Partida Rol por web

    Las tierras del norte son tierras duras en las que los hombres del sur difícilmente lograrían sobrevivir por un tiempo prolongado. Sin embargo, ya sea por mera casualidad, voluntad propia o el designio de los mismos dioses, ahora te encuentras en el último emplazamiento que demuestra que la terquedad y la avaricia de los sureños a veces logra superar su propio instinto de autoconservación.

    Has alcanzado el emplazamiento ruinoso levantado en el pasado por el Imperio, pues mercaderes codiciosos lograron juntar un puñado de hombres para levantar una pequeña ciudad portuaria fortificada. Por desgracia para ellos, los nativos no fueron tan considerados como esperaban, y continuos ataques terminaron por derribar las fortificaciones y hacer que la mayor parte de la guarnición desapareciera al encontrar aquello una verdadera causa perdida. No obstante, todavía hay cierto movimiento, comerciantes lo suficientemente temerarios para tratar con las tribus de norses, a sabiendas del gran margen de beneficios que pueden obtener, a la par que mercenarios de diversas procedencias dispuestos a reducir el margen de beneficio de los primeros a cambio de protección, son visibles por aquí y allá junto con algunos descendientes de los primeros colonos que aún persisten.

    Tratando de ordenar los pensamientos que pudieron haberte traído hasta aquí te detienes ante un suceso que capta tu atención, un grupo de norses miembros de alguna tribu local han terminado de vender toda la caza que habían traído al mercado a cambio de acero y útiles y ahora se disponen a partir para realizar una nueva batida de caza. Y es por eso que detienes el paso, al parecer son un grupo de cuatro hombres que, por lo que dicen, perdieron a algunos de los suyos de camino aquí y buscan a nuevos integrantes que se los unan para perseguir mamuts, bestias típicas de estas tierras usadas tanto como alimento como bestias de carga para la guerra.

     Recorriendo la ciudad, desgastada por las continuas luchas, notas un fuerte bullicio que capta tu atención. No tardas mucho en averiguar de que se trata, en medio de una plaza y sobre un improvisado púlpito, hay un hombre. Viste con pieles de loco y está dando una clase de sermón, al parecer está tratando de convencer a los vecinos de que se unan a él en la fe de Ulric, la única fe verdadera ya que fue la que aceptó el mismísimo Sigmar, los llama a unirse a su causa y no parece preocupado por la presencia de norses en las cercanías.

Veo al hombre sin acercarme mucho.

La vida aquí pasa factura en la mente de algunos... Bueno, escuchar al hombre no hará la diferencia.

Miro alrededor en busca de algún otro espectador con la intención de que me diga si es algo común en la ciudad que hayan seguidores de Ulric.

    Reconoces al grupo de caza como miembros de la tribu de los sarls, algo que no es de extrañar, las tirbus del norte están mucho más cerca de poderse considerar "civilizadas" de lo que lo estarán jamás sus primos del norte, los kurgan. Si se preparan para dar caza a un mamut podría ser un buen ejercicio para obtener víveres y tal vez hacer un aproximamiento con la tribu que podría resultar beneficioso más adelante, ya que se sabe que en el pasado miembros de este pueblo fueron grandes campeones del caos (Engra, la Espada de Muerte seguramente sea su ejemplo más celebre).

    Un hombre adulto, con cara de muchos amigos, se termina por volver a regañadientes a responder a tu pregunta. 

    -No, no son raras charlas como estas. Los imperiales están hartos de combatir contra los salvajes y para ello acostumbran a enviar a sus monjes para tratar de engatusar a los jóvenes para que actúen como muros de contención contra los kurgan. Ulric cala mejor entre los pueblos del norte que la fe en Sigmar y por ello nos mandan a estos sacerdotes del dios lobo. En fin, creo que ya he perdido suficiente tiempo aquí.- De un empujón te aparta a un lado y se aleja de la multitud. El sacerdote parece estar a punto de terminar y algunos jóvenes parecen haber sido cautivados por las promesas de poder alcanzar la gloria en nombre del dios Ulric.

Ja, debe de estar ocupado... Supongo que un punto de vista nuevo podría ayudar en el futuro.

Me acerco al monje predicador, extiendo mi mano y digo sonriendo:

Entonces... Ulric? No he llegado a escuchar sobre esa persona antes. Y lo que decías sonaba, como decirlo, intrigante. Mi nombre es Fjord, ¿Y el tuyo?. 

Pasaron unos meses en los que Kolkuth se hizo un nombre dentro de las filas de Skarr Bloodwrath, combatiendo a los enemigos del Caos y combatiendo otros a otras facciones del Caos. Un día Kolkuth fue enviado a un emplazamiento en la frontera con los desiertos del Caos. Aunque no era su profesión cazó unas buenas piezas, un gélido y su jinete, dos gnarls y un animal de aspecto felino, y colgó los cráneos en su cinto con la marca de Khorne en la frente. 

Pasaron los días y llegó al emplazamiento:-El Imperio hizo una buena ciudad aunque los vecinos no estuvieran de acuerdo con que se montase aquél tinglado en su playa.-fue la primera impresión que tenía Kolkuth al llegar a aquél ruinoso lugar. Vendió las pieles y la carne de las presas, pero como imponía un miedo atroz, cargando el Martillo de Guerra de Khorne y su espada, ni siquiera intentaron timarle. Un pobre desgraciado intentó robarle y acabó perdiendo las manos en el intento. 

Bebió y comió algo en la posada y se dedicó a seguir con su camino, puesto que su objetivo se encontraba más al norte, aunque no sabía cuál era aún. Cerca de la salida del pueblo, Kolkuth reconoció a un grupo de caza de la tribu Sarl:-Puede ser una buena oportunidad para conocer a otros siervos de los poderes ruinosos.-pensó para si mismo y se acercó a hablar con ellos:-Saludos, cazadores. He escuchado que vais a por un mamut, os importa que os acompañe? Mis presas creen que soy digno de una presa mayor. Mi tasa: una pieza del lomo y los huesos de una de las patas. El resto para vosotros.-Kolkuth no pedía demasiado y creía que su tasa era razonable. 

    Ante ti se encuentra un hombre de un porte considerable, su estatura es elevada, algo muy común entre los middenheimers, y bajo las pieles de lobo porta una armadura, por lo que seguramente sea un sacerdote guerrero. En cuanto le tiendes la mano su primera respuesta se reduce a una mirada hosca que te examina de un modo que no te hace sentir para nada cómodo.

    -Apestas a sangre extranjero. Ulric me dice que él Perro de la Guerra te ha marcado, pero de ser así no comprendo esta muestra de descaro por tu parte.- Escupe a un lado y sigue tratando de encontrar en tus ojos una respuesta que confirme sus sospechas, aunque la mayor parte de la gente había comenzado a retirarse un pequeño grupo parece detenerse al oír hablar al viejo, dejandoos rodeados por el grupo de jóvenes "reclutas" en primer lugar y un segundo círculo de curiosos a escasos diez metros. -Soy Ufer y si decides unirte a nosotros es posible que aún haya redención para un manchado como tú.-

    La partida de caza se queda intrigada cuando te decides a detenerte ante ellos y más aún ante tu muestra de interés. Durante unos instantes parecen quedarse absortos mirándose entre ellos como si evaluasen y comentaran en silencio si debían aceptar o no a aquel extraño. Al menos fue así hasta que el mayor de ellos se atrevió a dar un paso al frete y salir a tu encuentro.

    Es un hombre fornido, cubierto de cicatrices, algunas de ellas seguramente rituales, la escarificación no era una práctica rara entre las tribus salvajes, va vestido con pieles y un par de hachas gemelas cuelgan de su cinto. Te examina detenidamente, preguntándose para sus adentros si podrías ser la clase de hombre que buscan, pero sus dudas se despejan cuando llega a ver el arma que portas. Tras ello, alza la mirada y muestra una hilera de dientes afiladas en una amplia sonrisa.

    -Tus condiciones son aceptables, campeón. Yo soy Kravor de los Sarls y estos son hombres de Kravor. Si estás preparado podemos salir ya, quien dar golpe de  gracia al mamut escoge mejor pieza.- La manera de hablar de Kravor te resulta tosca pero al mismo tiempo amigable, los Sarls no son siempre han seguido a los poderes del caos, pero de algún modo los respetan y saber que un campeón podría encontrarse entre ellos los hace sentir portadores de un amuleto de la suerte incomparable. 

Me olfateo un poco y digo:

Si, no he tenido oportunidad de darme un buen baño, asi que comprendo lo del olor, pero solo busco saber sobre que trata esta... devoción hacia Ulric. Veras, Ufer, ya llevo un buen rato con siguiendo un código y, ahora mismo no quiero entrar a un culto, con todo respeto. Aunque si la causa del buen Ulric es justa, no me importaría prestar mi ayuda como mercenario. Me acerco un poco mas. Tal vez el olor de nueva sangre me quite el hedor de esta.

.-Con que la mejor pieza, eh? Entonces, yo Kolkuth, Paladín de Khorne, daré el  golpe de gracia a la criatura. Lidera la marcha cazador.-dijo mientras se golpeaba la pechera de metal como signo de respeto y saludo. 

Así emprendieron la marcha hacia los páramos de Norsca, en busca de la presa y la gloria. 

    -¿Insinúas acaso el poder ser aceptado entre las filas de los Hijos de Ulric sin tener si quiera la decencia de negar ni renegar de vuestra servidumbre a uno de los poderes de la ruina?- El rostro del anciano se inflamo, podría tratarse de un hombre mayor, pero aquella burla lo había encendido una llama en el interior de su ser que indicaba claramente que más valdría andarse con cuidado en las próximas palabras para no recibir por respuesta un golpetazo del martillo de guerra que ahora mismo empuñaba con una fuerza tal que sus nudillos habían empezado a ponerse blancos. -El dios lobo fue el mismo dios que ungió a Sigmar, fundador del Imperio, cuando este realizó su cruzada para levantar el Imperio, no tengo deseos de iniciar una lucha en esta ciudad, así que os daré una última oportunidad para esfumaros.-

Esta bien, me disculpo si te ofendí, Oh buen Ufer, seguiré mi camino entonces, si llegar a necesitar ayuda en todo caso, no dudes en buscarme, o puedes dudar, porque dudo mucho que pedirme algo sea lo primero que se te venga a la mente, en todo caso, buen día.

Me alejo del sacerdote en dirección a donde estaba antes de entablar la conversación con el.

Bueno, y ahora que hago?

    Una vez el sacerdote lobo se aleja de la plaza, el resto de congregados, comienzan a disiparse igualmente. El hecho de que el incidente protagonizado por el extranjero no llegase a mayores les hace volver a sus quehaceres diarios sin más dilación. Esto te hace tener que esforzarte un poco para evitarlos a causa del tumulto formado, pero la tarea es sencilla y poco después te encuentras de nuevo vagando entre las calles en busca de algo nuevo de lo que preocuparte.

    Unos sonidos captan tu atención y te llevan a una callejuela donde pasas a ser testigo de una escena un tanto violenta, al parecer un soldado la ha tomado con un puesto del mercado y está ensañándose con los propietarios aprovechando la baja afluencia del lugar en esos momentos, aunque seguramente de haber sido mayor tampoco hubiera cambiado nada. La conversación ya estaba iniciada desde antes que llegaras pero, incluso desde la distancia, el griterío y el sentido común te llevan a pensar que se trata de un miliciano que se cree con derecho a cobrarse la protección que ofrece directamente de sus clientes. Aún no hay aceros a la vista, al menos por parte del soldado, pero su bota está apoyada sobre el pecho de un joven con el rostro ensangrentado mientras agarra por el cuello a un hombre de avanzada edad.

    Como si de un animal salvaje se tratara, apenas unos segundos tras tu llegada, el guerrero parece otear el lugar instintivamente hasta que logra cruzar su mirada con la tuya.

    -¡Qué coño haces ahí plantado, montón de mierda, esfúmate de una puta vez por donde has venido o te ensarto como a una rata!- El desagradable ser te observa, se trata de un hombre de aspecto descuidado con la cara cubierta de mugre y al que le falta más de una pieza dental, su cabello es pajizo de aspecto quebradizo y, de no ser por las armas y la armadura que lleva, bien podría tratarse de un indigente. Cuando te habla se muestra impasible para dar fuerza a su amenaza con un claro mensaje que bien podría traducirse en "Métete en tus asuntos si no quieres que te pase lo mismo." con la confianza de que nadie se atrevería a levantar la mano contra un soldado de la milicia. 

    -Bien, ya me extrañaría que una sabandija como tú tuviera las pelotas de hacer nada, chico listo.- Esa última parte es añadida justo después, como si hubiera interpretado alguna clase de reacción en ti que desconoces o tal vez simplemente por anticiparse a los acontecimientos dando por hecho que harás lo más inteligente desde su punto de vista.