Reulen esperó pacientemente el regreso del intermediario.
Cuando dieron las campanadas y otros dos invitados ocuparon la sala, esperó un poco más para dar tiempo adicional y habló.
No tengo posibilidad de averiguar nada, no. Pero prefiero no dar detalles, pues podremos usar de cebo mi habilidad para obtener explicaciones detalladas como la del doctor. No sé qué pensar de su historia, la verdad. Dice que pudo detectar personas confabulando en grupo, pero ha dejado claro que no averigua capacidades como tal, ya que me observó y desconoce mi secreto.
- Así e signiore Reulen. - Fue lo que obtuvo como única respuesta el ayuda de cámara.
Giovanni seguía pensativo de aquí para allá, dando tumbos por la sala, pensando en cómo podría acabar con aquella enfermedad tan horrible, aunque se quedaba sin tiempo. El reloj volvía a correr en su contra...
Parece que hay más gente ahora en la sala. Andras imagina que tanto Cid como la marquesa Auditore han pasado a formar parte del desgraciado grupo confinado en la sala Negra. Señor Reulen, usted hablar de utilizar una supuesta capacidad que le otorgó el príncipe. De utilizarla de cebo, ¿como podría ser eso? ¿Quizá quisiera compartir con nosotros ese plan que usted medita?
No me expliqué claramente. Mi habilidad ya no puede ser usada, y menos desde aquí, pero si alguien afirma ser capaz de conocer los secretos de quienes aquí nos encontramos, pídanle que les diga mi capacidad como prueba de veracidad. A eso me refería.
Integrantes actuales de la escena:
- Intermediario.
- Cid Ruy Díaz.
- Duque de Bastión Carmesí.
- Giovanni Ventura.
- Niccola del Piamonte.
- Reulen.
- Lord Henry Cavendish.
Integrantes actuales de la escena:
- Intermediario.
- Cid Ruy Díaz.
- Duque de Bastión Carmesí.
- Giovanni Ventura.
- Niccola del Piamonte.
- Reulen.
- Lord Henry Cavendish.
- Gran Duque Doger.
-¿Que esta pasando, como he acabado aquí?
- Andras ha sido llevado a la habitación Negra, así que ya nadie escucha desde esta.
Ya no había nada que pudieran hacer en la sala púrpura, pero al menos el buen doctor tendría un poco de intimidad, viendo que el resto seguía dando palos de ciego en la habitación oscura. Además, Giovanni no desaba permanecer más tiempo del necesario junto a varios que ya sabía que eran infectados desde el mismo momento de comenzar la fiesta.
Tan pronto como dejó la habitación oscura y llegó a la púrpura, el doctor recogió trozos de limón de la mesa de los canapés y las copas. Después de todo, no solo de vino vive el hombre, sino de copas. Copas con licores, a cual más extraño, algunas aderezadas con pequeñas frutas, aceitunas y, como no, gajos de limón. Tras un primer vistazo, Ventura recogió los suficientes gajos, equivalentes a dos limones. Más tarde, recogió un plato hondo, más bien era como un bol, donde se puso a exprimir los limones. Fue educado, pues cogió un tenedor para realizar aquella proeza culinaria, no bostante, con ese sencillo movimiento era difícil salpicar al de al lado, además de que se tomaba como un sistema más educado, en lo que a protocolo se refería. Cogió un vaso de agua y añadió un poco al jugo del limón, para después remover con una cucharilla de café.
- Va bene, va bene. Aquesta mezcla está tomando la sua forma... - Se deleitaba mientras se entretenía en realizar aquella extraña mezcla.
Tan pronto como paró, recogió de uno de sus bolsillos interiores una pluma y una libretita de notas. Empezó a operar la pluma, la cual estaba vacía de tinta. La tinta, la de escribir, la llevaba una suerte de estilográfica que llevaba en el otro bolsillo, pero no pensaba usarla ahora. Cogió, con ayuda de la cucharilla, la mezcla de jugo de limón aguado y, con sumo cuidado, empezó a llenar el receptáculo de la pluma, haciéndola pasar por tinta. Una vez realizado dicho proceso, se puso a escribir en una hoja de la libreta. Tras unos segundos, dió por concluida su escritura, momento en que aprovechó para acercarse la hoja húmeda a sus labios, bajo la máscara. Sopló lentamente para ayudar a secar el papel. Había escrito un mensaje invisible, a todas luces.