Partida Rol por web

La Estela del Destino: Descubriendo los Enigmas del Océano

Prologo Kennard "Amargo" Wynnee

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09/06/2023, 19:02
Narrador

 

En las sombras de la taberna "Dulce Tesoro", en una esquina apartada, se encontraba Kennard "Amargo" Wynnee, absorto en sus pensamientos mientras sorbía lentamente su vaso de ron. La penumbra del lugar resaltaba su figura encorvada y su mirada perdida en la distancia, como si estuviera buscando respuestas en los pliegues del tiempo.

 

La taberna era un hervidero de vida y actividad, con piratas y marineros compartiendo relatos de aventuras y riendo a carcajadas. Pero en aquel rincón solitario, Kennard parecía ajeno a todo eso, sumergido en sus propios dilemas y desafíos. Sus ojos cansados reflejaban años de decepciones y fracasos, pero también una chispa de determinación que se negaba a extinguirse.

Desde que llegó a la isla Eclipse con sueños de grandeza y una taberna por fundar, el destino le había jugado una mala pasada. Sus planes se habían desvanecido entre deudas impagables y promesas rotas. Aun así, se aferraba a la esperanza de encontrar una oportunidad, un giro del destino que le permitiera volver a tomar las riendas de su vida.

Mientras observaba a los aventureros que se movían en el bullicio del puerto, Kennard sentía una llamada que resonaba en su interior. Sabía que el mar era su camino, que la vida de un pirata podría ser su redención. Pero antes debía superar sus propias dudas y encontrar un barco que lo llevara a través de los mares tempestuosos.

 

Con paso lento, pero decidido, Kennard se levantó de su asiento y salió a las calles de la isla. A medida que caminaba, se dio cuenta de que las respuestas que buscaba no se encontrarían en las paredes de la taberna ni en los rostros desconocidos que encontraba. Debía sumergirse en la incertidumbre y desafiar los límites de su valentía.

La brisa marina acariciaba su rostro, trayendo consigo el aroma salado y promesas de aventura. Kennard levantó la vista hacia el horizonte, donde los barcos bailaban en el océano, y en su interior, sintió despertar el espíritu del verdadero "Amargo" Wynnee, dispuesto a conquistar los mares y escribir su propia leyenda pirata.

Con una sonrisa desafiante y una chispa en sus ojos, Kennard se adentró en el bullicio del puerto en busca de su destino. No importaba cuán amargo hubiera sido su pasado, estaba listo para enfrentar los desafíos venideros, porque sabía que en los mares agitados encontraba su verdadera libertad y la posibilidad de convertirse en el protagonista de su propia epopeya pirata.

Notas de juego

comencemos un poco antes de zarpar...

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11/06/2023, 18:09
Kennard «Amargo» Wynnee
Sólo para el director

-Vamos a ver, muchacho, ¿sabes de algún capitán que esté llevando a cabo un reclutamiento? -poniéndole la mano en el hombro le preguntó a un crío de cara roñosa que trasteaba por el puerto. Sabedor de que poca información obtendría si no daba algo a cambio, depositó una moneda de a poco en la mano del chico y le sonrió, no sin cierta seriedad.

El muchacho se quedó mirando la moneda primero, a Wynnee después y, estirando un brazo, señaló los mástiles de un barco al fondo.

-Ahí están buscando gente. Ya se embarcó mi padre esta mañana -contestó el chico, dejando ver una sonrisa mellada y girándose a continuación para volver sobre sus pasos.

Y ahí podría estar, pensó Kennard el principio de su futuro... hasta que notó cierta ausencia de peso y gritó:

-¡Eh, bribón! ¿Has metido la mano en mi bolsillo? ¡Vuelve aquí, muchacho!

 

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12/06/2023, 22:07
Narrador

El muchacho, con una sonrisa pícara en el rostro, se detuvo por un momento y respondió con burla, soltando sus palabras como una astuta ráfaga de viento marino:

-¡Adiós, viejo gruñón y buen viaje!- exclamó, como si fuera el propio espíritu travieso de la isla Eclipse personificado en aquel niño. Sin esperar más, el chico se desvaneció entre las estrechas callejuelas del puerto, dejando a Kennard con una mezcla de incredulidad y diversión bailando en sus ojos.

Mientras tanto, en el barco reclutador, los últimos hombres se apresuraban a subir a bordo, cargando pesados barriles y cajas llenas de secretos por descubrir. El reclutador, con su mirada avispada, observaba con entretenimiento el rostro de Kennard, que se había convertido en el objetivo del pequeño ladronzuelo.

El ambiente en el muelle era un frenesí vibrante y contagioso. Marineros de diferentes nacionalidades corrían de un lado a otro, cumpliendo las últimas tareas antes de que las velas se hincharan y el barco se elevara sobre las olas. El aroma salado del mar, impregnado de aventura y misterio, se entrelazaba con el bullicio de las voces llenas de historias por contar y el persistente tintineo de las cadenas, como un eco del pasado marítimo.

El viento, como un susurro incansable, agitaba las coloridas banderas de los barcos, ondeando con orgullo y desafiando al horizonte infinito. Era un viento cargado de promesas de islas desconocidas, tesoros ocultos y desafíos por superar. Acariciaba los rostros de los marineros, susurrándoles en los oídos palabras de coraje y valentía, y avivando las llamas de la audacia en aquellos que se atrevían a soñar en grande.

 

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15/06/2023, 06:51
Kennard «Amargo» Wynnee

-Apunte ahí: güinnneííí -dijo Kennard-. Con doble ene y doble e. Y con y griega...

Se había acercado hasta la mesa del reclutador, y con seguridad y firmeza, mientras dejaba su petate en el suelo, apoyó una mano en la mesa y el dedo índice señalando la lista interminable de nombres mal garabateados de la nueva tripulación.

-Ya ha llegado la intendencia jaja -rio-. ¿Donde están mis camarotes?

Intentaba mantener el aplomo y mostrar una confianza que iba a ser necesaria, mientras la cara del reclutador mostraba una incredulidad considerable cuando le dijo su nombre. Kennard sabía que este segundo de tiempo, que se estaba haciendo eterno, era crucial y que de ese hombre, de la decisión de ese marinero para apuntar su nombre en el registro, dependía buena parte de su destino y, por tanto, de su vida.

-Estoy deseando zarpar. Algo me dice que este será un viaje...

Y ahí ya sí, miró a los ojos al reclutador, tal vez buscando transmitir su buena voluntad, tal vez intentando apelar a su clemencia.

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15/06/2023, 21:09
Narrador

Kennard sintió un ligero escalofrío recorriendo su espalda cuando vio la expresión de incredulidad en el rostro del reclutador. El hombre sostenía el bolígrafo en el aire, vacilando sobre si debía escribir el nombre de Kennard en la lista o no. Finalmente, con un suspiro, dejó caer el bolígrafo y negó con la cabeza.

-Lo siento, amigo-, dijo el reclutador con tono apesadumbrado, -pero no puedo permitirte unirte a nuestra tripulación. Tus habilidades no se ajustan a lo que estamos buscando en este momento. Le comentó sin siquiera haberle hecho alguna pregunta.

El corazón de Kennard se hundió en su pecho, sintiendo una mezcla de decepción y frustración. Trató de mantener la compostura y mantener la esperanza de que aún podría encontrar una oportunidad para zarpar hacia su destino.

En ese momento, Kennard notó algo en la mesa del reclutador. Unas cartas náuticas desgastadas y marcadas con tinta, indicando años de uso y viajes marítimos. Su curiosidad se despertó de inmediato, y un destello de esperanza iluminó sus ojos.

Notas de juego

Si quieres robar las cartas tendrías que hacer una tirada de robar bolsillos dificultad 12.

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15/06/2023, 22:50
Kennard «Amargo» Wynnee

Haciendo amago de darse la vuelta, Kennard alzó la mano derecha hasta la altura del rostro y, con el dedo índice estirado de nuevo, dijo:
-Me temo que debe tratarse de una confusión... ¿No sabe quién soy yo? -y señalando la lista agregó-. Mire bien, mire bien, ahí debe de estar... ¿Sabe leer?

Y de sobra sabía Kennard que no iba a servir de nada su estratagema. También sabía que disponía de apenas unos segundos antes de que el marino se sulfurase y arremetiera contra él. Los mismos segundos que tenía para deslizar su mano izquierda hasta el legajo con las cartas de navegación.

«Si no me dejáis subir al barco, iré yo donde el barco iba a ir. Tres, dos, uno... ¡Vamos, Wynee!», se dijo a sí mismo.
 

- Tiradas (1)
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20/06/2023, 18:36
Narrador

Kennard Wynnee, con las cartas de navegación en su poder, se alejaba de los bulliciosos muelles, sintiéndose un paso más cerca de descubrir los secretos ocultos en aquellos pergaminos. Sin embargo, la fortuna no parecía estar de su lado.

Mientras avanzaba por un estrecho callejón, dos sombras emergieron de la penumbra, bloqueando su camino. Eran dos sujetos de aspecto rufianesco, con miradas aviesas y actitudes amenazadoras. La adrenalina recorrió el cuerpo de Kennard, preparándose para lo que estaba por venir.

El Sol apenas iluminaba el oscuro callejón, proyectando sombras temblorosas sobre los adoquines gastados. El viento siseaba entre los edificios, susurrando un presagio de peligro. Los ojos de los dos asaltantes brillaban con malicia mientras se acercaban a Kennard, sus pasos resonando como el tintineo de espadas ocultas en la noche.

-¿Seguro que él las tiene?-, comento uno de los rufianes.

El otro sujeto escupió con desdén, dejando caer su saliva al suelo con un gesto desagradable.-Claro lo vi con mi propio ojo-. Los ojos de Kennard se posaron en él con un atisbo de repulsión, pero también de curiosidad. Fue en ese momento que su mirada se posó en la desfigurada faz del rufián, y la impactante realidad se reveló ante sus ojos. Una cicatriz grotesca surcaba el rostro del hombre, como un recordatorio cruel de un pasado violento. Sin embargo, fue su ojo el que captó la atención de Kennard, o más bien la ausencia de él. Solo había una negrura profunda y vacía donde debía haber brillado la vida y la humanidad.

Los dos sujetos intercambiaron una mirada cargada de desprecio y desenvainaron sus armas, listos para enfrentarse al valiente marino.

 

Notas de juego

Si vas a combatir tienes la ventaja en iniciativa.
Si vas a usar tu habilidad especial "Lengua de Plata" le añades +5 a tu tirada de persuasión/carisma/intimidación depende de como lo rolees. Esta habilidad la podrás usar una vez por capítulo, a menos que te indique lo contrario. Dependiendo de tu roleo podrás hacer en algunas ocasiones otro uso extra.

(estamos cerca de terminar el prologo)

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21/06/2023, 15:43
Kennard «Amargo» Wynnee

Claro que al ver acercarse a los dos rufianes Kennard apretó el puño, y claro que lo hizo con fuerza y miedo. Pero también fue lo suficientemente rápido de mente como para saber que nada podría hacer contra ambos contrincantes, en medio de un callejón, donde ni un grito llegaría a oído alguno. Bastaría un segundo para que el pobre Kennard quedara tirado en el suelo, desvalijado de vida, con moratones hasta en los sueños, y sin nadie que lo reclarama.

Si venían a por lo que acaba de robar, y que llevaba en legajo en el bolsillo, ¿qué podría hacer él? ¿Arrojar las cartas, entregárselas y salir corriendo? Pero adónde iría a parar su oportunidad, pensó durante una fracción de segundo...
¿Huir en dirección contraria? ¿Y si entonces se topaba de bruces con una turba de marinos enfadados que acabaran de descubrir su hurto? ¿No acabaría eso también no solo con el viaje, sino con alguna magulladura más de las que querría tener?

Así que -Aquí estamos de nuevo, muchacho-, Keynnard volvió a pensar y recurrir a su última escapatoria, la misma que había tenido que usar tantas veces (cuando murió su padre, cuando hubo de engañar para fundar "Dulce Tesoro", cuando abandonó el amor de Martha...): recurrir a la ficción para hacer más llevadera la realidad.

-Os estaba esperando. Tú debes de ser Mor.. Marb... Arb... Da igual, no recuerdo -le dijo al tuerto con presteza, gesticulando también, pero intentado dar la sensación de una falsa calma-. Me han dicho hace un rato que vendríais... Sí, ya las tengo. Continuemos con nuestra misión.

Una ligerísima gota de sudor asomaba en la frente de Kennard, íntimamente histérico, mientras agitaba con la mano los papeles. Y trató de dar el último empujón, despositando su suerte no solo en su labia, sino también en que sus "rivales" fueran o estuvieran en baja forma intelectual. No quedaba más remedio.

Así que, avanzando con paso decidido, recolocándose el chaleco sobre la camisola, y guardando las cartas de nuevo, se acerco hasta los dos hombres y, sin apenas mirarlos les dijo, intentando que funcionara:

-En una hora nos vemos en la taberna. Allí os explicaré los detalles del viaje -e intentado pasar por el lado de uno de ellos y avanzar en el callejón, confiando en que ni mano ni puñal se deslizara contra él, Kennard intentó finalizar la conversación y sus problema-. Mientras terminaré de estudiar todo esto. ¡Ah! No vengáis cargados de armas, como soléis hacer los aficionados... Mejor traed comida. ¡Y bebida jajaja!

Y, de nuevo, un segundo, Kennard volvió a cerrar los ojos, aprentando con fuerza, lo menos perceptible posible, y soñando con que todo aquello entraba en la credulidad y la estupefacción de los dos canallas. Y que él se salvaba, por lo menos, de esta.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Por mi propio bien intento usar la "Lengua de plata". Lo roleo (antes de tirar incluso), tiro "Persuasión" y tú decides las consecuencias. 
¿Funcionamos así, verdad?

 Así es.

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23/06/2023, 00:27
Narrador

Los dos rufianes intercambiaron miradas perplejas, confundidos por las palabras improvisadas de Kennard. El tuerto, con su ojo vacío, frunció el ceño mientras intentaba descifrar la situación. El otro, con una risa nerviosa, se rascó la cabeza y miró a su compañero en busca de alguna respuesta.

-¿Qué diablos estás hablando, muchacho? -dijo el tuerto, mostrando su escepticismo. -¿Qué misión? No tenemos tiempo para tus juegos.

Kennard mantuvo una sonrisa forzada y se acercó un poco más, tratando de parecer convincente.

A medida que los dos rufianes se acercaban a Kennard, algo en su apariencia y actitud hizo que cambiaran su perspectiva sobre él. Observaron detenidamente las cartas de navegación que llevaba en su mano y una chispa de reconocimiento brilló en sus ojos.

-¡Esas cartas!- exclamó el tuerto, su tono cambiando de amenaza a asombro. -¡Estábamos a punto de robártelas!

El rufián con cicatrices asintió con una mezcla de sorpresa y admiración.

-Tienes suerte, muchacho. Pero algo en ti me recuerda a mí de joven, entonces esas cartas mereces tenerlas en tus manos. Parece que las necesitas más que nosotros.

Kennard escuchó atentamente, sin revelar su verdadera identidad como ladrón y sintiendo un destello de gratitud por su suerte inesperada. Los rufianes continuaron hablando, ahora con un tono más amigable y colaborativo.

-Deberías saber que esas cartas son valiosas, pero también peligrosas. Hay personas dispuestas a hacer cualquier cosa para obtenerlas. Nosotros conocemos a alguien que puede ayudarte a sacarles el mayor provecho. Un hombre sabio en los misterios de la navegación y la interpretación de mapas antiguos. Se encuentra en la isla de Portabella, y su nombre es Silas Drake.

Kennard asintió, asombrado por la generosidad de estos rufianes y la oportunidad que se presentaba ante él. Ellos le ofrecieron instrucciones sobre cómo encontrar al navegante Silas Drake y cómo obtener su ayuda.

-Una vez que hayas aprendido todo lo que puedas de esas cartas, muchacho, piensa en tu propia seguridad. Aquellos que nos contrataron para obtenerlas no se quedarán de brazos cruzados. Si tienes alguna intención de navegar en busca de tesoros, te recomendamos visitar "La Sirena Embrujada", una taberna de marineros aqui en la Isla Eclipse. Allí encontrarás información, barcos listos para zarpar y compañeros de aventuras dispuestos a unirse a ti.

 

Notas de juego

el siguiente será tu último post en el prólogo.
 

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23/06/2023, 15:09
Kennard «Amargo» Wynnee

Con todas sus fuerzas, Kennard intentó mantener la compostura, y que no se notara en absoluto que se notara su sorpresa. Jamás, ni en lo más íntimo de sus entrañas, pensaba que este encuentro su hubiera podido resolver bien, y mucho menos así...

-Drake... Tomo nota... -dijo, con cierto gesto pensativo-. Eh... Amigos... ¿Por qué... ?

Dudó si tomar tantas confianzas al dirigirse a ellos. Pero tampoco quería desaprovechar la oportunidad. Se descolgó el pequeño medallón que llevaba anudado al cuello y se lo entregó al tuerto, al tiempo que les decía:

-¿Quiénes son aquellos? Los que las buscaban... -Les entregó el medallón (una baratija, regalada por una antigua amante)-. Tened esto, conservadlo por si necesitáis algo. Cuando lo reconozca os ayudaré en lo que sea... Y vosotros a cambio lo mismo, ¿verdad? 
Pero intentó restarle importancia a la última frase, y comenzó a emprender el camino. Les preguntó dónde se encontraba "La Sirena Embrujada" y partió para allá.

De todas formas, con los nervios acumulados y arracimados en su piel, Kennard quisó dedicarse a sí mismo unos minutos y tratar de entender qué es lo que había hecho. Se detuvo en una fonda cercana, antes de llegar a la taberna que buscaba. Pidió una cerveza, la apuró de un trago, y abrió los papeles sobre la mesa, escrutándolos entre la incredulidad y la sorpresa.

-¿Qué sois, a dónde me vais a llevar, por qué sois tan importantes? -pensó entre el miedo, la emoción y la ilusión. Y dejó una moneda en la mesa. Y salió por la puerta. Y aceleró el paso hasta llegar a la taberna de la sirena. ¿Qué se iba a encontrar?

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19/07/2023, 13:53
Kennard «Amargo» Wynnee
Sólo para el director

Perdona que retroceda para hacerte una pregunta:

Mientras tanto, en el barco reclutador, los últimos hombres se apresuraban a subir a bordo, cargando pesados barriles y cajas llenas de secretos por descubrir. El reclutador, con su mirada avispada, observaba con entretenimiento el rostro de Kennard, que se había convertido en el objetivo del pequeño ladronzuelo.

¿Cuál sería el nombre del barco reclutador donde fui en el prólogo? Por si tuviera que hacer uso de él.
 

 No preguntaste, no lo sabes.

 y:

Equipo

En algún momento, incluso, me has llamado "espadachín" si no recuerdo mal. Por la habilidad y la lógica, entiendo que tengo una espada pero... ¿qué más equipo llevo conmigo encima? Cuando puedas, no hay prisa.

¡Gracias! Esto está siendo muy divertido. Ojalá para a ti también.

traes una espada comun, una pistola.