Cierto, cierto, al salir de la cuarentena se me olvidó añadirle aquí.
Gracias por recordármelo.
Me acerco hacia Reulen al ver que entra en la sala, esta sala siempre ha sido un sitio más pacífico, me he sentido mucho más seguro aquí que en la sala Naranja.
- Mi querido amigo Reulen, ¿qué piensa usted de la situación respecto a las damas?, no quiero pensar mal, pero en esta sala se ha hablado mucho, y tengo grandes sospechas sobre la Marquesa E. Auditore, ha habido siempre algo en ella que no ha sido de mi agrado, y no llego a saber que es.
Me acerco para susurrarle al oído a Reulen - Aunque por el momento esta no sea una sala segura para hablar a la ligera - Digo haciendo referencia a la presencia de Viatore.
La marquesa es totalmente inocente y así me lo ha demostrado.
Por suerte para nosotros, sólo queda un enemigo, así que la única posibilidad por la que no me debáis creer sería que yo también fuese culpable. Y como solo queda un culpable, podéis desechar esa opción.
La única duda está entre usted y Viatore, y tengo clara mi sospecha. Yo de usted votaría a Viatore
- Yo tengo mi voto claro, creo que todos estamos de acuerdo en ello. Y espero que con esto por fin podamos terminar con este caos... - Digo con una voz apagada.
- Yo siempre he confiado en usted Reulen, como siempre confié en el pobre doctor Ventura. Si usted dice que debemos confiar en la Marquesa E. Auditore, aunque no siempre haya tenido la misma opinión que ella en ciertos asuntos, pongo mi confianza en usted y me pongo de vuestro lado y que los guardias hagan su trabajo. Yo solo quiero regresar a casa.
Alessandro les miró desde una de las mesas de la sala, apoyado en ella con aire casual. Captaba retazos de la conversación y sabía que hablaban de él. ¿Pero qué iba a decir? Se sentía desamparado, pero no podía permitirse perder la compostura. Ya no había nada que pudiese hacer a excepción de esperar y mantener la calma.
—Tarde o temprano se darán cuenta de su error, caballeros. Solo espero que no demasiado tarde…