Partida Rol por web

Fafnir dijo su plan a los compañeros: a Viento le pidió que con el uso de su elemental lo trasladase a lomos del Dragón Negro y a Mía que bendijera sus chackranes. La chica hizo algo aun mejor, utilizando su magia, invocó un poder que hacía que todo el daño que el Señor Oscuro o cualquiera infligiese se trastocara en curación.

Viento usó su poder y el íncubo subió por los aires llevado en brazos por parte de su elemental que hizo que evadiera los cientos de saetas, que de un lado y de otro, volaban por el firmamento. Abajo la matanza era cruel: gigantes con troncos como garrotes golpeaban a grupos de hadas que quedaban esparcidos sobre la hierba. Elfos con enorme velocidad, se subían a los lomos de las monturas infernales y les clavaban saetas a ellas y a sus jinetes, abatiéndolos. Hadas usaban magia solar para apagar la vida de Trolls acostumbrados al poder de la noche.

En medio de ese caos el Elemental de Viento dejó a Fafnir sobre el lomo del dragón enemigo y voló hacia su dueño nuevamente. Los chackranes de éste brillaban con un aura especial producto del poder de Mía.

El elemental de Viento me lanzó a los lomos del dragón, aunque no era mi plan original me servía, lo que seguía ahora ni a mi me gustaría, pero era la mejor forma.

Aprovechando el hechizo de Mía y que los chakrams estaban bendecidos por su luz, comencé a correr hacía la cabeza del dragón, mientras le iba dando golpes con las armas a fin de provocarlo. Una vez que llegué a la boca di un salto y lancé los chakrams de forma tal que le golpearan la nariz y volvieran conmigo aún en el aire.

Si todo salía bien la reacción más natural sería que intentara comerme...o quemarme con su aliento.

Ambas me servían, en ese momento me volvería fuego y entraría dentro de él y, aprovechando el poder de la luz en mis armas, re armarme y eliminarlo por dentro, la salida de su cuerpo seguramente iba a ser un espectáculo sangriento y asqueroso.

Y ahora Mía dejaría entrar al Sol.   Se concentró sobre la luz que se filtraba entre las nubes para iluminar al Señor Oscuro.   Si la luz nos permite ver, nos permite distinguir la lucha entre el bien y el mal, esa misma luz nos ayudará a derrotarlo.  

Usó su hechizo de convertir la energía de la luz en un daño verdadero al enemigo sobre la luz que de los cielos dejaban pasar las nubes:  ¿Partícula u Onda? 

Y la luz que nos da respuestas, la que nos da esperanza, te acabará. 

Luego que Fafnir habría logrado aterrizar donde deseaba Viento observo a su hada. “Nos toca.Sostente.” Le advirtió a su hada antes de volver a invocar al Elemental para que lo llevara. Debajo de él veía toda la carnicería que ocurría con preocupación, pero obligándolo a estar más seguro de lo que estaba haciendo ahora que pondria un fin a todo eso.

Si bien no sabia como terminaría esto luego de decir las palabras, confiaba al ver como Mia y Fafnir usaban todas sus fuerzas que el enemigo terminaría vencido y a eso agrego su ayuda impulsando vientos a cada uno de ellos que los haria mas veloces. Por lo que enfocando su mirada en el señor oscuro, apresuro su elemtal para que volara mas rápido hacia su enemigo.

Tomando aire y sacando su espada s preparo para cuando estuvo cerca. “Et dominea tenebrea Lorfrien!!” grito con todas sus fuerzas, mostrando el resultado de sus practicas que hicieron que no se trabara en ningún momento mientras pronunciaba las palabras sagradas.

Los pies de Fafnir se movieron con celeridad sobre los lomos del Dargón Negro mientras sus armas lo golpeaban para irritarlo, para provocarlo. La bestia empezó a hacer un vuelo errático y su jinete se dio cuenta al momento que algo estaba mal. El animal, furibundo, abrió su enorme boca llena de dientes afilados con la intención de sacarse al íncubo de encima. Fafnir invocó en ese instante el poder de su Elemental originario y se convirtió en una figura llameante que entraba por las fauces del dragón.

Abajo seguía la batalla, y entre las hordas de los seres de los bosques y los del Norte, también estaban los dos pequeños conejos: Plim y Plam se habían vuelto a unir para formar un enorme conejo blanco que se hacía un ovillo y atacaba a las filas orcas haciéndolas retroceder como si fuese una enorme bola de boliche.

Mía invocó a su propio Elemental, la guardiana de la luz y curación y el cielo se abrió para dejar el paso a preciosos rayos dorados. Pero estos, a diferencia de los normales, comenzaron a quemar la piel del jinete oscuro. El ser entonces dijo un hechizo recitado en una lengua arcana y se lanzó desde su dragón hacia el de los aliados. Mientras el de hielo seguía volando de cerca, esperando ser de ayuda.

Viento le dijo a su hadita que se preparara y ella se sujetó de sus hombros mientras con magia invocada hacía que todos sus amigos superaran la velocidad común, siendo realmente rápidos. El rostro del Señor Oscuro le apareció de golpe, ya que había saltado hasta donde él y el tigre se encontraban, junto con la joven Mía.

-Dharsl…

Dijo, gruñendo y Viento profirió el encantamiento que el pergamino hizo aparecer cuando fue necesario. Los ojos del demonio brillaron de irritación y miedo cuando todo comenzó a temblar. De pronto rayos de luz parecían empezar a salir de su cuerpo como si estuviera resquebrajando. Mientras, su dragón, lanzaba fuego hacia todos lados intentando quemar a Fafnir por dentro, cosa que no hacía pues el Fuego era parte de su naturaleza.

-Vamos, vamos…-suplicó el hada –dadle el golpe final, devolved a esta Tierra a la luz a la que pertenece.

Abajo, la batalla seguía encarnizadamente, después de todo peleaban por lo que realmente importa: por su libertad y su futuro.

Viento se sorprendió bastante al tener el rostro del Señor oscuro frente a él, era más horrible de lo que esperaba pero igual rápidamente reacciono. Su plan había sido de acercarse él por lo que haya sido al revés no destruía su plan y es por eso que con prisa tiro el encantamiento que había leído en el pergamino.

Quieto se había quedando viendo como reaccionaba al encantamiento, fue sorprendido al ver los rayos de luz que empezaban a salirle del interior como si se fuera rompiendo. Asi se habría quedado si la Hada no le habría suplicado que terminara con él. “Mia, Tempestad...acabemos con este monstruo.” Comento sin hacer referencia alguna a su titulo dejándolo como un ser oscuro cualquiera que ahora acabarían.

Sin decir mas impulsándose por la rapidez del viento que se habia otorgado a él y al resto de sus compañeros, levanto su espada con toda su fuerza otorgándole un filo mágico que ayudaría a hacer mas duro su corte. Tras la corta preparación finalmente cayo sobre el señor oscuro con un espadazo que descendería en su cabeza y seguiría hasta donde pudiera.

Ví como el poder del señor iba desapareciendo cada vez más, así que éste era el momento de dar el golpe final. Su aura se debilitaba, y aunque yo estaba magullado lancé el conjuro que finalizaría con la vida de semejante ser del mal. Cerré mis ojos y rugí al cielo, haciendo que bestias voladoras de todo tipo se alimentaran de la carne de aquel ser, como repudio al poder del mal... mis ojos se volvieron rojos por un instante mientras mi rugido se alzaba.

La madre naturaleza que permitió la vida de este ser en nuestro plano terrenal sería la misma que lo regresaría a la oscuridad más absoluta.

El final de la Oscuridad es la Luz. 

Mía comenzó a ayudar a los elfos y las hadas con su magia.  Los bruñidos escudos altos de los elfos reflejaban la luz del sol, y ahora esa luz se potenciaba con el hechizo de partícula u onda de la guerrera.  Lastimaban los ojos de los orcos, los derrotaban.

 Tomó luego, como una hilandera, cada haz de luz que bajaba hacia el dragón del mal, y los giró, giró, giró, envolviendo al señor oscuro con ellos.  Para que lo apretaran, para que le impidieran hacer más daño en estos sus últimos momentos.  

Y finalmente quiso hacer que quienes estuvieran ahí con posibilidad de salvación, que cualquier parte del Señor Oscuro que aún quedara de la persona que fue antes de que iniciara este camino, los reconociera.  Invocó su hechizo de la Luz de tus Ojos, para que viera en ellos a gente buena, amada y amable, queriendo darle de nuevo paz al mundo, para que el orco que hubiera sido un elfo volviera a serlo, para que encontrara paz aquella parte del Señor Oscuro que no lo era totalmente todavía. 

Después de estos giros Mía estaba agotada de maná, casi se desmayaba entre las corrientes de aire que Viento había invocado, pero sólo tenía que llegar a la otra orilla del río del tiempo.  Sólo un poco más, y descansaré con todos en el otro lado; reiremos en un almuerzo donde pueda cerrar los ojos un rato oyendo sus guitarras llevarme hacia el sueño donde hemos de levantarnos a reconstruir la Casa de Todos, entre todos.

El dragón buscaba sacarme de su interior, mientras más fuego lanzaba yo mejor me sentía, ahora tocaba el próximo paso, el de materializarme y acabar con él.

Pensaba en utilizar algo más de magia para absorber las llamas de fuego en mi forma física, pero el hechizo de Mia que convertía todo daño en curación serviría para el mismo propósito.

Abandoné mi forma ignea, recibiendo las llamas del dragón de lleno, sonriendo extendí las manos con los chakrams bendecidos y comencé a hacerlos girar y rebotar en su interior, mientras seguía avanzando y buscaba su corazón para cortarlo a la mitad y finalmente poder salir.

Escuché a Viento recitar el hechizo que acabaría todo, el rugido de Tempestad y la caída de las bestias celestiales invocadas, seguramente Mia buscaría la esperanza, yo buscaba terminar con un ciclo que había llegado a su fin.

Comencé a girar con los chakrams hacía arriba mientras me impulsaba con fuego en los pies, a fin de atravesar de una vez al dragón y unirme al ataque final.

La sorpresa de Viento no impidió la acción de sus brazos que impulsaron la espada, la cual brilló con magia, antes de enterrarla en el rey del Caos de esta tierra. Un grito llenó el cielo, como si miles de voces se desgarraran mientras la luz se desperdigaba desde el cuerpo del enemigo hacia todas partes. Entre esos sonidos se escuchó el rugido del tigre y seres alados descendieron de los cielos. Cuando el Señor Oscuro estalló, lo hizo en fragmentos que fueron devorados al instante por las bestias aladas que Tempestad había conjurado.

Mía, mientras tanto, invocó a su Elemental de luz para que auxiliara a las hadas y elfos en la guerra que estaban llevando a ras del suelo. Los ojos de los orcos se veían impedidos de ver, un dolor agudo restallando. Pero en vez de morir, cuando todo se iluminaba a su alrededor, sus carnes se transformaban: sus huesos se movían y resquebrajaban para unirse nuevamente.

Viento miró hacia allí mientras su espada aun estaba manchada por el icor del mal. Los orcos estaban cambiando. Toda la tierra estaba mutando: los árboles del Norte, aquellos que antes eran esqueléticos y de blanco hueso, empezaban a reverdecer. Ellos veían eso en sus mentes, los guerreros elegidos podían notar el cambio de la vida misma. De pronto, en este paraje en donde estaban luchando, los elfos se detuvieron al ver que batallaban contra otros elfos. Elfos que antes habían sido orcos, seres que ahora volvían a la luz. Todo cambiaba... nada sería igual.

De pronto un ruido como de terremoto cruzó la tierra y el dragón negro, partido en dos, cayó junto con los fragmentos de su amo. Desde allí salió Fafnir que era un íncubo nuevamente pero sin armadura… esta también se había mutado. Se cristalizó como si estuviera hecha de arco iris.

-Mira… mirad –dijo la hadita. Y todos vieron que el Dragón y su amo se unieron en una luz bellísima mientras los orcos se convertían en elfos y los trolls se hacían humanos, y de la tierra misma brotaba la flor.

Y así también el Señor Oscuro se fundió con su montura en un ser dirente, lleno de luz, que ascendió a los cielos. Turmalina, Iato, el conejo PlimPlam, todos ellos pararon de batallar.

La guerra había terminado…

Y el Presente que tenían era el de reconstruir un mundo y una ciudad, pero lo más importante de todos.

Era esperanzador.

Fin