La desesperada carrera por la vida comienza cuando debemos movernos a gran velocidad pues los muertos se van levantando rápidamente. En sus ojos, en sus rostros, se puede ver como la locura y la violencia se van apoderando de ellos, preparándolos para transformarse en uno de los peores flagelos de este mundo. Por suerte, nos queda la conciencia limpia de que el Dorith no será una de aquellas aberraciones.
"Lo que no hará ninguna diferencia al final del día."
Pero conseguimos salir. Perseguidos por la muerte misma, que corre detrás nuestro con ansias asesinas y de devorar nuestra carne. Solo los azares del destino y la fortuna nos sacan de ahí con vida.
Pero los orcos siguen fuera y los gritos de mujeres y niños nos indica que todavía hay esperanzas para algunos de los habitantes de la Roca de Durgis. Entonces aparece Arvin, el otrora compañero de viaje, ayudando en la lucha contra la Sombra. Me pone feliz verle pues, aunque tenemos serias diferencias en la forma de hacer las cosas, nuestro objetivo es común.
Continúo avanzando junto al grupo para ir a la zona desde donde provienen los gritos, para poder ayudar como sea necesario.
Yo efectivamente no recojo más que la coraza (y raciones si alcanzara).
Entendiendo la solicitud que Arvin les hacía, el grupo se apresuró a acudir en ayuda de sus otros compañeros cruzando las calles de la ciudad. Éstas se encontraban igualmente llenas de cadaveras, aunque ahora en su mayoría eran mujeres, niños y ancianos. Había orcos también, aunque eran pocos. La batalla se había librado principalmente en la puerta norte, la cual había caído se podían ver múltiples cadáveres, sobre todo de orcos.
El grupo avanzó hacia la entrada principal, pues aquel estruendo que había escuchado antes provenía de allí. Cruzando la plaza principal de la ciudad, los héroes pasaron a través de una de los puentes que cruzaban el rio que alimentaba a la ciudad. Justo tras éste, tuvieron una panorámica completa de lo que ocurría más allá del mercado. Había aún algo de polvo, pero lo que había caído no era un edificio si no uno de los Golems de piedra que quedaban en la ciudad.
La batalla había terminado, el grupo había llegado tarde. Había muchos orcos muertos, y todos los Golems habían sido destruidos al menos incapacitados. Dos de hechos estaban completamente destruidos, de uno más solo quedaba el torso y las piernas, las cuales ahora caminaban de forma inanimada intentando pisotear sin existo a los guerreros enanos y compañía. Un cuarto Golem había perdido la mitad de su cuerpo inferior y un brazo, a la par, parecía no poderse mover más, aunque su cuerpo se retorcía en vibraciones que indicaban que aún existía “vida” en él. Finalmente estaba un quinto Golem, destrozado también desde el vientre hasta los pies; su cabeza había caído producto de algún poderoso impacto reciente pues a lo lejos podían ver como rodaba por los suelos, pero sus brazos apretaban los puños de Durghal quien al parecer había intentado detenerlo protegiendo a elfa Rhiann que se encontraba en el suelo tras de él.
Durghal no se movía, y parecía sostenerse se solo por sus manos aferradas a los puños del gigantesco Golem. A la mente vino entonces un recurso, en cierto momento, días atrás, la reina elfa, a través del avatar Rhiann había dicho a Durghal que cuando llegara el momento tendría que actuar y que no debería dudar. La elfa se arrastraba con dificultad por el suelo en dirección al golem que se retorcía, pues junto a este, aplastado por el cuerpo destrozado de aquel Golem, se encontraba Eirinn, quien parecía haber muerto; mientras que de Bayal no había señales.
Adam se encontraba en el suelo, su cuerpo había sido partido en dos, probablemente producto de la poderosa fuerza de los Golems. Barich se encontraba en lo alto de un edificio aledaño a la batalla, vigilante, aunque sumamente cansado. Justo debajo, se encontraban los prisioneros enanos, ahora liberados, cerca de treinta entre niños, ancianos y mujeres. Junto a ellos estaban Rendel y Dunkan, donde este último intentaba tranquilizarles sin mucho éxito.
Pero en aquella batalla contra 5 Golems y en torno a treinta orcos, no habían peleado solos, pues como sabían ellos mismos, los Golems eran practicamente imparables. Valtarn y varios de los miembros de la compañía se encontraban allí, la mayoría muertos. El mismo Valtarn estaba atravesado por una gigantesca lanza de los Golems y enclavado en lo alto de un muro.
Ulfrin: Para raciones no te alcanza pues tienen que quitar la coraza y eso toma tiempo.
Todos: Cuhrin ya tiene un escudo pesado de acero, igual toma el otro para llevarlo a la espalda. Uno nunca sabe.
Todos: Tentativamente es la última ronda de esta escena, luego pasamos al epílogo y la entrega de experiencia.
- Por lo menos nosotros solo nos enfrentamos a los orcos - no puedo menos que reconocer Wendell al ver el desastre que habían generado los golems.
- Demasiados muertos. Y todo ¿porque? Malditos engendros de la sombra - murmuró apesadumbrado-
Tras mirar al resto del pueblo enano, meneó la cabeza mientras observaba a Gror y le preguntaba en idioma enano - Es tu gente. Tu dirás si te quedas con ellos o sigues las instrucciones de Dorith... del antiguo Dorih - se corrigió rápidamente antes de continuar - O, si prefieres, nosotros... bueno, por lo menos yo me ofrezco y probablemente otros también lo harán, trataremos de entregar el estuche a los elfos en su nombre. Seguramente Rhiann pueda guiarnos y asegurase que cumplimos tus instrucciones - trató de argumentar a favor de esa idea.
No sabía que era lo que pensaba hacer el nuevo Dorith, pero ofrecerle una alternativa para que pudiera cumplir los designios de su padre y ADEMAS, cuidar de lo suyos era lo mínimo que podía hacer - Aunque por supuesto, la decisión final corresponde al Dorith - completó respetuosamente. Lo cierto es que nunca lo había considerado un buen líder, pero era el único que tenían los sobrevivientes. Quizás, ante todo lo que había pasado, demostraba que tenía la sangre de su padre y resultaba capaz de tomar la decisión correcta.
La escena que nos encontramos, aunque terrible, es al menos una de una triste victoria. Estos niños y mujeres seguirán libres un tiempo. Pero el precio ha sido terrible.
Al ver la situación no pierdo un momento y corro hacia el avatar de la reina bruja, pese a estar agotada he de sanarla. Y si queda algo de vida en Eirinn también.
Mientras examino a Eirinn para comprobar si sigue con vida hablo a la elfa en enano antiguo, que parecia entender bien
-¿Donde está Bayal?, hemos de estabilizar a cuantos podamos y marcharnos de aquí rápidamente-
la idea es lanzar curar heridas ligeras a los dos elfos, si Eirinn aun está con vida
energía de conjuros 0/4. Con -4: 11 -6pv
hechizos: susurrar con Pel 29m. armadura de mago 2 horas
CA: 14+ armadura de mago 4= 18
PG 14/20
estoy así antes de curar a nadie.
Si vamos a lugar seguro ya hare mas curaciones con magia ritual
El panorama al llegar al lugar del enfrentamiento es desolador. Muchos de nuestros compañeros fueron asesinados por los golems y, aunque fue una victoria al derrotar a tan terribles máquinas del enemigo, ha costado valiosas vidas. Mi vista ve a Durghall, a Adam, a los elfos e incluso a nuestros amigos de la compañía de Valtarn.
Veo que Barich está vivo, así como el comerciante gnomo y Dunkan, lo que siempre es una buena noticia. Veo que Adam está partido en dos, más allá de cualquier ayuda. Michani se acerca a los elfos para ver si puede ayudarles pues entiendo que nuestra misión solo puede cumplirse con su ayuda pero hay otros más que probablemente no sobrevivirán.
Arvin buscaba a Durghall, por lo que supongo que lo verá y ayudará si es posible, por lo que me acerco a donde está Valtarn, el comandante de la compañía del trueno a la que nosotros mismos nos uniésemos tiempo después de conocernos y rebelarnos contra la Sombra. Había sido un líder para nosotros y ahora yace en lo alto de un muro, atravesado con una lanza.
"Demasiados muertos. Esto no se puede considerar una victoria."
Wendell le habla a Gror y entiendo que se preocupa por el heredero, quien no se ha mostrado indemne por todo lo ocurrido. Veo a los supervivientes y sé que con una treintena de civiles de mi pueblo, ha valido la pena la sangre derramada pero solo por las buenas intenciones, no estratégicamente.
"Cada vez somos menos los capaces de luchar. De este golpe a la raza enana, quizás jamás nos recuperaremos."
Me acerco a Valtarn para ver si hay algo de vida aún en su cuerpo, si puede ser rescatado en esta vida pues, como todos ya sabemos, no hay nada bueno para nadie después de la muerte.
Keg avanzaba en silencio pero con rapidez, del último bastión de los enanos no quedaba nada, o al menos así lo parecía. Quizás el último recurso que quedaba era el legado que el Dorith dejaba, el haber podido salvar a los niños, y el estuche que ahora pertenecía a Gror. Había cuerpos a un lado y a otro, demasiados como para reunirlos y darles el final apropiado. Debían seguir su camino.
La ereña intentó dar con la carreta en donde había dejado su espada. Sabía que el tiempo estaba en su contra, y tan pronto los líderes del grupo se organizaran sobre cuál sería el curso a seguir, ellos partirían. Y ella deseaba continuar con ellos. Sólo eran unos pocos días los que llevaba en compañía de esos enanos y ereños como ella, pero ahora más que nunca los aliados contra la Sombra debían mantenerse unidos o estaban destinados a perecer.
¿Está la carreta por allí?
El corazón de Pel se detuvo por un instante al contemplar el desenlace de la brutal batalla que allí había acontecido. Sintió que le faltaba el aire por un momento, pero se sobrepuso y evaluó la amenaza de los fragmentos de los Golem. Un enemigo que aún se movía, podía ser peligroso.
Pero su examen le llevó al lugar donde reposaba la elfa, caída en el suelo. Emprendió una carrera hacia la caída mujer elfa, y una vez llegó a su altura comprobó su estado. Esperó que el sacrificio de Durghal hubiera servido para algo, ya que Rhiann era alguien muy importante en sus siguiente movimiento.
Dedicó una silenciosa plegaria a Aryth por el alma del bravo Valtarn y el resto de los caídos. Lo cual le recordó que pronto se animarían como el resto, poniéndo en peligro a todos.
- Tenemos que salir de aquí. - Comentó con tono lúgubre.
Parecía que, finalmente, todo iba a salir bien, o al menos todo lo bien que se podría salir visto lo visto, sin embargo, otra vez la sombra nos golpeó en toda la cara.
Al salir a la superficie, seguí al resto tras ver los gestos de Arvin, solo para quedarme como petrificado ante la escena que veía. muerte, muerte, y más muerte. Mezclados entre todos había orcos, enanos y elfos, todos los elfos, salvo el avatar, que parecía que seguía moviéndose.
Seguí a Michani, aunque no podia ayudar demasiado, era la única que, ahora mismo, podría darnos instrucciones.
La elfa se arrastraba con dificultad por el suelo
Michani, vayamos a ayudar a la elfa. Solo ella nos puede dar nuevas instrucciones. Sin ellas, solo vagaremos nuevamente sin rumbo y sin saber si la esperanza que tanto anhelamos la tuvimos y dejamos escapar, vamos digo palmeándole el hombro para que se dirigiera hacia la elfa, que parecía la única que realmente seguía con vida.
Mientras Michani aplicaba sus dotes curativas, yo la cogí la cabeza tranquila, ya estamos aquí. Habéis luchado con valentía y honor, como todos los enanos de las fortaleza, pero la sombra es poderosa y no hemos podido hacer nada por el Dorith. Solo quedas tú para continuar con la chispa de la esperanza. intentaba que la elfa pudiera hablar mientras la intentaban estabilizar.