En ocasiones, sobretodo con las primeras luces del alba, Nae creía percibir los diminutos rayos de sol golpeando contra su piel. Los sentía chocar contra su cara y diluirse suavemente. Alguna vez incluso creía oír susurros en sus colisiones que le anunciaban lo que le depararía el día que comenzaba. En aquella mañana, Nae no lograba comprender las agitadas frases de los destellos solares, pero fue consciente de que le anunciaban cambios, una impredecible jornada de cambios.
Llegó el mismo día del funeral del duque y asistió ofreciéndole sus respetos al fallecido duque y sus condolencias al hijo. Guardó un día de luto como acostumbra su pueblo en esas situaciones y al segundo día acudió al palacio a presentarse ante el recientemente nombrado duque. En una reunión privada se ofreció para servirle en todo lo que pudiera colaborar, sin esperar la repentina propuesta del joven duque.
Puedes postear sobre el encargo que te es asignado, sobre el viaje hasta los robledales, sobre el funeral y los sentimientos que despierta en tí, y/o sobre la propuesta del duque, por ejemplo. Cúrratelo ;)
Cuando Nedunëa fue llamada ante la gobernadora tuvo un mal presagio, algo malo debía haber pasado porque nunca le habían llamado antes en su día de descanso. Se dirigió lo más a prisa posible hacia el lugar donde le esperaban. Al entrar un escalofrío recorrió su cuerpo, la gobernadora vestía de negro con lo que todo eso significaba. Sigilosamente y sin hacer el mayo ruido Nae se presentó ante su superiora y esta le mandó sentar. A lo largo de media hora, le explicaron el por qué de la llamada. Habían matado al duque de Fianosther y raptado a su mujer e hija, sólo el hijo mayor se había salvado. Todo esto fue un gran golpe para Nae, como embajadora había tenido una buena relación con el duque pero más allá de eso, conocía a toda la familia desde que ella recordaba. Los viajes que había hecho con su padre le habían unido enormemente a esa ciudad y los duques especialmente. En seguida se puso a trabajar en lo que le había sido encargado por la gobernadora. Le pesaba mucho lo que había ocurrido pero no era el momento de llorar, todavía no.
Salió de los Robledales verdes esa misma mañana, después de haberse despedido de su familia ya que no sabía cuando iba a regresar, en la que los rayos le habían intentado avisar de que algo malo había ocurrido y ella no había sido capaz de interpretarlos. Galopó durante todo el viaje, su precioso caballo blanco estaba acostumbrado a realizar estos viajes por lo que Nae no vio necesidad de parar hasta que llegó a Fianosther. Una vez allí buscó un lugar en el que hospedarse, en la ciudad todos la conocían por lo que no tuvo problema en encontrar una buena posada con todo lo que necesitaba. Era el día del funeral por lo que optó ponerse un vestido de negro riguroso y se dirigió hacia la ceremonia. Pudo comprobar que todos los habitantes estaban destrozadas por lo acontecido, nadie se explicaba quién había podido hacer tal cosa. Los duques no eran personas malas ni avariciosas, eran justos, leales,humildes...esto era algo inexplicable. En el funeral lloró por el duque y presentó sus condolencias al joven Jouheav. Decidió retirarse a la posada y pasar el día pensando en todo aquello. Ver el féretro del duque y a su joven hijo le había conmocionado duramente. Nae nunca había vivido una situación igual y lamentaba que su padre no estuviera en esos momentos a su lado para que le explicase lo que debía hacer.
Cuando a la mañana siguiente fue hacia palacio aún no había pensado como iba a reaccionar ante el nuevo duque, eran buenos amigos y para ella el sufrimiento que este sentía se convertía en propio. Cuando lo vio sólo supo darle las condolencias de nuevo y ponerse a sus servicio en todo lo que el precisase,tal como le había ordenado la gobernadora. Pero le sorprendió que el duque necesitara sus servicios tan pronto y más en una tarea tan importante.Jouheav, le había pedido que se uniera a un grupo de aventureros para salvar a su familia. Al principio Naedunëa dudó que hacer, pero el deber la llamaba, era su trabajo hacer todo lo que el duque le pedía y además ella también quería ver sanas y salvas a la madre y hermana del rey. Por eso respondió de inmediato.
-Por supuesto, que acepto su propuesta. Para mi sería un honor ayudar a salvar a su madre y a su hermana, sabe que ellas son muy queridas para mi. Haré todo lo que pueda por traerlas de vuelta a su lado. Dígame que debo hacer ahora y me pondré de inmediato en marcha.- Al acabar,la joven inclinó la cabeza, haciendo una reverencia al joven duque.
Espero haberlo hecho bien, tu me dirás!
Nae percibió al duque diferente de como lo recordaba. Físicamente estaba más débil, más pálido, y sus hombros parecían caídos. Por otro lado, parecía más triste, y sobretodo más frágil. Tuvo la sensación de que en cualquier momento se desplomaría desmayado, pero no fue así.
Al comprobar que Nae aceptaba la propuesta un atisbo de sonrisa asomó a sus labios, pero se esfumó de inmediato.
Muchísimas gracias Nae. No sabes qué peso me quitas de encima - hizo una pausa en la que respiró profundamente -Estoy preparando un grupo capacitado para rescatar a mi madre (Hannaia) y mi hermana (Lía) y necesito a alguien de confianza que pueda formar parte del mismo. Estaré mucho más seguro si tú participas.
Tosió sonoramente durante unos diez segundos y continuó hablando a continuación.
Además estoy seguro de que nadie mejor que tú conocerá el recorrido para llegar a... - Jouheav pareció percatarse de algo mientras hablaba -¿pero qué digo? No debería revelar más detalles. Disculpa mi silencio, pero ante todo quiero que esta misión y sus detalles queden en secreto. Me reuniré a las puertas del palacio dentro de tres días al mediodía para concretar los detalles del viaje, allí conocerás a tus compañeros de viaje.
Por un momento pareció desorientado, pero vio a Nae a los ojos y recuperó la serenidad en el gesto.
Por cierto, he sabido que te alojas en una posada de la ciudad. No lo permitiré. A partir de hoy dormirás en una habitación del palacio. Ordenaré que se te acomode una... ¡y no admito una respuesta negativa!
Jouehav se despidió con un gesto de la cabeza y se dirigió hacia sus aposentos. A continuación un sirviente mediano se presentó y te condujo hasta una amplia habitación.
Mi señora, este será su cuarto. Si necesita algo pregunte por Picco al personal y le atenderé inmediatamente.
Abandonó la habitación con una reverencia dejando a Nae sola con sus pensamientos. Debía ir a la posada a recoger sus cosas e instalarse allí y tenía varias opciones: hacerlo directamente o visitar alguna zona del pueblo o de los alrededores.
Los post no tienen por qué ser tan extensos, pero como gustes ;) Ahora tienes que decidir qué haces: ir a la posada y volver, ir a dar una vuelta por el bosque, dar una vuelta por el pueblo, etc. lo que quieras. Eso sí, hagas lo que hagas no te pases de largo, es decir, si vas a la posada postea hasta que llegas, si vas al bosque postea hasta que te encuentres en el bosque, si vas al pueblo postea hasta que te encuentres en el pueblo, si vas a... eso :)
Pobre Jouheav. Él no se merece este sufrimiento-Pensaba Nae mientras miraba el cuarto que se le había sido asignado. Nunca había estado en ninguna habitación tan lujosa y cómoda y sinceramente pensaba que no se la merecía pero el duque había sido firme y no podía negarse. Finalmente optó por dar una visita al pueblo.
Mientras la joven recorría los pasillo del palacio hacia la salida preguntó por Picco, no le gustaba tener sirvientes pero sabía que era una norma que debía acatar entando donde estaba. Cuando llegó el mediano le explicó que iba a salir a dar un paseo por el pueblo pero que necesitaba que alguien fuera a por su equipaje. Una vez dejó dadas las órdenes de lo que debían hacer con sus cosas y con su caballo, que ya se encontraba en los establos, encaró la puerta principal del palacio.
La mañana era muy hermosa, el sol lucía en el cielo y la ciudad comenzaba a despertar silenciosamente. Era eso lo que marcaba la diferencia, todo estaba en silencio, el pesar por lo ocurrido se notaba en el ambiente. Nae decidió callajear por Fianosther. Le encantaban sus casas de piedra, ver los puestos de los mercaderes, las gentes son muy amables y entre ellos se sentía muy cómoda. No se enteró de que ya había llegado al pueblo hasta que llevaba ya un tiempo en la calle principal, los recuerdos de aquellos días la tenía sumida entre sus pensamientos.
Nae caminaba distraída por la calle principal de la ciudad abriéndose camino entre la gente. Percibió cómo algunos de los hombres y mujeres que habitaban el pueblo fijaban su atención en ella al verla pasar y en ocasiones se quedaban ensimismados contemplándola. Nae lo atribuyó con acierto a que no debían estar acostumbrados a ver elfos en aquel lugar.
Había puestos de alimentos en la calle aquella mañana. Manzanas, melocotones, fresas... Se podía observar cómo algún mediano había extendido su mercado hasta allí y ofrecía gran parte de sus exquisitos manjares.
Caminaba ensimismada contemplando las frutas cuando se dio cuenta de que a pocos metros una anciana mujer se había detenido y la miraba de manera extraña. Llegado el momento se acercó y con una extraña mirada tendió una pequeña bolsa de tela en la mano de la elfa mientras decía:
- Lo necesitarás, lo necesitarás... Verás, verás... Guárdalo hasta que te haga falta. Guárdalo... sabrás cuándo usarlo, pero no te precipites, no te precipites... Verás, verás... no te precipites... lo necesitarás...
Y con esa cantinela, la mujer continuó caminando mientras seguía hablando sola. Nae contempló el saco de tela que descansaba en su mano atado con un simple cordón. Contenía una especie de puñado de arena con un extraño brillo anaranjado.
Los días transcurrieron sin más sobresaltos y Nae olvidó el suceso con la anciana aunque guardó la bolsa junto con sus cosas. Finalmente llegó el día que había acordado con el duque y a mediodía se presentó a las puertas del palacio...
Vale, añado la bolsa a tu equipo (a no ser que decidas tirarla). Puedes postear hasta aquí, pero luego cerraré esta escena. Cuando esté lista la de la reunión del palacio la abriré y seguimos allí.
Mientras Nae caminaba, una anciana se le acercó entregándole una bolsita que contenía lo que parecían arenas. En un principio la joven no supo como reaccionar, la señora no le paraba de repetir que guaradara aquello que lo iba a necesitar. Por su educación sabía que había personas que eran capaces de ver, sentir, comprender mejor algunas cosas que otros y que era importante hacerles caso, por lo que Nae decidió guardarse la bolsa.
-Muchas gracias señora.-dijo la joven pero la anciana ya había seguido su rumbo.
Los días siguientes Nae no volvió a pensar en aquello y las horas pasaron con absoluta normalidad hasta que llegó el día del encuentro con el duque y cuando el sol ya estaba en lo más alto se dirigió hacia las puertas del palacio.