La batalla había acabado, tan sólo había veinte supervivientes del clan Dragón, sin contar a Keiji-sama, los cinco magistrados supervivientes de entre los que comenzaron el viaje, cuatro mujeres campesinas, dos niños exploradores, que se habían subido a los árboles en cuanto llegaron los lobos, y Sayuki-san, la ronin que había abandonado las filas de vuestros enemigos para ayudar a Ukide-san a liberar a los prisioneros.
Todo el mundo estaba cargado de preguntas.
La Mariposa Azul jadeaba, aturdida, ensangrentada. A pesar de que se había revestido de un aura de poder tal que cualquier cosa fue posible durante su furia, ahora yacía junto a Keiji-sama, en el suelo.
Su mirada era la del que acaba de entender la más dura de las premisas, del que acaba de aceptar el más trágico de los destinos. Sí, la serpiente había emponzoñado a la pequeña mariposa con sus colmillos venenosos. Ya no habría más inocencia en su alma, ya no sería nunca más la joven magistrado que dirimía con justicia, con moderación.
Ni siquiera sentía como antes. El dolor por lo sucedido la traspasaba, pero literalmente, pasaba a través de ella, y salía, se alejaba. Se había endurecido su corazón, y ya no había cura para eso.
Creía comprender. Por fin habían encajado todas las piezas, componiendo un macabro mosaico. Las tablillas, los sellos. Un malévolo ser encerrado en ellas, y ahora... parte de esa alma oscura se había encastado en la suya. Sin embargo, aunque se hubiera cobrado muchas vidas, aunque muchas fueran las víctimas a espada o a fuego, se habían salvado de algo peor, y habían conseguido librar a su gente de la esclavitud y de un futuro desolado.
Aunque.... ella... -cerró los ojos-. ¿A qué precio...?
Ukide limpia su espada, toma aire y se acerca a Sayuki mientras observa los restos de la batalla. Todos están cansados y llenos de sangre, pero con la tranquilidad y la alegría contenida de haber conseguido lo que se pretendía. En el reencuentro con sus antiguos compañeros de viaje observa cambios que nunca pudo sospechar, en especial de Yugure, cuyo manejo en la lucha parecía algo sobrenatural.
- Sayuki-san, gracias por la ayuda y por contar conmigo para tus metas. Yo no sé si he alcanzado mis objetivos, pero hoy estoy más completo que cuando comencé esta misión. ¿Y vos?, ¿has conseguido algo de lo que buscabas?
Natsuki abandonó el piso superior salpicado de hollín y sangre, seguido de los arqueros supervivientes, a los que dedicó una mirada de orgullo por lo que personas vulgares habían logrado hacer por sus señores. Sin duda su buen verbo y viajes constantes hablarían halagadoramente de la gente de esta tierra. Quedaban en efecto muchas preguntas en el aire y como su profesión demandaba, saber las respuestas que llevar a su propia familia era importante.
No sé si vamos a reicbir respuesta de los pnjs o queda cerrada la partida aquí, como veía que el tal Sayuki no contestaba.. Al menos dejao ahí posteadas las intenciones de mi pj.