Durante un tiempo, los cuatro investigadores recorrieron aquel dédalo de calles. Solamente había iluminación en algunas de ellas, pero pronto se agotó el sebo del que debían alimentarse aquellos candiles. O bien el viento apagó aquellos cristales meramente translúcidos, llenos de aguadas producidas por su grosor desigual.
Pronto la oscuridad sería total, y estarían perdidos. No había puntos de referencia, y la tormenta comenzaba a causar molestias más que serias.
De pronto, con la última luz casi, vieron un rastro de huellas de zapatos. Se dirigían por un callejón muy estrecho y que debía estar sin pavimentar, a decir de cómo los pies sentían sus irregularidades. Iba el rastro cuesta arriba, hacia la iglesia Congregacionalista.
¿seguís las huellas?
El grupo siguió el camino, hasta que finalmente dieron con unas huellas, en dirección hacia la iglesia Congregacionalista.
-Pues parece que al final tendremos que ir a la iglesia.- Dijo Mike señalando las huellas.
¿seguís las huellas?
Sí.
Las huellas seguían calle arriba. Pareció alargarse la distancia conforme la recorrían, de la calle. Puertas como cuevas, enterradas en añosos tejadillos parecían vigilar con ojos ciegos. Tañó la campana de la iglesia: el viento se había hecho más violento, la oscuridad, total. Había anochecido de pronto. A tientas, intentando no perderse, avanzaron hacia aquel sonido, hasta que desembocaron en una gran plaza gris oscuro.
Alguien golpeaba las puertas de la iglesia.
Fin de la escena.