Partida Rol por web

La noche había caído varias horas atrás y la lluvia seguía cayendo sobre el Pony Pisador. Los aventureros, tras la cena que les habían ofrecido y pagar el hospedaje subieron a sus habitaciones. Cada uno tendría la suya propia, un lujo poco habitual pero que por el ataque de Tharnaros esa noche podrían disfrutar. Y esa noche descansarían sobre un colchón, algo que en la vida del aventurero no siempre era tan normal.

Kilian se acababa de sentar en la mesa cuando la puerta sonó. No pensaba que fuese Woodrow o algún otro trabajador, pues el joven llamado Tim acababa de subir con algo de papel, tinta y cáñamo para sus cartas. Lo más lógico es que fuera alguno de sus compañeros. Y así era.

—¿Kilian?—escuchó la voz de Dan— Tienes un momento.

- ¿Y ahora qué? –pensó Kilian justo al oír la voz de Dan mientras emitía un suspiro de exasperación.

De todos aquellos que habían emprendido el viaje con él, Dan seguramente era con el que menor afinidad tenía hasta el momento. Hasta Arael había conseguido en cierta medida ganarse algo de su reconocimiento. Si bien, el monje no solo no lo había logrado, sino que su encontronazo en aquél claro había hecho que se distanciara aún más.

-Sí, ya va –dijo en un tono normal levantándose lentamente de la silla, sin ningún tipo de prisa para encaminarse a la puerta. Hubiese preferido que hubiese sido cualquiera de sus otros compañeros, aunque puestos a elegir, mejor Vincenza o quizás Kelrin; aunque la verdad es que con esta última no hubiese mantenido mucho contacto durante el viaje.

Por fin llegó a la puerta, abrió la misma lo necesario para poder asomarse, sujetó la misma con el pie y colocándose las manos en los bolsillos con una expresión que algunos podrían considerar altiva, incluso chulesca, preguntó:

- Hombre Dan, ¿Qué se te ofrece?

Dan no pareció darle importancia al tono chulesco de Kilian, en lugar de eso sonrió al guerrero.

—Sólo quería hablar un poco. Si quieres claro, ¿puedo pasar?

Ante la respuesta afirmativa el monje entró en la habitación y tomó asiento. Entonces se quedó callado unos segundos como si no supiera muy bien que decir y entonces se rascó la cabeza volviendo a sonreir.

—Igual me estoy metiendo donde no me llaman pero... ¿estás bien? Esta búsqueda nos ha cogido a todos por sorpresa y de alguna forma se podría decir que casi nos hemos visto arrastrados a ella sin tener en cuenta nuestros propios problemas personales. Y eso es algo que no siempre podemos gestionar bien.

La situación le había producido gracia. - ¿Qué si se está metiendo donde no le llaman?... acaba de tirar la puerta abajo. Además, parece que cree que no soy capaz de gestionar mies emociones. –pensó Kilian cuando este acabó de hablar.

Comenzó a caminar de manera calmada por la habitación a la vez que soltaba una risa tan aspirada que podría confundirse con un suspiro, se llevó la mano derecha a la frente y negó con la cabeza antes de comenzar a hablar una vez bajada la mano. - ¿Así qué aun le estas dando vueltas a lo que ocurrió en el gran bosque?  Y claro, piensas que como no actué según tus principios es cuestión de unos problemas que no he conseguido solucionar y que quizás me estén perturbando el juicio.

Por fin se detuvo y miró a Dan para continuar diciendo. – Claro que tengo problemas. ¿Acaso tú no los tienes? Pero tú no estás aquí para oír mis problemas, estás aquí porque seguramente quieras escuchar que lo que ocurrió allí en el Gran Bosque no volverá a ocurrir. Y es cierto, quizás me excedí, pero considero que era lo que había que hacer en ese momento porque sus gritos terminaron por acercar a ese monstruo que casi acaba con la vida de Vincenza y que podría haber acabado con alguna más. Así que si me preguntas si lo volvería a hacer; si con eso consigo que ninguno de vosotros hubieseis muerto, la respuesta es sí.

Hizo una breve pausa y volvió a hablar esta vez con cierto énfasis. -¿Sabes? Yo no soy un aventurero como vosotros, esos problemas con los que cargo me han llevado a mi situación actual, la de un mercenario. Quiero el dinero y quiero la fama que me otorgaría una gesta así para poder conseguir más monedas y más fama. Y ahora déjame preguntarte algo: ¿Por qué ninguno de los demás excepto tú me impidió hacer lo que hice? ¿Acaso todos menos tu tuvimos un juicio erróneo sobre la situación? –concluyó mirando al monje con una mirada como si quisiera sacar un análisis profundo de la respuesta de este

Dan escuchó a Kilian sentado con la cabeza alta para mirar al guerrero. No parecía intimidado, pero tampoco mostraba hostilidad de ningún tipo. Simplemente escuchaba con atención todo lo que le decían y dejó a su interlocutor decir todo lo que sin duda parecía necesitar decir.

—Siento mucho lo que pasó en el bosque—fue lo primero que dijo cuando Kilian terminó de hablar—. Y si hubiera sabido que era tan importante para ti me hubiera disculpado antes. Lo tomé como un simple lance de un momento airado pero veo que estaba equivocado.

El monje comenzó a quitarse uno de los vendajes que llevaba en las manos.

—He venido para saber si estás bien. Si estás bien en lo que importa. Cómo explicarlo—entonces hizo una pausa buscando las palabras adecuadas—, tu actitud cambiante, a veces impulsiva, a veces pasiva, con frecuencia vehemente... Me parece que estás pasando por muchas más cosas que todo lo relacionado con el meteorito y las luces azules. Con lo que me has dicho ahora estoy casi seguro de que así es. Y quiero ayudarte, si me dejas claro.

Kilian se quedó callado pensando bien lo que iba a responder, esta situación no lo estaba llevando a ninguna parte, es más, si Dan había ido para ayudarlo, no lo estaba consiguiendo. Después de la respuesta de este, incluso se sentía decepcionado.

- Ni siquiera responde a la pregunta que le he hecho. Si es del tipo de persona que piensa que siempre lleva la razón quizás no deba fiarme de él. Además, ha demostrado no sentir empatía alguna por lo que pudo acarrear la situación del bosque, lo que me dice que es una persona que no acepta las críticas. –se dijo antes de comenzar a hablar.

- Tienes razón, claro que necesito ayuda, todos la necesitamos en cierto momento y soy del tipo de persona que para solucionar las cosas que no puede solucionar por si mismo, busca ayuda. Y sí, es cierto; quizás peque en ocasiones de vehemencia, pero es algo intrínseco en mí, no es algo que venga derivado por ningún tipo de problema. –hizo una pausa y continuó diciendo. - Pero ya que hablamos de hechos irreflexivos… ¿Qué me dices de tu actitud hace un momento, cuando has dado como opción que el muchacho actúe como carnaza?

De nuevo se quedó mirándolo de manera impasible, analizando cada uno de los gestos y palabras del monje

Dan miró a Kilian sin entenderle muy bien.

—Yo no.. ¡Yo no he dado pie en ningún momento a poner en peligro a Klaus!. Él tenía una idea y quería escucharla. Ni siquiera sabía si su idea implicaba exponerse a él, a otra persona o a todos.

El monje se pellizcó el puente de la nariz, suspiró y se levantó de la silla.

—Por algún motivo que desconozco tienes un problema conmigo que no tienes intención de resolver. Así que poco voy a ayudarte mientras eso siga así—Dan arrugó la cara desconcertado—. En fin, si en algún momento cambias de opinión, mi puerta siempre está abierta.

Mientras Kilian oía la explicación de Dan sobre el asunto de Klaus, este iba pensando: - Claro, ahora tratas de negarlo, pero la verdad es que ni se te pasó por la cabeza que esa opción podría suponer la vida de un muchacho.

Cuando por fin Dan se puso en pie al acabar de hablar, Kilian, con los brazos extendidos a la altura de la cintura le dijo:

-Tranquilo fiera, yo no tengo necesidad de solucionar nada porque no tengo ningún problema contigo. Eres tú el que ha venido a mi habitación a hablar sobre si se gestionar o no mis problemas, que si actúo con vehemencia… y cuando te expongo tus problemas; te exaltas, te pones a la defensiva y hasta das la impresión de que, como poco, te quieres marchar enseguida. –hizo una ligera pausa en la que adoptó una pose calmada que denotaba algo de indiferencia y continúo diciendo. - ¿Qué te pasa Dan, tienes problemitas? Si quieres puedes contármelo, los compañeros están para ayudarse. –concluyó esperando la respuesta del monje.

El rostro desconcertado de Dan pasó a la indiferencia conforme escuchaba a Kilian.

—No te interesa nada de lo que tengo que decir así que no pienso perder mi tiempo.. Buena suerte llenando ese vacío con fama y dinero.

El monje se dirigió a la puerta, la abrió y antes de marcharse miró a Kilian como si le compadeciera.

—Para tronar como el dragón hay que sufrir como la rata. Buenas noches Kilian.

Tras despedirse se marchó cerrando la puerta.

Klaus volvió del establo y encontró que en la sala ya sólo estaba Clint. El gran trasgo estaba sentado y absorto en sus pensamientos frente a la chimenea con una taza en las manos. La iluminación bailante del fuego y su apariencia le daban al explorador un aspecto intimidante.

Entonces giró la cabeza, miró a Klaus y sonrió.

—Acompáñame si gustas joven druida—le preguntó—. Te vendrá bien entrar en calor antes de subir a la habitación.

Tras darse un relajante baño caliente, salió al pasillo y se detuvo ante la puerta de la habitación de Arael. Inspiro profundo y llamó con un par de toques:

- Ey! Abre - dijo en tono amistoso

Kilian empezó a reír con atronadoras carcajadas nada más se cerró la puerta. Entre risas, logró acercarse a la cama y tumbarse.

- Tendría que haberme acercado a él, seguro que apestaba a vino por lo menos. –pensó en tono de sorna e incredulidad ante lo que acababa de ocurrir.

Al cabo de un par de minutos logró calmarse, justo en el mismo momento en el que se percató de algo. Dan no estaba interesado en hablar sobre lo que sucedió en el Gran Bosque, estaba más interesado en saber de él. ¿Por qué? Acaso… ¿Podría tener algo que ver con el incidente de los Lutt? No sabía nada de él y quizás eso lo hacía aún más sospechoso. Además, estaba seguro de que a él también le estarían buscando, con lo que debería ser aún más precavido a partir de ahora.

Tras unos minutos se levantó, había tomado la decisión de solo escribir una carta ya que escribir a Erin podría ser peligroso. En lugar de ello, esperaría a que ella escribiera primero y enviarle una respuesta para que el mismo Galvan o Soto le entregaran el mensaje en mano.

Finalmente se sentó en el escritorio cogió papel y pluma y se dispuso a escribir una carta a Zura con la esperanza de poder tener una respuesta a la misma.

El bueno de Mantecosa había hecho realidad el deseo de Arael de tener un baño caliente. Estaba cansada de pensar, así que se relajó en la bañera y se perdió en sus pensamientos, solo oía el murmullo que aún quedaba en el salón y en alguna habitación.

—¡Ey! ¡Abre!— La llamada amable de Kelrin le resultó un estruendo. Se espabiló y se dió cuenta de que el agua de la bañera se estaba quedando fría.

 —¡Está abierto!— Gritó. Se levantó de la bañera y fue a la habitación a por una toalla de felpa para secarse, dejando un reguero de agua a su paso. —¡Vaya día! Casi pierdo el conocimiento ahí dentro— Le dijo a Kelrin mientras se secaba. O a sí misma. Ni ella lo sabía.

El cuerpo de Arael se veía extremadamente delgado, incluso para una elfa. Solo una musculatura levemente desarrollada le salvaba de ser un esqueleto con piel.

No habia esperado que nadie estuviera tras su vuelta de los establos, por que lo cierto es que se habia demorado lo suficiente como para casi quedarse el mismo dormido sino fuera por la acuciante necesidad de volver a llenarse la tripa.

Le dedico una ligera sonrisa al Trasgo antes de asentir con suavidad y acomodarse a su lado dispuesto a tomarse aquello caliente y quizas volver al establo. – Bueno, lo cierto es que quizas duerma fuera con los animales….no acostumbro a no poder ver las estrellas y me pongo un poco nervioso si no lo hago…

No era amante de los lugares cerrados, de los desconocidos y de no tener rutas de escape, a veces, cuando las cosas en el camino se ponían feas su padre siempre les decía que corriesen tan rápido como pudiesen por el bosque, que este los ayudaría y como iba a ayudarle una ciudad o una habitación cerrada, era simplemente imposible.

Creía que todos dormirían a estas alturas….

Atravesó el umbral con una leve sonrisa y cerró la puerta con delicadeza, siguiendo con la mirada a la elfa. 

- Todos necesitábamos un descanso - concluyó a los pensamientos de Arael.

Barrió con la mirada la estancia, curiosa, y comenzó un lento paseo por ella mientras hablaba:

- Solo quería asegurarme de que no te habías tomado a mal que rechazara tu plan de quedarnos... - al pasar al lado de las pertenencias de Arael, acarició con una mano el carcaj con aire distraído - ya sabes... No es una misión fácil y no quisiera que hubiera brechas entre nosotras.

Guardó silencio unos segundos, con los ojos clavados en Arael, cómo si esperara un gesto de ella como respuesta. Entonces tomó con aire enérgico el arco de la elfa, sin flechas, y tensando la cuerda añadió:

-  ¿Dónde aprendiste a disparar?

La elfa sonrió ante el gesto Kelrin —Bueno igual no es tan sosa como pensaba.—Pensó, mientras se secaba el pelo enérgicamente. —Lo cierto es que es una de las tantas cosas que simplemente se me dan bien. —Dijo mirándola a los ojos con una sonrisa más amplia —Aunque estuve unos meses de recluta con los halcones argénteos. Intentaron arreglar mi técnica, pero el combate real solo consiguió empeorarla... al menos, a sus ojos. Si me preguntas a mi, el estilo marcial de usar el arco es un verdadero coñazo.

—Sobre lo del plan, no te preocupes, era solo una idea. Quiero ayudar a Gerin y resolver esto, que no se haga lo que yo pienso que está bien no importa, siempre que el grupo se mantenga unido.

Al menos, todo lo que se pueda.  

- Ya veo - bajó el arco ocultando su decepción. Una parte de ella esperaba haber encontrado una respuesta diferente a su presicion certera: un encantamiento en el arco, o quizás mucha experiencia...

-¿Talento? ¿O tal vez solo fue suerte?

- Para no tener mucha técnica, no se te da mal-  dejo reposar el arco donde estaba con anterioridad- No pareces echar de menos esos halcones argénteos - sonrió

Zap, Miri, os he corregido los posts, no son halcones grises sino halcones argénteos.

—En noches como éstas es mejor dormir en un lugar cálido y resguardado. Lo único que conseguirás quedándote fuera es pescar un buen resfriado. Podemos vivir junto a los animales, comulgar con ellos, amarlos como amaríamos a otra persona, pero igual que ellos tienen sus limitaciones nosotros tenemos las nuestras—Clint sonrió—. Y ni tú ni yo estamos hechos para dormir a la intemperie en una noche de lluvia.

El gran trasgo dio un trago a su vaso.

—¿Te apetece una taza de infusión de cardo mariano?