Cuando parte del grupo se adentra en el bosque persiguiendo al corpulento y mugriento Bartley.
¡Maldita sea!
A causa de haberte detenido por unos instantes a escuchar lo que Mycroft y Gordon se estaban diciendo, cuando os reencontrásteis por el camino, has perdido a Bartley de vista.
Sólo hay un sendero, así que das por hecho de que siguiendo el caminito, darás con él. Tras andar unos segundos, mientras te percatas de que negras nubes se van acercando (así que es posible que de tarde se ponga a lloviznar), que hace un frío de mil demonios en aquel pueblucho de mala muerte, y que además tus tripas rugen como si no hubeses comido en años, dado que esla hora de comer y andas dando tumbos por ahí, empiezas a pensar que hoy no es el mejor día de tu vida.
Si al menos pudieras dar de nuevo con Bartley...
Continúas caminando, tras haber acelerado el paso, sin verlo. La desgracia es que el senderito llega un momento en que se bifurca, por lo que no sabes qué camino tomar...
¿Habrá pisadas? ¿Algún rastro que seguir? Si lo llamas a voces, ¿te escuchará o contestará? Y lo que es mejor, si te sigues adentrando... ¿Sabrás volver? Mientras no haya más bifurcaciones...
¿Qué hacer?
¿Donde se habrá metido? Si esos dos imbeciles no me hubieran distraido con sus ridículas discusiones no se me habría escapado.
Miro al cielo cubierto de nubes negras y me estremezco por un instante con ese terrible frio que se me está metiendo en los huesos.
Hace un tiempo horrible!! Al menos si llueve la lluvia hará que sea mas fácil seguir las huellas de Bartley en el barro.
Me envuelvo en la gabardina, me calo bien el sombrero, termino de un bocado el panecillo que llevo en la mano para mitigar el hambre y empiezo a ojear el sendero en busca de huellas de pisadas.
Tirada: 1d100
Motivo: Seguir rastros
Dificultad: 45-
Resultado: 45 (Exito)
Te percatas de que siguiendo el senderito de la izquierda hay grandes huellas de pisadas, y parecen recientes. No es que seas un eficiente rastreador, pero es que son tan claras que obviarlas sería complicado. Sigues avanzando paso a paso, engullendo panecillos, y ascendiendo por el camino, pues poco a poco va avanzando hacia lo alto de la colina. Sin llegar ni de lejos a la parte más alta, el camino se ensancha, dejando lugar a un amplio y hermoso prado.
En el centro del terreno, ves una casa en ruinas. Hacía tiempo que no veías una choza con un aspecto tan miserable.
Literalmente, se está cayendo a cachos. Te resultaría imposible de creer que alguien pudiese estar viviendo allí, de no ser por el hecho de que ves a Bartley salir de la casucha, portando un hacha. Se dirige a unos troncos que hay junto a la choza, y se dispone a cortarlos. El primer leño es muy grueso, y sin embargo, Bartley lo corta de un sólo hachazo, con lo que te sirve para hacerte una idea de la fuerza que tiene.
No te ha visto todavía. Está muy tranquilo, cortando leña a su aire.
Por precaución compruebo que el revolver está cargado y lo pongo en el amplio bolsillo de la gabardina. Meto las manos en los bolsillos. Una sujetando discretamente el arma por si ese hacha se me acerca demasiado. Empiezo a silbar una alegre tonada, alguna cancioncilla ligera de vodevil y me aproximo como quien no quiere la cosa, tratando de parecer absolutamente inofensivo pero manteniendo las distancias con su hacha hasta que no vea una sonrisa en su rostro. Finjo sorpresa al verle y luego alegría por reencontrarme con mi "queridísimo amigo del alma".
- Vaya, parece que volvemos a vernos Bartley. Soy Alan, el de los panecillos, ¿te acuerdas de mi?- me detengo a mirar ensimismado la casucha y luego la señalo ensimismado (con la mano izquierda, que la derecha no suelta el arma) - ¿La has hecho tu? Es impresionante!!! Doy una vuelta alrededor de ella aparentemente admirando la construcción pero realmente tratando de ver si hay movimiento en su interior.
En el momento en que comienzas a hablar, Bartley se percata de tu presencia. Antes de saludarte, descarga nuevamente su hacha sobre el siguiente tocón de madera, volviendo a cortarlo de un solo tajo. Recoge su hacha, lo coloca sobre su hombro, y levanta la cabeza para mirarte. Te echa una sonrisa, mostrándote sus sucios dientes. Parece encantado de verte... A ti, y a tus panecillos. Al mirarlos, escuchas cómo rugen las tripas.
-Buenas, señó Roliansions. ¿Cómo es que ha encontrao mi casa? Si casi nunca vien nadie po'aquí- se acerca a ti unos pasos, extendiendo la mano amistosamente. Ves que está francamente sucia- ¡Es genial tené visitas en la casa que fue de mi mamá!
Le sonrio mientras le estrecho la mano
- Puedes llamarme Alan y yo te llamaré Bartley, despues de todo somos amigos. Estaba dando un paseo buscando un rincón bonito donde comer los panecillos y llegué aquí por casualidad ¿Quieres compartirlos conmigo?- Le ofrezco la bolsa para que se sirva. - Aquí se está mas tranquilo, la gente de la ciudad es muy rara ¿Han sido siempre así?
Bartley se relame, y suelta el hacha, que cae de cualquier manera al suelo. Agarra un panecillo con timidez, pero comer, lo engulle como si le fuera la vida en ello.
-No ta mal, no ta mal. ¿Pero sabe lo que tá mehó? ¡Macarrones! ¡Los macarrones de María! ¡Ñaaaaaam!- ahora se relame aún más, pensando en ellos- Pero no me los quisó hasé. Como no tengo dinero, no me suele haselos, pero de ves en...- tose ruidosamente- De ves en cuando diz que le doy penita, y me los da. Yo no sé por qué no podre dalle penita más amenúo, caray- parece hacer caso omiso de tus palabras, y se encuentra algo pensativo- No, tos locos no. La María no ta loca. Pero es una bruja mala. No me da macarrones si no le doy penita. No sé qué hacele pa dale más penica y que me los dé tolos días.
Tirada: 1d100(+20)
Motivo: Escuchar (con penalizador, por la lejanía)
Dificultad: 75-
Resultado: 48(+20)=68 (Exito)
Mientras hablas con Bartley, te percatas de que, proveniente del pueblo, se escucha muchísimo bullicio.
Bartley levanta la cabeza, la vuelve a bajar apesadumbrado, y murmura, mientras golpea una piedrecita con el pie.
-Toos locos... Ya tan otra vé. Tengo hambre. Quiero macarrones.
- Pues me gustaría probar esos macarrones, creo que podría hablar con María para que nos prepare dos grandes platos de suculentos macarrones. Yo invito!!!- Me relamo pensando en un buen plato de macarrones humeantes. No me vendría mal comer algo caliente en un día tan frío. - ¿Qué es todo ese ruido? ¿Pasa algo?- Pregunto confuso.
Bartley aplaude cuando mentas lo de los macarrones, pero cuando preguntas si pasa algo, vuelve a agachar la cabeza, y a arrastrar ligeramente la suela de su zapato por el suelo.
-Toos locos...
El bullicio se oye ahora con algo más de claridad, como si cada vez hubiese algo más de escándalo.
- ¿Pero por que están todos locos? ¿Les has visto hacer cosas raras? ¿Qué es lo que están haciendo otra vez?
¿Otra vez? si esto tiene que ver con la muerte de Mallard... Llevo la mano nuevamente al bolsillo y acaricio nerviosamente la culata del revolver.
- Bartley, tu y yo somos amigos, buenos amigos ¿verdad? dime una cosa, si me acerco a mirar, la gente del pueblo... ¿me hará daño?-
-Nu sé... Puee, quizás sí, quizás no- te dice, mirando al cielo.
Se queda callado, sin pronunciar palabra. De pronto, ves que se agacha, como un crío, mirando al suelo. No dice ni una palabra.
Mucho me temo que no voy a sacar nada en limpio.
Tras darle unas afectuosas palmaditas en la espalda le sonrio con una mirada triste. - Espero que podamos volver a vernos frente a unos platos de macarrones, pero ahora tengo que irme. Ha sido un placer conocerte.-
Dejo sobre un tocón de madera los panecillos restantes - Espero que los disfrute- despues camino unos cuantos pasos y me vuelvo para despedirme con la mano antes de dirigirme en la dirección del bullicio con las manos en los bolsillos acariciando el arma.
Echaré un vistazo sin que me vean los del pueblo. Solo espero que ese bullicio no sea lo que me temo.