Partida Rol por web

    Ya hace tiempo que sentiste la llamada del Dios de la sangre, la sed de matanza bulle en tu interior y es una sed que no puede ser saciada más que con los gritos de terror agónico de tus enemigos. Pero tu no fuiste el primero en recibir dicha llamada, ni tampoco serás el último, por ello cruzaste el mar helado y viajaste hacia el norte, al lugar donde solo los más locos se atreven a probarse a si mismos, cruzaste los desiertos con un destino ya fijado de antemano, allí donde solo los campeones que alcanzan la gloria a ojos de los dioses son dignos de recibir el honor de ser enterrados.

    Quizás los motivos de esta acción no son muy claros para ti en este momento, pero es un punto de partida para la cruzada que tienes por delante.

    Ante ti se alza un monumento megalítico de talla colosal, tal vez aquí encuentres la inspiración que buscas rememorando la historia del héroe tribal que otrora fue enterrado aquí por los suyos, tal vez...

    O tal vez no, a medida que te aproximas sientes algo extraño, tus ropajes son agitados por una corriente de viento que eres incapaz de percibir, la arena de desierto parece cambiante, como si irradiara una luz mortecina y verdosa. Tu cabello se eriza y notas un tenue crepitar en tus oídos, algo no cuadra, estas señales no eran las que esperabas encontrar, estimas que el monolito debería de encontrarse a escasos cinco metros de donde te encuentras ahora mismo pero pareciera que esa estimación variara a cada instante como si en este lugar la tierra se rigiera por las reglas impuestas por un caprichoso poder, habías oído hablar de que cosas como estas no eran de extrañar en las tierras del caos, pero eso no lo hace resultar menos extraño y desconcertante.

    Una gran roca negra se alza en medio de la nada, algo te hace pensar que esta no marca la tumba de un campeón del caos. Normalmente en sus tumbas hay tributos, armas, o algún indicativo de la tribu a la que perteneció, sin embargo esta precaria construcción carece de todo eso, solo es una gran roca basáltica. Te aproximas, algo en tu interior te dice que es lo que tienes que hacer, aunque no comprendes aún muy bien el por qué.

    En las distancias cortas comienzas a captar relieves, hay algo grabado aquí, no cabe duda, una clase de texto, aunque por desgracia no comprendes la lengua usada, además, hay varios pictogramas, representando un ritual, la representación asemeja una especie de círculo en cuyo interior aparecen dos guerreros luchando, a sus pies mana la sangre y el reguero lleva hasta una puerta marcada con un símbolo que reconocerías en cualquier parte, pues es aquél que se te aparece en sueños, las facciones del cráneo de Khorne

    Un instante después tu mano se ha posado sobre él, como si se hubiera movido por voluntad propia y ahora se hubiese fundido con la roca. Tu pulso se acelera, la llama que arde en tus entrañas comienza a avivarse en tus entrañas y el fuego provoca una explosión que se extiende por tus venas concentrando toda esa energía en tu mano. Sientes que la carne de tu palma comienza a ajarse, el dolor es indescriptible, pero de algún modo también reconfortante, alcanzando un estado de catarsis una potente imagen se forma en tu mente. Las puertas de un templo de acero al rojo vivo sobre las que pende el signo de tu señor, el eco de una voz gutural llega hasta a ti "En el Norte me encontrarás"

    Caes de espalda, tu mano se encuentra ensangrentada, el Dios de la Sangre ha dejado su marca en ella y un criptico mensaje.

Después de reclamar el craneo de mi padre y recuperar el honor perdido, me dirigí a los desiertos de nuevo...

Tras la perder la noción del tiempo vagando por las cambiantes tierras del norte, llegué en mi deambular a un gigantésco monolito tallado en negra piedra.

Al contemplar el tamaño de aquel monumento y las oscuras runas que en el había grabadas, supe que allí habría enterrado algun paladín de los dioses oscuros. Me acerqué a el y la energía que rodeaba a la tumba se hacia ver en el crepirar de pequeños zarcillos de energia verdosa y azulada en las pocas hierbas que habian conseguido sobrevivir bajo la energía disforme que alli se acomulaba...

Ascendí los peldaños del altar observando con inquietud los alrededores, pues tamaña obra debiera estar guardada por los espiritus de los caidos bajo el arma de aquel heroe...

Algún dia se alzará una torre de craneos que alcanzará el cielo en honor a Kharnat... -Pensaba mientras acariciaba la negra piedra que estaba extrañamente tibia al tacto, pese al frio del ambiente.Alli encontrare mi descanso eterno...

Tumbado en el suelo con los brazos tendidos miraba al infinito cielo, giró la cabeza hacia la mano que había recibido ese preciado regalo, observó su ensangrentada mano con la marca que acababa de recibir, poco a poco los labios del bárbaro dibujaban una sonrisa cada vez más amplia, hasta que empezó a reír con voz sonora y casi a carcajadas. 

Estaba en el camino que había buscado desde hace tiempo, después de tantas batallas y luchas, contra adversarios y contra si mismo, había sido llamado por él, y ahora llevaba su mensaje, debía hacer caso al mensaje que acababa de escuchar, se tendría que dirigir más al norte aún si cabía, debía ir a su encuentro y demostrar que era un digno servidor para el Dios de la sangre, ahora su determinación era más autentica que la que ya lo era, sus enemigos temblarían a su paso, dejaría un rastro de sangre para que viera el largo camino que recorrería para ser reconocido por él.

Se llevó la mano delante de su rostro, la observó detenidamente para seguidamente lamer un poco la sangre que discurría por ella, notó el sabor de su sangre y se relamió los labios, estaba preparado para lo que se le presentaba por delante, no perdería la oportunidad de esa llamada.

Ni se le pasó por la cabeza vendar la mano, debía enseñar esa marca por allí donde se encontrara, con orgullo, con fervor, tenía el favor del dios de la sangre, y eso era algo que no se debía ocultar, tardó poco tiempo en prepararse para continuar su viaje, debía ir a su encuentro, y nada ni nadir detendría su avance, así que con determinación se dirigió hacia el norte. "Allí lo encontraría".

    Rememorar la gloria de los campeones reconforta tu corazón y hace que te atrevas a examinar más de cerca el monumento aquí levantado. Las fuerzas que allí se manifiestan parecen hacerlo desde planos ajenos al material, la clase de energías arcanas y oscuras que son controladas por las demoníacas deidades de caos. Pero este hecho no te hace vacilar, incluso te atreves a posar tu mano sobre el magalito y recorrer su superficie, examinando las runas allí escritas hasta que das con una que hace que te pongas en alerta.

    El Señor del Cambio, el Gran Embaucador, el Amo de las Fortunas, Tzeentch. El nombre del dios oscuro viene a tu mente de inmediato, el campeón que yace bajo estas rocas fue uno de sus sirvientes y, sin duda, las energías que brotan de debajo de la tierra son causadas por el efecto aún latente. El que hayas llegado hasta allí podría haber sido una mera coincidencia, pero el Señor de la Transformación es conocido por se capaz de alterar los hilos que entretejen el destino a su antojo.

    Las miasmas neblinosas que emanan del subsuelo comienzan a arremolinarse a tus pies, una sensación extraña te invade, la adrenalina se dispara y todos tus sentidos se ponen en alerta cuando una oscura voz te incita a volver la mirada hacia atrás.

    -Azurva'al Kul, hijo de Bohe'k...- Una figura sombría y nebuliforme se alza tras de ti, pareciera como si la noche se hubiera condensado para dar a luz a aquel ser, la realidad parecía estirarse y contraerse a su alrededor, formando juegos de luces caleidoscópicas. La palabras de la entidad resonaban en tu cabeza como clavos ardientes que penetrasen tu cráneo por voluntad propia. -...campeón de los Violadores de Cráneos, el ungido por Khorne. Conocemos vuestro destino, si, te llevamos observando desde hace tiempo y conocemos tu misión, pero aún no estás preparado, la carne es débil, el deseo nubla tu juicio y tus contendientes son poderosos. Pero no desesperes por ello, acepta nuestro regalo y lograrás sin duda ser el nuevo Destructor de tu dios.-

 Dices que me conoces y no te he dicho mi nombre…, dices que tienes un regalo para mí y no te he pedido nada…. -Dijo el Kurgan desenfundando sus hachas gemelas y después aulló  mirando desafiante a la figura.- ¡Sin embargo yo si que tengo un regalo para ti!, ¡Tendrás el honor de formar parte de los caídos bajo mi mano en honor a Kharnat!

Tras eso comenzó a descender la escalinata hacia la figura, mientras la furia comenzaba a nublar sus sentidos.

Como has podido creer que sería tan estúpido de caer en tu trampa bastardo…, olería a un siervo de T’char entre mil siervos de Onogal… - Alzándose en toda su estatura frente a la sombra se encomendó a su dios  pidiéndole fuerza para enviar a ese demonio de vuelta al reino de El Gran Conspirador.

Solo soy un sobreviviente… Se lo repetía constantemente, alejado hace tiempo de la sociedad había cambiado, de tal forma que sabía que no volvería, ya no podía someterse a las reglas esclavizantes de una sociedad, no podía separar la mentira de la verdad, la fachada de la dura realidad. A fin de cuenta todos se mienten a sí mismo, y nada se regala en ese mundo. Al abandonar ese lugar comenzó a fundirse con el entorno, aprendió a valerse por sí mismo y determino que la verdad fuerza radica ahí, no en el que elije ser siervo ni en aquel que ejerce de amo, la fuerza está en poder sobrevivir cuando lo único que tienes a tu lado es a ti mismo. Y que mejor para determinar esa fuerza que el duro desierto. Solo soy un sobreviviente…

Pero de eso pasaron algunos años ya, se había acostumbrado a vivir en aquel lugar y el guerrero estaba perdiendo esa fe que le había nacido tiempo atrás.

Pero solo sobrevivir no me da la libertad… Después de todo se estaba convirtiendo en uno más, no escondido detrás de una sociedad pero si cómodo en su lugar. Ese pensamiento era el que le perturbaba más, más que cualquieras de las perturbaciones mundanas, si algo tenía claro era que no era uno más, pero en su cabeza le costaba ver la diferencia. Sobrevivir al entorno se me hizo fácil, sobrevivir a mi cabeza está costando un poco más.

La respuesta la encontró días después, mal herido casi moribundo lo invadió un sentimiento de poder, minutos antes había tenido la batalla más fiera de su vida, pero el respiraba y su oponente lo había dejado de hacer en el momento que con las fuerzas que le quedaban había logrado atravesar con la espada su corazón. Y así como llego el poder llego la comprensión, en si toda la batalla lo saco de los pensamientos, toda la batalla fue una muestra de poder, durante toda la batalla estuvo en juego el sobrevivir.

Fue esa noche mientras dormía y se recuperaba de las heridas que tuvo el sueño, el vivir en soledad lo había convertido en una persona espiritual pero nunca nada se había asemejado a ese sueño, la calavera, el nombre, la dirección pero sobre todo la frase…

La mañana siguiente fue hasta el cuerpo, tomo su cuchillo para hacerse un tajo en la mano, de esa forma mientras iba regando con su sangre el cuerpo y la arena lo dijo. Sangre, para el dios de la sangre…

Sin pensarlo mucho más tomo sus pertenencia y se dirigió al norte como le había indicado la llamada en el sueño anterior, el sueño que el llamo “El Despertar”.

No había vuelto a sentir a Khorne hasta este día donde al cruzarse una gran roca frente a su camino su dios le hablo, sentirlo durmiendo era una cosa pero aquella sensación lo invadió en pleno desvelo, tomando con tal poder posesión de su cuerpo que decidió entregarse voluntariamente a su nuevo Dios.  Al terminar esa conexión Ferenk tenía un destino y una marca nueva en su mano. Estuvo un tiempo en aquel lugar, tratando de comprender lo más posible con lo que tenía, trato de releer los garabatos pero no había caso. Saco su pergamino e intento plasmar ahí la imagen que vio, así como también los garabatos “Quien sabe, tal vez en algún momento pueda aprender algo de esto” se dijo. Conservaba de su ser ese afán por el conocimiento, la batalla era el éxtasis para su ser, para trascender en este mundo, el don que Khorne le estaba ayudando a ver, pero el conocimiento era otra forma de llegar al placer, el comprender le aportaba un éxtasis similar al el furor de la batalla.

Sangre para el Dios de la sangre… nuevamente repitió las palabras mientras intentaba formar con su sangre sobre el suelo de la roca la marca que Khorne le había obsequiado. Esta vez se había cortado la otra mano, no quiso dejar una cicatriz sobre su nueva marca.

No estaba seguro de porque había sido llamado, siempre había creído que a Khorne le gustaba solo aquel que su vida entera era dedicada al combate, él tenía algo más, no sabía qué, pero sabía que iba a averiguarlo.

Así que luego de vendarse la mano, se dirigió hacia el norte, el lugar donde sabía que lo esperaban…

Solo soy un sobreviviente… 

KHORNE!! grito

    Tus hachas gemelas atraviesan el cuerpo de la figura nebuliforme, su consistencia hace que tus golpes se sientan como si trataras de cortar agua y por un momento dudas de haberlo logrado herir. O al menos lo habrías hecho de no ser por el lamento agónico que recibes como respuesta.

    -¡MALDITO PERRO RABIOSO! ¡¿OSAS ATACARNOS EN NUESTRO TEMPLO?!- La rabia de la criatura es sobrecogedora y apenas termina de hablar notas como una niebla densa se arremolina entre vosotros haciendo casi imposible distinguir el lugar exacto en el que se encuentra tu adversario. Por unos instantes el silencio te pone en tensión a la espera del contraataque que este por llegar, las sombras se han convertido en tus enemigas y detrás de cualquiera de ellas podría llegar el...

    Notas una corriente de aire y al instante saltas en la dirección opuesta con el tiempo suficiente para que el chorro de llamas azuladas apenas llegue a lamer la piel de tu costado, sientes dolor, pero está muy lejos de ser algo grave y además ahora vuelves a saber donde encontrar a tu rival al ver las esferas brillantes que forman sus ojos.

¡Lucha con honor demonio! -gritó el Kurgan al ver que la sombra se difuminaba.-Dá la cara bastardo y arrodíllate ante mis hojas gemelas

De un rápido salto esquivo su ataque y las llamas azuladas del fuego del demonio le quemaron el brazo, pero eso no sería suficiente para reprimir su ira. Giro la cabeza para ver las dos estrellas que refulgían en aquella negrura informe y con un rápido tajo de derecha a izquierda con su hacha barrio el aire a la altura de la cabeza de la sombra , para crear un hueco en la defensa de su rival y con la mano izquierda hizo un arco ascendente con su otro arma.

    Azurva'al Kul no estaba dispuesto a retroceder un solo paso y atacando dominado por el salvajismo de sus ancestros logró asestar un nuevo golpe a su adversario, un golpe letal que hizo que la forma del ente comenzase a deformarse empezando a perder el control que lo permitía mantenerse en aquel plano.

    -¡NECIO INSOLENTE! ¡ESTO AÚN NO HA TERMINADO!- En un instante todas las sombras y llamas que los rodeaban se arremolinaron hasta ser succionadas por una potente corriente de viento que las hizo concentrarse en único punto que brillaba con el fulgor de un metal al rojo vivo para justo después provocar un estallido de llamas multicolores* en un último gambito del siervo demoníaco por llevarse la vida de Azurva con él al infierno.

   Todo pasó muy rápido, el fuego había vuelto a lamer su carne y le había abrasado pero, de nuevo, había fallado en matarlo, en cierto modo, el kul había logrado sobrevivir a su primera prueba y nada menos que plantando cara a un rival semejante.

El golpe de mi hacha parecía haber afectado a la criatura haciendo que esta aullase de dolor.

Entonces su figura comenzó a perder consistencia en el plano físico y haciendo un acopio de infernal fortaleza lanzo hacia mí una deflagración, que me habría convertido en ceniza de no haber rodado a un lado para esquivarla.

Las marcas de aquel ataque se podían ver en mi cuerpo, pues  tenía la piel de mi brazo izquierdo abrasada y humeante. El olor a carne y vello quemado inundó mis fosas nasales y el dolor me hizo sonreír grotescamente.

¡Yo Azurva’al reclamo tu vida para mi señor Kharnat!-Grité alzando uno de mis hachas hacia la desvaneciente criatura, tras eso siseé entre dientes.-Nos volveremos a ver las caras maldito demonio y esa vez no huiras a las faldas de tu señor…

Tras la lucha, me encaminé peldaños arriba con el pecho henchido por el orgullo que da la victoria y haciéndome un pequeño corte en la mano izquierda dibujé con sangre la marca de mi dios sobre la negra piedra del obelisco.