Partida Rol por web

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

Has quedado con Virgilius Notwell en su despacho. Es el encargado de la oficina para la cooperación mágica internacional y uno de los encargados de la realización de los Mundiales de Quidditch. Has supuesto que es él, el que pueda darte mucha información. Aunque hace años que no lo ves y tendrás que jugar una buena baza o utilizar tus dotes a la hora de la verdad. 

Llamas a la puerta y una voz ronca te contesta. 

-Pase.

No le puedes ver la cara, está vuelto de espalda.

LO QUE SABES DE VIRGILIUS

-Nunca fue un alumno sobresaliente, pero si es cierto que con tan solo treinta años ya es toda una personalidad en el Ministerio. Aunque claro, también sabes que es hijo de un amigo íntimo del Ministro de Magia. 

-Estuvo implicado en un escándalo por violación en Hogsmeade. Pero no se supo nada más del caso. 

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

Horace entró en la sala exhibiendo la mejor de sus sonrisas. Su rostro era afable y daba a entender que era una persona en la que se podía confiar y que estaba allí para ayudar. Era un rostro forjado a base de su uso. No era del todo mentira pero escondía un interés. En este caso conseguir información sobre la copa de Quidditch.

Información que serviría para ayudar a la Orden. Una Orden de la cual Horace no sabía si estaba haciendo bien en pertenecer . Quizás tendría que desaparecer, encontrar un buen lugar donde esconderse y esperar a que la tormenta arreciara. Al fin y al cabo un buen mago ha de saber cuando agachar la cabeza y este estilo de vida no hacía para el. Suspiro mentalmente, lo mínimo que podía hacer ahora que estaba dentro era ayudar. Solo esperaba no tener que ayudar de forma más "activa".

Volviendo a lo que tenía delante Virgilius estaba de espalda. La verdad es que no recordaba demasiado de ese muchacho. Nunca había sido muy sobresaliente, de hecho le sorprendía que hubiera llegado tan lejos. Aunque le sonaba que era el hijo de un amigo del ministro.

- Gracias por dejarme pasar. Dijo con voz calida y mirando algún sitio donde sentarse. -Espero no molestar, debéis estar muy ocupados con  la organización de los mundiales

No tenía muy claro hacía donde le llevaría aquello, solo esperaba que tras esa ronca voz se ocultara una dulce persona.

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

Cuando se da la vuelta, lo poco que recuerdas de él te explota en el rostro. Tiene la misma cara de niño que cuando dejó Hogwarts. Juguetea con sus dedos con u varita mágica. Tiene una sonrisa un tanto bravucona y parece mirar por encima del hombro. No solo a ti, si no a cualquier mortal que no esté por encima de su posición. 

-"Bueno, no es que estemos extremadamente ocupados, ¿sabe?"-te dice con la mirada medio perdida mientras sigue toqueteando su varita. -"Un buen jefe de departamento tiene que saber delegar... y yo delego profesor, yo delego..."

Dicho esto se levanta de su asiento repentinamente para ir a parar enfrente de un pequeño mostrador del que saca con velocidad una copa de vino. 

-"Lo mejor de la viña francesa, profesor"-te advierte sin dejar de sonreírte pero con esa extraña mirada medio perdida. -"¿Qué le trae por aquí?"

COSAS A TENER EN CUENTA QUE TE LLAMEN LA ATENCIÓN

-Su mirada especialmente perdida es algo bastante extraño, tal vez debas de averiguar un poco más sobre la misma. 

-Es extraño que sea tan cortés contigo. Aunque hayas sido su profesor no significa que tenga que invitarte a nada ni mucho menos. De hecho dudas que tú alguna vez lo hayas invitado a tu club de las Eminencias.

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

La verdad es que Horace había llegado a esperar que fuera otra persona e incluso que una cara con ansias asesinas lo mirara desde el otro lado. Sin embargo lo que se encontró fue la misma cara de niño que recordaba de cuando era alumno en Hogwarts. Parecía como si hubiera estado atrapado a través del tiempo. Aquello le hizo sentir viejo. Quizás ya no tenía edad para estar haciendo lo que estaba haciendo, quizás tendría que dedicarse a descansar y a vivir la buena vida que tanto esfuerzo le había costado.

Sin embargo habían diversas cosas que habían cambiado. Primero era aquella sonrisa de superioridad. Aquello no le acabó de gustar. El sabía que estaba allí por los contactos de su padre más que por ningún talento. Aquella sonrisa pertenecía a gente superior a el. Después estaba aquella mirada perdida. Le intrigaba y le inquietaba. Y finalmente era aquel toquetear de su varita. Aquello le olía mal. Sin embargo no dejó que esto arruinara su perfecta facahada y su sonrisa.

-¿Quiere decir que vengo a hacer a parte de volver a visitar a un antiguo buen alumno, no? Dejo ir una pequeña risa. -Nada importante la verdad. Dijo mientras cogía la copa de vino sin llegar a tomársela. La movió ligeramente como si fuera un somelier. Como si realmente estuviera evaluando la calidad del vino más que mostrar que tenía miedo de ingerirlo. Mago precavido vale por dos -Debe estar usted contento de poder llevar tal evento, no? Aunque seguro que debe tener diversas preocupaciones.

Hizo una pequeña pausa. Era un tiro largo pero la maldición impero llevaba a un estado de felicidad y despreocupación. Sabía que seguramente fuera imaginaciones suyas, pero si algo apreciaba Horace era su propia seguridad y bienestar.

-La verdad, estaba preocupado por los asientos del mundial. Una sonrisa encantadora floreció, incluso más que las anteriormente mostradas.

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

-"¿Un buen alumno?"-te pregunta con una sonrisa irónica como sorprendido por el fehaciente halago que acabas de dedicarle. -"Nunca fui bienvenido en su comportamiento C, ni si quiera estuve en muchas de sus cenas"-afirma el joven empleado aún jugando con la varita entre sus dedos. 

Aunque el tipo se muestra reacio, con tu sonrisa y tu don de gentes consigues ablandarlo un poco y la tensión y rigidez que mostraba su cuerpo, se hace menos patente. Justo entonces, al preguntarle sobre los asientos del mundial parece que un espasmo cruza su cara, desdibujando la sonrisa...

De su boca empiezan a salir balbuceos apenas audibles. Se intenta tapar la boca con la mano derecha, pero parece que otra fuerza quiere que esos balbuceos se escuchen de forma más clara. Entonces alza su varita para volver a bajarla con ojos aterrorizados.

-"Cuid... Profes...No es... Tenga..."-Pasado un momento, se vuelve a relajar. La misma mirada y semblante de felicidad vuelven a su rostro con suma rapidez. Ha sido todo muy extraño.

Como si no hubiera pasado nada, vuelve a contestar:

-"¿Algún problema con los asientos?"

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DÍA: 5, al amanecer

Horace se quedó sorprendido ante tal reacción. La verdad es que aquello cada vez le gustaba menos. No podía esperar el momento de abrir la puerta y poner los pies en polvorosa. "Horace, tu no estás hecho para esto" no paraba de repetirle una voz en su cabeza. Y la verdad es que cada vez estaba más convencido que era la voz de su cabeza a la que tendría que hacer caso. Sin embargo había sido su viejo amigo Dumbledore quien lo había metido en esto. Uno no le dice que no así como así al director de Hogwarts.

Así pues a la que el antiguo estudiante pasó el ataque el semblante de Horace volvía a ser el mismo que antes. Ningún ápice sorpresa se reflejaba en su cara. Aunque un buen observador hubiera visto que la sonrisa era más tirante y que algunas perlas de sudor empezaban a aparecer. No estaba cómodo y su mente procesaba lo más rápido que podía alguna manera de salir de allí. Temía ser capturado, no sabía que querría su viejo alumno de el pero seguro que nada bueno.

Supuso que lo que había querido decir su alumno era "Cuidado Profesor, no es... ¿lo que parece? Tenga.... Supongo que cuidado". Se pasó la mano por la frente. Suponía que tenía que hacer algo. Aquellos ojos aterrorizados de antes no merecían este destino.

-Pues verá. Los años pasan para todos desgraciadamente. Se dio unos teatrales golpes en la espalda. -Y claro, uno necesita cada vez asientos más comodos...

Esperaba ganar un poco de tiempo para dar con alguna solución a aquello.

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-"Asientos... Claro"-contesta tu interlocutor mientras se deja caer en el cómodo respaldo de su asiento. Entonces observa la copa que aún tienes intacta. -"¿No va a beber profesor?¡Vamos, eso sería una verdadera deshonra para mí!"

Con un pase de varita te pone la copa entre las manos. 

-"Podemos ver que hacer profesor. No estaría de más un asiento en el palco, ¿verdad?"

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

-El palco sería perfecto. Sin duda es un hombre de recursos. Sonrió

Cada vez estaba más nervioso y le costaba ocultar este mismo. Notaba como el sudor corría por su cuerpo. Si ahora fallaba no cabía duda de que las cosas se pondrían muy mal. Sobretodo para el. En el peor de los casos acabaría apresado o muerto. Tenía que conseguir neutralizar el joven de la mejor manera posible. Al fin y al cabo aquello no parecía ser decisión suya.

Respiró profundamente, miró intensamente el vaso,  y continuó con la farsa. -Oh, no perdone. No pretendía ofenderle. Sencillamente estaba intentando averiguar el vino a través del olor y el color. Ya sabe, cosas de groument. Se rió escuetamente. -¿Puede ser un Bordelaux del 56, por casualidad? Dijo ligeramente. -La verdad me tiene intrigado ¿Sería posible que este pobre aficionado al vino pudiera ver más de cerca la botella? Un ligero toque de suplica apareció en su voz. Mientras se metía la mano en el bolsillo palpando su varita.

Era ahora o nunca. En caso de que accediera a traerle la botella le conjuraría un hechizo de panacea pidiendo ayuda a todos los dioses a los que se pudiera pedir ayuda. En caso contrario sencillamente esperaría a mitad de frase del joven para cogerlo desprevenido.

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DÍA: 5, al amanecer

El tipo se levanta medio anonadado parece resistirse una vez más. Está en el límite entre poder hacer caso a su consciencia y su voluntad o hacer algo que verdaderamente no quiere hacer, lo cierto es que es todo muy extraño. Al fin, decidido a enseñarte la botella se levanta, cosa que tu aprovechas para sacar tu varita con rapidez y conjurar. 

Sabes que el hechizo te ha salido perfectamente cuando en ese momento tu viejo alumno se da la vuelta. Supones que es para mostrarte una verdadera sonrisa, pero en cambio te muestra una mirada rabiosa llena de odio. Al parecer, tu hechizo no ha funcionado como esperabas. 

-"¡¿Cómo te atreves a levantar tu varita contra mí?!"-parece que el autocontrol brilla por su ausencia en tan amargo momento y alza su varita contra ti. Pero tu lo has visto venir y estás precavido, pudiendo prevenir antes el ataque.

ASALTO 1

-En primer lugar he tirado la habilidad para conjurar el hechizo Panacea. Horace, como buen experto, has conjurado satisfactoriamente el hechizo. Pero como te expliqué, el resultado dependía de una tirada hecha por el conjurador del hechizo que mantiene "hipnotizado" a Virgilius (como habrás podido comprobar, si, está trastornado). 

-Esta tirada no la has superado, por lo que aún habiendo conjurado con mucha avidez el hechizo, no has conseguido revertir el efecto del mismo en Virgilius, por lo que él se ha dado cuenta. Al estar su voluntad trastocado y pensar que es un ataque, el ha decidido atacarte a tí. 

-Como esto se torna en un combate, he tirado dos iniciativas, la tuya y la de tu contricante. En este enfrentamiento de tiradas has salido tú ganando, por lo que ahora tienes la posibilidad de atacar tu antes que él, por si realmente te va a hacer daño. 

-Aunque también puedes huir, pero ten en cuenta todas las reacciones que pueden tener tus actos.

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Primero tuvo un momento donde descargó todo su nerviosismo y intranquilidad. Parecía que el hechizo había hecho efecto, que el joven se había tranquilizado y había vuelto a la normalidad. "Muy bien, lo has conseguido" Pensó mientras un sonrisa de complacencia aprecia en su rostro.

Sin embargo esta se borró rápidamente cuando el joven se giró hecho una furia preparado para atacarle. Sin duda no habría imaginado nunca que una visita al ministerio acabaría así. Ni por toda la piña cristalizada del mundo. Estaba hecho una furia y el autocontrol brillaba por su ausencia.

Aquello le intrigaba. Estaba seguro de que había conjurado bien el hechizo. Algo raro estaba pasando. Pero tampoco era momento de darle vueltas al asunto si no quería acabar mal parado. Tenía que conseguir inmovilizar al exalumno y intentar hacerle volver a la normalidad. Eso o dejarlo fuera de combate.

Así pues cuando el joven iba a alzar la varita el viejo mago ya estaba preparado. No era en vano uno de los profesores más antiguos de Hogwarts. Con el ceño fruncido y una mirada llena de determinación alzó su varita apuntando a su, temporalmente, rival y dijo: -Incarcerous. Pensando en unas pesadas cadenas mágicas para inmovilizar a su oponente

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DÍA: 5, al amanecer

Conjuras el hechizo a la perfección y observas como sendas cadenas salen de la punta de tu varita en dirección a tu oponente. Pero este, en el último momento y de una manera casi milagrosa da una serie de pasos hacia atrás y con un golpe de su varita consigue deshacerse de las cadenas que has conjurado. 

-"¿Cómo te atreves?"-la cortesía ha quedado atrás y deja de tutearte. Su cara se desdibuja y en su rostro aparecen severas marcas de odio. -"En mi propio despacho... ¡¡En mi propio trabajo!! ¿¡Cómo te atreves!?"

Dicho esto vuelve a alzar la varita contra ti. 

Parecía que su rival no hacía más que perder la cabeza. Había pasado de un estado casi complaciente a un estado de rabia casi asesina. Era cuanto menos curioso. Sin embargo no tenía tiempo que perder. Cuanto más tiempo pasara allí más posibilidades tenía de ser herido o visto. Y la verdad es que ninguna de las dos cosas le apetecían en exceso.

Así pues centrado en su oponente con el ceño fruncido y sudando bastante alzó su varita y conjuró primero por seguridad.

-Protego totallum.

Después volvió su mirada a su rival. La verdad es que parecía completamente enajenado. Así pues hizo una rápida lista mental de los hechizos que había usado y que se acordaba en aquel momento. Panacea y Incarcerus había fallado. Provaría un hechizo más y ya tendría que pasar a intentar noquear a su oponente. Cosa que a decir verdad Horace prefería no hacer.

Apuntó a su rival y con voz clara y firme dijo:

-Ennervate.

La verdad es que esperaba que saliera bien. ¿En que clases de lios le hacia meterse Dumbledore? La verdad es que ya lo sabía. Lo que se preguntaba era porque accedía a meterse en ellos.

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A tu alrededor ves como una inmensa cúpula luminiscente comienza a rodearte, sirviendo como un perfecto hechizo defensivo. Con suma velocidad, antes incluso de que tu contrincante pueda alzar la varita, lanzas otro hechizo que le da de lleno en el pecho al jefe del departamento de cooperación mágica internacional. 

Ahora ha bajado la varita y entre asustado y sorprendido te mira, se mira y se cae de espaldas. Pero ni si quiera te da tiempo a levantarte cuando observas que se está recomponiendo con velocidad. 

-"Profesor... ¿que... que ha pa...pasado?

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Horace se relajó y una ligera sonrisa apareció en su semblante, dejando de lado aquel rostro firme y decidido. Ahora solo quedaba el rostro de un hombre que se había quitado de encima la tensión y que además había tenido éxito. La verdad es que había llegado a pensar que todo aquello le llevaría a mal puerto. Eso le pasaba por frecuentar las compañías de cierto director que él sabía.

Así pues guardó su varita y se secó el sudor de la frente con un pequeño pañuelo de seda que sacó de su bolsillo. Se acercó lentamente a su exalumno con una sonrisa reveladora. Esperaba que supiera agradecer lo que había hecho por el, lo había liberado de forma completamente indolora. Sin duda era un punto a su favor.

-Pues al parecer estabas siendo controlado por lo que a todas luces era un mago con gran poder. Dijo mientras se sacudía la ropa de cualquier mota de polvo. Un mago siempre tiene que ir impecable. Sonrió cálidamente a su exalumno. -Pero parecer que al final he podido rendir cuentas. Alzó una ceja. -No recordaras nada que nos pudiera dar alguna pista por un casual. O algo que llegaras a recordar sobre el mundial de Quidditch... Dejó caer con su más calida voz.

Ahora parecía que el camino sería más fácil. Solo esperaba no tener que repetir una experiencia similar jamás. Aunque la verdad es que viendo con quien se estaba juntando lo veía cada vez más difícil.

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MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

Parece que Virgilius no da crédito a tus palabras. Te mira con la boca abierta y ha vuelto a sentarse en su mullido sillón. a no tiene la mirada perdida pero al parecer se encuentra en estado de shock. Cuando le hablas asiente, mirándote con rabia a los ojos y con un agradecimiento que tu sabes que es eterno y por el que te has ganado un nuevo seguidor. 

-"¿El Mundial de Quidditch?"-te pregunta entonces como si estuviera contrariado. -"La verdad es que he delegado bastante en un empleado, ahora que recuerdo. Se llama Irving Wallace y trabaja en este mismo departamento. Es un chico bastante aplicado."

AÑO: 1 978

MES: Mayo.

DÍA: 5, al amanecer

Horace miró con aprensión al joven. No desaba a nadie lo que acababa de pasar aquel pobre chica. Solo esperaba que no le hubieran hecho hacer nada demasiado grave. Todos sabían que a Crouch le daban igual las excusas, si había hecho algo mal ibas a dar a con tus huesos a Azkaban. Estar controlado ya no demostraba nada.

Alzó las cejas al escuchar el nombre que le dieron. No le sonaba. Debía ser un pequeño pececillo que pasaba bajo el radar. Sin embargo tenía que agotar todas las soluciones antes de volver con las manos casi vacías.

-¿Irving Wallace? Se rascó lentamente la barbilla. -No tengo el placer de conocerlo. Sonrió afablemente -¿Tiene alguna información más de el, por un casual? ¿Sería posible conocerlo en persona?

Se sentó relajándose en una silla, se lo había ganado.

-Más que nada por precaución. Dijo con un tono de padre preocupado.