Sophie se sobresaltó al escuchar una voz dentro de su cabaña. Debía ser de día pero habían tapado las ventanas y la iluminaba con una linterna directamente. También el intruso o la intrusa distorsionaba su voz hasta el punto de no saber si era alguien nuevo o pertenecía a alguno de sus compañeros:
Sophie, el fin del mundo se acerca, estamos a punto de ser arrastrados al infierno. Necesitamos detener esta locura, pero somos pocos. Te necesitamos. Prácticamente no hubo discusión, eres tú o la causa estará perdida.
Después le enseñó fotos, fotos de sacrificios y rituales y de expedientes policiales. Aquella gente, la Hermandad, había asesinado a tantas personas, creando una cadena de destrucción planeada y organizada, solo importándoles el objetivo y no a la gente que iban poniendo en juego...
Sophie, el policía con persuasión te invita a pasarte del lado de los policías. Tienes que escribir tu respuesta en esta misma escena
Si aceptas, cambiarás la carta que tuvieras por la de policía a todos los efectos.
Si te niegas, seguirás jugando con la que tuvieras y podrás contar o no, según creas que te conviene, lo que ha ocurrido.
Sophie sabía que en el fondo no tenía muy clara su misión en esa isla. Siempre le habían llamado la atención las historias misteriosas y ocultas para luego poder contarlas y plasmarlas en sus novelas, pero no dejaba de ser una chica escéptica, con una visión pragmática y científica de las cosas. Por eso, cuando oyó de esa Hermandad algo más la movió a ir y no precisamente sus inclinaciones religiosas. Algo turbio intuyó en toda esa historia desde el primer momento y cada vez lo tenía más claro: ella no había llegado allí para apoyar a esa secta, ¡sino para destruirla!
Acepto la proposición!!
Sophie decidió cambiar de bando ante las pruebas que le mostraba aquel policía oculto. No podía tolerar ese horror.
Salió de la cabaña y una mano la agarró con firmeza llevándole a un rincón de la isla donde estaba el resto de policías.