Partida Rol por web

La tormenta de arena

II. Lo que se esconde entre la arena.

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15/12/2015, 13:32
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente llega con la segunda barcaza. Una vez en tierra, bajo el cañón del arma pero no la soltó. Después de todo lo que habían pasado, tanta amabilidad era...sospechosa. Quizá fueran sinceras, pero con los sucesos anteriores, mejor estar preparados. Se acerco a Abeillut, mientras no dejaba de fijarse en las mujeres.

-Si Abeillut, a mi también me parece raro. Mejor estar alerta por si acaso. Entiendes algo de lo que dicen? Sabes de que etnia son? O donde estamos?-

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro Psicología, aunque tengo el básico, por si veo algo raro en ellas.

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15/12/2015, 18:59
Dominique Vivant

Al llegar al otro lado me muestro amigable, sonriente, pero intento quitármelas de encima con suaves ademanes. Es imposible no acabar contagiándose del ánimo del resto de la expedición, y en unos minutos he pasado de ver ese sitio como una salvación a verlo de una forma más sombría.

Observo a las mujeres, intentando identificar su etnia, pero no encuentro nada significativo en ellas.

Podrían ser bereberes... O a saber.

Gracias, gracias, gracias...

Me voy deshaciendo en sonrisas y reverencias por sus atenciones.

- Tiradas (1)
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16/12/2015, 10:42
Abeillut Sadar

El bereber negó con la cabeza ante las preguntas de sus compañeros de expedición: no entendía una palabra del idioma de aquellas mujeres, fuera lo que fuese lo que dijeran.

- No tiniente, yio no intiendo. - dijo, con aprensión - Ellas no mi idioma.

El bereber probó suerte, usando algunas palabras propias de su lengua, como "comida", "agua", o refugio, confiando en que aquello quizá les diría algo a las mujeres, o serviría para encontrar algún punto en común con ellas. Pero no tenía demasiadas esperanzas: sólo confiaba en que fuesen hospitalarias, y en que de algún modo aquello pudiese ayudarles a escapar de aquel calvario.

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17/12/2015, 14:01
Mujer extraña

Todo parecía demasiado raro, y ciertamente, aquellos que sobrevivieron al horror desconfiaban sobre manera de las zalameras formas de aquellas mujeres. Pero poco a poco, fueron observando que tales mujeres no buscaban ningún tipo de mal para ellos. Barraud y su afinado olfato, no detectaron olores que le pudieran poner tras la pista de un veneno, y la emotividad de aquellas personas, aunque rara, era perfectamente sincera... o al menos eso creía Lacroix.

Los minutos pasaron rápido, entre los vocablos de una lengua desconocida pero melodiosa. Las habitantes de aquella ciudad, seguían manteniendo al grupo rodeado, agasajándolos de caricias y sonrisas veladas tras su telas. Los ojos de todas ellas eran rasgados, negros como el azabache y tintados de un brillo hermoso. 

Finalmente, todas ellas callaron y fueron apartándose hasta formar un pasillo. En la entrada de dicho pasillo, los supervivientes del ejército napoleónico pudieron contemplar una mujer de exótica belleza. Su piel era bronceada y su cuerpo exhuberante se intuía bajo las telas que conformaba su traje. Portaba su rostro al descubierto, mostrando unos labios carnosos y unos ojos grandes, almendrados y profundos. Cubría su cuello y pelo con abalorios de oro y piedras preciosas. Caminó hacia ellos:

 

- Bienvenidoss viajeross- dijo en un correcto francés a pesar de que se notaba su acento - sobre todo al pronunciar las eses- En nuestra siudad podrán desscansar- dijo con una cálida y siseante voz.  

Notas de juego

Final de escena