Está bien, no te preocupes amor - esta se reía mientras lo acariciaba.
De pronto, esta se tomó de la panza, sintiendo un horrible dolor.
¡Aaaarrghhhh! - apretaba con enorme fuerza el brazo de Oktael.
C-creo que ahí viene.
Oktael se sorprendió... "esta viniendo..." repitió para si. "Nuestro hijo...". Algo en todo eso no encajaba del todo. La vida estaba volviendo a darle otra... oportunidad? Creía estar reviviendo algo... "hijo... hijo mío". Sintió una punzada de dolor, algo allí no encajaba.
- Tranquila mi sol y estrellas, juré protegerte ante los Dioses. Aquí estoy para ayudarte...
Recostó a su mujer con delicadeza y la ayudaba en las tareas de preparto. ¿Era la primera vez que lo hacía? No lo recordaba, pero sus manos se movían expertamente...
No sé si inventé una palabra "expertamente" jajaja
La mujer entró así a labores de parto, y Oktael empezaría a ayudarla. Afortunadamente, también acudió una mujer en el pueblo, que parecía tener experiencia ya ayudando a las demás mujeres.
Tras unos cuantos minutos interminables, finalmente daría a luz.
En ese momento, tu paz interior se rompería y todo se convertiría en el horror mismo. Sentiste los peores escalofrios y sensaciones recorriendo desde tu espalda hacia tu cuello. Tu mujer dio a luz a un cadaver de tamaño de un bebé.
Horrible presagio de que estarías maldito, pero practicamente imposible que suceda. Un recuerdo de que no estás en la realidad, pero ¿por qué te muestra algo así tu sueño?
jaja existe igual esa palabra
Oktael vio horrorizado como un niño sin vida salía del vientre de su mujer. "Esto no puede estar pasando" pensó mientras le dolía todo el cuerpo "¿Qué sucede aquí? Dioses, pero... si yo... no... ¿Qué sucede?" pensaba mientras tomaba de la mano a su mujer.
Rápidamente miró a la señora que ayudó en el parto de su hijo. Intentó vislumbrar algo en ella, algún detalle que le señale si estaba en una realidad o en un sueño. ¿Y si era un sueño? "¿Estaré maldito...? Pero si yo siempre... los seguí con fervor. Nunca cedí..." pensaba expiando culpas. "Maldito..." terminó pensando casi con resignación. Algo en su interior estaba cambiando, un Oktael moría para dejar nacer a otro Oktael, corroído por el odio y la resignación. Empezaba a abandonar la fe en sus dioses para abrazar únicamente a los actos desesperados y egoístas de los hombres.
- Maldito.- dijo finalmente levantando la vista y mostrando unos ojos llenos de furia contenida.
Miras a tu alrededor, lleno de furia descontrolada, quieres golpear a todos, no puedes contenerte. Tu mujer te mira mientras está llorando, y apenas llega a decirte.
Mira, ahí esta tu hijo.
Incrédulo y desganado, volteas para observar a Ureko. Y revives como lo liberaste de la jaula, para que de forma casi inmediata lo asesinen aquellos guardias del castillo.
La imagen parece ir en cámara lenta para ti, que no puedes parar de pensar en la culpa que tienes en el asunto.
Confundiendo la realidad con el sueño, Oktael intenta interceder en aquella matanza. Con desesperante lentitud hace todo lo posible por salvarlo, más la suerte sigue siendo esquiva...
"Oh no! Dioses... ¿por qué?" Se preguntaba mientras el alma volvía a desgarrarse. Una herida apenas curada (si es que podía curarse) volvía a abrirse con la misma violencia con la que se produjo.
Su grito ahogado era inaudible incluso para él. La cabeza le daba vueltas y su sangre bullía febrilmente. Los designios de los dioses eran intensamente crueles. Oktael no era lo suficientemente fuerte como para soportarlo
Ureko cae herido por la batalla, cuando Oktael busca ayudarlo.
Sus últimas palabras, apenas entendibles, son para maldecir a su padre, usando su idioma nativo.
El llanto y la furia de Oktael no parecen tener final, junto a las desgracias que le siembran a este en su camino.
De un momento al otro, el cuerpo de su hijo desaparece, Oktael sigue llorando pero se percata que ya no esta en África. Ahora esta en una sala muy cómoda y acogedora. Sentado sobre un sillón.
Un viejo rostro conocido aparece ante él.
¿Qué pasa, viejo amigo? Te veo allí sentado, llorando, lleno de impotencia, bronca, ira. ¿Qué te sucede? ¿Cómo es que te han arrrebatado la fe que tanto te caracteriza?
Oktael se encontraba en una sala acogedora. Sentía que estaba saltando de sueño en sueño... pero todo era tan real, tan auténtico...
De pronto Sir Hagen lo aborda con preguntas. Su fe inquebrantable era el punto en cuestión. Trató de encontrar en sus pensamientos la respuesta adecuada, más no pudo.
- Yo... eh... yo... no puedo amigo. Mis Dioses me han abandonado.
Otra cosa no pudo responderle a su viejo amigo.
¿Y basaras tu fe y tu perseverancia en la figura de idolos imaginarios? Me extraña Oktael. Siempre fuiste un hombre fuerte, decidido, lleno de esperanza. No me vengas a decir ahora que unos dioses se pusieron en tu contra.
¿Qué es lo que harás ahora? ¿Te vas a rendir?
Sir Hagen estaba dándole una cuota de racionalidad a su abatida mente. Su fe y sus convicciones desaparecían tan rápido como la idea de conseguir reunir a toda su familia de nuevo
- Es que no lo entiendes...!- dijo casi como un reproche. - fueron mis convicciones y mi perseverancia los que me trajeron hasta aquí, a fallarle a mi familia, a todos los que creían en mi...
Qué lastima... me apena tanto oír eso. Supongo que no debí haberte liberado como esclavo. No tiene sentido ser un hombre libre con miedo, ¿no crees?
Vuelve a tu jaula.
Los ojos de Oktael destellaron furiosamente. Su ira aumentó considerablemente
- Justamente una jaula es donde encontré a mi hijo. No te atrevas a hablarme de libertades y de jaulas- las aletas de su nariz se achicaban y agrandaban rítmicamente- te serví con honor, cuidé a tu hijo, siempre mantuve mis valores altos. Incluso hasta te vi como un amigo... ¿y cuándo la vida es justa conmigo? Solo se premia a aquellos que persiguen ambiciones materiales...- sus ojos estaban desorbitados de dolor- Tu y tu familia... son mi segunda casa. Pero no te atrevas a darme lecciones de libertades y valores!
¡Entonces persigue tu libertad, porqué un hombre libre con miedo no tiene sentido en esta vida!
Entonces, Hagen tomó el cuello de Oktael con su mano derecha y empezó a apretarlo. Nunca fue un hombre fuerte ni rudo, pero aun así, sentiste que estaba a punto de quebrarte la garganta con la increíble fuerza que estaba demostrando en ese momento.
¡¿Qué harás ahora?!
Oktael sentía que se ahogaba, pero no por la fuerza de su amigo, sino por la impotencia de sus penas. Eso era! Se estaba ahogando en sus penas en vez de luchar por sus ideales. Todo había sido tan real que no iba a poder sacárselo fácil de la cabeza. Sus constantes pesadillas no tenían tanto realismo como aquello. Sin embargo, ahora atrapado entre sus penas, sintió el ahogo que éstas le causaban. Miró a su amo, a su amigo, a su hermano a los ojos, y éste entendió.
No iba a ser fácil, pero aquel viaje realizado lo llevó a entenderlo todo. No iba a dejar que sus penas lo ahogaran ni nublaran su juicio. Iba a enfrentar su destino como un hombre, como el hombre que siempre había sido. Al fin de cuentas, todavía había dos personas que aún contaban con su ayuda.
Agradeció en silencio a Sir Hagen. Seguía siendo el viejo bondadoso y sabio. Para sus adentros pensó "no te defraudaré amigo mío..."
Oktael despertó entonces de aquel sueño, tras la valiosa lección que hubiera aprendido al final de él. Despertó casi con lágrimas en sus ojos.