de a uno, ni siquiera un pueblo puede hacerlo si lucha solo."
Por primera vez en un buen tiempo, sonrío ante sus palabras y el ofrecimiento de sus manos. Mantengo mis manos en la posición que las tenía, sin moverlas hacia el humano mientras le respondo:
- "Bueno Pel, puedes contarme en esa cadena, aunque preferiría no hacerlo tomándonos de las manos de verdad, claro."
La verdad es que he encontrado en las otras razas, en Wendell, Girolamo y Durghall a los aliados más cercanos que he tenido desde que perdí a los míos. He encontrado en su valor y arrojo unas imágenes muy similares a mi mismo acerca de lo que es bueno y justo, así como de lo que estamos dispuestos a hacer por conseguirlo. Eso me ha enseñado a que no se trata de la raza ni el tamaño del sujeto, sino a la fuerza en su espíritu. Pel ha demostrado contar con ello en su corazón y es solo cosa de tiempo para que confíe en él tanto como en mí mismo.
Pel se lleva las manos a la nariz, para luego apartarlas con un gesto raro.
- La verdad es que haces bien porque, ¡estuve cenando pescado! Ja, ja, ja. Me alegra a que nos entendamos, Ulfrin, de verdad. Necesitamos entendernos mejor y este puede ser un comienzo. -
El humano asintió satisfecho mientras usaba algo de agua para aclararse las manos. Normal que el astuto Enano no hubiera querido estrechar sus mugrientos dedos.
Me río ante la broma que Pel pensaba gastarme con sus manos sucias. Ha sido divertido y hace tiempo que no reía. Le miro y le asiento con la cabeza:
- "Creo lo mismo que tú y creo que nos hace bien conocernos mejor. La confianza no es algo fácil de obtener en estos tiempos."
Dejo de remover el fuego pues creo que ya está bien para pasar lo que nos queda de noche. Si todo sale bien, mañana ya llegaremos a la Roca de Durgis y podremos descansar un poco, creo que lo tenemos merecido.