Partida Rol por web

Llúcia, que había permanecido alejada del Nosferatu, se vuelve hacia el hombre que avanza de forma impetuosa hacia ella. Sus ojos, que ya echaban por sí mismos una mirada muy intensa, se vuelven ascuas de oscuridad cuando recibe los gritos. Su lenguaje corporal habla por toda ella cuando se da vuelta para enfrentar de frente a su interlocutor, sin retroceder, ni mostrar un ápice de amedrentamiento frente a su avance. Por el contrario, parece ponerse aún más derecha, y prepararse para saltar en su defensa si es necesario.

No sólo no consigue intimidarla; sólo consigue enfurecerla. Ya de por sí estaba enardecida; y ahora, su tono quema como fuego.

- Te digo la manera de escapar de tu cárcel, ¿y me acusas de ser tu carcelera? ¿¡Pero quién te crees que eres para dirigirte a mí de esa manera?! - responde Llúcia, furiosa, y manteniendo la distancia con aquel que la acusa - ¿Que cómo lo sabía? Pues, ¿cómo crees que salí de allí? Porque me di cuenta de cómo hacerlo. Se los dije porque me pareció que ninguno de ustedes se había dado cuenta. ¿Mi maldito juego? - Llúcia escupe las palabras con acidez, asqueada - No oses confundirme con uno de esos cerdos. Jamás te confundas conmigo de nuevo.

Llúcia da vuelta la mirada hacia el hombre de anteojos. No puede evitar que sus ojos continúen ardiendo, aunque su gesto es mucho más tranquilo.

- La salida debe estar por el centro de la habitación. Es lo único que nos une a todos, y a lo que parece apuntar el pentagrama.

Dicho eso, sin bajar la cabeza, Llúcia camina hacia donde estaba la luz brillante y comienza a buscar si hay algo allí.

Edgar no puede evitar soltar una risita casi inaudible ante la escena. Mientras escucha la respuesta de la mujer, concentra su atención en decirle mentalmente al fuego que se cernía sobre sus manos sin quemarle que se apagará, porque si un simple pensamiento había roto la puerta, ¿no desaparecería igualmente un fuego que tenía toda la pinta de ser ilusorio? En un intento de hablar, más no romper su concentración, habla a los presentes sin ver a nadie en particular:

Bueno, querida, tampoco es para que te molestes - dice el hombre en un perfecto inglés, muy lejos del tono tan particular de su español. - Te echaría una mano, pero... - mueve sus manos envueltas en fuego, con una sonrisa muy coqueta en su rostro - no creo que la necesites. No es por meterme - y esto va al Nosferatu -, pero usted también es muy inteligente. Apuesto a que también le será fácil encontrar una salida a nuestro dilema.

Maldito degenerado el que nos encerró aquí... como dice la jeva, ella no tiene la culpa de lo que está pasando, pero ¿qué tenemos nosotros cinco de especiales para encontrarnos aquí? - Edgar mira de reojo a la mujer, y suspira: - Esa chama no deja de recodarme a mi Yoraima... sólo espero que no se haya arrechado conmigo, ¡si supiera dónde carajos estoy me perdonaría toditas!...

Mira sus manos todavía envueltas en fuego, volviéndose a concentrar en la idea de que aquello no estaba sobre su cuerpo.

No tengo ni la menor idea de cómo salir de aquí. – Dije mientras me arrascaba la cabeza con la mano.

Empiezo a dar vueltas a la estancia como buscando algo diferente a lo que ya había visto,  visto que no veía nada nuevo me dirijo al centro con el resto del grupo.

El payaso que nos ha metido aquí se lo ha currado bastante, mi nombre es Paolo – Dije al individuo que me había hablado. Y sus nombres son … ?.

Una vez calmado la dama rompe en pelea y recrimina mi comportamiento pero es comprensible que a estas alturas desconfie de todos a mi alrededor, ademas nunca he confiado mucho y menos en los nuestros, observo a los demas sin demostrar mayor molestia o indiferencia al tiempo que camino alrededor del lugar hablando solo para mi

Bien hecho, Daniel...todo el maldito tiempo precavido por el fin del mundo y ahora estas metido en quien sabe donde con quien sabe quien....esto es un maldito juego que me recuerda a Saw...

Al ver que el hombre deja de avanzar hacia ella y comienza a caminar por la habitación, murmurando para sí, Llúcia parece amainarse. Las palabras del otro hombre le hacen mirarlo, para contestarle, pero sus ojos inmediatamente se desvían al fuego que continúa ardiendo en sus manos, que se mueven en el aire. Instinto. Llúcia no aparta la mirada pero su cuerpo busca ir hacia atrás, alejarse, e incluso parece ir a dar un paso hacia atrás. No lo hace. Mantiene la distancia con él y con todos, de pie inmóvil en el centro mismo de la habitación, donde está segura que puede estar la respuesta. Los deja a los demás a su arbitrio. Que hagan lo que gusten. Ella no interferirá para imponer su idea.

- Soy Llúcia - contesta, dirigiéndose al Nosferatu - No sé qué hacen ustedes aquí, pero yo no tengo idea cómo he llegado a esa celda. Dado que no nos conocemos, nos queda pensar que venimos de lugares muy distintos. ¿Alguien tiene alguna idea de por qué podemos estar nosotros cinco aquí?

Pese a ver más calmados los ánimos, mi naturaleza desconfiada no me permite acercarme a observar con más detenimiento al resto de reos. Manteniéndome en la misma posición, alerta ante cualquier amenaza que pudiera provenir de mis "compañeros" prosigo la "conversación".

-De hecho ninguna idea. Como ha dicho, debemos de provenir de lugares bien distintos, por lo que no es una cuestión territorial. Sin embargo, algo debe unirnos y hacernos interesantes para quien nos tiene retenidos... ¿Qué debe ser?- Tras una breve pausa, en la que sopeso posibles relaciones entre nosotros vuelvo a hablar -Sea lo que sea, lo primero es tratar de salir de aquí. Mi nombre es Saul Buchanan; pueden llamarme Saul.

Mi nombre es Edgar Torres, pero me pueden decir Edgar - dice el hombre sin mirar a ninguno de los presentes, no por descortesía, sino por la concentración que imprime a su mente para pensar que el fuego no ésta. - Y si yo supiera lo que tenemos en común, amigo, créame que se lo diría. 

La mirada de Llúcia se desvía otra vez a las manos de Edgar, que acaba de hablar. Las llamas se reflejan en sus ojos, cortándose contra la oscuridad. Si había algún deseo de acercamiento por parte de la mujer, desaparece en ese mismo momento. Se mantiene de pie en el centro mismo del círculo central del pentagrama, de forma casi equidistante de todos los demás. Desde allí les echa una mirada. Intuye que al menos dos de ellos pertenecen a linajes distintos y con ella, suman tres. No es difícil pensar que son cinco distintos. Vástagos de diferentes sitios, de diferentes orígenes, secuestrados, metidos en cinco celdas que forman una estrella pitagórica.

- Ya lo sabremos - dice Llúcia, cuyo gesto es contrariado a más no poder - Sean quienes sean, estaban esperando que diéramos con la forma de salir de allí dentro. No falta nada para que dén la cara y nos digan qué esperan de nosotros. Porque, si nos están probando, es porque algo quieren que hagamos. O les demos. ¿No les parece muy conveniente que seamos todos de diferentes partes? - acompaña sus palabras con un amplio movimiento de las manos, dando pasión a sus palabras a pesar de que sean tan duras - ¿Que no nos conozcamos entre nosotros? ¿Y que, al menos tres, seamos de distintos clanes?

Niega. Se pone las manos sobre las caderas, a modo de jarra, y echa un vistazo a su alrededor.

- A menos que me digan que ustedes representan una amenaza para alguien en sus ciudades, esto no tiene ningún sentido.

La conjetura sobre mi peligrosidad consigue arrancarme una pequeña carcajada. Tras mirar a los presentes decido añadir una pequeña explicación sobre mi reacción, por lo que me encojo de hombros, dando a entender lo extraño que es ese razonamiento para mi.

-Mire querida,- Probablemente esa no haya sido la mejor manera de dirigirse a LLúcia, pero prosigo la frase en un intento de quitarle importancia a la expresión -actualmente resido en una pequeña granja, cerca de un pequeño pueblo de Creta. Apenas tengo trato con otros vástagos; y mucho menos conflictos. La ajetreada vida que llevaba anteriormente la dejé atrás, en lo que donde vivo llaman "Nuevo Mundo"... Definitivamente, me resulta difícil pensar que soy una amenaza para nadie.

Sin embargo, tu lo has sugerido, por lo que es probable que tengas algún enemigo que desee verte envuelta en problemas...

Te concentras, y de repente el fuego se apaga de tus manos.

jijiji sientes las voces que se rien de manera infantil.. el amo esta furioso, y la mujer es una neurotica jajaja

Mientras todos hablan alejándose del hombre con las manos llenas de fuego observan que este de repente se extingue de sus manos. Es entonces que solo Paolo, Llúcia y Daniel se dan cuenta de algo curioso en la mitad de la estrella.

En el centro de todo, delimitado en el suelo hay una especie de círculo que esta bordeado pro una serie de misteriosas vigas o relieves del suelo de manera cuadrada que podrían a estar a la altura de unos 13 cm del suelo, estas superficies se encuentran casi al frente de cada una de las celdas....

Todos recuerdan que la misteriosa llave colgaba en el centro de todo, que es sin lugar a dudas el centro del círculo.

Desconcertado, y con aspecto decepcionado Samuel me mira directamente. Algo en mi forma de actuar no ha terminado de agradarle; algo podría haber hecho mejor. Vuelven a mi mente una y otra vez todas las ocasiones en las que he recibido esa mirada por su parte; situaciones en las que podría haber actuado de otra manera que hubiese supuesto un mayor beneficio para mi persona.

-Muy bien hecho Saul...- El sarcasmo en sus palabras es evidente -Creo que lo mejor en tu situación es tratar de esa manera quien deberías tratar con cautela. ¿Es esa manera da tratar a quién parece conocer mejor que nadie cómo resolver los misterios de esta celda? ¿A quién puede ser nuestro salvador?

Con pasos rápidos se dirige hacia donde me encuentro, pero queda a medio camino, observando algo en el centro de la habitación. Mientras permanece ahí, observando, pensativo, termina de exhortarme.

-¿Quieres hacer el favor de disculparte? ¡Vamos!

Permanezco en mi posición, observando la escena con detenimiento. No puedo evitar sorprenderme al ver cómo desaparecen las llamas de las manos de Edgar, pese a saber que eran meras ilusiones. La desaparición de las llamas trae a mi mente una angustia, e introduzco las manos en mis bolsillos. La tranquilidad vuelve a mi cuando noto que mis preciados relojes siguen conmigo.

Una vez me he cercionado de dicho hecho, mi mirada vuelve a dirigirse tanto hacia LLúcia como hacia el centro de la estancia. Tras mirar en su dirección unos instantes bajo la cabeza, como avergonzado.

-Sí... Lo que quería decir... lo que quiero... bueno, me refería a que no represento peligro para nadie. Al menos desconozco el hecho de que nadie pueda considerarme peligroso.

Llúcia mantenía las manos en las caderas cuando a Saul se le ocurrió lanzar la carcajada. Inmediatamente vuelve sus ojos hacia él. De hecho, clava su mirada en el hombre de anteojos, de forma muy fija. La fijeza se vuelve abrasiva cuando aquel se dirige hacia ella de la forma que lo hace. Sus labios se aprietan, sin interrumpirlo. Pero no le cuesta a nadie ver cómo su mandíbula se tensiona y cómo los dedos se crispan cerrados alrededor de su cuerpo. Sus cejas bajan hasta formar una línea fina, ensombreciendo el gesto de su rostro. Su reacción frente al tono de Saul es pasional, violenta. Su respuesta también lo será.

Pero en ese momento, las manos de Edgar se apagan. Llúcia se gira para verlo con sus propios ojos, aunque el hecho no la sorprende. No cuando salió de una celda triangular llamando a una llave con la mente. No cuando está secuestrada en un lugar desconocido con cuatro otros desconocidos, sin saber cuál es el motivo. Por ello vuelve la atención a Saul para responderle, e incluso abre la boca para hacerlo. Sus dientes apretados se despegan, marcando los colmillos como si no estuvieran allí. Eso es un detalle menor. No habrá amenaza en sus palabras. Habrá demasiado más.

Y entonces Saul baja la cabeza y habla. Las cejas de Llúcia se enarcan, y luego pasa a un gesto de profunda extrañeza. Aquello parece haber cortado de cuajo la reacción que había tenido. De hecho, logra que su gesto se relaje y desaparezca la ira de su semblante. Al final niega, haciendo un gesto de falta de importancia con la mano derecha.

- Fue sólo una sugerencia. Si nos tienen aquí encerrados es por eso, o porque quieren algo de nosotros, que sólo con nosotros podrán conseguir. O al menos, de nosotros les será más fácil obtenerlo - Llúcia se da vuelta hacia los demás - Ninguno de nosotros parece especialmente preocupado por lo que dudo que, de tener algo "especial" que quieran de nosotros, estemos concientes de que lo tenemos - su tono se vuelve más grave, fastidiado - No queda más que pensar, de nuevo, que están experimentando, usándonos de ratones.

Llúcia se agacha. Ella está en el centro del círculo, por lo que puede mirar las seis vigas desde su posición. Busca símbolos, números, inscripciones en sus superficies. Se acerca a una de ellas, y despacio la toca, frunciendo el ceño.

- Hay seis de estas. Pero sólo somos cinco: no hay lugar para un sexto. No sé qué significarán. ¿Habrá que tocarlas todas a la vez?

Después de estar un tiempo sin decir nada, analizando el comportamiento de mis nuevos compañeros, escucho las palabras de la chica, parece que son sensatas al menos, el resto parece un grupo de gente muy peculiar incluso para un Nosferatu como yo

No me parece mal tu idea, igual hay que hacer alguna combinación o algo, probemos pues.

Después de todo, algo habría que hacer