Partida Rol por web

EN LA OFICINA DE FILCH

-Todo está bastante tranquilo, lo cual es buen síntoma pues significa que podréis hacer casi cualquier cosa que os de la gana. La oficina de Filch se encuentra en las mazmorras, por lo que entráis por el Vestíbulo y bajáis por la puerta que está a la izquierda de las escaleras que suben a los demás pisos. 

-Las mazmorras están en silencio. Las recordáis tal y como las veis ahora mismo. Con un matiz verdoso que es lo más extraño de mundo y un suave goteo de agua incesante que parece no desaparecer nunca. Vuestros pasos resuenan, creando un eco ensordecedor. Aún así, cuando os paráis en la puerta de la oficina de Filch, lo escucháis hablar a solas o con su gata, al parecer. 

FILCH:

-"En efecto, Señora Norris"-le escucháis decir. -"Esa maldito Dumbledore solo sabe realizar malditos conjuros pero no castiga a los alumnos que son malos. ¡Y para colmo me meten aquí a estos tres malditos críos! ¡Porque aún son críos! ¿Lo sabías? Sí, aunque se graduaran el año pasados no tienen ni un ápice de sentido común. Lo que no me explico es, ¿qué han venido a hacer aquí? No quiero meterme en líos, yo pertenezco a Hogwarts. No pertenezco ni al bien ni al mal, solo al Castillo y a quien en él ejerza su poder...

-Es la hora de actuar, estáis justo en frente de su despacho, los tres juntos. Hay que hacer lo que creáis conveniente para poder coger el mapa del merodeador. 

-Una vez que hayáis escrito los tres me volveré a pasar para hacer las resoluciones. Tened mucho cuidado y mucha suerte.

EN LA OFICINA DE FILCH

Recorrer las mazmorras siempre fue algo entretenido, al saber que pisaba territorio enemigo y las mejores travesuras de mis años escolares fueron justamente en estos lugares, donde los Slytherin frecuentaban a diario, me robaba alguna que otra sonrisa. Ahora no tenía a Lily para que me diera una reprimenda. 

- Como siempre este lugar se pudre en si mismo... ¡Qué ganas de liarla un poco! pero no... Ya sé... vinimos por otra cosa. - comento a mis mejores amigos mientras nos acercamos al despacho de Filch y como era de esperar, repartía amor hacia nosotros. 

- Habla con su gata, vamos Remus, golpea la puerta y nosotros nos escondemos. Luego lanzo un Accio para atraer el mapa hacia mi. - sugiero al esconderme mientras apunto con la varita al despacho y le dedico una mirada divertida a Sirius. 

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

EN LA OFICINA DE FILCH

- Muy bien, Cornamenta, espero que tengas la varita afinada; no quiero pasarme el resto de nuestra estancia aquí huyendo de Filch como cuando nos saltábamos las restricciones del castillo.

Respiro hondo y me preparo para llamar con la la mano izquierda mientras en la derecha sostengo la varita apuntando discretamente hacia el suelo. Hago un rápido repaso de mi arsenal mágico por si tuviese que utilizar algún hechizo de distracción.
Tras unos segundos, susurro - ¡Allá vamos! - y toco tres veces con los nudillos.

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

- Si no va con su gata y ese retorcido animal está por la sala de Filch le echaré un petrificus....que ganas le tengo a esa gata metijosa. 

Dijo Sirius mirando con una enorme sonrisa a James.

- Ademas ¿quién se cree? Ya somos mayores de edad...no somos ningunos críos.

Luego escuchó a Remus.

- Ok, después de ti, hermano.

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

-Cuando Remus llama a la puerta se escucha una pequeña trapatiesta y el tintinear de alguna que otra cadena que estará "perfectamente engrasada" para su uso inmediato. 

-Como estáis preparados, y contáis con el factor sorpresa, ganáis cinco puntos de bonificación al impacto mágico en cualquiera de los hechizos. 

-Contáis con una cobertura perfecta desde vuestro escondite, a excepción de Remus, que en caso de un hipotético combate o hechizo en su contra, no tendría ninguna cobertura. Sirius y James tenéis dos puntos de bonificación en defensa. 

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

Cuando Remus llama a la puerta, el señor Filch sale poco después con la Señora Norris entre sus brazos y con un gesto de severa rabia en su rostro. Cuando ve al joven Remus abre los ojos, como sorprendido. Conocedor de todas las travesuras de los merodeadores pregunta:

-"¿Que demonios haces aquí?"

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

Supongo que no querrá que nadie entre en su despacho y tratará de bloquear el camino, por lo que doy un par de pasos atrás para hacerle salir un poco.
Después, poniendo mi mejor cara de persona respetable y con tono serio pero educado, me dirijo a Filch con un hilillo de voz, apenas un susurro, con intención de que se acerque aún más a mí y deje un hueco entre la puerta y él:

- Señor Filch, como bien sabrá, estamos aquí por un motivo importante y contamos con el beneplácito del director de la institución. Por tanto, si fuese usted tan amable, me gustaría pedirle que me proporcionara los horarios de clase para los alumnos de séptimo curso; de todas las casas, se sobreentiende. - Hago una pausa para ganar tiempo y sigo enrollándome sobre el mismo tema. - También necesitaría el horario de los otros cursos y, aunque sé que es usted un hombre muy ocupado, estoy seguro de que no tendrá inconveniente al respecto. Claro que, si por algún motivo no pudiera facilitármelos, me conformaría únicamente con los de séptimo ya que, como le dije antes, son los que realmente importan en este momento. - Me detengo otra vez para tomar aire y vuelvo a la carga. - Eso sí, posteriormente, cuando usted haya tenido tiempo de recopilar dicha información, no olvide que me vendría de maravilla. Si bien no es urgente, sí es importante y la necesitaré de cara al futuro. En caso de no necesitarla, le avisaría debidamente para que no hiciese el trabajo en balde. Pero ahora, sin querer agobiarle, sería fantástico disponer de los horarios de los alumnos de séptimo...

AÑO: 1.978
MES: Mayo
DÍA: 5 de Mayo, primera hora de la mañana.

Finalmente el Señor Filch sale de su despacho impregnado por aquella simpatía tan habitual de él y mientras Remus lo entretiene, una sonrisa traviesa se dibuja en mis labios. Estaba claro que aquella actitud en mi rostro sólo reflejaba la maldad que estaba por hacer, así que deslizando la varita suavemente por la manga de mi chaqueta, pronuncio en un susurro:

-Accio Mapa Merodeador. - a la espera de que en cuestión de segundos aquello esté nuevamente en mis manos, en tal caso de que Filch se diera cuenta, contaba con la ayuda de Sirius. 

AÑO: 1976

MES: Mayo

DIA/HORA: 5 / Amanecer

Hubiera sido de muy mala educación llegar antes, y mucho peor hubiera sido hacerlo después, de la hora señalada para la reunión. Así que, cuando la oscuridad de la noche empezaba a fundirse con las primeras luces de la mañana, ya me encontraba preparada para usar la Red Flu. Por fortuna, el mantenimiento de la red en Hogwarts era perfecto y apenas quedaron unas pequeñas motas de hollín en mi vestido cuando llegué a la chimenea del director del colegio.

Me sacudí la ropa aprovechando también para alisar una pequeña arruga en una de mis mangas, me coloqué bien el sombrero que se había inclinado peligrosamente y me adentré en el territorio de Dumbledore, mirando con ojo crítico a mi alrededor. No era la primera vez que estaba en el despacho pero aún así seguía sorprendiéndome al comprobar la cantidad de cachivaches inútiles que el director acumulaba.

—No Albus, soy Augusta. ¿Minerva aún no ha llegado? —Enarqué una ceja ante la impuntualidad de la profesora, algo muy impropio de ella.

Hice caso omiso a la penetrante mirada de Fawkes para centrarla en el director del colegio, intentando adivinar por su expresión las noticias que tuviera que darme.

—¿Alguna novedad en las investigaciones?

Albus enarcó una ceja sorprendido por la impuntualidad de Minerva... aquello no era propio de ella, casi le daban ganas de quitarle 10 puntos a Gryffindor por el retraso de su jefa de casa, aunque casi mejor era dejarlo estar... corría el riesgo de que le diera un síncope a McGonagall si perdía puntuación por su culpa.

- No, aún no ha venido. Tendrá sus motivos... Bueno, ya que has sido la primera en llegar comenzaremos nosotros.Toma asiento por favor- indicó con una de sus delgadas manos a una de las sillas que se encontraban frente a su escritorio, al tiempo que hacía lo propio tomando asiento en el suyo- Lamentablemente aún no he recibido noticias, pero eso no tiene por qué ser una mala señal, de lo contrario ya sabría que algo anda mal. Por otro lado he pensado que deberíamos estudiar las fortalezas y debilidades de los campos de Quiddicht que van a usarse durante el Mundial... la seguridad es lo que más me preocupa de este evento.

Muy propio de Albus el no dar ningún tipo de información sin tener todos los cabos atados, incluso teniéndolos muchas veces la daba a medias. Suspiré resignada ya que, en aquellos momentos, me sentí un poco inútil al no tener una misión importante que realizar para la Orden. Sólo podía estar atenta a cotilleos y demás rumores que pudieran llegar a mis oídos.

—Y tienes toda la razón Albus, la seguridad en estos momentos tan críticos es muy necesaria. 

El quidditch no era algo importante para mí, pero reconocía que la gente se movía en masa para acudir a los partidos, y un Mundial era un evento lo suficientemente importante para que todos los magos y brujas que podían acudir lo hicieran, sobre todo sabía que todas las familias importantes estarían presentes. ¿Qué mejor ocasión podían encontrar los mortífagos para atacar? Pero había otra cuestión que me preocupaba de manera personal.

—¿Se sabe algo de mi hijo? No he tenido ninguna noticia de él desde que se fue tras los pasos del Primer Ministro de Rumanía.

Todos los implicados en las distintas misiones de la Orden corrían peligro, y todos ellos me importaban, pero era lógico que mi hijo lo hiciera por encima de todos ellos.