Durand no lo dudó. Haría lo que fuese necesario para defender a su país, y estaría siempre junto a su esposa.
-En la salud y en la enfermendad, Adrienne. Y hasta el fin del mundo. No pienso dejarte que te vayas sin mi.
Puso la mano sobre el reloj.
El ruso les miró, asintiendo despacio. Sabía que Ness tenía algún as más en la manga. Lo sabía. Puso su mano en el reloj.
-Señoras, caballeros... Será un honor volver a luchar de nuevo con ustedes.
El pequeño de los Wright miró a su hermano, y este asintió. Esta vez no hubo chanzas ni comentarios, ambos se acercaron.
-Doctor, si nos lo permite. Para nosotros también es algo personal. El Ícaro necesita ser vengado, y necesitarán buenos pilotos.
Apoyaron sus dedos sobre el reloj.
Candance se quedó la última, y miró la determinación de sus compañeros. Entendió que Irving tenía razón. Aquello era algo que los dioses debían desear. Era hacer el bien, aunque manipularan para ello el orden cósmico.
-Irvin... lo vi en mi sueño, cuando me convertí en Inanna. Tu eres el señor del tiempo, y mi vida estaba destinada a unirse a la tuya. Sí, tienes razón. Debemos ir. Es para lo que he nacido, mi propósito.
Puso su mano sobre el reloj, y le miró con una sonrisa.
El doctor les miró, con lágrimas en los ojos. Era la primera vez en su vida que sentía algo parecido. Que sentía que su trabajo podía servir para algo más que para que la gente se riera de él.
-Es un honor teneros por amigos. Un honor...
Se enderezó, tratando de sobreponerse al momento. Miró sus ojos, y vió en ellos la determinación de los héroes. Salvarían el mundo, o morirían intentándolo.
-Por el chocolate... -dijo, cómico.
Luego, giró las manecillas del reloj hasta retrasarlas al máximo. La célula de energía del aparato zumbó, y los pistones se activaron en orden. La energía comenzó a condensarse a su alredor, como un torbellino, como una cápsula. El paisaje comenzó a desdibujarse, y sintieron que giraban sobre un eje imaginario en el suelo, justo debajo del reloj. Dos segundos más tarde, se desmaterializaron, viajando en el tiempo.
Había llegado el momento de plantear la última batalla. La madre de todas las batallas.