Partida Rol por web

El puente cae y los elfos continenen por la mínima a los Golems, aquí no hay nada mas que hacer

-vamonos, deprisa- digo en enano antiguo con las prisas, y luego grito a los elfos en el mismo idioma -¡Salid de ahí!-

Tras lo cual echo a correr hacia el camino

La voz de la elfa había sido clara, debían abandonar la posición con rapidez. Aunque se había entretenido un tanto, Pel creyó que su inesperado éxito haciendo caer las moles al suelo podría dar a los elfos el tiempo que necesitaban para recomponerse y salir del cuerpo a cuerpo con aquellas estatuas asesinas.

Esperando lo mejor para sus más nuevos aliados, y no queriendo ser la causa indirecta de su muerte al no alejarse de allí, Pel usó cada gramo que le daba la magia de velocidad que tenía sobre su persona y corrió como alma que persiguen los diablos.

Ante la retirada de los goblins Wendell sopesó la bala que ya tenía cargada y optó por seguirles los pasos, pero de su propio lado del río. Pese a que sabía que los pequeños seres estaban demasiado lejos, decidió volver a intentarlo. Dado que el jefe de los pequeñajos había ingresado a la torre parecía estar fuera de su alcance, pero el resto de los monstruos, aunque algo lejos, estaban al descubierto .

Tras girar varias veces la correa por sobre su cabeza, tomando puntería soltó uno de los lados de la misma y sin observar como la bala surcaba el aire en dirección al grupo de criaturas, buscó otra bala de su bolsa para volver a cargar el arma. probablemente su ultimo movimiento fue demasiado brusco dado que cuando volvió a elevar la vista le pareció que, para su sorpresa, no había acertado a ninguno de los goblins

- Supongo que ahora si lo mejor es salir de aquí - atinó a decir mientras verificaba la posición de sus compañeros - Antes de que esos "goles" decidan cruzar el río... si es que pueden hacerlo -

El puente finalmente cae y me alejo de él para que no me lleve al agua junto con él. Al otro lado, el combate está más crudo que nunca pero la muy oportuna magia de Pel consigue que uno de los golems caiga tumbado y eso abre la oportunidad para que los elfos puedan escapar.

La verdad es que no sé como es que esperan hacerlo pero dudo mucho que hayan planificado una huida que no puedan realizar bajo sus propios términos.

Pero la única labor que tengo en mente es huir corriendo. Las palabras de la elfa me dan vueltas dentro de mi cabeza y en nada más puedo pensar, por lo que comienzo a hacerlo y así poner mi grano de arena en la huida. No sé realmente si es o no una buena idea pero siento en mi interior que es mi deber.

Al ver caer a un Golem, no puedo evitar alzar la mano dando un pequeño salto siii, tomad cabrones. Ese es nuestro compañeroooo

Váonos cagando leches digo al resto moviendo las manos y saliendo corriendo. Con mis cortar piernas, tenía que moverme más rápido que el resto, y no quería quedarme el último a merced de esas cosas de piedra.

La caída del golem de piedra produjo un fuerte sonido, sin embargo la ereña no se giró a ver lo que había pasado. Tenía la orden resonando aún en una parte de su mente, que la instaba a seguir corriendo. Vio como el resto le daba alcance, pero ella seguía teniendo cierta ventaja, por lo que de algún modo lideraba el avance para abandonar aquel lugar.

Con la retirada de los héroes, la batalla había llegado a su fin. Los últimos en quedar atrás fueron Adam y Pel, quienes, ya también corriendo en retirada, lograron ver mientras corrían al avatar de la reina elfa correr igualmente, pero hacia la cascada, siendo seguida de cerca por Bayal, quien la protegía. Eirinn aún disparaba flechas desde lo alto sobre los goblins que huían, buscando reducir su número lo más que pudiera, a fin de que fuese imposible que les siguiesen. Los goblins mismos ya se habían refugiado en el interior de la torre de comercio del pequeño valle, y no era claro que tuviesen la intención de subir asaltar el piso superior de la torre con el fin de expulsar al elfo o asesinarlo.

Para cuando los últimos héroes iban cruzando la torre de vigia por sobre lo alto del camino que ascendía hacia el paso de las montañas, pudieron ver que los Golems ya avanzaban de nuevo, aunque bañados por una lluvia de flechas que poco efecto les hacían. Por suerte Durghall no había caído, si no que, viendo que no podría saltar y que podría ser arrastrado por la corriente, había optado por huir tras la elfa. Su velocidad, combinada con la lentitud de aquellas moles de roca y la falta de valor de los goblins, hizo que su retirada fue sencilla.

Horas más tarde, ya adentrado el día y con el sol tenue en lo alto, el grupo principal se detuvo para esperar a los elfos y al bárbaro Durghall, quienes no tardaron en darles alcance pues eran el doble de veloces que ellos debido al lento andar de los gnomos y los enanos. De hecho, Dunkan y otros habían aconsejado seguir avanzando, pues Durghall iba con ellos y podría guiarles; no obstante, Gror se mostro renuente a ello y con firmeza ordenó que esperasen, despachando incluso a Dunkan y a Barich para que los buscarán.

Así, amparados por los fuertes rayos del sol, el grupo puso marcha de nuevo, descendiendo de nuevo las montañas para rehacer el camino que les había llevado antes hasta las cataratas. Dainn aconsejó bordear de nuevo el valle bajo las montañas por donde patrullas de orcos merodeaban, y aunque era poco probable que les plantasen batalla a aquellas horas, no cabía duda que si les veían, para el anochecer les saldrían orcos hasta desde debajo de los cayos de sus pies. Por ello, el grupo no se adentró en aquella aldea humana atacada días atrás por los orcos, e incluso aunque era del interés de varios de los presentes el conocer que habría sucedido, Gror lo consideró demasiado arriesgado.

Y es que el joven enano, heredero de la roca, entendía bien que, si bien tenía el triunfo en sus manos, aún no era suyo del todo. Si algo sucediese en el camino, el fracasaría y sería la humillación de su padre. Si antes había considerado correr todo riesgo para llegar hasta el paquete, que eran aquellos elfos, ahora habría de tomar toda precaución que Dainn o los elfos le propusiesen. Y si había que forzar la marcha, era claro que Gror les atizaría muy gustoso para que caminasen.

Noche del 20° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura [Turno 17]

Gror había considerado acampar en el mismo lugar de antes, pero ante la eventualidad de sufrir un episodio lleno de espíritus como sucediera un par de días atrás, el grupo se rehusó en general, optando por acampar un poco más temprano aquel día. A fin de cuentas, estaban cansados y algunos algo golpeados. El jefe bárbaro enano había ordenado que se redoblaran las guardias aquella noche, por lo que el descanso no fue tan placentero, aunque viendo lo que había sucedido antes con los Golems y los goblins, pocas quejas hubo en relación a lo impuesto por Gror.

Dunkan había iniciado la cena de aquella noche hablando sobre la batalla, de como había acribillado a los Goblins desde dos flancos y como estos habían acabado huyendo llenos de pánico hacia la torre derruida siguiendo a su líder, quien había sido el primero en huir presa del miedo. Nadie de los allí reunidos ante el fuego pudo evitar reír ante aquella historia, sobre todo por la forma satírica en que Rendel iba detallando lo que el enano montaraz les contaba. Aunque cuando el gnomo hizo hincapié en que los héroes también había huido presa del miedo una vez que los Golems le dieron unas cuantas cachetadas a Adam, ya nadie río, y es que el ereño fácilmente podría haber muerto. Incluso, en los revivido en palabras de Dunkan sobre aquella batalla, todos reconocían que sin la oportuna acción de Pel, difícilmente los elfos habrían logrado escapar, o al menos no con la facilidad con que lo habían hecho. El mismo Durghall había reconocido que estaba en deuda con el humano pues habría creído por un instante que tendría que entregar su vida en aquel combate.

En medio de la cena, en la que abundó algo de fruta traída del mismo bosque de Erethor, la conversación fue dando pasó a la existencia misma de los elfos, pues para la mayoría de los allí reunidos, un elfo era algo que simplemente nunca habían visto.

– Son un pueblo unido – narraba Rendel, quien había tomado las riendas de la conversación – no solo entre las múltiples tribus y familias que les componen; sino que a su vez tienen una unión extremadamente fiel con la línea a real que les gobierna. La devoción a la reina Aradil raya en la locura – explayó el gnomo, quien hablaba con fluidez en la lengua del comercio – tú me entenderás – dijo el elfo Eirinn quien les escucha a un lado de él, aunque sin prestar tanta atención.

– La reina es la única fuerza que ha logrado contener a Izrador, sin ella no solo Erethor habría caído, si no todos los pueblos libres que quedan. Le debemos nuestra adoración y pleitesía –  expresó la elfa Rhiann parada muy cerca del circulo que se había formado en torno a la comida, aunque con su vista fija en el lejano horizonte, con dirección hacia donde, a una inmensa distancia, se encontraba el gran bosque.

El gnomo miró a todos como esperando que notasen que claramente allí estaba la prueba de la veracidad de sus palabras, casi como si necesitase fervientemente que le creyeran. – Hay un poderoso consejo del trono que gobierna en conjunción con la reina, pero rara vez se oponen la voluntad de la reina. Sobre todo, después de aquella traición. Ningún elfo sería tan tonto como para oponerse a la persona a la que más teme el Dios oscuro. ¿Cuál era su nombre? – preguntó al elfo sin que este se dignase en responderle, y por la expresión de Rhiann, era claro que aquel tema era tabú entre los elfos.

Wendell, cargando tanto su propia mochila como la de Girolamo, había marchado sin problemas junto al grupo. De hecho, incluso cuando el conjuro de aceleramiento finalizó, continuó moviéndose con facilidad, mucho más rápido que sus compañeros pese a la carga que llevaba.

Cuando por fin se detuvieron para acampar escuchó la versión de la historia del enano, y la interpretación de la misma por parte del guía gnomo, sonriendo para si al notar como la historia cambiaba según quien la contase. Sin embargo algo era cierto. Durante el combate hubo momentos en que hubiera deseado participar más, pero las instrucciones de la elfa lo habían cohibido. Ahora que tenía tiempo para pensarlo, estaba claro que había habido algo de magia en esas instrucciones - Hubiera preferido que nuestras acciones no hubieran sido forzadas - aclaró finalmente - No dudo de que la intención fue buena, pero quizás hubiéramos podido acabar con algunos goblins adicionales si no nos hubieran obligado a retirarnos - se explicó - Lo cierto es que prefiero ser el dueño de mis propios actos -

Meneando la cabeza intentó poner en palabras las sensaciones que se mezclaban en su mente - Si. Es bueno que alguien sea capaz de enfrentarse a la oscuridad, pero si para enfrentarse a él debemos dejar que alguien defina nuestro actos... - Por algún extraño motivo el defensor no podía dejar de relacionar las palabras de Rendel con la sensación de "obligación" que había sentido durante el combate - Seguramente estoy equivocado - terminó diciendo - Pero la libertad también significa decidir cuando obedecer las instrucciones, no que las mismas sean impuestas por... lo que sea que las impone -

- Yo decidí participar de este viaje. Yo decidí aceptar la guía de Gror cuando nuestro jefe nos lo pidió. Pero creo que yo no decidí correr para escapar de unos goblins. Alguien lo decidió por mi - se aclaró mirando a los elfos con suspicacia - Y si vuelve a suceder haré todo o posible por resistirlo. Quizás no pueda hacerlo, pero intentaré que nadie me obligue a actuar de un forma en la que no quiero hacerlo - 

Pel había viajado el resto del día en relativo silencio. El encuentro con los goblins y sus golems le había dado mucho en qué pensar, como por ejemplo que el Enemigo tenía a su alcance artes que los pueblos libres (ni siquiera los elfos) podían combatir. Sólo había una manera de plantar cara a aquello y era con la magia más poderosa, un recurso que ya se habían ocupado de destruir o esquilmar al máximo. Se juró que perseveraría en su arte y que plantaría cara a los esbirros del Enemigo con todo su poder y voluntad.

Mientras cenaban compartió los restos de la pesca, que por suerte y precaución había tenido el tino de guardar después de ahumarlos un tanto. Escuchó las palabras sobre los elfos con atención, grabando en su memoria aquello que se mencionaba sobre sus usos y costumbres. A pesar de haber nacido y crecido a la sombra de su bosque y conocer su idioma, apenas sabía nada de su cultura y maneras. Por último escuchó a Wendell y se encogió de hombros.

- ¿Harás lo que te venga en gana aunque eso cause tu muerte o de tus compañeros? Sé que sin duda no quieres decir eso, sólo trato de plantear las elecciones de manera lo más cruda posible. Precisamente la individualidad de las razas y su deseo por querer tirar del mismo carro en varias direcciones estamos como estamos ahora, se me ocurre.

Cada uno es libre de pensar como quiera, claro está. Pero si alguien amistoso, viejo y sabio me indica un camino seguro, no iré por una senda desconocida y probablemente más peligrosa sólo por demostrar que tengo la libertad de hacerlo. -

Pel se encogió de hombros mientras usaba una ramita para remover el fuego oculto entre las piedras. Sería una noche larga, con la sombra de los goblins y los orcos planeando sobre ellos.

-No se trata de eso, sino de la diferencia entre convencer y obligar. +intervino con sequedad. Era raro que Dainn se molestase en hablar en los intercambios grupales, prefiriendo escuchar y observar a todos en silencio. Pero en esto debía tomar partido. Él estaba de acuerdo en buena parte con Wendell en que aquella manipulación había sido exagerada. De haber compaginado sus planes, se habría logrado lo mismo con palabras y no con magia. Sin embargo, y pese a que venían como aliados, los elfos habían demostrado que preferían manipular a los enanos y los aventureros, antes que cooperar con ellos. Su mirada hosca paseo por las tres figuras en concreto. + O también, si lo prefieres ver, entre acompañar y servir.

Y en este caso, bien podía decirse que los métodos de los elfos poco diferían de los de la Sombra. Pero esta parte no la dijo, consciente que no debía sembrar más tensión con semejante comparativa.

-Si vuelve a ser necesario combatir juntos, espero que mis aliados se comporten como tales… Falta camino y las patrullas orcas ya serán suficiente problema, por no hablar de las otras cosas rondando las montañas.

Alejarnos del sitio de la batalla, aquel viejo puesto comercial y reunirnos luego con Durghall y los elfos, fue un gran alivio para las tensiones sobre nuestros cuerpos, mentes y espíritus. Estar al borde de la muerte, enfrentando a la Sombra, puede volverse costumbre para algunos pero jamás se va la tensión, el miedo y el ensordecedor grito en el oído de nuestro instinto de supervivencia. Retirarnos de ese sitio, fue un bálsamo agradable a los sentidos que se debe disfrutar mientras sea posible.

La tarde llegó y decidimos dormir temprano a sabiendas de que la Sombra pulula en la oscuridad a sus anchas. Mientras comemos, escucho los relatos de los elfos y el gnomo, para luego escuchar la discusión que comenzó Wendell acerca de la sensación de obligación que las palabras de la elfa causaban.

Me quedo en silencio mientras hablan, sumido en mis pensamientos y reflexiones:

"Los elfos son los únicos que han conseguido oponerse a la Sombra de una forma estable, no como mi pueblo que solo se ha negado a morir mientras languidece lentamente. No es de extrañar que sus métodos no sean mucho mejores que los del enemigo. En este mundo, vivir es lo único que importa, no realmente el como."

Mascullo para el resto, aunque realmente parecería que lo hago para mí mismo:

 - "No me gusta que me obliguen pero la vida te obliga siempre. Te obliga a comer, cagar, respirar. Las armas enemigas te obligan a sangrar y morir. Si la obligación de los elfos me evita obligaciones peores, no me importa seguirlas. Me gusta elegir por mí mismo y elijo seguir a los que hoy salvaron nuestro culo, aunque no me guste la forma."

Claramente preferiría que no se metieran en mi cabeza pero la verdad es que hoy habríamos muerto si no fuera por ellos y acabar aplastados bajo los puños de piedra no habría servido de nada para acabar con la Sombra. Hoy demostraron ser mis aliados y eso no lo olvido fácilmente. No me gustan mucho los elfos, su magia y su reina me dan desconfianza pero reconozco a mis aliados cuando lucho a su lado y este es uno de esos casos.

Finalmente todos lograron salir de aquello con vida, aunque por un momento Adam dudó que lo consiguiese. Aunque Michani le había curado todavía podía escuchar el ruido de sus costillas romperse, y el dolor fantasma que le dejó.
No obstante, estaba de acuerdo con Wendell. No había tenido opción de elegir.Ninguno al parecer, pero nadie más estaba molesto por lo visto.

Sí. Es muy bonito estar vivo. Es perfecto que te indiquen el camino más seguro. Es genial alejarse del peligro. ¿Sabés qué más es seguro? Hacer caso a la sombra. Si le obedeces en todo no tendrás que preocuparte de que te hagan daño, ya que no tendrán necesidad de hacerlo pues eres sumiso. Un esclavo.
¿Los elfos son los únicos que teme Eriador? Me pregunto por qué será. ¿Acaso los ve como competidores? Los enanos también llevan años peleando contra la sombra. Y los ereños. E incluso los gnomos. Todos los que se oponen a ella aunque sea elegiendo la manera en que quieren morir son un peligro para ese señor iscuro. Que no me vengan con cuentos. Aquí hemos sufrido todos lo nuestro.

Si en algún momento me vuelven a manipular de esa manera, que se aseguren de que después no recuerde nada. O de que no vuelva. De lo contrario lo lamentará.

Nadie me dice cómo debo morir. Nadie.
Ni cuando. Eso lo decido yo, y solamente yo.

Había hablado en la lengua del comercio. Pues necesitaba expresarse bien. No le importaba quién le entendiese, de hecho miraba directamente a la elfa cuando decía aquello. Pues el ereño estaba visiblemente enfadado por toda la situación.

La elfa mostraba una sonrisa, si es que a eso se le podía llamar sonrisa, pues su rostro era una mezcla de sátira, alegría y desprecio, todo al mismo tiempo y sin quitar su frialdad de en medio. Hablando en la lengua de Eren, la cual en general solo conocían los ereños, aunque varios de los presentes también podrían entender lo que la elfa decía a Adam. – Puedo decirte quien te ha manipulado y donde está ereño, si logras cruzar tu caído reino y llegas hasta el bosque, en el corazón del Caraheen encontraras a nuestra madre reina. Intenta decirle esas palabras – exclamó la elfa a manera de reto, pero al ver que muchos la miraban sin entender lo que les decía, lo explicó todo – Ya el gnomo les ha contado demasiado, pero no han logrado entenderlo. Son un avatar de la reina, un heraldo, no solo de sus palabras si no igualmente de su poder. Yo hablo en nombre de la reina, pero la reina también puede hablar a través de mí. Aquella quien les habló antes de la batalla no fui yo, fui la reina. Y así como yo tengo poder, la reina tiene poder, y yo soy heraldo de su poder, la reina les ha hechizado a través de mí. Y si lo ha hecho, no deben dudar de que su propósito es mayor, quizá incluso a ustedes mismos. Los hombres piensan solo en ellos mismos y en sobrevivir un día más; los elfos, guiados por nuestra reina pensamos en la caída de la sombra. Por eso estamos aquí, por eso acudiremos ante su señor en la Roca – exclamó la elfa de pie ante todos, mostrándose firme y segura de sus palabras.

– Sería muy difícil poder resistirlo – exclamó el elfo montaraz en la lengua del comercio, – si ella quisiera no podrían resistirse a su poder, aún a la distancia. La única forma sería eliminar el vinculo y eso es algo que pagarían con su sangre – respondió en señal de amenaza.

– Esta conversación se ha tenido por generaciones – habló el gnomo sonriendo sarcásticamente. – El hombre cree que fue traicionado por los elfos y los enanos, pero realmente se traicionaron entre ellos. Solo los dornitas lucharon hasta el último hombre, y ya prácticamente no queda nadie de entre su pueblo. En el sur los sarcosanos nos traicionaron a todos y adoptaron a Izrador como un Padre. Ellos claman que todo fue para sobrevivir, pero es claro para todos que se rindieron demasiado rápido. Y en los ereños la historia es similar, algunos no tardaron en unirse a la sombra y matar a sus hermanos, mientras que otros aun hoy siguen luchando al igual que los dornitas – exclamó el comerciante gnomo en una clara burla a todos los humanos presentes.

- Y los enanos no se quedan atrás – exclamó continuando con sus palabras, aunque ver la clara amenaza en las miradas de Gror y Ulfrin, su tono cambió – cuando Izrador les atacó, nadie respondió a su llamado, ni elfos, ni hombres. Y el ataque de los orcos fue tan que grande y veloz que, por mas que se esforzaron con apremio en unirse en un frente común entre los clanes para luchar contra la sombra, no lo lograron y ahora viven asediados encerrados en sus ciudades en lo profundo de la roca – claramente había cierta ironía en sus palabras, pues era sabido por todos que prácticamente ningún señor enano había intentado armar un frente común nombrando a un gran señor o rey enano, y los que llegaron a tener la intensión, no pusieron gran empeño en la tarea.

De los elfos no dijo nada, quizá por temor y menos aun habló de los propios gnomos, quienes seguían vivos solo por el servicio que prestaban a la sombra moviendo todos sus recursos materiales y militares.

Pel miró alternativamente a la elfa y al gnomo, tras lo cual dio tres palmadas secas.

- Buen trabajo de disensión, sí señor. Ni un agente del Enemigo lo hubiera hecho mejor. Lo que me extraña es que todavía quedemos alguno para hacer frente a lo que tenemos encima. Bravo. -

El arcanista siguió a lo suyo, rechupeteando algunas raspas de pescado con extremo cuidado.