Partida Rol por web

El Troll ruge de dolor y rabia, cuando pensaba que ya había acabado con la enana ésta se revolvió y fue capaz de apartar su brazo y golpearle con fuerza, peor ha sido sentir el filo ardiente de la espada de Ingolt que le ha recordado a viejos combates del pasado.

Lo que jamás imaginó es que una pequeña criatura de un lugar muy lejano del que nunca ha oido hablar fuera capaz de hacerle daño de verdad. Jamás había sentido tanto dolor como en este momento rodeado de enemigos más poderosos de lo que esperaba encontrar en su cueva y sobre todo ese pequeño ser que no ha visto llegar.

El pequeño hobbit ha esperado al último momento y cuando el Troll se ha lanzado contra Therusia ha visto su oportunidad, desde el suelo no es posible dañar a una criatura de ese tamaño pero si está entretenida... si, si, si... musitó Saradoc para si mismo para dando un paso hacia atrás para coger impulso corrió hacia la espalda del troll, pisar su piel áspera y así trepar hasta su cuello donde golpeó con fuerza con su arma logrando lo que pocos guerreros han sido capaces de hacer, dañar realmente a un troll de las cuevas que ahora se tambalea entre vosotros incapaz de decidir si es un buen momento para huir o para vengarse.

Ingolt atacó como un soldado de ciudad con su capacete, su armadura, su escudo y su espada. Pero la espada era un tanto peculiar al ser elfica. Como así después lo demostró cuando introdujo su filo en el interior de la piel férrea del troll como si fuera mantequilla. - !A mi compañeros!, !atacad! Comentó y ordenó como si estuviera en su antigua guarnición de la ciudad atacando a un enemigo común.

Odo lanza una mirada de angustia mientras ve cómo Huan aligera sus necesidades justo en el momento menos adecuado. Aunque el sabueso no es consciente de ello, un error de esas características, sitúa a todo el grupo en un grave aprieto. Cuando el troll por fin los detecta y carga hacia los compañeros, Odo valora disparar algunas flechas pero la oscuridad haría muy difícil acertar y perdería el tiempo así que considera que es momento para sacar el hacha de mango largo y empuñarla a dos manos.

Rodeado de enemigos el Troll gira sin saber dónde golpear, tras recibir las graves heridas del humano y de la pequeña criatura, la presencia de un perro de gran tamaño y otro humano le permite tener un momento de respiro cuando éstos últimos acaban chocando entre si y con el otro humano.

Un brillo de malicia aparece en sus grandes ojos y girando sobre si mismo como un molinete intenta sacarse de encima a la pequeña criatura que sigue aferrada a su espalda y de paso aprovechar para volver a aplastar a la enana que no quiere terminar de romperse aunque un quejido le muestra que está a punto de hacerlo. Pero no ha sido capaz de tirar al pequeño y ahora teme que pueda volver a hacerle daño.

—¡La misión!—les recordó— ¡Retroceded a la cueva!

La enana el férreo sabor de la sangre en su boca. Aquel troll le estaba dando una buena paliza y, con aquel último golpe, Therri pensó que aquel era su final. Lo "bueno" del asunto era que el troll estaba centrado en destrozar todos sus huesos y no hacía caso a sus compañeros. Con algo de suerte conseguiría que ganasen tiempo para retirarse y continuar con su misión. Si todos caían allí, solo los dioses sabrían lo que podría pasar 

Aún no has acabado conmigo, maldito.

Echándose ligeramente hacia atrás para que el troll volviese a embestirla, Therusia inclinó el hacha hacia atrás. El rostro fiero y ensangrentado estaba fijo en los estúpidos ojos del troll. Apenas se hubo vuelto a mover para darla el que seguramente sería su golpe final, Therusia cargó contra él, hacha en mano, para clavársela en el cuello. La fuerza del troll combinada con la de la enana y con la enorme calidad de su hacha hizo que la enorme bestia tropezase, poniéndose a tiro de las armas de sus compañeros

El hobbit consiguió infringir una herida al troll, pero parece que no fue suficiente y solo lo enfureció más. Saradoc consiguió seguir agarrado al troll y decidió probar de nuevo a darle un espadazo, quizás consiguiria alcanzarlo de nuevo.

Ingolt aún con los comentarios de Therusia de retroceder siguió en posición de vanguardia, intentando llamar así la atención del Troll para que sus compañeros les diera tiempo a retroceder. - ¡Estoy bien!, cuidaros vosotros... arguyó a la enana mientras veía como esta daba un golpe mortal a la vez que retrocedía. Mientras que Ingolt se encaraba al troll con su espada élfica esperando darle un golpe certero que lo dejara malherido o moribundo.

El ruido de los golpes llena el pasillo y el continuo movimiento de vuestros cuerpos alrededor de la criatura provoca que las sombras bailen y se alarguen hacia el interior de la cueva, hay algo hipnótico en ver cómo un ser de la envergadura del Troll no está consiguiendo doblegar a Therusia que no sólo ha resistido la fuerza de sus golpes si no que además ha logrado dañar seriamente el brazo que la aplastaba.

Saradoc ya no tiene la ventaja de la sorpresa y tan sólo ha conseguido mantenerse sujeto a su espada que sigue clavada firmemente en la parte superior de la espalda del Troll agrandando la ya de por si grave herida. Ingolt por su parte ha levantado el escudo en una posición clásica de combate cerrado para ocultar su arma y después ha girado amagando por su derecha para en el último momento lanzar un golpe de abajo hacia arriba aprovechando la punta afilada de la espada y clavarla bajo la axila del Troll que levantó su brazo para detener el golpe que creyó ver por su costado... y ese error le ha costado muy caro, tras la punta afilada llega el resto del metal élfico que parece que derrite la carne como mantequilla sin encontrar ninguna oposición y llegando finalmente a algún órgano vital.

El Troll cae boca abajo sobre el suelo del pasillo y un charco de sangre negra comienza a formarse bajo su cuerpo por las múltiples heridas recibidas

De fondo continúa el ruido desacompasado de los tambores que sigue resonando a través de la roca.

No! No! Noooo!!!! 

Nada más caer el troll, Therusia hizo lo propio sosteniéndose con el hacha para no ir al suelo. Aquel abyecto ser había estado a punto de matarla y, de no haber sido por la intervención de sus compañeros, habría conseguido su objetivo. La mujer aún necesitó unos segundos antes de poder recuperar la respiración y levantar la ensangrentada cabeza. Reprimiendo las ganas de escupir la sangre, pues al fin y al cabo, estaba mal extremadamente mal visto entre los suyos que una mujer escupiese, la enana tragó saliva.

—Gracias. Esto no lo olvidaré— dijo inclinando la cabeza hacia el grupo, sabiendo que habían tenido la oportunidad de huir, pues el troll parecía interesado exclusivamente en ella. La mujer, sonrió a Ingolt, aun con sangre en los labios y dientes, lo cual le daba un aspecto ciertamente macabro— Un golpe digno de ser contado durante generaciones, Ingolt, hij...

Los gritos desesperados de Lyndale interrumpieron el elogio hacia su compañero. Dudaba que estuviese siendo atacada, pero aquellos gritos no era propio de una raza tan sigilosa como la élfica. Los orejas picudas tenían muchos defectos, pero no se ponían a gritar en medio de una cueva llena de enemigos. 

—Algo pasa... Vamos— dijo empezando a moverse con dificultad hasta la cueva de donde habían salido los gritos

El hobbit no consiguió dar su golpe contra el troll pero por suerte sus compañeros si que pudieron - "Tengo mucha suerte de estar con vosotros si si si." - dijo el hobbit refiriéndose a sus compañeros.

El hobbit recogió su espada y mientras miraba al troll con cierto respeto, aunque este ya estaba muerto, escucho un grito. Parecía Lyndale y parecía estar en apuros.

"Algo pasa con Lyndale, vayamos a ayudarla sí señor" - grito el hobbit mientras corría en dirección a la elfa.

Ingolt como buen guardián que fue del Lago, aprendió estratagemas militares, y todos aquellos recursos guardó para la guerra. Y parecía que había descargado todos sus trucos militares contra aquel ser deforme, grande y maloliente. La mirada enloquecida del guardián junto a su valor y sus movimientos ágiles. Sin pensar en que aquella criatura lo podía haber aplastado como a una mosca, hizo que lo que parecía imposible fuera posible. El grupo derrotó a aquel ser bestial enorme cuya piel parecía endurecida como si llevara armadura, pero aquella hoja fabricada bajo la destreza y sabiduría de los elfos, hizo su trabajo con creces, y tras el sudor de la batalla y sonreír a Therusia al verla viva, y con una inclinación de cabeza por sus halagos fue tras ella, pues habían escuchado la voz o el grito de ayuda de la mujer que se hallaba en la cueva. Aún con la adrenalina por el cuerpo debido al momento tenso del combate, corrió como pudo junto a la enana también jadeando no por el cansancio sino por la tensión del momento, que hacía que todo su cuerpo temblara.

Incapaz de pronunciar palabra alguna, siguió a Therusia que momentos antes había el guardián inclinado la cabeza para seguirla. No pudo responder al mediano que había demostrado que el tamaño no tiene nada que ver con la valentía, pues parecía que tras un problema venía otro. Y antes de responder a todos con cortesía y caballerosidad había una mujer pidiendo auxilio, así que no pudo responder a Saradoc tampoco, y aunque pudiera necesitaba tiempo para recuperarse... así que lo único que podía hacer todavía con la espada manchada con la sangre del troll, fue correr hacia la cueva con pasos temblorosos.

En mitad de la sala, apenas iluminada con la escasa luz que llega del pasillo, veis a Lyndale arrodillada en el suelo sujetando una bandolera de hermosa factura.

A lo lejos, detrás de vosotros, el incesante sonido de los tambores aumenta su ritmo y empieza a tener un compás regular, trepidante, cada poco rato más acompasado y más veloz.

Junto a la entrada de la cueva donde estaba el Troll os aguarda Odo y su perro, inmóviles, mirando hacia Lyndale. La elfa está llorando con los puños apretados. No está... no está.... no es posible...

El continuo tam, tam, tam... empieza a sentirse en el pecho, en los pies que están en contacto con el suelo... TAM!TAM!TAM!

—Vamos, tenemos que movernos— dijo sin contemplaciones pero levantándola con cuidado— Si nos encuentran, no podremos recuperarlo. 

Therusia se acercó a la elfa y le agarró del hombro, manchando su ropa con la sangre del troll mezclada con la suya propia. No podían quedarse allí. No con todo un ejército avanzando hacia ellos. Sabiendo que estaban allí y decididos a matarlos. Si Lyndale no se reponía tendrían que sacarla a rastras. Viendo que la elfa seguía desesperada, la enana le agarró con fuerza y trató de levantar su ánimo con palabras. Sin embargo, la cabeza se le iba por momentos, y la paliza recibida tampoco ayudaba a dar fuerza a sus palabras.

—Te prometimos que lo recuperaríamos, pero podremos hacerlo si nos desmembran.

- Venga vamos, ese ruido no resulta nada inspirador. Vamos Lyndale, debes creer a Therusia. Salgamos de aquí!

Ingolt guardó su arma viendo en el estado que se encontraba Lyndale, y observando como la enana la sujeta para encaminarla hacia fuera lejos de los tambores y de los enemigos... Ingolt que era un hombre fuerte, la cogió en brazos, - Vamos Lyndale lo encontraremos, pero antes tenemos que ponernos a cubierto. Dicho esto y ayudado por Therusia que sujeta uno de sus brazos, avanzó hacia la salida de la cueva, pero no por donde habían entrado, si no por el otro lado lejos del sonido de los tambores.

No lo entendéis... es que no está y no ha estado nunca... esta bandolera dice levantándola con sus manos tenia un lacre que estaba intacto hasta que yo lo he abierto... y no hay nada... vacía.. levanta una parte y os enseña el interior completamente vacío. No hay bolsos ocultos, no hay nada.... nada...

Os mentí y debéis perdonarme pero no os conocía, dentro había una carta de Elrond para Thranduil, no sé el contenido de esa carta pero debería ser lo suficientemente importante para que mi hermano y yo arriesgáramos nuestras vidas... y él la perdiera. La carta existe, yo vi como Elrond se la entregaba a mi hermano, un sobre blanco con las runas de la casa del medioelfo en plata. Pero ahora la carta se ha perdido y no hay forma de saber dónde ni en qué manos podrá acabar.