—Sí, ya hemos acabado con ellos. No gracias a tu ayuda, por cierto —respondió Nepthis con la misma tirantez en el tono que su hermana—. Estoy de acuerdo con Jotnar: volvamos por el círculo de teleportación y registremos el pasadizo de Apis.
Salihah carraspeó un poco más fuerte de lo normal para llamar la atención sobre su persona.
-Si me lo permitís, y dado que estamos en un templo desconocido, lleno de peligros, y probablemente repleto de inmundos siervos de Set y Sebek, me gustaría solícitar los dones de Hathor para ser útil y no un saco de patatas detrás de vosotros.
Una vez la sacerdotisa de Hathor estuvo preparada, el grupo regresó a la sala donde la habían encontrado haciendo uso del portal. Debía ser un portal antiguo o llevaba mucho tiempo sin ser utilizado, los viajes en uno y otro sentido en tan corto periodo de tiempo dejaron a más de uno mareado y con algo de malestar. Una vez recuperados, fueron directos hacia el pasillo que tenía dibujado un toro entre sus jeroglíficos.
El pasillo se abrió de inmediato a una caverna pequeña, fruto de algún derrumbe, probablemente, y los escombros habían sido apartados para poder atravesarlo. Dos aberturas en la roca daban paso a pequeñas salas, con cadáveres y esqueletos como únicos habitantes. Al fondo de la sala había una grieta por la que se podía pasar y un pasillo al norte conectaba con el túnel que tenía un cocodrilo grabado entre sus muros.