Finalmente Lomo llegó a la sala del Rey, el motivo del nombre de ese lugar estaba bastante claro. En el centro de la sala había una estatua de piedra negra con una gran corona en su cabeza. En su mano derecha había una hermosa espada con lapislázulos engarzados en su puño. En la otra mano, poseía una antorcha que iluminaba toda la ubicación.
A los pies de la estatua había cuatro soportes, cuatro especie de huecos donde podrían encajarse cuatro elementos. Probablemente, piedras o runas, cuyo tamaño y forma se colocaran ahí con precisión.
La sala solo tiene un único camino por dónde continuar.
Parecía que la estaba vacía a excepción de la estatua, por un momento Lomo pensó en robar las gemas antes de que nadie tuviese tiempo de verle, pero decidió no hacerlo ya que dedujo que podrían formar parte de la magia que sin duda se activaría cuando los cuatro huecos fueren rellenados, estaba seguro que una de las llaves era la runa que él mismo poseía, como no podía saber si una vez encajada la runa podría sacarse o no decidió continuar sin dedicarle más atención a la estatua.
Sigo el camino.