Partida Rol por web

No se si habrá un fantasma en la vieja torre, pero que el pater haya expulsado al maligno del interior del viejo con una sencilla oración se me antoja más increible todavía, ¿no me estarán intentando timar? ¿qué pueden querer de mi?

Aitor, mosqueado oberva con cuidado a todos los presentes intentando descubrir en vano en sus gestos, alguna pista del  engaño.

El veterano guerrero sacude la cabeza como descartando algún pensamiento y tras rascarsela con fuerza comienza a hablar  antes de ir a la taberna deberíamos pensar pero muy bien qué decir  hace una pausa mientras mira el vino que la joven ha traido al cura, relamiéndose sigue  porque podemos ir cien veces a la taberna y decir a los paisanos que ningún mal habita la torre, y cien veces no nos van a creer.

Aitor aparta la mirada del vino antes de que le distraiga más y sigue si yo estuviera en mi pueblo y un extranjero me viniese a decir que las historias que me han contado mis mayores son falsas lo más seguro es que les diera la razón como a los bobos, y que si a los extraños les diera por insistir con sus verdades se me agotara la paciencia y les haría salir del pueblo embreados y emplumados, y a ver si les quedan ganas de volver a hacerse los listillos.

Con un suspiro de resignación, pongo las manos sobre los apoyabrazos del sillón y me levanto

bueeeno. Pues no ha sido de gran ayuda vuestra historia, Don Pedro así que: hago una parada y, agarrando el crucifijo Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Isaías capítulo 6, versículo 8

A continuación me dirijo hacia la puerta Por la gracia de Dios no deberíais de decir nada de todo lo acontecido hasta que no volvamos a vernos. Será lo mejor para todos nosotros.

Mateo sacude la cabeza incrédulo por lo que escucha.

¡Pardiez! ¿Qué es eso de urdir tramas y pensar en qué decir y qué no? Escuchadme señores por qué no hay más verdad que una y es la que vamos a descubrir. Yo no diré nada más que aquello que puedan afirmar mis ojos y mi conciencia como buen cristiano, a partir de ahí no cuenten conmigo sus mercedes.

El marino coloca las manos en jarras sobre el fajín que le ciñe los pantalones y las piernas un poco separadas para mantener el equilibrio, como esperando un golpe de mar que pudiera hacerle caer en cualquier momento.

Así que vamos a repasar todo esta madeja que han liado, antes de que pierda la paciencia. Que con tanta trama para urdir parece esto un mentidero de pueblo.

El joven señala a Pedro Ramales.

Así que usted se dedicaba a ir a esa vieja torre a rememorar tiempos pasados, en los que soñaba con tesoros de los moros. Y su hija y el mozo-ahora señala a Ángel-deciden darle un susto para que les permita casarse pero en vez de asustarse, enferma hasta la medula. El Padre Beltrán reza por su alma y usted vuelve a la normalidad. Y esto es lo que yo se, pero que me tiren al Mediterráneo si entiendo lo más mínimo.

Sigue mirando a Angel, pero esta vez es una mirada dura y sin contemplaciones, de esas que preceden a un navajazo en la parte de atrás de las tabernas.

Y harías bien en explicar si encontrásteis vos mismo al Señor Ramales, si llegásteis a darle ese susuto y si fúisteis testigo del momento en que cayó enfermo, cuando el supuesto fantasma o diablo le jugó tan linda pasada.

Por un lado negaba con la cabeza mientras escuchaba las opiniones de mis compañeros, y más precisamente la última, la de Mateo. No se trataba desenmarañar una historia, más bien no sólamente eso; sino además de concienciar a la gente de que lo que fuera que hubiera y estuviera (que de hecho en ese momento aún persistía) ya no estaba allí, ya no los asustaría, ya no tendrían reticencia a acercarse a ese lugar "maldito". Pero, por otro lado, apuntó una pregunta que me había hecho al escuchar a los presentes. ¿Quién le devolvió a la casa enfermo cuando cayó fruto del embrujo de las voces del maligno a través del viento?

Fuera quien fuera o se lo encontró de casualidad o más bien... porque le estuvieran siguiendo o supiera donde iba en ese momento Ramales...

Volví a pensar. Había ofrecido a mi sirviente a acompañar al yerno de Ramales a dar la "buena nueva", si es que había algo que dar en noticia, pero, pensándolo mejor, me pronucié de otra forma mientras Beltrán marchaba ya a la puerta:

Antes de contar ningún cuento de vientos del Caído y menos de la situación como ésta que hemos vivido -dije refiriendome al supuesto exorcismo-, tan llena de incredulidades para quien no ha presenciado su milagro, creo que debemos ahondar más en la trama; y creo que del todo. Como bien dice Aitor cualquiera que oiga nuestras palabras lo achacará sin duda algún episodio más relacionado con la maldad que se cierne sobre la torre. Por tanto no iremos a la taberna; al menos yo, Padre, y mi siervo tampoco. Iremos a la torre.

No esperaba su aprobación, ni tampoco de la de ninguno de los presentes, aunque sabía que era otra opción muy a tener en cuenta.

Con un suspiro de resignación, me paro junto a la puerta y me doy la vuelta negando con la cabeza Parece que no estais acostumbrados a escuchar pensando que solo vosotros teneís el don de la palabra ¿cierto?, como bien he dicho, he intentado explicar a los presentes, he rogado que no dijeran nada hasta que no volvamos de hacer una visita a la torre. A continuación, me giro hacia Mateo con una mirada inquisitiva, sin decir palabra, esperando a ver qué responden Y tí, joven marinero, más te valdría recordar que estamos en esta casa porque así lo han querido. No digo que sean respuestas inútiles, todo lo contrario, pero las formas de preguntar podrían dar lugar a no obtener más que una patada en las nalgas y que nos vayamos con viento fresco.

Contestas malhumorado a Iñigo - No paráme a averiguar en qué dirección vino el viento. Les estoy agradecido de veras, pero Por San Cristóbal  ¡que hablan ustedes más que los mismísimos venecianos! , Páter no quiero ofenderle pero estos hombres son algo incrédulos y quieren verse de listillos , o quizás tengan otro señor y están haciendo méritos, pero les recuerdo que no hay Señor  más grande y podersos que Jesucristo. - Se relame  - ya les he contado cuanto me aconteció aquella noche, y ahora, como ustedes comprenderán me gustaría reposar tranquilo. Parece estar bastante cansado de tanta preguntita.

Contestando nuevamente - Yo le asusté, vi como se asustaba y enloquecía yo mismo. Ya se lo contamos a vuestras mercedes, quizás sean ustedes algo cortos de entendederas o quizás , como ha dicho Don Pedro, estén haciendo méritos para su Amo. - Dice despectivamente.

Los ánimos se caldean por momentos.

Cansado de tanta cháchara innecesaria, alzo las manos conciliadoramente Haya paz caballeros, haya paz que no es plato de buen gusto molestar a nadie. Como he dicho, será mejor que descansen y no mencionen nada de lo que aquí ha acontecido, por lo menos mientras nosotros hacemos una visita a esa misteriosa torre y arrojamos luz a las no muy claras declaraciones que nos han proporcionado. digo intentando calmar los ánimos.

¡Será bravucón este villano! -pensaba yo del tal Muros tras sus palabras saliendo de la casa-

Por mis inexistentes barbas que después de lo que ha hecho el padre por estos desagradecidos no voy a permitir que se le desaire en lo más mínimo.

Lo p-preguntaré de o-otro modo. ¿P-podría haber alguien más a-aquella noche allí q-que estuviera p-pronunciando maldiciones?

Mientras hablo me desplazo hasta ponerme ante el tal Ángel.

Y sepa v-vuestra merced que no rrr-respondo ante amo a-alguno salvo Dios nuestro señor.

Me quedo mirándolo fijamente, con mirada desafiante y la mano sobre el pomo de la espada.

JA JA JA  la estentorea risa de Aitor resuena por la estancia, por los clavos de nuestro señor que este chico tiene redaños dice el guerrero poniéndose frente a Angel y al lado de Íñigo pero tened cuidado con vuestras insinuaciones, añade poniéndose serio de repente y posando la mano sobre su hacha, por menos he partido craneos en el pasado, y aunque el tiempo me ha hecho más prudente no voy a consentir que un un aprendiz de marido aficionado al disfraz me llame estúpido, dando un paso hacia la puerta por respeto a la señorita aquí presente y al estado de salud de su padre os dejaremos tranquilos, pero espero tener la oportunidad de volverme a cruzar con usted sin nadie que nos moleste para acabar esta discusión como merece  termina con una mirada nada agradable hacia Angel.

¡ Maldito Hideputa presuntuoso birria de guerrero !

- No,yo no vi a nadie más allí. ¡ A nadie ! , un demonio le poseyó está clarísimo- contesta airado.

A fe mía que este muchacho se merece una buena azotaina pero no vamos a enviudar a la hija antes que se despose.

Retrocediendo un paso al escuchar su respuesta toco levemente el brazo del vasco para marchar ambos y evitar así mayores problemas.

C-creo que es ho-ora de v-ver esa t-torre. ¿No o-os parece?

Que me parece, desde luego. Vayamos a esa torre a ver si encontramos algún fantasma o algún fantoche...

Dice tornando su cara a su habitual sorisa. Aunque parece que nada le asusta por su afirmación, el marino toca durante un momento el respaldo de la silla donde está Beltrán, acariciando la madera para atraer la buena suerte.

Ese chico no es trigo limpio, pero antes de hablar es capaz de hacer que le rajen de lado a lado, mejor será conseguir algo más de información por otros cauces.

Me despido con un leve cabeceo del señor de la casa y de su hija. Al pretendiente le dedico una inflamada mirada.

Seño-rita, señor. D-descanse que nosotros c-continuaremos la p-pesquisa.

Luego salgo de la estancia y me dirijo donde esté el páter si es que ha salido o le espero en la entrada.

Escuché las visagras de la puerta. Hallábame yo fisgando el jardín de aquellos villanos, sin tener conocimiento de lo que había pasado ahi dentro. Tampoco fuera había acontecido mucho más; tan sólo hacíame ideas de cómo podría ser el tesoro del que habían pronunciado únicamente su nombre... claro que ahora mismo a todo llaman tesoro si tienes más de diez doblas entre tus manos.

¡Mi señor! -dije con un leve jadeo tras trotar hacia la posición de mi amo. ¿Se sabe algo? ¿Qué han podido los vuestros oídos conocer? ¿Seremos ricos, mi señor?

En estas están nuestros personajes que despidiéndose de "aquella manera", vamos , sin despedirse, salen de la casa de los Ramales y a otra cosa.