-No, yo no tengo más preguntas, vámonos-dijo Collins, para luego añadir más bajo y entre dientes, algo alejado de aquel tipo-vámonos antes de que le dé por cobrarnos la sonrisa.
Se despide efusivamente con una sonrisa de oreja a oreja
- ¡vuelvan cuando quieran señores!
Aquel tipo os había sacado nada más y nada menos que 10 dólares. ¿Valdría la pena la información?
-Collins, la tal Donna Lester, ¿la recuerda? La llamamos por teléfono en mi despacho. La muy zorra no dijo ni pío, y parece que se beneficia al bueno de Bhule. "No doy información de mis clientes", me espetó.
Caramba con ese Bhule, me llamó buen hombre en Groenlandia y me dijo que me debía un favor, y ahora no quiere ni siquiera hablar conmigo. La parte buena es que no nos llevan apenas ventaja, pues hablamos con ella recientemente.
-Je, un favor... Recuerde lo que le dije hace no tanto. Y sí, no nos llevan tanta ventaja. Aunque es obvio que no quieren que se les encuentre.
-Mi trabajo es precisamente encontrar gente que no quiere ser encontrada. Sin embargo lo que está sobre el tapete es qué es lo que queremos.
Sabemos por una parte que Bhule no es trigo limpio, y que sabe algo del asunto de la pata de mono. Sabemos de dónde viene y adónde ha ido. Y también sabemos que no es imprescindible y que podemos organizar nuestra propia expedición sin él.
Entonces qué queremos. Por una parte, si vamos a Toronto podemos investigar las direcciones que tenemos, lo que nos puede dar una visión meridianamente clara sobre qué se trae Bhule entre manos. Si perseguimos a Bhule podemos encontrarle, pero puede que nos mienta como un bellaco o no diga ni pío, y en cualquier caso debamos ser inquisitivos con él. Y si vamos por nuestra cuenta tarde o temprano podemos toparnos con él, aunque no sé hasta qué punto puede ser amistoso ese encuentro.
En lo que sí nos lleva ventaja es en la cuestión de movimiento en terreno salvaje. Hay que pensar la cuestión con calma, y ante todo movernos rápido.
-No sé... Si vamos a Toronto, después es posible que nos cueste más encontrarle. Además, ¿qué haríamos en Toronto? Aunque viviera allí, además de los problemas morales de entrar en su casa, podría haberse llevado cualquier cosa importante.
-Siempre queda algo. Una factura de la compra, del médico, un diario, nota, testimonios de gente cercana, cualquier cosa. Esas cosas conforman una historia susceptible de ser interpretada de forma más objetiva que lo que nos pueda contar. Hay que encontrar explicación a ese arrebato violento que usted me refirió. Pero sí, efectivamente eso nos retrasaría mucho. También podemos dividirnos.
-No creo que éso sea muy recomendable, lo mejor bajo mi punto de vista sería ir juntos.
Ante la referencia a tanta información, interrumpo el diálogo entre Collins y Marlowe.
- Un momento, un momento, ¿de qué acceso violento hablan ustedes?, ¿y de qué conocen a la mujer referida en la tarjeta?
-En el viaje a Groenlandia tomé la dirección de Bhule, y era la de una casa de huéspedes. Llamamos desde mi despacho y nos atendió una tal Donna Lester. Aquella señora se negó en rotundo a decirnos nada sobre Bhule, cosa extraña teniendo en cuenta que sólo le pedí que se pusiera al aparato. Según Lantilla y el dueño del hotel Donna es su esposa.
Collins, mejor que usted le cuente la otra historia.
-Básicamente, en la expedición los esquiadores franceses le gastaron una broma tirándole un cubo de agua por encima, y cuando fueron a ayudarle a quitarse la camisa, se resistió violentamente, incluso llegando a echar mano de su cuchillo.
- Veo una difícil relación entre ambos hechos, el episodio violento no tiene demasiada importancia. Entre hombres habituados al clima extremo de estos lares es fácil que surjan chispas que enciendan llamas; quizá hubiera alguna mujerzuela en el fondo de la discusión.
Al salir del hotel señalo el edificio contiguo y comento:
- De todos modos si él o ella han tenido problemas por la zona, quizá debiéramos echar un vistazo a la hemeroteca de la biblioteca ya que estamos aquí. ¿La han usado en sus investigaciones en Vancouver?
-No, me temo que no lo ha entendido. No había nada detrás, sólo una resistencia feroz y desproporcionada a que le quitaran la camisa... Como si ocultara algo bajo ella.
- Sí, sí, quizá sea un tipo tímido, o tenga alguna cicatriz que no quería que viera nadie. O algún tatuaje extraño, a saber. No parece demasiado significativo.
-Bueno, como es normal usted no cree algunas cosas... Aún. Pero sospechamos de cosas más oscuras que un simple tatuaje... No es normal amenazar la vida de alguien con tal de no enseñar algo, a no ser que ése algo sea extremadamente comprometedor.
—El señor Palance tiene razón respecto a la cuestión de la hemeroteca. Puede que encontremos algo sobre Bhule y sus investigaciones, al fin y al cabo, como dijo Lantilla, es un experto antropólogo bastante conocido. Sin embargo, lo que pueda estar relacionado con lo que hay debajo de su camisa, lo podremos encontrar en su casa o en su mente. ¿Tendrá algo que ver con la pata de mono?
- En ese caso, señores, permítanme guiarles al maravilloso mundo del conocimiento.
Avanzo decidido hacia la biblioteca.
Juntos, todo el grupo sale del hotel guiados por Palance hasta la biblioteca pública de Vancouver.
Escena cerrada.