Partida Rol por web

Avanzáis hasta lo que parecen unos pequeños establos y trepáis fácilmente la valla para internaros en el patio. Desde ahí véis al contingente internarse en las calles en dirección a la plaza donde aún se puede oír tumulto de pelea. Incluso os ha sobrecogido un grito desgarrador que no sabrías si relacionarlo con alguno de vuestros compañeros.

Antes de que desaparezcan queda patente que no son soldados del clan Dragón, si no que llevan armaduras muy distintas entre sí y que ninguna lleva mon. Al contrario que los que encontrásteis en la empalizada éstos parecen más preparados ya que avanzan en un grupo cerrado y con más disciplina. Y tal y como dijo Ryu-san, hay shugenjas entre ellos, aunque se equivocó en el número, pues identificáis dos, y uno de ellos es el que os causó tantos problemas en la emboscada.

Al meteros en un patio con nieve hasta las espinillas os dáis cuenta de que si no corréis con todas vuestras fuerzas, posiblamente lleguéis demasiado tarde, si es que los participantes de la pelea son vuestros compañeros.

Sin duda el monje tenía razón, es una trampa mortal.

Al comentar Shitsuro que a él no le agrada esconderse de sus enemigos te das cuentas de los poco apropiado de tu sugerencia, que va contra las enseñanzas del bushido. De pronto te dan ganas de haber sugerido el haber avanzado gritando tu nombre y desafiando a tus enemigos por el camino principal para que todos supieran quien porta la katana de sus ancestros con honor. Pero lo dicho queda ya guardado en la memoria, y supones que tus compañeros no te mirarán con los mismo ojos después de haber sugerido utilizar el sigilo de los cobardes.

Natsuki se lanza hacia delante sin esperar a sus compañeros. La situación es desesperada y ellos son samurai. Se acabó la discrección. Si la muerte es su destino, que no sea una muerte de cobarde. Hayq ue evitar que lleguen hasta los compañeros o al menos dividir al enemigo. En lugar de saltar la valla, sale por la puerta de la misma, cruza la calle y al llegar a la esquina desde la que pueda observar a los enemigos, grita con todas sus fuerzas.

-¡Por Tamori!- estalla, procurando llamar la atención del enemigo a la vez que carga su arco y se coloca para disparar.

Sin dudarlo ni un segundo, salta con su compañero. Como todos los samurais, ha de ser valiente. La situación es crítica.

Sin emitir más sonido que el de su cuerpo corriendo, con la mano preparada para realizar un golpe al desenvainar, e interponerse entre sus enemigos y su compañero Natsuki que ahora lleva un arco.

Ni corto ni perezoso sigo a mis compañeros. No dudo por un momento en que debo aprestarme al combate,  pero me da la sensación que vamos directos al matadero, no es algo que tema pues estoy preparado para morir sea el que sea el campo de batalla. - Demasiados puntos ciegos como para que nuestro ataque surta algún efecto. Es probable que tan solo sirvamos de distracción momentánea, teniendo sólo experiencia y destreza de nuestra parte.

Desenvaino la katana y preparo mi tessen.

La retaguardia se da la vuelta, espadas en mano, avistándoos gracias al grito de guerra de Natsuki.

De los enemigos os separan varios vallados y un patio nevado, así que será una carga lenta, al menos para los que no llevan el arco en la mano. No estimando que fuérais una amenaza real se quedan tan sólo cuatro a esperaros, con sus espadas desenvainadas, acompañados del shugenja de fuego que tan mal os lo hizo pasar en la empalizada.

Su mirada tiene un aire de superioridad que os resulta ofensivo.