Partida Rol por web

    Ante ti se encuentra una de las anomalías de las tierras de caos más fáciles de encontrar, los bosques fúngicos. Extraños lugares donde la floresta es sustituida por monstruosos hongos viscosos capaces de alcanzar tales dimensiones que bajo sus sombreros podría asentarse una aldea pequeña. Cada uno de estos habitantes posee tonalidades propias y los olores que desprenden se mezclan con los de la podredumbre local para generar un almizcle que satura los sentidos y pueden llegar a hacer perder el conocimiento a los más duros.

    Existen varias historias que confieren diversas propiedades mágicas a los mocos exudados por los troncos estas deformes abominaciones, pero dichas cualidades pueden variar de unos a otros, salvando decir que parecieran estar dispuestos a defenderse de cualquiera lo suficientemente incauto como para creer que pueden arrebatar dichas exudaciones impunemente. 

    En estos lugares no es difícil que creen asentamientos los hombres bestia, lo que suma un factor de peligro más y hace que te sientas aún más observado, ser cauteloso no es una opción si deseas salir de una pieza.

    Sientes como una fuerza te incita a seguir adelante por el camino, tonos ictéricos, blanco hueso y verde vomito te acompañan por tu camino hasta que este se corta de golpe. Una especie de cenagal de lodos negros del que emergen un sinfín de pompas repletas de vapores fétidos complican que puedas seguir moviéndote, al menos hasta que logras avistar un tronco caído de un hongo muerto, se encuentra seco y parece un puente fiable. Logras subirte a él y seguir aprovechando las irregularidades de su corteza para fijar en ellas tus pies, al menos hasta que un chasquido advierte de que quizás fuiste demasiado optimista al atreverte a cruzar por aquí, cada paso después de ese es acompañado nuevamente por crujidos, el tronco amenaza con ceder y eso significaría hundirse en el lodo tóxico sobre el que caminas. 

    En el último momento, Micxkar, logró saltar del tronco, evitando caer en el lodo y acabar al otro lado. Desde su nueva posición, pudo ver como los restos de aquel hongo gigantesco se hundían lentamente en el fango siendo consumidos por aquella espesa sustancia caustica. El hedor liberado por aquel proceso era indescriptible, lo cual le hizo desear seguir adelante. El bosque fúngico estaba demostrando ser un lugar peligroso lleno de amenazas ocultas, por lo que más le valdría mantener los ojos bien abiertos en todo mientras siguiera allí.

    Tras unas horas de camino por aquel lugar enfermizo, el fimir acabó por dar con una especie de claro, resultaba extraño que algo así pudiera existir en un bosque de aquella naturaleza pues desde que se había adentrado en el bosque de hongos apenas había tenido la oportunidad de ver el cielo por encima de los sombreros de aquellas setas desproporcionadas.

    Allí la atmósfera resultaba menos viciada y la luz natural le permitía ver con mayor claridad la estancia. Parecía que alguien o algo había acampado allí no hace mucho, al menos eso supuso al ver el manto musgoso que crecía a ras de suelo hundido por la acción del peso de un cuerpo, también parecía que habían encendido una fogata y algunos de los troncos parecían marcados para dejar alguna clase de señal. Aquellos no fueron los únicos hallazgos de Micxkar, en el centro del claro habían crecido unas setas de menor tamaño y distinta naturaleza de las que conformaban el grueso del bosque, eran pequeñas, moteadas, tenían algo que hacían que le resultasen familiar, pero no estaba seguro del qué.

Intrigado por los hongos, saco mi cuchillo y tapándome la boca y nariz con un trapo, he intento reconocerla, pero no me suena.

De todas formas investigo la zona de acampada para intentar averiguar algo mas de quien o quienes estaban allí, he intento buscar un rastro que poder seguir.

Guardo la seta y busco entre los lindes del claro señales, tanto de transito como de observación.

    Tras tomar los hongos y guardarlos a buen recaudo en su zurrón, Micxkar, aprovechó para investigar los restos dejados atrás por el anterior morador de aquel lugar, tras un rato encontró lo que parecían ser los restos de una hoguera, el área que debía de haber usado de lecho era bastante amplia, como si se hubiera acostado sobre ella un cuerpo bastante pesado y voluminoso, también logró dar con un odre, estaba casi vacío, al punto de quedar apenas un trago, aunque el olor de lo que fuera que contenía era muy fuerte y empalagoso, como si se tratase de un licor. Aquellas pistas junto con unas extrañas marcas en uno de los troncos fueron todo lo que pudo encontrar en ese lugar, tal vez con un poco más de tiempo pudiera encontrar el rastro por del camino que hubiera seguido para llegar hasta allí o para alejarse tras tomar su descanso.