La mirada del Shiba se posó sobre la del Tonbo y éste a su vez le indicó un lugar a la lejanía. La cabeza del bushi apenas de movió y asintió moviendo con sumo cuidado su naginata para poder correr con ella y que no le entorpeciera de ninguna manera.
Era Ryu que regresaba con refuerzos, ¿pero serían suficientes?
-"Aprovecharemos la confusión para atacar a nuestros enemigos por sorpresa, confiemos en que Bayushi-Kamisama nos ofrezca su astucia en nuestro cometido. Quedaros lejos del combate y no busquéis la gloria, nuestro deber es hacer llegar el mensaje de la incursión al Hijo del Sol y la Luna, no os equivoquéis. Vuestra vida es la más valiosa de las que están en este lugar, cuidaros de sobrevivir... Por el Emperador".
La mirada da Daiki era seria y su tez mostraba la tensión del combate que se avecinaba.
Se desembarazó del hipnótico cabalgar de tantos animales, y asintió a las palabras del Shiba con gravedad
El kagaku estaba prácticamente terminado, y antes de huir (si es que era el último en pie y sobre sus hombros recaía la responsabilidad de avisar al Imperio) tomaría parte activamente en el combate. A distancia, apoyando a sus compañeros, pero no permanecería en la estricta observancia
Además, antes de salir por patas, siempre cabía la opción de utilizar el contenido de sus botellas. Al pensar en ello, recogió los cristales con sumo cuidado. No es que fueran extremadamente volátiles, pero pocas veces antes se había arriesgado tanto en la mezcla y dudaba de su capacidad real...
Tras colocarlas en el cinto, se mantuvo atento y dispuesto para invocar la ayuda de los kami
El contingente Yodotai ya se está dando la vuelta cuando de repente un zorro plateado con nueve colas irrumpe en la explanada seguido por un ejército de bestias encabezado por Togashi Ryu, quien cabalga un enorme oso negro.
¿Qué brujería es ésta? - exclama Cayo Lucio mientras los animales más rápidos ya empiezan a correr entre sus soldados - Os arrepentiréis de esto, bárbaros - les escupe a Daijiro y Saiki. Después empieza a vociferar órdenes a sus soldados para que empiecen a alancear a los animales. La sangre no tarda en empezar a correr...
El inesperado ataque de las bestias pilló a Daijiro tan por sorpresa como a los Yodotai aunque, al contrario que éstos, tardó unos segundos más en reaccionar. Cuando por fin lo hizo dudó por un segundo si aprovechar el ataque de las bestias para enfrentar a los invasores con superioridad numérica o respetar el pacto que tenían para ir a ver a Ouyama-sama al bosque. Al final, tomó una decisión. Rápidamente corrió hacia los Yodotai, atravesando sus filas fácilmente pues estaban más pendientes de las bestias que de ellos. Llevaba las manos alejadas de sus katanas por lo que representaba además una amenaza menor, y no paró de correr hasta que se interpuso entre el contingente Yodotai y el improvisado ejército de Ryu.
- ¡Deteneos!- gritó abriendo sus brazos hacia los lados de par en par, dando la espalda completamente a los extranjeros.- ¡Ryu-san, Oki-sama, detened esta matanza! ¡Cayo Lucio Veridio del imperio Yodotai ha aceptado venir voluntariamente a aclarar las cosas con Ouyama-kami-sama! ¡Parad!
El ejército de bestias estaba rodeando a los Yodotai dispuestos a provocar un baño de sangre, pero ante las palabras de Daijiro el kitsune plateado los detiene con un rugido medio fantasmal. Con los Yodotai y los animales mirándose furiosamente entre sí el kitsune se transforma en la Dama Pálida y señala al jefe Yodotai con un dedo acusador.
¡Tú! ¡Asesino, profanador y blasfemo! ¿Tienes idea de cuántas vidas ha costado tu sacrilegio?
El enorme Yodotai se encoge de hombros y lanza una risotada - ¡Yo rindo cuentas ante los Diez Dioses, no ante ti, bruja! - señala a Daijiro con su espadón - Pero no te preocupes. Tu peón está en lo cierto: iré en persona a ver a ese Ouyamasama vuestro ¡A ver si consigue arrebatármela antes de que yo añada la suya a mi colección!
Los ojos de la Dama Pálida se abren por la sorpresa y la ira - Que así sea, gaijin - escupe la última palabra con un desprecio muy humano.
Al entrar en el bosque los Yodotai no parecen inmutarse por el turbulento ambiente espiritual de Higashidani Mori, pero sí que perciben la hostilidad de todos los animales que los rodean mientras la Dama Pálida y los rokuganeses los guían hacia el recodo del río donde los samuráis se encontraron con el dios-lobo. Allí los espera Ouyama, con los ojos inyectados de sangre y rabia al ver al enorme Yodotai portando la piel de su compañera como capa.
MISERABLE ASESINO - ruge el gran kami - ¡DEVUÉLVEMELA!
Lucio desenfunda su espadón y apunta con él al Gran Ouyama - Con esta espada maté a esa inmunda bestia y también te mataré a ti ¿Quieres la piel! ¡VEN A POR ELLA, MONSTRUO!
Rugiendo de cólera el kami se lanza sobre el Yodotai. Lo que sucede a continuación no puede llamarse combate sino ejecución. El golpe que Lucio asesta a Ouyama en el costado sólo consigue quebrar la enorme espada. El dios-lobo agarra al Yodotai entre sus fauces y sacude la cabeza hasta que el cuerpo de su enemigo es partido en dos. No satisfecho con ello lo muerde en el cuello y le arranca la cabeza, aplastándola con sus mandíbulas antes de tragársela de un sólo bocado. Los Yodotai miran incrédulos la horrenda carnicería hasta que el Gran Ouyama vuelve a hablar
MATADLOS A TODOS
Por puro instinto los samuráis se agrupan con Daijirio, Daiki y Ryu formando un círculo protector alrededor de Saiki, Yuya y Noboatsu. Pero el ejército de animales dirige su ira exclusivamente contra los Yodotai, masacrándolos sin piedad y devorando sus cadáveres. Para cuando todo ha terminado los únicos humanos vivos son los samuráis y la prisionera, quien sin duda esperaba correr la misma suerte que sus captores.
El Gran Ouyama coge delicadamente la piel de su compañera para apartarla del cadáver mutilado del jefe Yodotai - HUMANOS, HABÉIS CUMPLIDO VUESTRA PARTE DEL TRATO. LA PROHIBICIÓN DE VIVIR EN ESTAS TIERRAS PARA LOS VUESTROS QUEDA ANULADA...
Un silbidito agudo salió de los labios del Tonbo. Había sido testigo de la furia de la naturaleza en incontables ocasiones, sin embargo la desatada esta vez se llevaba la palma. Sin contar con la propia demostración de Ouyama, que literalmente había hecho desaparecer al líder del ejército enemigo con un simple bocado...
Suspiró quedamente, entristecido. Con rostro sombrío apoyó las manos sobre los hombros de Daijiro y Daiki
-Gracias por vuestra protección, compañeros. Parece que todo ha terminado... -y de nuevo contuvo un quejido inaudible de profunda pena. Con los ojos llorosos se inclinó ante el Lobo, agradeciendo mudo que las gentes del lugar hubieran sido liberadas. Para cualquiera que no lo conociera, el Libélula daba la impresión de estar hondamente afectado por la situación; lo cierto es que si una lágrima se deslizaba por sus lánguidas mejillas era porque no había tenido ocasión de utilizar su creación de kagaku
El Fénix se mantuvo centrado en defender las vidas de aquellos que estaban a su cargo, tanto en la partida hacia los bosques de rokugan como durante el combate que se aconteció entre los animales del bosque y los Yodotai supervivientes. Sin embargo, antes de que nadie pudiera matar a la mujer retenida por el enemigo, Daiki aprovechando la confusión la apartó de sus enemigos y la puso a salvo tras de Daijiro y él mismo.
Tras la masacre el líder de los gaijin había caído pero debían avisar al Imperio de lo que se avecinaba y qué mejor prueba de sus palabras que ofrecerles el yelmo ensangrentado del que se hacía llamar Lucio.
Daiki se acercó al espíritu lobo con cautela y recogió con su permiso el yelmo de su enemigo, desde una posición arrodillada delante del poderoso Kami. -"Gran y poderoso Ouyama-Kamisama, os ruego me permitáis llevarme la prueba de vuestra victoria y de la existencia de enemigos del Imperio Esmeralda, para que nosotros, los hombres; nos preparemos para la batalla que se avecina. Arigato gozaimasu Danna".
Después de eso se dirigió a Ryu. -"Ryu-san, me alegro de veros de nuevo, las Fortunas os han bendecido, de eso no cabe duda alguna. Decidme, ¿Habéis avisado a Mirumoto Masayuki-sama de la situación? Si no es así, debemos dirigirnos a su castillo lo antes posible, para que se extienda la voz de la existencia de los enemigos gaijin".
Finalmente se acercó a la muchacha. -"Permitidme que me presente, soy Shiba Daiki del Clan Fénix. ¿Con quién tengo el honor? Espero que nos acompañéis al castillo de Mirumoto-sama para ayudarnos a conocer algo más sobre el enemigo, ya que ; habéis estado en su campamento. No temáis Danna es un hombre muy cortés y sabrá agradeceros vuestra información como se merece". Concluyó con una sonrisa sincera.
ES TUYO - responde el Gran Ouyama - PODÉIS DECIRLES A LOS ALDEANOS QUE EL BOSQUE YA NO ES SU ENEMIGO - su mirada se dirige hacia Daijiro - CUANDO HAYÁIS TRANSMITIDO EL MENSAJE SERÁS BIEN RECIBIDO PARA COMPARTIR NUESTRA VIDA DURANTE UN AÑO TAL COMO PEDISTE.
El Okami se marcha llevándose consigo la piel de su compañera. El resto de animales no tardan en dispersarse dejando a los samuráis a solas en un bosque en el que ya no se percibe esa sensación de amenaza inminente de cuando llegaron.
Ryu-san, me alegro de veros de nuevo, las Fortunas os han bendecido, de eso no cabe duda alguna. Decidme, ¿Habéis avisado a Mirumoto Masayuki-sama de la situación? Si no es así, debemos dirigirnos a su castillo lo antes posible, para que se extienda la voz de la existencia de los enemigos gaijin.
Os ruego que me perdonéis - dice el monje inclinándose - La verdad es que no llegué a pasar de este bosque. Cuando intenté cruzarlo la manada del Gran Ouyama me interceptó y de no haber sido por la intervención de la Dama Pálida me habrían matado pensando que intentaba eludir mi parte del trato. Supuse que esos gaijin tendrían que ser parte de un grupo más grande, así que con la ayuda de la Dama Pálida conseguí convencer al Gran Ouyama de que necesitábamos ayuda. Pero estoy de acuerdo. Debemos informar a Mirumoto Masayuki-sama cuanto antes.
Permitidme que me presente, soy Shiba Daiki del Clan Fénix. ¿Con quién tengo el honor? Espero que nos acompañéis al castillo de Mirumoto-sama para ayudarnos a conocer algo más sobre el enemigo, ya que ; habéis estado en su campamento. No temáis Danna es un hombre muy cortés y sabrá agradeceros vuestra información como se merece.
La mujer tarda un rato en reaccionar a las palabras del Fénix, mirando sus manos ya libres pero con las muñecas laceradas por las cadenas que la retenían - Me llamo Nue. No sé cuánto tiempo llevo prisionera de esos monstruos. Me encontraba al norte persiguiendo a un Maho-Tsukai llamado Chuda Yoi cuando me capturaron y me... - sus manos se aprietan en sendos puños con los nudillos blancos - Me llevaron a las Arenas Ardientes. Me interrogaron... me torturaron - gruesas lágrimas salen de sus ojos, que se mantienen bajos por la vergüenza - ... y finalmente me quebraron. Les dije todo lo que querían saber sobre el Imperio Esmeralda, les enseñé nuestro idioma, les hablé de nuestras costumbres... Traicioné a mi Imperio. Intenté suicidarme ¡lo juro! Prefería la muerte antes que decirles una palabra sobre Rokugán, pero no me lo permitieron. Me vigilaban día y noche. Me... usaban - esconde el rostro en sus manos reprimiendo a duras penas los sollozos - Les permití que me robasen mi honor. Ya ni siquiera soy digna de ser considerada una ronin. Os ruego que me llevéis ante algún daimyo que quiera escucharme. Le contaré todo lo que aprendí de esos malditos antes de terminar con mi vida ¡Os lo ruego, permitid que alguien me escuche! - no parece haber reparado en la mención de Daiki a la amabilidad de Masayuki - Porque Cayo Lucio tenía razón en una cosa: si el Imperio no se prepara adecuadamente para rechazar esta amenaza acabará siendo reducido a una simple provincia Yodotai...
Mientras la situación se calma y los bushi hablan con la prisionera, Saiki se aleja unos pasos del grupo y, sentada en el suelo, realiza una sencilla oración a los kami de la tierra, y a la nueva calma encontrada por los espíritus del bosque.
La oración es real, pero también sirve como excusa para que Saiki se concentre y haga memoria. A Doheki le gustó una piedra del bosque, que no cogieron porque Ouyama estaba muy furioso y no era apropiado forzar aún más la situación. Ahora que los espíritus están en calma Saiki intenta hacer memoria para recordar dónde está. Si no puede, habla con Doheki para que la guíe.
Una vez con la piedra en su macuto, vuelve con el grupo.
Asintió mudo a las palabras del Shiba y de la mujer Nue. Sin duda debían dar aviso del nuevo enemigo, y podían contar con él para concluir la aventura. Además, una de las posibilidades era pasar por el Kyuden del señor de la provincia, cosa que nunca hicieron...
En vista de los acontecimientos, no había sido necesario, pero ahora sentía (por mucho que no le gustasen las tareas diplomáticas) que era su deber informar y ponerse a disposición del Imperio. Por unos segundos, se quedó en blanco, se llevó el dedo a la boca y se quedó pensativo... ¿qué le estaba pasando? ¿Es acaso se imbuía del honor de Daiki? ¿O del ímpetu de Daijiro? ¿O quizá de la responsabilidad de Saiki? Sin duda sus compañeros estaban dotados de virtudes que para él eran desconocidas y que le atraían sobremanera. Quizá por no haber podido desarrollarlas jamás, o por un extraño deseo de no permanecer solo -al menos un tiempo-, pero notaba la cálida sensación de formar parte de algo
En cualquier caso, la situación de aquella mujer era terrible, y ahora debía comportarse como un verdadero samurái. Se colocó al lado de los bushi y asintió quedamente. Podían contar con él
La shugenja se reune con el grupo de nuevo mientras sacude la tierra que se ha pegado a su kimono tras la oración al bosque. Aunque hace lo que puede la verdad es que el aspecto del grupo, tras las batallas y los viajes campo a través, no es demasiado elegante. Pese al cansancio y a la suciedad que la cubre su rostro se muestra más relajado de lo habitual, como si tras la oración hubiera recibido buenas noticias.
Como si fuese algo automático, que ha hecho miles de veces, coge suavemente las manos de la prisionera y empieza a limpiar y a curar las heridas de sus muñecas sin siquiera molestarse en pedir permiso para hacerlo. Mientras lo hace habla a sus compañeros:
-Bien, queda sólo una cosa por hacer. Dos en realidad. Debemos volver e informar a Masayuki-sama, pero tampoco deberíamos descuidar al señor de estas tierras, Mirumoto Kobo-sama. Es cierto que su participación en esta...desgraciada aventura no ha sido muy afortunada, pero sigue siendo el señor de esta zona y merece un trato acorde con su posición. Además estoy razonablemente segura de que una vez que sepa que todo esto fue causado por unos extranjeros que han invadido sus dominios tendrá un objetivo claro sobre el que descargar sus iras, y esta vez esa ira si estará bien dirigida.
-Siento no poder hacer más, Nue-san. Como puedes ver hemos tenido un viaje movidito y no estamos en nuestro mejor momento. Seguro que cuando lleguemos con Masayuki-sama encontraremos la manera de atenderte como es debido, dice a la mujer en el tono más agradable que puede encontrar.
Habla al grupo de nuevo.
-¿A dónde nos dirigimos primero?
Durante el viaje hasta Higashidani Mori Darjiro no dejaba de darle vueltas a la posibilidad de estar cometiendo un error al llevar allí a sus enemigos pero, cuanto más lo pensaba, más se convencía de estar haciendo lo correcto. No era un estratega militar, pero sabía que la unión hace la fuerza y allí en el bosque tendrían el apoyo de los espíritus y los animales para derrotar a los invasores.
Sin embargo, ninguna de las posibilidades que había imaginado le preparó para lo que realmente ocurrió. Cuando volvió a ver a Ouyama sus miedos anteriores se disiparon para dar paso al miedo primordial que sentía al ver a la fuerza de la naturaleza que cuidaba de aquel bosque. La distancia le había hecho olvidar que todo en aquella criatura era Poder y el hecho de estar cabreado no hacía más que aumentar dicha sensación.
Como era de esperar, el combate entre Cayo y Ouyama se resolvió con rapidez y, durante un segundo, Daijiro respiró con alivio. Pero solo duró un segundo. Cuando Ouyama dió la orden de matarlos a todos no cabía en sí del asombro. ¿Acaso esa era el agradecimiento del espíritu guardián? Pero, por fortuna, volvía a equivocarse.
La matanza acabó rápidamente aunque el tiempo pareció no avanzar. Ningún entrenamiento te preparaba para eso. Cuando todo acabó, el dragón hincó una rodilla en tierra ante el gran espíritu sin decir una palabra, tal era la impresión que la masacre le había causado, y solo pudo asentir cuando Ouyama-kamisama le recordó su pacto.
Escuchó a sus compañeros hablar con la prisionera rescatada pero no fue hasta que Saiki se acercó a ellos que reaccionó. Se levantó del suelo mirándola fijamente sin ser consciente de la indiscreción, viendo cómo trataba las heridas de Nue-san y respondiendo a su pregunta dijo:
- Nue-san, he oído tu experiencia con esos bárbaros y te aseguro que lo que te hicieron no quedará sin pagar. Pero ahora estás de nuevo en el Imperio y tu ayuda es de la máxima importancia. Te llevaremos a un lugar seguro donde tus conocimientos serán de gran ayuda en la defensa del Imperio Esmeralda. Creo que no deberíamos perder el tiempo con intermediarios y acudir directamente a hablar con Masayuki-sama. Ryu-san, tu eres de lejos el más rápido de todos nosotros. ¿Podrías enviarle tu el mensaje a Mirumoto Kobo-sama y reunirte después con nosotros en el castillo de Masayuki-sama para transmitirle a Danna sus palabras?
La petición de Daijiro sorprende al Togashi, aunque sólo por un momento. A fin de cuentas tanto él como sus compañeros están ahí en nombre de Masayuki, no de Kobo.
¿Estás seguro de querer tomar ese camino, Mirumoto-san? Es más que posible que Mirumoto Kobo-sama se tome esa decisión como un insulto personal y decida exigir una satisfacción - hace una respetuosa reverencia ante Daijiro - No obstante, si esas son tus órdenes las acataré...
Daijiro no pareció amedrentarse ante las consecuencias enunciadas por el monje, aunque le respondió sonriendo:
- No, no son "mis ordenes", hermano Togashi. Nuestro deber es para con Mirumoto Masayuki-sama y, además, tenemos una dispensa firmada por Danna otorgándonos esa autoridad. Con todo, era solo una sugerencia: el Imperio acaba de salir de una costosa guerra y está a las puertas de iniciar otra, no creo que sea el momento adecuado para perder el tiempo en ceremonias o etiquetas. Creo firmemente que debemos entregar esta información a nuestro Daimyo cuando antes a fin de que pueda tomar las acciones necesarias y visitar a Kobo-sama solo nos retrasaría. Sin embargo, en estas circunstancias sería una irresponsabilidad no avisar del peligro al señor de estas tierras para que no lo pillen por sorpresa y pueda defenderlas adecuadamente cumpliendo con su deber. De todas formas, si te parece mejor, podéis ir todos juntos a ver a Kobo-sama mientras yo me dirijo de vuelta al castillo de Mirumoto Masayuki-sama. ¿Qué os parece?
-No creo que debamos dejar a una sóla persona la responsabilidad de hablar con un señor, sea quien sea de los dos. La situación es muy grave, hay extranjeros en Rokugán, y son una avanzadilla de un ejército invasor. La gravedad del mensaje exige una representación equivalente. Saiki piensa en voz alta, sin dirigirse a nadie en particular.
Se mantiene pensativa durante unos segundos, meditando las opciones, sabe lo que ella haría, pero aunque el deber y el pragmatismo le dicen lo que tiene que hacer no le agrada demasiado la idea.
-Avisar a Mirumoto Kobo-sama es más urgente, aunque estemos bajo el mando de Masayuki-sama. Los invasores están en sus tierras y será el primero que pueda desplegar fuerzas para defender el Imperio. Deberíamos pasar por Higashidani Mura, avisarle, y sin perder tiempo regresar para cumplir con nuestra misión original. Si Kobo-sama se muestra irracional o demasiado exigente y no nos deja partir inmediatamente invocaremos nuestra dispensa, y el hecho de que estamos bajo las órdenes de alguien superior a él. Pero creo que es importante que el señor de las tierras invadidas sepa cuanto ántes que le están invadiendo. Podemos resolver eso en cuestión de horas y regresar junto a Masayuki-sama.
Hace una pausa para dar voz a una idea que lleva tiempo en su cabeza pero hasta ahora no se ha atrevido a pronunciar.
-Una vez completada nuestra misión podemos volver a estas tierras y presentar nuestros respetos a Kobo-sama apropiadamente. Es más, la gente de esta zona ha sufrido ya mucho y la invasión de esos bárbaros no va a hacer más que incrementar las ya enormes cargas que están sufriendo. Van a necesitar toda la ayuda que puedan recibir. Por lo pronto la mía, si Kobo-sama la acepta.
Ryu se cruza de brazos y escucha atentamente las palabras de la Tamori - Saiki-san tiene razón. Kobo-sama no puede cumplir con su deber si no sabe a lo que se enfrenta. Podemos transmitirle la información y después acudir a Masayuki-sama. No nos tomará demasiado tiempo...