Partida Rol por web

Observáis impotentes como los soldados, encabezados por Sayuki, se marchan, calle arriba, hacia la fortaleza, escoltando a Keiji-sama, a Ukide-san y a Shitsuro-san. Sus figuras, orgullosas, se distinguen entre las de los guerreros. Pero la cortina de la nieve, que vuelve a caer con fuerza, pronto los ocultan de vuestra vista. Lo único que quedan son un par de soldados que desde el camino parecen haberse quedado para cerciorarse de que dejáis la ciudad.

El monje que vino con Ryu y con Natsuki, que hasta ahora había permanecido en silencio en todo momento, con una sombra de tristeza en los ojos ante los acontecimientos os habla con voz resuelta. Como un mero expectador de los hechos.

-Puedo llevarles con los supervivientes de Kyuden Senaka, si lo desean.

Su voz grave arranca ecos de entre los edificios vacíos mientras dejáis atrás una ciudad muda y cargada del recuerdo triste y frustante del fracaso.

Escoltados por los soldados, que han dejado su actitud desdeñosa para sufrir un  tenso mutismo, y liderados por Sayuki, trepáis por el camino empinado hasta las puertas de la fortaleza que se yergue como una lanza que rajase las nubes que de las que se desprenden lágrimas de nieve.

Keiji-sama camina siguiendo los pasos de vuestra captora, a unos metros por delante de vosotros. Con la cabeza bien alta, orgulloso por primera vez en todo el viaje véis que lleva la sangre noble en sus venas. Aunque pudiera parece paradójico que en la derrota mostrase orgullo, en el fondo le comprendéis. No muestrará flaqueza ni debilidad a sus enemigos.

Cuando cruzáis los portones del castillo que están derribados os dáis cuenta que éste ha pasado por vaios ataques en los últimos días y ahora sus asaltantes son sus defensores. Y lo tienen bien defendido. Aunque no véis muchos soldados, han preparado barricadas y fososos en la entrada principal. Bicheros en las murallas para neutralizar escalas. Plataformas para lanzar proyectiles cerca de las puertas. Tal y como es la situación, solitaria y en un pico escarpado, y con la puerta tan bien defendida, con unos pocos hombres la fortaleza se podría defender de un ejército.

Mientras el desasosiego crece aún más al ver que no tratáis con simples bandidos desorganizados, si no que se tratan de veteranos de muchas batallas que saben como hacer la guerra, Sayuki se da la vuelta. Su semblante serio, para nada triunfal.

-Es hora de que conozcáis al nuevo señor de estas tierras.