Partida Rol por web

Satisfecho consigo mismo, el Ide se excusa un momento para dirigirse a su caballo, que ha traido de la brida desde las cuadras cercanas al lugar donde han pasado la noche, un cruce de rokuganés y kaigai, no muy alto para ser un corcel unicornio, pero sí imponente en comparación con los de sus parientes. Comienza a prepararlo, revisando con aire de aprobación el equipo de viaje que han preparado para ellos por orden de Dayu-sama.

Desde su posición junto a los caballos, Natsuki en un momento dado se gira a mirar al resto de compañeros casualmente, pasando la mirada por encima de todos sin posarla en ninguno.. hasta que discretamente, deja su mirada fija un par de segundos sobre Emiko, procurando asegurarse de que la bushi ve su gesto. Sonríe. Vuelve a atender a los caballos, alejado de los demás.

Una sombrilla avanzaba vacilante ante la marcial silueta de Doji Ukide. Esperó a las presentaciones y escuchó atentamente las palabras del ronin. El tiempo de las presentaciones llegó, pero la voz parecía demasiado perezosa como apra acudir a su cita. El tiempo pasó y el silencio cobró fuerzas hasta hacerse incómodo. Una sonrisa, varias miradas furtivas...entonces la sombrilla se movió. Describió un amplio círculo en el aire, se cerró, y se guarneció bajo el brazo del recién llegado.
El brazo estaba unido a un torso, cubierto de un fino kimono negro con el cuello ribeteado de finas lineas rojas. Siguiento la armonía de esos bordados, brotaba el níveo cuello de Tadayo, y sobre él, sus ojos. Eran unos ojos negros como la más cerrada de las noches, abiertos hasta tal punto que insparaban preocupación en los allí presentes. Se movían rápido, oteando a todos y a la vez, sin pararse en ninguno.
Su cuerpo adquiría posturas extrañas, casi burlonas mientras que sus gestos mostraban la más segura confianza.
-Es un honor estar presente en esta reunión de...gente tan honorable como ustedes-dijo mientras realizaba una peculiar reverencia, tal vez demasiado pronunciada, o tal vez un fallo...

A parte del impresionante corcel de Natsuki tan sólo hay dos caballos de tiro, cargados con abultadas alforjas que parecen duplicar su tamaño. Según lo revisáis todo con ayuda del tatuado Dragón véis que ha cogido bastante más ropa de la que ya lleváis, gruesa y de abrigo, kimonos pesadosy sombrillas. Y calzado ancho para la nieve, a la par que jingasa (sombrero de paja) y capas de paja de las que utilizan habitualmente los viajeros o campesinos. Para disgusto de vuestro refinamiento todo es mucho más práctico que elegante.

También véis comida suficiente para casi dos semanas de viaje para las nueve personas que componéis la compañía. En su gran mayoría arroz, fideos y las últimas verduras antes de las nieves, traídas secas desde tierras más alejadas de éstas montañas. Instrumental para cocinar y un juego de té sencillo para viajes.

A parte de eso también hay un bo (cayado que se puede utilizar como arma, de hecho es predilecta de muchos monjes) para cada uno, Cuatro madejas de cuerda de pelo trenzado de quince metros cada una, dos garfios, dos palas, un equipo de pesca y cuatro tiendas pequeñas para dos personas.

Keiji ultima los últimos ajustes a las alforjas de los caballos, comprobando de nuevo que los correajes no se vayan a soltar, dejando caer su valioso contenido. Observa abstraido por un momento las montañas.

-Mientras venía Keiji-san a Yasamura la nieve le iba pisando los talones según descendía, teme él que ahora impida que los caballos suban por los pasos más angostos.

Se encoge después de hombros en un divertido gesto y añade:

-Si no hay nada que aún os retenga, partamos, el viaje será largo. Y quién sabe lo que nos encontraremos al llegar al final.

Natsuki asiente y prepara a su caballo, colocando en su grupa parte del peso que soportan los otros dos. -De esta manera,- informa a sus compañeros -los dos de carga irán más desahogados pero el mío aún podrá ejercer de caballo de monta si en algún momento se hace necesaria la velocidad. Si quedamos bloqueados por la nieve, nos llevará a alguno en busca de ayuda.-

Tras tomar esta precaución, se reune con los demás, listo para partir.

Comida en abundancia, calzado de nieve, ropas cómodas y de abrigo... Yugure comprueba con alivio que lo previsto por el joven Dragón es más o menos lo que ella habría escogido también. Quizá algo menos... pintoresco, piensa con una sonrisa, tomando el sombrero de paja campesino, y calándoselo hasta la nariz. Sin duda alguno de los tocados cortesanos que su Aya habría aconsejado sería bastante más estético. Pero, sin duda también, mucho menos indicado para la travesía que están a punto de iniciar.

A la mujer no le importa en absoluto que su cuerpo esbelto sea oculto por ropajes que lo disimulen, a cambio de la cálida comodidad que estos ofrecen. No, aspira el aire matinal con fruición, toma uno de los bo que se han dispuesto para cada uno de ellos, y se vuelve, preparada, hacia los demás.

-Me parece una buena iniciativa, Natsuki-san. Aún así, espero que los Kami tengan a bien ayudarnos, y si los de la nieve juegan con nosotros, traviesos, ¡que lo hagan benévolamente!

Tadayo comenzó a juguetear con su ligero paraguas, ondeándolo en el aire meintras los demás se acercaban a los dos caballos de carga. Comenzó a andar detrás de ellos y como quien no quiere la cosa, dejó caer su paraguas encima de la cabeza de Seppun Situro. Este se giró rápidamente y lo cogió con firmeza por el mango. Con un hábil movimiento de muñeca, le dió la vuelta, y se lo devolvió al joven shugenja.
-Sigues igual de hiperactivo que siempre, viejo amigo.- le dijo en voz baja mientras le guiñaba un ojo- Me alegra verte en tan buena forma. Escuché que fuiste herido en año pasado mientras protegías a un aburrido y opulento mercader. Hay quien dice que el ataque fue organizado por un rival de ese viejo agarrado.¿Encontrásteis al fin al susodicho culpable?
Despreocupadamente, Tadayo se acerca a los caballos de carga y observa aburrido su contenido. Comida, un ajado juego de té...Inclinó su cabeza sobre la ropa, de forma que su nariz quedase a menos de un palmo de ella e inspiró curiosamente. Sin el más mínimo disimulo, se incorporó rápidamente y dejó escapar un sonoro bufido. Giró sobre sus talones, y completamente estirado, le dirigió la palabra al dragón:
-Estimado benefactor, le agradezco su generosidad y creo que su carácter pragmático nos será más útil que todas las plegarias que podamos elevar a los caprichosos kamis del invierno. De todas formas, Keiji-sama, no he podido dejar de reparar en las tiendas de campaña. ¿He cometido un fallo de cuentas, o pudiera ser que sólo hay cuatro para gente tan dispar como es este grupo?
Habló estirando las palabras. Los sonidos se filtraban entre los huecos de la máscara, distorsionándolos como el viento que agita con vigor las hojas de un árbol y dotándoles de un ligero tono afilado.

 Emiko, se quedo mirando unos segundos el gesto Natsuki-san, con intriga, al principio le intrigaba bastante cual pudo haber sido su intencion, pero luego lo contesto inclinando su cabaza hacia delante ligereamente, respondiendo a su gesto, con una leve sonrisa.

Emiko se habia limitado a escuchar al resto de sus compañeros, y ahora  los nuevos integrantes del mismo. por un momento se quedo mirando alronin, intentando ocultar su cara de disgusto ante la precencia de un hombre sin clan que aun portaba el nombre de la familia.

Rapidamente volteo su mirada intentando no pensar mas en eso, hasta que sea oportuno. Tampoco intentaba crear una escena delante de Keiji-sama, sus modales eran mucho mas elevados que eso.

Siguiendo el ejemplo de Yugure, la joven Grulla tambien reviso lo que habia sido equipado para ella y sus compañeros. Era claramente visible que las ropas no eran elegantes, en ningun aspecto, pero ciertamente serian efectivas en este clima. Ella misma poseia varias cosas que deseaba agregar al viaje, la cuales habia logrado traer para acudir a la llamada de Tsuruchi Dayu.

Se dirijio hasta donde se contraba su montura, la cual le habia sido otorgada por su clan, era un corcel normal de pelaje blanco como la nieve. no se podia comprar en nada con aquellos del Clan Unicornio, pero servia prefectamente.

Reviso que todas sus pertenencias estubieran en orden y perfectamente ajustadas para el viaje y al mismo tiempo busco un viejo sombrero de paja que solia utilizar cuando cabalgaba.

El joven Dragón se giró hacia el Escorpión e inclinó la cabeza, como si por unos instantes no entendiese la pregunta, o ni incluso el idioma con el que éste le hablaba. Después se rascó la brillante calva mientras contestaba:

-En cada tienda caben dos personas, Tadayo-san, y alguien siempre tiene que quedarse fuera haciendo guardia. Las cuentas son rápidas. Por cierto-dijo a la par que se giró a los dos samurais que habían traido corceles de monta-, los caballos de monta sólo serán útiles las tres primeras jornadas de camino, y no mucho ya que el resto iremos a pie, porque después serán más una carga que una ayuda, incluso tal vez tengan que abandonarlos si la nieve se ha adelantado este año. Los dos que Keiji-san lleva están bien entrenados para caminar por los desfiladeros y conocen el camino, pero se teme que los suyos puedan correr una suerte fatal en el viaje.

Aprieta los labios en señal del disgusto de pensar que dos animales tan magníficos pudieran perecer en el transcurso del viaje que a él le toca encabezar.

Kaeshi-san miró como el resto de compañeros revisaban las pertenencias que Keiji-sama habia preparado para el viaje. Si este dragón era tan solo la mitad de previsor y eficiente como los guerreros dragón que habia... conocido hasta el momento, estaba seguro que estarían de sobra preparados para el viaje que tenian por delante. Además, aunque Keiji-sama fuera algo peculiar en su manera de ser, no quería arriesgarsea mostrarse descortés revisando el equipaje que este había preparado, y por supuesto, también sabía que este sabía de sobra que era lo que necesitarian para el viaje, ya que conocería de sobra lo que las montañas nos podría preparar.

Se volvió hacia el monje tatuado, y le comentó lo siguiente:

-Keiji-sama, ¿Cuantos dias calcula que podremos tardar en llegar a nuestro destino, si el invierno no causa problemas mas allá de los esperados?

El interpelado se tornó hacia el samurai del clan León, en su mirada y su expresión se notaba que le complacía tener compañía, algo raro entre los ise zumi, ya que éstos solían ser más solitarios. Se llevó la mano al mentón, cavilando unos segundos sobre la pregunta.

-Nueve lunas a pie nos separan de Kyuden Senaka. Las tres primeras por los caminos del Emperador, pero las seis restantes subiremos por las serpenteantes sendas que trepan las montañas hasta la espalda del Dragón.