Partida Rol por web

William - interrumpió este, con una sonrisa en su rostro.

Me alegro verte a punto de casarte - le ofreció su mano como saludo.

Has sido un gran soldado de estas duras batallas, y siempre me alegra contar contigo en la primera línea de infantería.

Travor ha sido tu general en numerosas batallas. Le conoces por su gran sentido de la estrategia, siendo parte clave de muchas de las victorias más importantes del reino de Pulkria. También, es el hermano menor de toda la familia.

Trevor. Mi antiguo general, que negaría la ayuda que le solicitaba... De haber sabido lo que sucedería, hubiese servido bajo otro estandarte.- Lord Trevor.- Estreché su mano, con una sonrisa en el rostro. Sin embargo mi mente se nublaba un poco por la ira y los recuerdos...- ¿A qué se debe su asistencia en mi humilde boda? Pensé que se encontraba en la frontera, trazando los planes para el asalto a Roland.

Oye siempre debería haber tiempo para una pequeña pausa, ¿no crees? - dijo este sonriendo.

En el instante que dijo eso, vio como un grupo de soldados se acercaba por la colina. La bandera flamante al viento, representado ser una horda de soldados a su comando.

¿Mis hombres? ¿Qué pasó?

Travor se disculparía contigo y cogería su caballo para retirarse hacia donde estaban los soldados.

Posterior a ello, la iglesia haría sonar su campana. Era hora de que el novio entrase, puesto que pronto así lo haría la novia.

Pude ver a Lord Trevor alejarse. Acto seguido fui a la casa para buscar mis atavíos de boda.

William acudió entonces a su morada, para así vestirse de manera más formal. Acudió a la iglesia y vio al anciano patriarca del pueblo. Junto a él, un sacerdote que venía de la gran ciudad.

Reuníos todos aquí, para dar la bienvenida a una nueva pareja. Vamos.

Al poco tiempo, entró Guinevere, vistiendo de blanco, vestido luminoso y hermoso, que encandilaba los ojos de William.

La ceremonia no demoró demasiado, y por fin llegó el momento de darse el beso para oficializar el matrimonio.

Ahora eran una pareja casada ante los ojos de Dios, y ya no vivirían en pecado al encontrarse íntimamente.

Salidos ya de allí, los aguardaría una carreta que los llevaría a Banderlei, a una morada dónde tendrían su luna de miel.

Ayudé a Guinevere a abordar la carroza. Recordaba bien aquel vestido blanco... Que Dravon destruiría poco después.

Miraba su hermoso rostro, absorto en mis pensamientos. Solo yo sabía que ella provenía de Roland, que en ese momento era nuestro enemigo. Sin embargo, era de poca importancia para nosotros en que tierra habíamos nacido.- Cuando acabe la guerra, y vuelva a casa ¿A dónde quieres ir? podemos viajar a Lumen, o a Illiandor, si así lo deseas. Incluso podemos ser nómadas, y explorar tierras nuevas...

Sí, quiero conocer Lumen... también Illiandor. Amaría ver cada una de esas ciudades. Espero recorrer todo Varkoglia contigo, amor - le daba un profundo beso, sintiendo muy feliz de la situación que le tocaba vivir con él.

La carroza llegó a las pocas horas a Banderlei. Allí entraron a la habitación de la posada que los aguardaba para su luna de miel. William sabía perfectamente que pasaría ahora. Dravon los estaría aguardando allí dentro junto a un séquito de algunos hombres que agarrarían a William, impidiendo que este frenase al noble. Pero eso no ocurrió.

Nadie estaba allí dentro, más que ellos dos ahora. Ella se arrojó sobre la cama y guiaba las manos de William para que tomase su cuerpo.

Se entregaron al placer y al amor, aunque cierta intranquilidad de William se mantendría en su cabeza. Pero nada pasó.

Tras aquella fabulosa velada, no podía creer lo que ocurría. Dravon debía estar presente... Sin embargo, era un sueño del cual no quería despertar.

-Tuve un muy desagradable sueño, amor mío..- Le decía mientras tocaba su suave y sedoso cabello.- Soñé que te habían apartado de mi lado. Y que nunca más estaríamos juntos.- Dije esto con una sonrisa pobre. Sabía que esto no era real... Pero aun así, quería que lo fuera

Ella tomó el rostro de William y parecía sonreirle, aunque poseía cierta tristeza.

No quiero que te sientas así, amor mío. Aunque nos distanciemos, quiero que sepas que siempre estaré en tu corazón, y en tu alma. Nada me llena más que estar contigo, aunque mi tiempo aquí sea limitado.

Y ahí estaba finalmente ese amargo sabor que William tanto esperaba. Él sabía que eso debía ser un sueño, pero por un momento, por un pequeño instante, esperaba que en realidad fuera la verdad, y que todo lo demás solo había sido una pesadilla extremadamente larga.

Se quedó dormido, al final, abrazandola a ella. Al despertar, ya no había nadie más en la cama.

La tristeza invadió su corazón, pero poco tiempo le pudo durar, ya que un soldado tocó la puerta de su casa.

Lord De Vincenzo lo está esperando, Sir William. Se encuentra en el gran palacio. Permitame que lo escolte.

Este parecía firme en sus palabras, de hecho llevaba una invitación en su mano que podía mostrartela si se lo requerías.

Desperté con pesadez, y claramente deprimido. Abrí la puerta con la mayor hostilidad posible en mi mirada.

Este lo llevó hasta el palacio real, dónde lo aguardaba Birmighan, sentado en el trono de su padre. Parecía estar escribiendo en unos papeles, sobre la mesa.

Bien... Sir William, ¿verdad? - miró a este con poco interés, apenas lo miraba de vez en cuando, más concentrado parecía estar en su escritura - me has solicitado una reunión. ¿A qué se debe? 

No entendía muy bien lo que pasaba. Recordaba haber solicitado la reunión luego de... Lo ocurrido. Sin embargo... Permanecí pensativo por unos instantes.

Pues... - este ahora observaba a William. Parecía estar perdiendo su paciencia.

Hay otras personas aguardando, Sir William. ¿Va a tratar el asunto conmigo o se ha arrepentido?

-Si, Lord Birmighan... Disculpe mis modales, como sabrá, he estado distraído... Con todo el asunto de Guinevere...

Esto lo dije con la esperanza de conseguir una respuesta que me ayudara a entender que estaba ocurriendo. Sin embargo...- Lord Birmighan, una de mis solicitudes es un duelo con Dra... Lord Dravon. Desde hace mucho tiempo he querido... Medirme, con él.

Realmente me apena que tu mujer haya decidido suicidarse, William - observó a este, dejando de lado los papeles por unos instantes.

En cuanto a tu solicitud de un duelo, deberías hablarlo con él. Poco tengo que ver con ese tipo de índoles y asuntos. No son temas que se traten aquí conmigo, Sir William. ¿Por qué me hace perder el tiempo?

-¡Usted es el hermano mayor! ¡Usted podría obligarle!.- Dije esto sin gritar, pero claramente alterado. Como sus hermanos, el creía en la libertad de sus hermanos. Algunos nobles veían esto con admiración, pero para los plebeyos como nosotros, esto significaba opresión.

Finalmente William sintió como su sangre se hervía, todo empezó a volverse más nublado. Birmighan se levantó de la mesa y gritó a William. No tienes idea de qué fue lo que te gritó, porqué antes de eso, simplemente te tocó despertar...