Partida Rol por web

Pensaba no contradecir al joven, pero no es su forma de actuar. Desde hacía unos días se sentía como si no fuera él mismo, y esto lo corroboraba.

Si vuestro hogar, Kyuden Senaka no se encuentra lejos... - comienzo a decir, vacilante, pues las circunstancias son peliagudas - creo que se pueden tomar ambos cursos de acción. Somos suficientes, hábiles y experimentados.

No puedo evitarlo, mi alma de guerrero ha comenzado a inquietarse ante la confusión que le rodea, y los sucesos que se van encadenando: es necesario hacer algo, por poco que sea. Parecemos espectadores de una horrible tragedia. - pienso para mí.

Como magistrados somos responsables no solo de averiguar lo que aquí ha sucedido, sino de dar caza a sus perpetradores. Ahora, cuando aun queda algún rastro es posible hacerlo.

Es nuestro deber - enfatizo.

Creo, sin lugar a dudas, que algunos de nosotros podrían separarse del resto y alcanzar Kyuden Senaka más tarde.

Y agrego, para ganar unos grados de confianza en esta acción que presento como opción.

Nuestras intenciones de llegar a la fortaleza de vuestro padre son obvias. También podría ser una baza táctica importante, es probable que quienes hicieran esto no piensen en que alguien pudiera seguirles y menos, nosotros.

Con un profundo suspiro la mariposa azul recibe la decisión firme del monje, profundamente herido en su alma.

-Acataremos tus decisiones, Keiji-sama, pero antes de tomarlas y hacerlas incuestionables, ¿deseas escuchar otras voces, las de aquellos que quieren aportar su dilatada experiencia anterior a tu causa...?

El joven monje entrecierra los ojos y observa abstraido las montañas que rodean el valle. La inmensidad de las montañas, como si las escuchase. Como si de ellas bebiese su sabiduría iluminada y ajena a la sociedad. Cierra los ojos y realiza una honda respiración antes de hablar.

-Siguiendo el espinazo sur del valle se llega a Kyuden Senaka. Medio día de viaje, entre aquellas montañas - su dedo señala hacia la falda de dos imponentes cumbres coronadas de blanco y azul, que rasgan las nubes a su paso - allí os recibirá Keiji-san y su familia. Keiji se adelantará junto con quien no desee quedarse a buscar rastros. Él entiende que es vuestra labor, y para eso habéis realizado el viaje, incluso os lo agradece, pero Keiji necesita saber qué ha pasado en sus tierras y debe adelantarse para preguntárselo al daimyo.

Se dirige a todos al pronunciar sus palabras, mirándoos uno a uno.

-Elegid vuestra senda y partamos. Acompañarme o desentrañar qué ocurrió aquí leyendo las sombras del pasado.

Doji Ukide toma una decisión, sacudiéndose la nieve de las sandalias:

- Os acompañaré en vuestro camino a Kyuden Senaka. Espero que podamos llegar cuanto antes a vuestra morada y que los que quieran quedarse a entender lo sucedido aquí tengan éxito. Creo que es mi deber acompañar a Keiji-sama y protegerle en el camino.

Ukide camina acercándose a Keiji-sama.

Considero la seguridad de Keijis-sama vital. Teniendo en cuenta los peligros de esta zona y el estado casi de guerra, si no tiene suficiente protección, le acompañaré y protegeré. Sin embargo, también es importante averiguar lo sucedido y ese rastro de sandalias puede ser importante. Por lo que si Keiji-sama lleva sufieciente protección, investigaré y llevare hasta el final esta línea importante de actuación.

Tras esto el Seppun mira a sus compañeros, tratando de descifrar que hará cada uno, el quiere mantener a keiji-sama protegido, pero en el fondo sus grandes dotes de investigación y de combate le inspiran a quedarse. Según quienes se queden y marchen, actuará.

El monje ladea la cabeza ante la preocupación de Shitsuro-san por su seguridad.

-Nadie conoce mejor la lobera que los lobeznos que nacieron en ella. Por la integridad de Keiji-san nadie debe preocuparse. Ésta es su tierra. Este templo lo visitaba cada semana antes de partir a la Casa de la Luz de mi orden. Keiji-san conoce estas tierras como a su propia sombra. Shitsuro-san, haced lo que os dicte vuestro instinto.

-Mi señor, yo deseo acompañaros. Entiendo que es buena decisión que alguien siga ese rastro, pero mi senda sigue adelante, no hay aquí nada que yo pueda hacer...

Ya que ha sido idea mía, me sentiría honrado ser uno de los que aquí permanezcan para seguir el rastro de las crueles sabandijas que han osado causar este terrible desastre a vuestra tierra. - digo con una ligera inclinación de cabeza, cortés.

No obstante, mis habilidades de rastreo son casi nulas, asi que solicitaría que alguno de mis compañeros, más ducho en tales menesteres me acompañara. - y añado, pues está claro que es más importante conocer al Damyo de estas tierras antes de seguir vagando por sus tierras - Tan solo con tres de nosotros habrá más que suficiente para revisar los alrededores y capturarlos en caso de alcanzarlos, o al menos averiguar sus intenciones y sus identidades.

Un pequeño número de nosotros será más discreto y más rápido. - termino, señalando la ventaja táctica, al mismo tiempo que muestro la opción para que de entre la mayoría, escojan la opción más honorable o la más razonable.

El hijo del daimyo asintió a la solicitud del táctico León.

-Bien, Shitsuro-san, Ryu-san y Natsuki-san se quedarán para investigar las huellas, el resto acompañaréis a Kyuden Senaka a Keiji-san, inmediatamente.

Contempló a los samurais que se quedarían para investigar los rastros, como si intentase desentrañar algún enigma invisible y personal.

-Buscad el castillo en cuanto encontréis lo que buscáis, no os entretengáis. Las tierras parecen ser peligrosas. Seguid las montañas, hay numerosos caminos que llevan hasta Kyuden Senaka, y deberíais encontraros aldeas a vuestro paso.

Y sin muchas ceremonias echa a andar, bajando las escaleras del templo. Por un momento se da la vuelta, y a modo de despedida añade:

-Que las Fortunas os velen y os concedan el éxito en descubrir quién hay tras las huellas.

Después ambos grupos se separan, uno viendo marchar al otro.